El profesor Redondo presenta en esta obra un profundo estudio de un período especialmente importante de nuestra vida contemporánea: en el tomo I, los años de la Segunda República (1931-1936) y en el n, la Guerra Civil (1936-1939). Su libro se inscribe en un estilo de hacer historia que tiene en cuenta la historia de las ideas, la historia política y la de la cultura: consigue, por ello, una percepción notable de la vida de una sociedad y de las personas que la forman y la crean.
Los años estudiados están comprendidos en lo que podemos llamar el «tiempo largo» de la historia, en una dimensión radicalmente universal. Por ello, son fundamentales las páginas 15 a 127 del tomo I, en las que el autor hace un estudio muy elaborado de historia de las ideas, abordando las relaciones entre «Iglesia, Estado y Sociedad en el Mundo Moderno»: allí se analizan y definen los conceptos claves usados a lo largo de la obra, que – a su vez- son consecuencia de la amplia y rigurosa investigación histórica realizada en ella.
El análisis de la vida de la Iglesia en España desde 1931 a 1936 abarca el amplio conjunto de problemas solapados en la época: eclosión de una crisis histórica y posibilidad de un tiempo nuevo en la vida española; cambio de régimen político y mutación radical del estatuto jurídico de la Iglesia en el ordenamiento constitucional; impulso a la acción social de los católicos; graves tensiones políticas; problemas culturales y diversidad de opciones entre los católicos; fomento de los movimientos autonómicos y nacionalistas; peticiones de unidad de acción a los católicos y pluralismo real; nuevas pautas de acción de los obispos; incidencia de los debates culturales de la modernidad en determinados sectores de la sociedad, etc.
Hay un cuidadoso estudio de aquellos sectores de la sociedad exponentes de la mentalidad tradicionalista y de los que representaron al pensamiento de la modernidad. Una comprensión profunda del modo tradicionalista de entender la vida social resulta imprescindible para percibir en profundidad por qué se presentaron como «definitivas» o «absolutas», soluciones que solo tenían alcance temporal: un análisis riguroso del tradicionalismo de origen religioso permite ver el modo en que, desde él, puede evolucionarse al tradicionalismo secularizado. Como contrapunto, se analiza el modo en que se trató de imponer la cultura de la modernidad a la sociedad española.
Un amplio número de personalidades, protagonistas y testigos de aquella oportunidad malograda que fue la Segunda República aparecen en estas páginas. Pero no solo aparecen «personalidades»; este libro hace posible la percepción del protagonismo de toda persona en el acontecer histórico y el carácter indeterminado de éste: una insurrección militar puso fin a la posibilidad de una rectificación civil de la República, pero aquella no fue la única opción.
La Guerra Civil se estudia atendiendo a «las tensiones entre las distintas formas culturales en que se hizo presente la fe cristiana», dentro del complejo entramado de cuestiones que suscitó la insurrección del 1936: la plasmación de dos revoluciones en la España republicana -una socialista y otra anarquista- con una sangrienta persecución religiosa; una guerra entre católicos: nacionalistas vascos y nacionalistas españoles; las difíciles relaciones entre el Gobierno de Franco y la Santa Sede; las tensiones entre dicho Gobierno y la Jerarquía; la acción pastoral de ésta; la actividad de la Alemania nazi y la Italia fascista en la España nacional; los intentos de algunos republicanos de restablecer el culto público en la zona republicana y las relaciones entre el Gobierno de la República y la Santa Sede; los sucesivos Gobiernos desde el 18 de julio hasta el final de la guerra y su orientación política; la represión de maestros en la España nacional, etc.
Considero especialmente representativos de esta obra los apartados titulados «El transfondo cultural de la Guerra Civil», «Maritain, los dominicos y la polémica de la guerra santa», «El poder del Estado y la libertad de la Iglesia», «El intento de un fascismo español» y «La Cristiandad tradicionalista y una nueva Cristiandad».
La sección dedicada a «El poder del Estado y la libertad de la Iglesia» hace posible comprender que la Iglesia, aceptando mucho de lo que el Estado nacional ofrecía, simultáneamente se opuso cuando el Estado quiso controlar «áreas que podían poner en peligro la acción libre de la Iglesia».
Quienes diseñaron el movimiento militar y civil que dió lugar al alzamiento de 1936 tuvieron la posibilidad de crear un nuevo orden político. El autor estudia las causas e ideas que configuraron un sistema político autoritario, basado en el mando personal de Franco, un nacionalista español radical -según el modo tradicionalista de comprender la historia de España y, por tanto, culturalmente católico. En su Régimen, el catolicismo era un elemento importante, pero elemento al fin, del modo exclusivista de entender «la única cultura española», que debía impregnar la nueva sociedad surgida de la Guerra Civil. La libertad dejó de ser un valor configurador de la vida social española.
El autor señala que, en la España nacional,»[…] la idea de una sociedad cristiana […] se presenta indisociablemente unida a la de un Estado, dominador y controlador de la sociedad, pretendidamente fundamentado en los dogmas católicos, celoso guardián de que la fe se viviera por los hombres que eran sus súbditos». Como consecuencia de ello el «grave y hondo problema» de la Iglesia en la postguerra era: «[…] el estatismo encarnado en un Estado confesional y que de esa confesionalidad hacía derivar -erróneamente, muy erróneamente: contra todo derecho- la negativa a la acción libre de los hombres, exigida por la misma fe cristiana, pero que, evidentemente, podría poner en peligro la estabilidad de ese Estado tradicionalista.» [Tomo II, pág. 615],
El tratamiento documental de la obra es de una gran riqueza de fuentes: se utiliza documentación inédita siempre que es posible, como, por ejemplo, en el caso de la correspondencia entre Segura y Gomá en los primeros años treinta. Y la bibliografía empleada es exhaustiva. Su lectura se facilita con unos cuidados índices (general y de nombres).
El autor señala que la lejanía temporal de las cuestiones abordadas en el libro solo es aparente: en su mayor parte aún están presentes: «no hay solución válida sin tener en cuenta lo que ha pasado. Y para eso, previamente, hay que conocerlo».
El lugar de la persona en la sociedad, los modos de configurar órdenes políticos, la dimensión social de la fe, las consecuencias del estatismo laico, etc., pueden repensarse desde estas páginas, que se prolongarán con la investigación -ya en curso- de la vida de la Iglesia en España durante los años del tradicionalismo franquista (1939-1975).
En mi opinión esta obra monumental es imprescindible para todo aquel que quiera conocer el sentido de nuestro presente.