Mantener en pie una memoria

Las cosas guardan memoria de hombre: toda esa realidad que llamamos "patrimonio histórico-artístico" no es primordialmente un "tesoro" o una "posesión" decorativa, sino el único suelo sobre el que podemos poseer una identidad y sentirnos parte de una herencia común con otros hombres.

Una biografia sin Quincalla

F. Abadie et J. P. Corcelette
Georges Pompidou,
1911-1974
Le désir et le destin

Editions Balland
París, 1995, 461 págs.

Los poetas dan voz a la realidad, es decir, a la belleza

José Antonio Muñoz Rojas (Antequera, Málaga, 1909) es, además de excelente poeta y magnífico prosista, memoria viva de las generaciones poéticas del 27 y del 36. Licenciado en Derecho, ha unido a su faceta de creador la de gestor cultural, dirigiendo la Sociedad de Estudios y Publicaciones durante más de treinta años.Julio Martínez Mesanza (J.M.M.).— En su poesía se funden dos tradiciones, la castellana y la inglesa, que rara vez se ven juntas en otros autores españoles. Donne, Hopkins, Eliot... La poesía inglesa ha constituido una materia de estudio preferente para usted y, tal vez, ha imprimido un carácter particular a su obra. ¿Podría hablarnos de sus relaciones con la cultura inglesa en general? ¿Qué elementos procedentes de los poetas metafisleos, o de Hopkins, o de Eliot, a quien trató en persona, ha trasladado conscientemente a su poesía?José Antonio Muñoz Rojas (J.A.M.R.).— Mi formación y mi educación no han sido inglesas. En realidad, en la literatura inglesa entré mucho más tarde, y no fue por razones tradicionales, pues mi familia no tenía antecedentes ingleses de ninguna clase. En cambio, sí fueron, fundamentalmente, muy españolas, en el sentido de que mis lecturas iniciales -sobre todo en los jesuítas- fueron lecturas clásicas castellanas. Para mí resultaron muy formativas y han sido los pilares de todo lo que, poco o mucho, haya podido ser literariamente. Mi contacto con la literatura inglesa fue más tardío. A los dieciséis años empecé a estudiar inglés por pura afición, con una profesora particular. Y seguí con ello a lo largo de la carrera, con vistas a hacer oposiciones a la carrera diplomática. Yo había estudiado Derecho en Madrid y era lo que me parecía más oportuno, ya que mi afición no iba por los aspectos jurídicos de la carrera. Como digo, ésta fue una afición tardía, pero que, luego, ha sido muy importante para mí y, en cierta medida, ha completado toda mi formación castellana. Le debo muchísimo a la literatura inglesa, con la que tomé contacto inicialmente en una ocasional estancia en Cambridge. Después hice todo lo posible para volver allí y completar en la medida que pudiera esa formación.Luis Alberto de Cuenca (L.A. de C.).— ¿Cómo conoció a Eliot?J.A.M.R.— Después de una primera estancia en Cambridge, decidí volver como fuera, y aproveché la primera ocasión, que se presentó en el año 35. Yo tenía mucha relación con Antonio Marichalar, al que admiraba. Era un hombre extraordinario, algo olvidado hoy, pero uno de los personajes más notables de su generación. Marichalar tenía relación con todos los medios internacionales, sobre todo los europeos, y se me ocurrió, en una de las visitas que hice a Cambridge, en el 36, pedirle una carta para Eliot. Justo en el mes de julio del 36, de vuelta de Cambridge, paré en Londres y le llevé la carta a Eliot. Así lo conocí. Lo cierto es que la poesía de Eliot la conocía desde el 32, pero no había penetrado en ella. Sí había entrado en la poesía de Hopkins,...

Valor, visión estética y responsabilidad

La unidad de toda visión estética no es una unidad sistemática y significativa, sino una auténtica unidad arquitectónica dispuesta en torno a un concreto centro de valor que es posible pensar, ver, amar. Se halla el hombre justo dentro de ese centro y todo en este mundo solo adquiere significado, sentido y valor si se pone en relación con el hombre, en cuanto elemento humano. Todas las posibles formas de ser y todo el sentido posible se disponen alrededor del hombre como centro y unidad de valor; es preciso que todo —y aquí la visión estética no tiene límites- esté en relación con el hombre, que esté de parte del hombre. Lo que no significa, sin embargo, que el héroe de la obra deba ser literalmente representado como valor absolutamente positivo, en el sentido de que se le atribuya un concepto positivo de valor: "bueno", "bello", etc., estos epítetos también pueden ser completamente negativos. El héroe puede ser malvado y mezquino, puede resultar vencido o incluso apabullado desde cualquier punto de vista; y sin embargo, puesto que es a él a quien dirijo mi mayor atención en la visión estética, es también en torno a lo malvado alrededor de lo que, como en torno a un único centro de valor intrínseco, aquélla se dispone desde cualquier punto de vista. Aquí el hombre no es en ningún modo amado porque es bueno, sino que resulta bueno porque es amado. En ello reside la especificidad de la visión estética. Si el héroe no hubiese estado presente en este centro de valor, toda la posición axiológica de los valores y toda la visión arquitectónica habrían sido por completo inútiles.Si yo contemplo una escena que representa la caída de mi amadísimo héroe y su infamia, esta escena será para mí completamente distinta de otra en la que la destrucción ha correspondido a una persona que me es completamente indiferente. Y no por esto trataré de absolver al héroe, a pesar de mi sentido de la justicia; quizá, teniendo en cuenta todo esto, la escena puede conservar un contenido imparcial, justo y realista y sin embargo lo pintado será distinto en su lugar esencial, en su posición concreta, tanto en las partes como en los detalles; en toda su arquitectura yo veré otras cosas válidas, otros momentos y otra posición, porque el centro efectivo de mi visión y de mi posición respecto al cuadro será otro...Por lo tanto, el hombre constituye el centro de valor de la estructura arquitectónica de la visión estética no como algo sustancialmente idéntico a sí mismo, sino como una realidad concreta que se afirma a través del amor. Además, la visión estética no se separa en absoluto de los distintos puntos de vista axiológicos, no pone límites entre el bien y el mal, entre la belleza y la fealdad, entre la verdad y la mentira; la visión estética conoce y halla todas estas distinciones dentro del universo contemplado, pero estas diferencias no se subordinan a ella como criterios últimos,...

George Santayana y Eugenio D´Ors, Roma 1946

Los textos que aquí se reproducen son las glosas que Eugenio d'Ors publicó en Arriba los días 6, 7 y 8 de diciembre de 1946 bajo los respectivos títulos de "Filósofos y profesores ", "Santayana" y "Seguimos con Santayana". Se incluyen además la glosa "Son gustos", del 20 de abril de 1947, en la que d'Ors comenta su lectura de las memorias de Santayana y evoca algunos detalles de su visita, y la parte principal de la nota "En la muerte de Santayana", que publica d'Ors el 5 de octubre de 1952, seis días después del entierro del insigne filósofo pragmatista en la Tomba degli Spagnoli del cementerio Del Verano de Roma.

Los intelectuales y la guerra civil

La cultura no es de nadie: si acaso, de seres desdichados que tienen en común, por encima de ideologías y posturas políticas, la generosidad y limpieza de corazón de los verdaderos escritores, artistas e intelectuales: es una tristeza que se haga política con ellos cuando están muertos.

Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y naturales, Vocabulario cientifico y tecnico

Raro es el día en que no aparece en los periódicos alguna noticia o artículo sobre temas científicos, y quizá sea éste uno de los factores que más ha influido en la difusión -en la vulgarización, podríamos decir-, de este tipo de vocabulario. Así, términos que hasta ahora no podían considerarse como pertenecientes al acervo lingüístico del hablante común, como "bilirrubina", "supernova", "efecto Doppler" o "péndulo de Foucault", por señalar solo algunos ejemplos, han pasado en poco tiempo a formar parte del léxico cotidiano. Y es que el léxico científico está de moda.Pero... ¿qué léxico científico? En un número reciente de NUEVA REVISTA se publicaba la reseña del libro El peso de la lengua española en el mundo, editado por el Marqués de Tamarón; en ella se resaltaba como nota negativa que el español, "lengua de primera magnitud, internacional en el sentido estricto del término", se utiliza cada vez menos para hablar y escribir sobre la ciencia y la técnica.El léxico evoluciona con enorme rapidez, especialmente en esta época de progresos tecnológicos y de desarrollo de los medios de comunicación, porque, al fin y al cabo, está obligado a avanzar al ritmo que le marca la realidad extralingüística: cada adelanto científico, igual que cada nuevo deporte y hasta cada prenda de vestir, necesita un nombre y, como en la mayoría de los casos esas nuevas realidades provienen de países con lenguas distintas a la nuestra -de la inglesa, sobre todo-, se nos presentan a través de los medios de comunicación en su idioma de origen: y antes de que tengamos tiempo para pensar y decidir una traducción o una adaptación adecuada del término ya se han asentado en nuestra lengua: en muchos casos se compenetran tanto con ella que enseguida empiezan a "procrear" nuevos términos, siguiendo los mecanismos normales de derivación, composición, etc. De esta forma, gol ha originado golear, goleada, goleador, golazo... Hablamos de la whiskería o de la yogurtera, y hasta conjugamos tranquilamente los verbos dopar o deletear, cosa que ya es más grave, teniendo como tenemos "drogar" y "borrar".Naturalmente, ni un diccionario de uso ni mucho menos el de la Academia Española pueden hacerse cargo de todas las novedades léxicas que, muchas veces de manera ocasional, irrumpen en nuestra lengua; de ahí el auge cada vez mayor de los diccionarios especializados que intentan cubrir estas lagunas. Y qué duda cabe que uno de los campos más necesitados de aclaración y normalización es el del vocabulario científico y técnico, tarea ésta que por derecho propio corresponde a la Real Academia de Ciencias.En 1983, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales publicó la 1ª edición de un Vocabulario científico y técnico que intentaba empezar a rellenar esa laguna que se advertía en nuestro léxico. En 1990 se publicó la 2ª edición, corregida y muy aumentada, que incluía unos 35.000 términos.Ahora ve la luz esta 3ª edición de la obra, que ronda ya las 60.000 acepciones e incorpora, como novedad principal, la equivalencia inglesa de cada voz...

Debilidades y miserias de la Unión Monetaria

Bernard Connolly
The Rotten Heart of Europe
Faber and Faber
Londres, 1995,427 págs.

Mirador

José Alcalá-Zamora,
Nunca termina ayer
A-Z Ediciones
Madrid, 1994, 377 págs.


El gran Zoco de las Artes

Juan Manuel Bonet
Diccionario de las vanguardias en España (1907-1936)
Alianza Editorial
Madrid, 1995,

654 págs.

La inteligencia cautiva

"Yo no lucho contra el fascismo, sino que lucho desde dentro
de la democracia a favor de su futuro, es decir, que lucho
también contra la democracia".

Robert Musil,
Diarios, de 1939 a 1941

Jaime Gil de Biedma

«Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma» es, para mí, el mejor poema de Jaime Gil de Biedma (1929-1990). Figura en las páginas 32-35 de su librito Poemas póstumos, sexta entrega de la colección «Poesía para todos», Madrid, 1968 (digo lo del librito porque tiene cuarenta páginas y tan sólo doce poemas, aunque se cuenten entre ellos algunos de los más hermosos que se han escrito en castellano en los últimos cien años). Fue en verano de 1996, y en su casa de campo de Nava de la Asunción (Segovia), cuando Jaime escribió este poema, que evoca a su vez sucesos del verano de 1965, pues existe una fotografía de agosto de ese año en la que puede verse a algunos de sus personajes en la piscina de la casa (foto reproducida por Shirley Mangini en su Gil de Biedma, Madrid, Júcar, 1980, pág. 103).Paradójicamente, cuando «el otro» Jaime Gil de Biedma hace que Jaime Gil de Biedma se suicide después del último verano de su juventud, lo que está haciendo es salvarse a sí mismo, y ello en la medida en que no concibe seguir viviendo una vez ida la juventud y, por lo tanto, tiene que morir, siquiera en el poema. «Después de la muerte de J. G. de B.» es una pieza memorable. Resulta fácil percibir su huella en un amplísimo abanico de poetas contemporáneos, desde Miguel Veyrat a Miguel d'Ors, pasando por mí mismo. Otros autores, como Julio Martínez Mesanza, no aprecian lo más mínimo la  obra poética de Jaime, una poesía de rigurosa «línea clara» y alta calidad expresiva que, dependiendo del lector, puede fascinar o irritar, pero que a nadie deja indiferente.DESPUÉS  DE LA MUERTE DE JAIME GIL DE BIEDMAEn el jardín,  leyendo, la sombra de la casa me oscurece las páginas y el frío repentino de finales de agosto hace que piense en ti.El jardín y la casa cercana donde pían los pájaros en las enredaderas, una tarde de agosto, cuando va a oscurecer y se tiene aún el libro en la mano, eran, me acuerdo, símbolo tuyo de la muerte. Ojalá en el infierno de tus últimos días te diera esta visión un poco de dulzura, aunque no lo creo.En paz al fin conmigo, puedo ya recordarte no en las horas horribles, sino aquí en el verano del año pasado, cuando agolpadamente -tantos meses borrados- regresan las imágenes felices traídas por tu imagen de la muerte ... Agosto en el jardín,  a pleno día.Cerca de la piscina vasos de vino blanco dejados en la hierba, calor bajo los árboles. Y voces que gritan nombres.                        Ángel, Juan, María Rosa, Marcelino, Joaquina -Joaquina de pechitos de manzana. Tú volvías riendo del teléfono anunciando más gente que venía: te recuerdo correr, la apagada explosión de tu cuerpo en el agua. Y las noches también de libertad completa en la casa espaciosa, toda para nosotros lo mismo que un convento abandonado, y la nostalgia de puertas secretas, aquel correr por las habitaciones, buscar...

Dios, el hijo de María

Para la mayoría de los españoles, a pesar de confesarse católicos  e  incluso  "practicantes", el conocimiento del  Evangelio no pasa de ser una brumosa amalgama hecha de recuerdos de homilías más o menos tediosas o de lecturas infantiles o adolescentes. Pocos son los adultos que reconozcan haber practicado una lectura seria y constante del Nuevo Testamento, pese a constituir la piedra angular del conocimiento de su propia confesión religiosa.No deja de parecer extraño, si se piensa que las creencias han fundamentado desde siempre los votos o actitudes más diversas de los ciudadanos, a la hora de decidir sus grandes opciones políticas, sociales o económicas. Acaso nuestros compatriotas, a diferencia de otros fieles católicos, den por hecho que la fe es algo que se adquiere con el bautismo y que no es preciso cimentar ni alimentar. Y den por mucho menos eviden te la necesidad de vivir de modo acorde con ella. O bien acaso resulte demasiado difícil, en tiempos audiovisuales, el lenguaje forzosamente metafórico y fragmentario de los cuatro textos básicos adoptados por la Iglesia.Sea como sea, un escritor contemporáneo, doctor en Filosofía y en Derecho y autor de una importante obra literaria que abarca los géneros de la novela, ensayo, poesía y biografía, ha abordado la ingente tarea de realizar una muy minuciosa lectura de los Evangelios, para narrarlos a continuación de  manera hermosa y amena, en el intento de contextualizar las cuatro narraciones con la vida cotidiana en los tiempos de Jesús.Si repasamos el cánon tradicional de las "Vidas de Jesús", hallaremos, al ceñimos a los tiempos modernos y dejando de lado los piado sos relatos para niños, las  escritas por Papini, Renan, y, más recientemente por Saramago, que no han podido sustraerse a los grandes debates de su tiempo, ya fueran teológicos o versaran sobre las responsabilidades contraídas por la Iglesia fundada por Jesús de Nazareth con la vida colec tiva de los hombres en el tiempo que se escribieron.En el autor últimamente  citado, de tan alto mérito literario como los anteriores, topamos incluso con provocaciones del tipo de considerar a José un insolidario, poco menos que un "esquirol", por huir a toda prisa de Belén sin avisar al resto de los padres de niños menores de un año del  mensaje  comunicado  por el  ángel acerca de las intenciones de Herodes. Saramago realizó con toda evidencia una "lectura" que se quería desmitificadora  de la figura de Jesús, a la luz del materialismo histórico, y que resulta blasfema desde la ortodoxia cristiana.Bien. Digamos que Pedro Antonio Urbina, al  contrario, ha puesto por escrito el fruto de la lectura continuada de los Evangelios a lo largo de más de cuarenta años, a la sencilla luz de la fe en la Encamación de Dios en una Virgen y en sus enseñanzas posteriores a los hombres, respaldada por amplios conocimientos científicos en teología y filosofía, y poniendo en juego su habilidad en el trabajo de escritor. La enorme provocación de Urbina residiría a nuestro juicio en el título, que varía...

El espíritu de La Rábida

El legado cultural de don Vicente Rodríguez  Casado
Asoc. de La Rábida/Unión Editorial
Madrid,  1995, 1055 págs.


Conservative century

Conservative Century
The Conservative Party  since 1900
Oxford University Press Nueva York, 1994, 842 págs.


Contra Keynes and Cambridge

Friedrich A. Hayek,
Contra Keynes and Cambridge
Essays ana Correspondence

University of Chicago Press
Chicago, 1995, 269 págs.


Deux France

A. Mine y Ph. Séguin,
¿Deux France?
Ed. Pion
París,  1995, 340 págs.


Les Elemens

Les Elémens,
de Jean-Féry Rebel
Alessandro,
de Christoph Willibald Gluck
Sonata en Mi m,
de Georg Philipp Telemann
Musica Antiqua Koln
Director: Reinhardt  Goebel
ARCHIV. 445 824-2. DDD

Habitat II, La proxima conferencia mundial de la ONU

La próxima Conferencia Mundial de la ONU se ocupará de las ciudades y del "desarrollo urbano sostenible". Pero, naturalmente, hay en juego  muchas otras cuestiones candentes.

Diez medidas para un programa de reforma de la administracion pública

La antigüedad del modelo de Administración pública, la inconsistencia
de los cambios ensayados y la política clientelista
-que favorece a los servidores públicos de aluvión (político)
frente a los funcionarios profesionales más cualificados- hacen
necesario un Estatuto específico de la función pública, un
programa de reforma que trate de hacer compatibles la transparencia
en la gestión con la eficacia responsable.