Mente y cerebro

José Luis González Quirós,
Mente y cerebro
Iberediciones, col. Parteluz 5
Madrid, 1994, 329 págs.

Les Elemens

Les Elémens,
de Jean-Féry Rebel
Alessandro,
de Christoph Willibald Gluck
Sonata en Mi m,
de Georg Philipp Telemann
Musica Antiqua Koln
Director: Reinhardt  Goebel
ARCHIV. 445 824-2. DDD

Habitat II, La proxima conferencia mundial de la ONU

La próxima Conferencia Mundial de la ONU se ocupará de las ciudades y del "desarrollo urbano sostenible". Pero, naturalmente, hay en juego  muchas otras cuestiones candentes.

Diez medidas para un programa de reforma de la administracion pública

La antigüedad del modelo de Administración pública, la inconsistencia
de los cambios ensayados y la política clientelista
-que favorece a los servidores públicos de aluvión (político)
frente a los funcionarios profesionales más cualificados- hacen
necesario un Estatuto específico de la función pública, un
programa de reforma que trate de hacer compatibles la transparencia
en la gestión con la eficacia responsable.

Jose del Rio Sainz

José del Río Sainz (Santander, 1884-Madrid, 1964) estudió Náutica en su ciudad natal y navegó durante muchos años como capitán de barco por esos mares de Dios, aprehendiendo la variedad del mundo y la inanidad de las cosas. Se dedicó más tarde al periodismo, popularizando el pseudónimo de «Pick» tanto en la prensa cántabra como en la nacional. En el ínterin, había ido publicando libros de poemas como Versos del mar y de los viajes (1912), La belleza y el dolor de la guerra. Versos de un neutral (1922), Hampa (1923) y Versos del mar y otros poemas (1924 y 1925). Es autor, también, de una estupenda obra de teatro (La amazona de Estella, 1926) y de documentadas biografías de Nelson, Zumalacárregui y Churchill. Tradujo, entre otros libros, La maga de la montaña, de Sir Walter Scott.Si bellos son los poemas de asunto marinero de José del Río, aún lo son más los que componen la serie de Hampa, uno de los libros más frescos, originales y divertidos de la poesía española del siglo XX (además de un objeto memorable, adornado con unas bellísimas maderas que constituyen la única obra gráfica conocida de Pancho Cossío). En Hampa, del Río, desde su experiencia de marino desengañado, nos habla de ese lado oscuro que todos intentamos ocultar, muy en la línea postmodernista de la "poesía canalla". Ofrezco a continuación el último poema de Hampa, «Apelación» (págs. 103-105), en el que el poeta justifica la hechura de su libro, y un maravilloso soneto publicado en el raro volumen colectivo Sonatina al soneto (Santander, Talleres tipográficos de El Diario Montañés, 1935, pág. 59).APELACIÓN Burguesitas románticas, sensitivas Ofelias,que lloráis viendo La Dama de las Camelias;a vosotras someto mi libro taciturno,que los hombres sin alma tacharán de inmoralporque pinto un estado social que, cual Saturno,a sus hijos devora en un festín bestial.Muchachitas de tierno corazón, sed mis jueces;si el cáliz de la vida muestro lleno de heces,no es para recrearme con el licor viscoso,sino por ver si presto un latido piadoso al corazón del mundo.La vida es una sima y en su fondo profundo,oculta por la capa de un espejo radioso,de un rosicler jocundo,hay mucho negro légamo, hay mucho turbio poso.Margarita Gautier, la de tierna raigambre,no es la más desgraciada flor de este mundo abyecto;ella no sufrió apenas los mordiscos del hambrey murió consolada por un amante afecto.¡ Ay, las que caen comidas de tisis y gangrenasen salas de hospitales frías cual catacumbas,y el ansia de ser puras y el ansia de ser buenascomo un sueño imposible se llevan a las tumbas!Esas hoscas mujeres, pesadillas que oprimenel ánimo y que a veces resbalan hasta el crimen,quizá dentro llevaban un ángel del hogary empezaron su vida con un ingenuo idilio.¡Ay, si hubieran tenido quien les prestara auxilio,como se salva a un náufrago de la furia del mar!En casi todas ellas, intactos y latentes,se hubieran encontrado de la virtud los rasgos;la mayor parte de ellas, víctimas inocentes,fueron pasto de monstruo y carnaza de trasgos.Yo llevo en mi...

Manuel Machado

Sin Manuel Machado (1874-1947) y sin Borges no es concebible la poesía española del fin de siglo. Su huella es perceptible en Julio Martínez Mesanza, Miguel d'Ors y Jon Juaristi, la tríada capitolina de nuestra lírica contemporánea. Su rastro es luz y orienta a los más jóvenes por el oscuro bosque de la creación literaria. A Borges ya me he referido en esta misma sección. De Manuel Machado poco puedo decir salvo que, en compañía de Federico García Lorca, me parece el poeta español más genial de este si glo que ahora termina. En una ocasión ya lejana, intervine en un curso tinerfeño de la UIMP, dirigido por mis amigos Blanca Garí y Juan Francisco Fuentes, con el tema «Autorretratos líricos contemporáneos». Y, claro, no paré de hablar de los de don Manuel Machado, auténtico inventor del género.Desde «Adelfos», en Alma (1898-1900), hasta el «Nuevo autorretrato», de Phoenix (1935), pasando por «Retrato», «Prólogo-Epílogo» y «Yo, poeta decadente», de El mal poema (1909), Manuel Machado se dibuja poéticamente a sí mismo con un ingenio, una frescura y una claridad tales que se diría que asistimos en sus versos al teatro sin tiempo de los mitos, cuando podía uno tumbarse a la sombra de un árbol a oír el canto del ruiseñor y el reloj suspendía, por un siglo o por un milenio, su carrera veloz hacia la muerte. Transcribo ahora el primer autorretrato de don Manuel ( Poesía. Opera omnia lyrica, Madrid, Editora Nacional, 1942, páginas 3-4), ese que casi todo el mundo se sabe de memoria, y un poema mío en honor del maestro, publicado en  Cuadernos Hispanoamericanos allá por 1974, coincidiendo con su centenario.ADELFOS Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron -soy de la raza mora, vieja amiga del Sol-, que todo lo ganaron y todo lo perdieron. Tengo el alma de nardo del árabe español.Mi voluntad se ha muerto una noche de luna en que era muy hermoso no pensar ni querer... Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna ... De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos ...; y la rosa simbólica de mi única pasión es una flor que nace en tierras ignoradas y que no tiene aroma, ni forma, ni color.Besos, ¡para no darlos! Gloria ... ¡la que me deben! ¡Que todo como un aura se venga para mí! ¡Que las olas me traigan y las olas me lleven y que jamás me obliguen el camino a elegir!¡Ambición! No la tengo. ¡Amor! No lo he sentido. No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud. Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido.Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud.De mi alta aristocracia dudar jamás  se pudo.No se ganan, se heredan, elegancia y blasón ...Pero el lema de casa, el mote del escudo, es una nube vaga que eclipsa un vano sol.Nada os pido. Ni os amo, ni os odio.Con dejarme, lo que hago por...

Vigencia de Rimbaud

Rimbaud fue el genio, el creador cenital que rompió moldes, quebró estereotipos y alumbró un discurso cuya radicalidad no ha sido superada; es, en cualquier caso, la poesía en grado máximo: el oficio de la palabra ejercido con rigor absoluto hasta restituir al poeta su condición originaria de oráculo, de vidente, que aspira a definir "la cantidad de lo desconocido que se despierta dentro del alma universal".

Juan-Eduardo Cirlot

Juan-Eduardo Cirlot (1916-1973) es uno de los poetas en lengua castellana más interesantes del siglo xx. Le pasó lo mismo que a Cavafis y a Pessoa: tuvo que morirse para que los estudiosos empezaran a valorar su poesía, oscurecida por su tarea como crítico de arte, que fue muy aplaudida en el tiempo que le tocó vivir. Discípulo del musicólogo y etnógrafo Marius Schneider -el célebre autor de El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antiguas (Barcelona, CSIC, 1946) y de La danza de espadas y la tarantela (Barcelona, CSIC, 1948)-, Cirlot paseó por Cataluña y por España el brillo de unos ojos lúcidamente alucinados, haciendo gala en todo momento de un envidiable sentido de la independencia y de una aristocracia de espíritu poco frecuente en estos días.Sea en rotundos endecasílabos castellanos, sea en permutaciones gráficas o aliteraciones fonéticas de gusto arcaico y vanguardista a la vez, Cirlot continúa en sus versos el camino trazado por el antiguo bardo céltico, un camino de amor y de belleza "para la nada y donde nunca". Son caracteres rúnicos los suyos, surgidos de no sé cuál hechizo antiquísimo que los fijó desde el principio al metal o a la roca, asegurando así su permanencia. Cada letra reclama su pasado ideográfico y pictográfico, un pretérito sacro de espadas, cruces góticas y dragones. Entre los escasos, pero magníficos, poemas de "línea clara" de Cirlot figura el que ofrezco a continuación; puede leerse en Poesía 1966-1972, edición de Leopoldo Azancot, Madrid, Editora Nacional, 1974, páginas 128-129.MOMENTOMi cuerpo se pasea por una habitación llena de libros y de espadas y con dos cruces góticas; sobre mi mesa están Art of the European Iron Age y The Age of Plantagenets and Valois, aparte de un resumen de la Ars Magna de Lulio.Las fotografías de Bronwyn están en sus carpetas, como tantas otras cosas que guardo (versos, ideas, citas, fotos).Si ahora fuera a morir, en esta tarde (son las 6) de finales de mayo de 1971, y lo supiera de antemano, no me conmovería mucho, ni siquiera a causa del poema «La Quete de Bronwyn» que está en imprenta.En rigor, no creo en la «otra vida», ni en la reencarnación, ni tengo la dicha (menos aún) de creer que se puede renacer hacia atrás, por ejemplo, en el siglo XI.Sé que me espera la nada, y como la nada es inexperimentable, me espera algo no sé dónde ni cómo, posiblemente ser en cualquier existente como ahora soy en Juan-Eduardo Cirlot.Mi cuerpo me estorbaría y desearía la muerte -¡ah, cómo la desearía!- si pudiera creer en que el alma es algo en sí que se puede alejar e ir hacia los bosques estelares donde el triángulo invertido de los ojos y boca de Rosemary Forsyth me lanzaría de nuevo a la tierra de los hombres, porque en esta vida no he sabido o no he podido trascender la condición humana, y el amor ha sido mi elemento, aunque fuese un amor hecho de nada,...

Historia de la Iglesia en España

Gonzalo Redondo,
Historia de la Iglesia en España 1931-1939
(Tomos I y II)

Ediciones Rialp
Madrid, 1993,671 págs.

El quark y el jaguar

El quark, la partícula de átomo de la que están formadas las demás partículas, fue descubierta por Murray Gell-Mann. En su libro "El quark y el jaguar", explica de una forma sencilla y accesible nociones básicas de la física, y por qué esta disciplina es, al mismo tiempo, tan compleja y tan simple.

Glosario de arquitectura defensiva medieval

El libro "Glosario de arquitectura defensiva medieval" de Luis de Mora-Figueroa es, en opinión de Valentín García Yebra, un excelente catálogo de palabras que resultan oscuras para la mayoría de lectores que se topan con ellas en textos históricos o literarios.

Sueños en el umbral

Fatima Mernissi fue una figura destacada del feminismo islámico. En sus memorias "Sueños en el umbral", rememora su infancia, las figuras de mujeres por las que estuvo rodeada y el estilo de vida al cual estaban relegadas. Ello permite comprender el desarrollo posterior de su obra, en la cual cuestionó el sistema en el que creció.

Historia y política

Sería excesivo suponer que nuestros políticos carecen de alguna clase de interpretación de nuestro pasado. No parece que atribuyan, sin embargo, una importancia fundamental a disponer en su bagaje de un buen conocimiento y una reflexión madura acerca de nuestra historia, en particular de la contemporánea. A pesar de eso, se observa una significativa diferencia entre izquierda y derecha a la hora de utilizar políticamente la historia. Los socialistas adoptan así un aire de seguridad y confianza, aparentemente persuadidos de moverse en un terreno que les es favorable. El centro y la derecha, por el contrario, muestran una gran timidez, y tanto Suárez, como Calvo Sotelo o Aznar (éste último al menos hasta tiempos recientes), han preferido eludir las referencias históricas. ¿Quinientos años de gobierno de la derecha? ¡Cien, ciento cincuenta, doscientos..., quinientos años de gobierno de la derecha! Pocas como esta muletilla acotan mejor el modo como el actual Presidente del Gobierno maneja la historia de España en sus mítines y declaraciones públicas. El término trata de subrayar la paradoja de lo modesta que es en realidad su pretensión de permanecer veinticinco años en el poder para llevar a cabo lo que denomina su "proyecto histórico", si se comparan con la cantidad de siglos que lo ha disfrutado la derecha. No es éste, sin embargo, el aspecto que más llama la atención de la pretendida paradoja, sino otros más implícitos. En primer término, el burdo anacronismo de interpretar en términos de izquierda y derecha la historia de España de los siglos XVI, XVII y XVIII; y, junto a eso, la manera misma de entender los conceptos de derecha e izquierda, de por sí agudamente polémicos. ¿Una derecha y una izquierda atemporales y monolíticas? En la retórica esencialista de los nacionalismos vasco o catalán, España tiene asignado un papel de madrastra que es indiferente a la organización de la vida política española cualquiera que sea ésta. Algo similar ocurre con el modo de referirse a la derecha en el caso que venimos examinando. Ésta es, por esencia, franquista, y no puede dejar de serlo, aunque puede intentar disimularlo. Por lógica simetría, la izquierda, de un modo aún más abstracto, pero no tan ostensiblemente anacrónico, solo puede connotar progreso, democracia, libertad, solidaridad, aunque existan elementos minoritarios que no estén a la altura. Las cosas no resultan, afortunadamente, tan simples. En principio, no tiene sentido hablar de derecha y de izquierda fuera de la implantación de un régimen político constitucional convertido en el eje de la vida política; por lo tanto, es anacrónico referirse a ella más allá del siglo XIX, con la excepción de algunos países. En segundo lugar, la historia española del siglo anterior y del nuestro permite apreciar con toda claridad la existencia de tendencias políticas diversas y, a menudo, enfrentadas, dentro de la derecha y dentro de la izquierda. La unidad política de una y otra ha sido, a menudo, un ideal, pero no la pauta. Es cierto que las rupturas habidas en nuestra historia política, como en la de la mayoría de...

Un hombre con atributos

Este hombre austríaco, nacido en 1880, se puede considerar como un pesimista nato, si bien de una gran lucidez. Amaba la noche porque, en su opinión, carece de enigmas y porque uno se hace compañía a sí mismo. Este hombre decía que el ser humano es cosa bien precaria porque edifica su vida en el vacío. El trauma de la gran guerra (1914-1918) le había afectado de manera definitiva. Él afirmaba que "los cinco años de esclavitud de la guerra me han arrebatado la mejor parte de mi vida". Este hombre poseía el instinto de distinguir entre el moralista y el ético, pues no en balde contaba con una sólida formación: el Instituto Politécnico, después completa sus estudios filosóficos y, por fin, se convierte en ingeniero, como su padre. Ferviente antimilitarista, a este hombre solo le interesaba el contexto de sus pensamientos y sentimientos. Y decía: "el dolor espiritual es como una herida en el corazón". En sus demorados paseos por las orillas del Prater padecía su inseguridad nerviosa y sentía miedo del miedo. Pero cuando se ponía a escribir este hombre lo hacía con una tremenda frialdad e indiferencia. Sobre todo con una enorme lucidez, tanto respecto a lo individual como a lo colectivo. Veía el riesgo que implicaba el que una sociedad, la suya, se adentrara en la soberanía absoluta de la rutina y en la masificación indolente frente a cualquier cuestión moral. Este hombre se consideraba, en cuanto individuo, un revolucionario y, en política, un evolucionista. Pero rara vez este hombre se introducía por el sendero del optimismo, puesto que tenía como máxima una frase estremecedora: todo ser humano es el cementerio de sus propios pensamientos. Y llegó a manifestar que "en las culturas decadentes, la autenticidad se torna superflua, inconveniente y perjudicial". Este hombre era un obseso del trabajo bien hecho, por considerar que forma parte de la necesaria armonía. De ahí que sus textos novelescos no expliquen, sino impliquen. Y el primero de sus deberes era "su" literatura; solo ponía energía en lo que elegía, con un rabioso deseo de claridad expresiva. De temperamento linfático y melancólico, este hombre taciturno se empeñó en ser escritor, alejándose de la psicología freudiana, con unos criterios disciplinados y estrictos, pero sin pluma fácil y rápida. Algunos lo han comparado con Proust. Escribía con pasión y dejó de ser bibliotecario e ingeniero a las primeras de cambio. Algo indeciso, y sabiendo que su formación intelectual tenía determinadas lagunas, escribió diez manuscritos de las doscientas primeras páginas de su gran obra. Obstinado, enérgico y poco accesible, como su abuelo paterno, este hombre consideraba la literatura como una interpretación de la vida, el combate por una naturaleza moral más elevada de la que iba encontrando a su paso. Y se proclamaba un furioso anti-Thomas Mann, del que no comprendía su éxito y a quien odiaba. Jamás creyó en el progreso, sino en la ascensión. Tal vez por ello varias editoriales le devolvieron su primera novela corta. Quizá también porque ocultaba la cabeza...

Jorge Luis Borges

Vuelve el tema de España a la poesía española actual, cuando falta ya poco para las celebraciones de 1998. Cien años después, necesitamos igual o más que entonces de un ideario regeneracionista para seguir creyendo en un país que los falaces nacionalismos de vía estrecha han pretendido en vano borrar del mapa. A las usuales reivindicaciones de algunas de las tribus peninsulares alegando que el prestigio de su cocina o la antigüedad de su literatura vernácula exigen a la corta o a la larga un status de independencia, suelo yo responder con aquello (que cada vez nos pasa a más españoles) de que uno no sabe qué es España hasta que ha paseado por las Siete Calles de Bilbao o ha visitado el mercado barcelonés de Sant Antoni en busca de cromos o tebeos. Jorge Luis Borges es uno de los grandes maestros de la "línea clara" en la poesía del siglo XX. Eso es, creo yo, bastante obvio. Como obvia es la deuda que los mejores poetas españoles de este fin de siglo han contraído con la escritura del argentino. Pues bien, incluso Borges crea jurisprudencia poética en el tema de España con un bellísimo poema escrito en 1964, publicado en las páginas 195-196 de su libro El otro, el mismo (1969) y titulado "España", así, a secas, como el mío incluido en El otro sueño ( 1987) y que también ofrezco, a continuación del de Borges, para darle confianza a un país en peligro, pero con vocación histórica y moral de no hacerse pedazos. ESPAÑA Más allá de los símbolos, más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios, más allá de la aberración del gramático que ve en la historia del hidalgo que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue, no una amistad y una alegría sino un herbario de arcaísmos y un refranero, estás, España silenciosa, en nosotros. España del bisonte, que moriría por el hierro o el rifle en las praderas del ocaso, en Montana, España donde Ulises descendió a la Casa de Hades, España del ibero, del celta, del cartaginés, y de Roma, España de los duros visigodos, de estirpe escandinava, que deletrearon y olvidaron la escritura de Ulfilas, pastor de pueblos, España del Islam, de la cábala y de la Noche Oscura del Alma. España de los inquisidores, que padecieron el destino de ser verdugos y hubieran podido ser mártires, España de la larga aventura que descifró los mares y redujo crueles imperios y que prosigue aquí, en Buenos Aires, en este atardecer del mes de julio de 1964, España de la otra guitarra, la desgarrada, no la humilde, la nuestra, España de los patios, España de la piedra piadosa de catedrales y santuarios, España de la hombría de bien y de la caudalosa amistad, España del inútil coraje, podemos profesar otros amores, podemos olvidarte como olvidamos nuestro propio pasado, porque inseparablemente estás en nosotros, en los íntimos hábitos de la sangre, en los Acevedo y Suárez de mi linaje, España, madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones, incesante y fatal. J. L. B. ESPAÑA Es un lugar muy triste que ha prohibido los héroes y ha dejado pudrirse las rosas del escándalo. Siempre he vivido en él. No sé si en otra...

Necesidad de lo efímero. Novelas de quiosco del primer tercio de siglo

En la opinión de Juan Olmedo, las grandes verdades esenciales para la filosofía, la religión o la historia le quedan grandes a la literatura. Al revisar la colección de publicaciones literarias de comienzos del siglo XX, como "La novela de una hora", el autor reflexiona sobre la importancia de publicaciones que permitan la convivencia de autores de distintas tendencias, generaciones e ideologías. Reconoce el carácter efímero de la literatura, al encontrarse con las obras de autores que han sido olvidados en el camino. Sin embargo, ello es una consecuencia inevitable de un espacio de discusión y reflexión, donde siempre pueden aparecer nuevas ideas.

Las letras y los libros

Trazar en unas pocas líneas el esquema de lo que sería un panorama de la literatura española de ahora mismo es bastante complicado. Pocos panoramas hay más entrecruzados de caminos diferentes ni de perfiles más difusos. A un sinfín de tendencias narrativas y poéticas, casi tantas como escritores, se suman hasta cinco generaciones literarias distintas (incluidos los supervivientes del grupo o generación del 27) que conviven a un tiempo. Por ello, y a la vista de anteriores panoramas esbozados en estas mismas páginas, daremos cuenta, a través de un corte en un período breve, de autores con obra reciente que juzgamos de interés.Hemos mencionado el término generación. Desde que el alemán Petersen lo aplicó a la historia de la literatura, casi ningún otro concepto ha gozado de menos credibilidad y, paradójicamente ha sido más utilizado que éste, con una porción de cuestiones sin resolver: falta casi siempre el líder o jefe que ejerza el caudillaje; las edades oscilan más allá de lo razonable, dejando a alguien fuera; los acontecimientos generacionales no están claros (¿fue mayo del 68, por ejemplo, tan decisivo en Madrid como en París?; ¿da la fecha, sin un esfuerzo imaginativo, como para montar una generación?) etc. Con todo, sin ser muy quisquilloso, hablar de generaciones, como simple referencia cronológica y distanciadora de comportamientos estilísticos, resulta cómodo.  Así lo hago para el recuento de apariciones literarias de 1992.]Desde el punto de vista de la recepción de la obra, el mercado editorial, perífrasis tan del gusto de los especialistas, parece responder a conductas anómalas, al menos en relación con otros países. En esto, como casi en todo, hay mucho aventurerismo: pagos millonarios por libros que nunca llegarán a venderse, lanzamientos publicitarios para la venta masiva de una obra no siempre sólida, saturación del mercado con nuevas colecciones que destrozan los precios de títulos aparecidos en otras, etc. Un conocido editor ha recordado estos días que mientras en los U.S.A. se editan unos 50.000 títulos nuevos cada año (aproximadamente un libro por cada cinco mil habitantes) y en Francia unos 30.000 (un libro por cada dos mil habitantes), en España se editan nada menos que 40.000 títulos nuevos, lo que supone un libro por cada mil habitantes. Ya decía Pareto que el comportamiento de los individuos es alógico. Si acudo a la melancólica repetición de esas cifras, con sus mostrencos nacionalismos, es porque parecen demostrar que no se ha conseguido ni equilibrar el mercado ni hacer a la gente más leída o más culta. Sin embargo, la pueril e interesada obsesión por las novedades y el afán por hacerse con un "best-seller anual" sí está llevando a una saturación que hace peligrar la vida de más de una editorial y el trabajo de mucha gente.Creo que convendría también hacerse el sordo ante algunas lamentaciones. Como es la de que los libros de ficción (el carácter utilitario de los metafictivos les da mejor salud) se editan cada vez menos (se señala que bajaron un 4% en 1991 con respecto a...

La sombra del Rabino

Juan Antonio Olmedo comenta las obras de los escritores judíos Joseph Roth e Isaac Bashevís Singer. Ambos se enfrentan a un mundo impactado por la violencia producto de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Sus obras dan cuenta de una humanidad que parece estar a la deriva.

El nacimiento del mundo moderno, de Paul Johnson

El historiador y ensayista británico, autor de "Tiempos modernos", traza una panorámica del orden mundial que surge tras el Congreso de Vienca de 1815 y que supone el nacimiento del mundo moderno.

La historia desconocida

Guillermo Gortázar comenta el nuevo libro de José Andrés Gallego, titulado "Historia general de la gente poco importante. América y Europa hacia 1789". En su opinión, el libro logra transmitir una noción clara de la vida de la época, al abarcar una visión amplia y detallada, difícil de encontrar en los libros de historia.