Francisco Cabrillo

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Catedrático emérito de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid y profesor Eminent Senior en UNIR. Fue director del Instituto de Economía de Mercado, Senior Associated Member del St. Antony’s College de la University of Oxford y presidente del Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid.
Friedman en 2004. Foto: CC Wikimedia Commons

Jennifer Burns: «Milton Friedman, el último conservador»

Burns ha tenido acceso a los archivos de Milton Friedman en la Hoover Institution y ha aportado documentación inédita. El resultado: la mejor biografía hasta ahora de uno de los más influyentes economistas del siglo XX.

Hayek en versión completa

Faltaba una gran biografía sobre Hayek, una obra referencia para cualquier lector interesado en conocer a fondo la vida del personaje en relación con su amplia obra académica. Este es el objetivo del libro de Caldwell y Klausinger «Hayek. A Life. 1899-1950».

Comportamiento humano y nivel de bienestar

El autor, catedrático de Economía de la Universidad Complutense, expone los dos modelos que sirven para explicar el comportamiento humano en el marco de las economías de mercado: la "parábola de la mano invisible" y el "dilema del prisionero".

La financiación de la universidad española

La crisis económica ha acentuado el problema económico de las políticas públicas, entre las que se encuentra la financiación de la universidad española. Teniendo en cuenta la existencia de diversos modelos de financiación, el profesor Francisco Cabrillo apuesta por una financiación mixta que, introduzca también un sistema de préstamos a estudiantes y el bono universitario.

Arrendamientos urbanos. La reforma que nunca llega

N O hay que ser un Premio Nobel de economía para saber que la forma más rápida y segura de conseguir la escasez de un producto cualquiera es controlar sus precios para evitar que aumenten cuando la oferta y la demanda así lo exigen. Como consecuencia del control, crecerá la demanda de ese producto y se reducirá su oferta; y los consumidores, a los que teóricamente se intentaba favorecer, acabarán teniendo cartillas de racionamiento o haciendo largas colas para adquirirlo. No puede sorprendernos, por tanto, que el control de precios de !as viviendas arrendadas en España haya forzado a la baja la oferta de una forma tal que, por ejemplo, el porcentaje de pisos en alquiler en relación con el número total de pisos existentes, sea hoy extraordinariamente bajo en comparación con el de otros países similares al nuestro. La regulación de los arrendamientos urbanos en España, aunque tiene en común con otras políticas de limitación de precios este efecto de reducción de la oferta, presenta también peculiaridades dignas de mención. La más importante es, seguramente, la radical segmentación del mercado que ha producido. Hemos llegado a acostumbrarnos, en efecto, a ver cómo por el arrendamiento de viviendas grandes en los barrios más caros de una ciudad se está cobrando, a menudo, sólo una pequeña parte de lo que cuesta alquilar un apartamento en un barrio obrero. O a que, en un mismo inmueble, haya inquilinos que paguen cantidades miserables por el alquiler de sus pisos, mientras otros deben pagar cifras muy altas por otro de las mismas características. Consecuencias Los efectos de la ley no son sentidos, por tanto, en la misma medida por todos los consumidores, como sucede en el caso de otros productos de precios controlados. Los contratos para obtener una vivienda en arrendamiento no exigen necesariamente al consumidor su realización repetida. Basta, por el contrario, si la ley establece !a prórroga forzosa, contratar una sola vez y disfrutar de los privilegios que la norma establece. Los propietarios de los inmuebles, por su parte, ante unas leyes que les causan graves perjuicios, reducen la oferta, lo que hace que los precios suban en el sector liberalizado mucho más de lo que lo harían si todo el mercado fuera libre. Pero esto no afecta a los inquilinos de renta antigua. Serán os nuevos demandantes, especialmente los jóvenes que buscan vivienda y no tienen medios para comprarla, quienes sufran las consecuencias. Los efectos de nuestra desdichada Ley de arrendamientos urbanos no se limitan, sin embargo, a producir una redistribución indeseable de la renta, Al crear incentivos para que los inquilinos no se muevan del piso o local comercial que ocupan, la ley no permite que la asignación de los inmuebles responda a criterios de eficiencia; y toda la sociedad se ve perjudicada por ello. Y al dificultar a los propietarios la libre disposición de sus bienes, hace que muchas personas, que en otro caso habrían empleado parte de su capital en el sector de alquileres, busquen otros campos más atractivos para su...

Karl Popper en Madrid

El pasado día 28 de octubre fue investido doctor «honoris causa» por la Universidad Complutense el profesor Karl Popper. Después de tantos nombramientos extraños a los que las universidades españolas nos han acostumbrado en los últimos años, la investidura de Popper significa volver a reconocer con este tipo de distinciones el mérito académico en su más elevado grado. No tiene mucho sentido detenerse a justificar tal afirmación. La importancia de la obra de Popper en el pensamiento del siglo XX es tal que no parece equivocado pensar que, aunque el homenajeado pueda sentirse muy honrado por el nombramiento, es la propia universidad española la que queda dignificada por su presencia entre nosotros. Por eso resulta bastante sorprendente que ese día no se llenara el paraninfo de la calle de San Bernardo, que ha recibido, a menudo, mucha más gente en homenajes a personajes de mucha menor categoría intelectual. Pero el mundo cultural español es así. Cuando llega a escribirse —y a firmarse— en la prensa que Popper es el filósofo de la burguesía o el ideólogo de la política norteamericana, cualquier cosa puede esperarse. Comunista Además de las dos conferencias que pronunció en Madrid, Popper participó en un seminario restringido en el que expresó sus opiniones acerca del marxismo y el socialismo y mantuvo una larga conversación con los asistentes, de la cual se reproducen más adelante algunos de sus puntos más significativos. En su autobiografía afirma Popper que ha sido antimarxista desde que tenía diecisiete años. Pero señala también que antes había sido comunista durante algunos meses, influenciado por el ambiente de la Viena inmediatamente posterior a la I Guerra Mundial. Pronto quedó, sin embargo, desencantado por un doble motivo. En primer lugar, por el carácter dogmático del credo comunista y su arrogancia intelectual. Pero, además, por un incidente que le afectó mucho personalmente: la muerte de algunos jóvenes socialistas en una manifestación instigada por los comunistas para intentar ayudar a escapar a varios detenidos en la comisaría central de Viena. Lo que repugnó al joven estudiante de este suceso fue no sólo el hecho en sí, sino también la propia teoría marxista, que exige este tipo de acciones para intensificar la lucha de clases y acelerar el triunfo del socialismo. A lo largo del seminario, la tesis principal de Popper fue que la causa principal por la que la sociedad ha cambiado en el último siglo ha sido la revolución científica y tecnológica, que Marx no fue en absoluto capaz de prever. Esto ha hecho que las predicciones del pensador alemán resultaran equivocadas. No es cierto que las clases trabajadoras se hayan empobrecido con el desarrollo del capitalismo. Lo contrario es lo verdadero. Y hoy, gracias a esa revolución tecnológica, un trabajador puede disponer de bienes que el siglo pasado no habría podido soñar el más rico de los hombres. Los intelectuales La actitud de los intelectuales ante estos cambios sociales ha sido lamentable. En sus propias palabras: «Han transcurrido ya varias décadas de continuas refutaciones de las teorías de Marx, Los intelectuales han...
Nueva Revista

Progresividad y reforma tributaria

A medida que transcurre et tiempo me confirmo más en la idea de que la reforma fiscal española de 1977-78 no fue especialmente brillante. No critico que sus autores aportaran pocas cosas nuevas y se limitaran casi a reproducir modelos ya existentes en otros países. Todo lo contrario, La prudencia en estos casos es siempre loable, y en cuestiones de hacienda suele ser preferible pecar de falta de originalidad antes que de afán innovador al margen de la realidad. El mayor defecto de esta reforma es otro. Se trata de que. nos guste o no, nació anticuada, Sus puntos de referencia estaban en el pasado, no en el futuro. Y los principios que la inspiraron se basaban en una serie de ideas que, dominantes durante bastantes años en el mundo occidental, empezaron a perder terreno en la década de 1980. por haber dado origen a sistemas fiscales excesivamente complicados, poco eficientes y desincentivadores de la actividad económica. Un sistema fiscal nuevo no arraiga con rapidez. Hace falta, en cambio, un período de tiempo relativamente largo para que las empresas y los consumidores se habitúen a él y adapten sus comportamientos. Esta adaptación era precisa también naturalmente en España. Y. poco a poco y con esfuerzo. se fue realizando. Pero resultó que, precisamente en los años en los que nuestro nuevo sistema debería haber sido aceptado y asimilado por la opinión pública española, uno de sus principios más importantes —la existencia de un impuesto sobre la renta personal fuertemente progresivo— empezó a ser objeto de duras críticas por parte tanto de la economía académica como de los programas políticos en países tan significativos como Estados Unidos o Gran Bretaña. Pensemos, por citar algunas fechas representativas. que la ley y el reglamento del impuesto español sobre la renta de las personas físicas fueron aprobados en 1978 y 1979. Y muy pocos años más tarde se defendía ya abiertamente en América una nueva política impositiva basada en una sustancial reducción de la progresividad y una notable simplificación del impuesto. En pocas palabras, como tantas veces ha sucedido a lo largo de nuestra historia, mientras nosotros íbamos los otros ya estaban de vuelta. Ocasión para rectificar No parece, sin embargo, que la lección haya sido aprendida. Tenemos hoy una excelente ocasión para rectificar el camino equivocado. Pero, por desgracia, el proyecto de reforma del impuesto español sobre la renta de las personas físicas adolece, en este y en otros aspectos, de un conservadurismo y una timidez que tienen poca justificación en los momentos actuales. La progresividad de los impuestos personales debe necesariamente constituir un tema de discusión fundamental en cualquier proceso de reforma fiscal. La razón es que, aunque sometida a todo tipo de ataques, la progresividad ha cobrado tal carta de naturaleza en los sistemas tributarios que. para mucha gente, ni siquiera su conveniencia puede ser sometida a debate. La propia Constitución de 1978 ha recogido este principio en su artículo 31. en el que se establece que el sistema tributario ha de ser justo e inspirado...

Los errores del socialismo

Al borde de los noventa años. Hayek escribió su último libro. La fatal arrogancia, que Unión Editorial acaba de publicar en una excelente edición en lengua española, traducido por Luis Reig y prologado por Jesús Huerta de Soto. Han transcurrido ya seis décadas desde que el economista austríaco pronunció una famosa serie de conferencias en la London School of Economics que le abrieron las puertas del mundo académico de habla inglesa. En los años treinta el entonces joven catedrático alcanzó un prestigio tan grande que llegó a rivalizar con J. M. Keynes por ocupar el puesto de máxima figura de la ciencia económica mundial. Poco más tarde, sin embargo, el gran éxito de la obra de Keynes haría que sus teorías fueran paulatinamente olvidadas y quedaran relegadas al lugar de una curiosidad interesante, pero margina], con respecto a ia corriente dominante en la economía. El Premio Nobel que recibió en 1974 fue un reconocimiento justo, aunque tardío, de una obra extensa y valiosa, que ocupa un lugar muy destacado en el mundo de las ciencias sociales de nuestro siglo. A partir de la década de los cuarenta se registró un cambio importante en la orientación de los escritos de Hayek. Dedicado al principio a la teoría económica, y en especial al estudio de los precios, el dinero y el capital, siguiendo los caminos abiertos por la escuela austríaca y, más directamente, por su maestro Ludwig von Mises, pasó a centrarse más tarde en el estudio de las instituciones sociales y en la defensa de los principios de una sociedad libre. Así, su obra La teoría pura del capital, publicada en 1940, puede considerarse el último libro de la primera época, mientras su famoso Camino de servidumbre, cuatro años posterior, fue el primero de una larga serie de trabajos que concluye con el libro aquí reseñado. Mont Pélerin No se entendería la vida de Hayek a lo largo de los últimos cuarenta años sin conocer su dedicación a la sociedad Mont Pélerin. Esta organización, que él mismo contribuyó a fundar en 1947, ha desempeñado desde entonces un papel relevante en el desarrollo de los estudios de la economía y otras ciencias sociales. desde el punto de vista del liberalismo, y ha ejercido una influencia significativa en la evolución de las ideas sobre la organización social, que tanto han cambiado desde entonces. Fue precisamente en las últimas reuniones de esta sociedad a las que pudo asistir en donde el viejo economista expuso las ideas principales de La fatal arrogancia, libro que, tras sufrir algunos cambios con respecto al proyecto inicial, fue finalmente publicado con la colaboración del profesor W, W. Bartley. Es éste el tomo primero de un ambicioso plan consistente en la publicación de las obras completas de Hayek, lo que supondrá la edición, a lo largo de los próximos diez o doce años, de veintidós volúmenes que incluirán no sólo todo lo publicado por el autor, sino también algunos manuscritos hasta ahora inéditos. El orden de aparición de los diversos volúmenes no es...

Los juegos del Nobel

La teoría de juegos es una rama de gran desarrollo en la economía contemporánea Por Francisco Cabrillo Suponga el lector que, en un momento de debilidad, ha dado rienda suelta a sus reprimidos instintos delictivos, con tan mala suerte que ha sido detenido por la policía en compañía de su cómplice. Las pruebas contra ambos son poco sólidas y, si ninguno de los dos confiesa, tanto usted como su compañero recibirán una condena pequeña, digamos seis meses de cárcel cada uno. La policía lo sabe y les interroga en habitaciones separadas, ofreciéndoles incentivos para obtener su confesión. Tras haber hablado con el comisario, se encuentra usted ante las siguientes cuatro posibilidades. Si acusa a su cómplice y proporciona a la policía pruebas contra él, y su cómplice, en cambio, calla, usted queda libre y su cómplice es condenado a dos años de cárcel. Si usted calla y su cómplice le acusa, él queda libre y es usted el que va a disfrutar de los dos años de cárcel. Si los dos hablan y se acusan el uno al otro, ambos son condenados a un año de cárcel. Y si los dos callan la condena es, como antes se indicó, de seis meses para cada uno. Por si un día tuviera usted la desgracia de encontrarse en tan incómoda situación, sepa que se hallaría ante uno de los casos más típicos de la teoría de los juegos, el llamado dilema del prisionero. Y tal vez, en su momento, le sirva de consuelo saber que a partir de modelos semejantes, los economistas han construido toda una compleja teoría de comportamientos estratégicos que ha sido galardonada con el premio Nobel de economía de 1994. Modelos y matemáticas Lo interesante de este supuesto, y de otros muchos juegos similares, es la gran cantidad de aplicaciones que tienen en la economía y en numerosos campos de las ciencias sociales. Imagine, por ejemplo, que, en vez de ser un detenido, es usted el gerente de una empresa oligopolista que tiene que diseñar una estrategia de ventas y de precios en función de lo que espera que hagan sus competidores. Aunque le parezca sorprendente, el detenido y el gerente enfrentados a estas situaciones razonarán de forma parecida y diseñarán estrategias similares. Los posibles resultados y estrategias son muy diversos. En nuestro caso del prisionero es posible señalar que, a falta de un acuerdo previo que ofrezca garantías, la estrategia óptima no será la de callar para limitar a seis meses la condena, sino la de delatar al cómplice para tratar de salir libre. Lo mismo, por desgracia, pensará su compañero. Y finalmente, ambos pasarán un año entre rejas. En otras palabras, su estrategia óptima particular no es la que maximiza los beneficios conjuntos de la sociedad de delincuentes. Sustituya la estrategia de delatar por la de rebajar los precios para expulsar a las demás empresas del mercado, que posiblemente aplicará como gerente de la empresa oligopolista, y podrá repetir el razonamiento con muy pocas variaciones. La teoría de los juegos es...

El grupo constitucional europeo

El Grupo Constitucional Europeo nació en el verano de 1992 como consecuencia de las preocupaciones que, con respecto a la evolución reciente y al próximo futuro de la Comunidad Europea (hoy Unión Europea), habíamos manifestado algunas personas, tanto en conversaciones y encuentros informales como en reuniones académicas celebradas a lo largo de los últimos años en diversos países. La previsible celebración en 1996 de una Conferencia en la que se espera que los Estados miembros adopten decisiones importantes en lo que a la estructura organizativa de la Unión se refiere, nos llevó a intercambiar opiniones y a plantearnos hacer públicas nuestras ideas sobre la futura constitución europea. Tras dos encuentros celebrados en Londres (diciembre de 1992) y Berlín (marzo de 1993), redactamos un borrador de nuestro proyecto que fue objeto de una amplia discusión en una reunión que tuvo lugar en Bad Homburg (Alemania) el mes de septiembre del año pasado. Y, pocas semanas más tarde, la versión definitiva de nuestro Proyecto de Constitución Europea fue presentada en la capital comunitaria, Bruselas. El objetivo de nuestro trabajo es triple. Por una parte pretendemos estimular, antes de 1996, el debate sobre el futuro desarrollo constitucional de Europa. En segundo lugar, intentamos que esta discusión se centre menos en cuestiones de detalle que en los principios que servirán de fundamento a la Constitución Europea. Y, finalmente, tratamos de presentar una solución alternativa a los proyectos centralizadores que dan primacía al fortalecimiento de un gobierno europeo frente al reforzamiento de los derechos individuales de los ciudadanos y los principios de la economía de mercado. Las páginas que siguen recogen sólo un resumen de un texto mucho más amplio. Pero pueden ser suficientes para obtener una visión general de los principios que inspiran nuestras propuestas. Miembros del Grupo Constitucional Europeo que han redactado y suscriben el Proyecto de Constitución Europea Peter Bernholz, Catedrático de la Universidad de Basilea. Francisco Cabrillo, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.  Gert Dahlmanns, Director del Frankfurter Institut. Jacques Garello, Catedrático de la Universidad de AixenProvence. Christian Kirchner, Catedrático de la Universidad Humboldt de Berlín. Henri Lepage, Director del Institut Euro 92 de París. Angelo Petroni, Catedrático de la Universidad de Bolonia. Joachim Rückert, Catedrático de la Universidad J. W. Goethe de Frankfurt. Pascal Salin, Catedrático de la Universidad París IXDauphine. Friedrich Schneider, Catedrático de la Universidad Johannes Kepler de Linz. Peter Stein, de Stein Brothers AB, Estocolmo. Roland Vaubel, Catedrático de la Universidad de Mannheim. Frank Vibert, Director del European Policy Forum de Londres. PROYECTO DE CONSTITUCIÓN EUROPEA I. PRINCIPIOS DE LA UNIÓN Los Estados Miembros establecen una Unión Europea extensa, basada en sólidos principios constitucionales, con el propósito de asegurar mejor las libertades individuales y las libertades civiles de las personas. La defensa de estas libertades descansa, en primera instancia, en las personas mismas, en las instituciones de las sociedades a las que pertenecen y en el sistema institucional de cada Estado Miembro. Además, los Estados Miembros son signatarios de la Convención Europea de Derechos Humanos, y están comprometidos a incorporar y a respetar las estipulaciones...

La reforma del mercado de trabajo

Una obligación urgente del nuevo Gobierno El primer problema con el que tendrá que enfrentarse el nuevo gobierno que salga de las urnas, es la reducción del paro. Una de las características más llamativas de nuestra economía a lo largo de los últimos años ha sido, en efecto, su incapacidad para acercarse al pleno empleo, incluso en los años de mayor expansión económica. No es sorprendente, por tanto, que en momentos de recesión sea el mercado de trabajo uno de los que acusen con más intensidad la caída de la demanda. Pero, ¿cuál es la gravedad real del paro en nuestro país? Utilizar las cifras absolutas de paro como indicador de la situación del mercado de trabajo, como es habitual en la prensa y en el debate político, no es la mejor manera de apreciar su importancia. Tal afirmación puede resultar sorprendente; pero dos argumentos le prestan apoyo. En primer lugar, no sabemos realmente el número de parados auténticos que hay en España; y, además, aunque lo supiéramos, no sería esta cifra la más indicativa del estado de nuestro mercado de trabajo. En lo que al primer argumento respecta, hay un acuerdo bastante general sobre la escasa precisión de las estadísticas de paro que, indudablemente, están infladas. Un gran número de supuestos parados está realizando actividades productivas en la economía sumergida. Algunos cobran simultáneamente el subsidio y el sueldo que paga la empresa informal; otros se apuntan en las listas mientras trabajan en el sector informal a la espera de un empleo mejor. Estas personas ciertamente no están paradas, aunque así lo digan las estadísticas. Pero, al mismo tiempo, muchas personas, sobre todo mujeres y jóvenes, que deberían estar integradas en el mercado de trabajo, permanecen fuera de él, lo que hace que la población activa española sea, en términos relativos, bastante menor que la de otros países europeos. El número de activos sobre la población en edad de trabajar es, por tanto, un indicador más fiable de la situación del mercado de trabajo. Y una cifra de algo más de doce millones de ocupados, frente a más de quince millones de inactivos y casi tres de parados es excesivamente baja, aunque se apliquen correctores significativos a los datos estadísticos. El desempleo no se debe a factores coyunturales El bajo nivel de empleo y el desequilibrio permanente del mercado de trabajo español no se deben, por tanto, a factores coyunturales. La causa es más profunda; y el nuevo gobierno no debería limitarse a confiar en una recuperación económica para solucionar el problema. Sería muy deseable, en cambio, que se emprendiera, por fin, una reforma a fondo del mercado de trabajo, lo que implicaría modificaciones importantes en las normas que lo regulan y, a más largo plazo, cambios sustanciales en la actitud de toda la sociedad española con respecto a cuestiones como la estabilidad en el empleo, la movilidad laboral, el fraude en el cobro del seguro de paro o la naturaleza misma del contrato de trabajo. Algunos pasos se han dado ya en este sentido;...
Nueva Revista

De periodistas y economistas

De la relación entre periodistas y economistas, la prensa necesita personas capaces de explicar cuestiones difíciles y la economía precisan conocer lo que sucede día a día para que su ciencia no se base en la especulación.

Nueva Revista

Cinco claves de la economía española

I. UNA ECONOMÍA EN TRANSFORMACIÓN Dos décadas es un periodo largo para una economía como la española, que ha experimentado cambios muy importantes y sostenidos en el tiempo. La evolución de la economía en estos años ha estado sometida, como es lógico, a fluctuaciones cíclicas. Pero hay que destacar que nuestro país, se ha acercado en este periodo al nivel de vida de otras naciones europeas más prósperas y ha desarrollado una economía con éxitos indudables... pero también con puntos débiles importantes -como un gran déficit exterior, una baja productividad y un peso excesivo del sector de la construcción en el PIB- que hacen que nuestra crisis sea hoy peor que las que sufren otros países de la zona euro. Al mismo tiempo su política económica se ha visto condicionada por cambios, que pocas veces se presentan en un país con tanta rapidez. En estos años, en efecto, España ha entrado en la Unión Europea y en su Unión Monetaria, y ha desarrollado un modelo cuasi federal que -para bien o para mal- condiciona la economía de nuestro sector público. II. ECONOMÍA E INSTITUCIONES Uno de los factores que explican el crecimiento de la economía española en las dos últimas décadas ha sido un funcionamiento aceptable de las instituciones, a pesar de algunas deficiencias, que se han venido agravando en lo súltimos años. La Constitución de 1978 ha desempeñado un papel positivo en este diseño institucional; tal vez no tanto por lo que dice como por lo que ha permitido llevar a cabo. Un economista que lea los artículos de la Constitución que se refieren más directamente a la actividad económica puede, en efecto, no experimentar especial entusiasmo por lo que allí encuentra. Por citar sólo un ejemplo, el artículo 38, en el que se establece el principio de libertad de empresa en una economía de mercado, para pasar a someterlo a continuación a las exigencias de la economía general y en su caso de la planificación, no es precisamente un ejemplo de claridad en la definición de un modelo económico. Con la Constitución en la mano, por tanto, se podrían haber adoptado medidas muy perjudiciales. Afortunadamente esto no ha sido así. Pero no cabe, desde luego, hacer demasiados elogios de la Constitución como garante de la economía de mercado. Y puede argumentarse además, que ha sido utilizada a menudo para justificar el fuerte crecimiento que el sector público ha tenido en nuestro país en estos años. Un rasgo relevante de la economía de nuestro páis en este periodo ha sido, en efecto, el crecimiento experimentado por el sector público y la presión fiscal. En la década de 1980 y primeros años de la de 1990 España pasó de ser un país con relativamente bajo gasto público, en el que se pagaban relativamente pocos impuestos y en el que la deuda pública tenía unas dimensiones muy pequeñas, a convertirse en una nación «europea» con una elevada presión fiscal, un aumento muy significativo de la deuda y un crecimiento del peso del sector público en...

La economía del desarrollo en el siglo XXI

El desafío actual consiste en extender el progreso a aquellos países y a aquellas personas que todavía hoy viven en condiciones lamentables.
Nueva Revista

El viejo debate entre keynesianos y partidarios de la economía del mercado libre

 Los datos que a lo largo de los últimos meses se han hecho públicos sobre la evolución de la economía española son muy preocupantes. Y cada vez resulta más claro que la crisis financiera internacional no es la única causa del aumento del paro y de la fuerte caída experimentada por la tasa de crecimiento. Todo indica que hay factores internos, previos a la crisis internacional, que no sólo agravan nuestra situación en relación con la de otras naciones, sino también —y esto es, seguramente, lo más importante— van a hacer más difícil la recuperación.Esta idea es importante a la hora de diseñar un programa de relanzamiento de la economía española. Muchos países se ven afectados actualmente por una crisis financiera profunda, y algunos —los Estados Unidos, entre ellos— se encuentran al borde de una recesión, si no han entrado ya en ella. Pero nadie duda de que, pasado el periodo de ajuste que toda fase bajista del ciclo conlleva, economías como la norteamericana saldrán adelante sin mayores problemas. ¿Por qué? ¿En qué se diferencia su situación de la economía española, además, naturalmente, de la gran distancia que en tamaño, riqueza y estructura productiva separa a nuestro país de los Estados Unidos?Hay dos puntos importantes sobre los que me gustaría llamar la atención porque serán necesariamente condicionantes de las políticas económicas a aplicar por el actual y los futuros gobiernos españoles. El primero es la evolución de la productividad que, tratado con el debido cuidado, puede servir como variable proxy del dinamismo de una economía; y el segundo se refiere a la flexibilidad de los mercados. En ambos aspectos los Estados Unidos tienen una clara ventaja sobre Europa en su conjunto, y sobre España en particular.Una de las características más llamativas de nuestra economía es, en efecto, el estancamiento de la productividad en unos años de fuerte crecimiento económico. La razón es clara. La fuente principal del crecimiento de la economía española ha sido una notable creación de empleo, no una organización más eficiente de la producción, una mayor incorporación de tecnología a los procesos productivos o una mejora del capital humano. Como se ha dicho en repetidas ocasiones, el aumento del producto interior bruto español no se puede explicar sin tomar en consideración la entrada en el mercado de trabajo de un gran número de inmigrantes. Éstos han elevado la producción, especialmente en el sector de bienes no comerciables internacionalmente. Pero nada han hecho por modernizar la economía española e incrementar su productividad. Los inmigrantes han tenido, sin embargo, otro efecto positivo sobre nuestra economía, en cuanto han contribuido, de forma significativa, a flexibilizar —a menudo en el borde de la legalidad— un mercado de trabajo excesivamente regulado en el que no se han hecho reformas importantes desde hace bastante tiempo.Creo que hay un acuerdo muy amplio entre los economistas con respecto a las dificultades que un modelo así supone para salir de una crisis, en especial cuando no se puede ni devaluar la moneda ni utilizar la...

¿Hacia dónde van los impuestos?

El autor plantea cómo se diseña un sistema fiscal basado en dos cuestiones fundamentales: los objetivos que se quieren conseguir con una determinada estructura y las restricciones con las que se encuentra un gobierno.

Autonomías y unidad de mercado

«Desde Cataluña se está reaccionando contra la política de la Comunidad Autónoma de Madrid, que ha iniciado un proceso de reformas dirigidas a reducir la presión fiscal que soportan sus contribuyentes, basado en la idea de que, una v e z cubiertos los gastos necesarios para ofrecer unos servicios públicos de calidad, el dinero está mejor en poder de los ciudadanos que en la caja de la Administración»

El descrédito de los organismos reguladores

El autor nos dice cómo nuestro país ha sido incapaz de crear instituciones que puedan actuar con un mínimo de independencia frente al partido que nombra a sus miembros.

Nueva Revista

Herrar y quitar el banco

Tras las llamativas declaraciones sobre los presupuestos contrarias a los pactos de estabilidad, se ha puesto de manifiesto que países como Francia o Alemania no van a aplicar medidas para reducir sus abultados déficit presupuestarios. La posición de España ante estas declaraciones y la defensa de la economía del país.

Nueva Revista

¿Nos hemos olvidado ya de Maastricht?

La presidencia española de la Unión Europea va a coincidir con una situación económica poco brillante. Cabe discutir cuál será el grado de la desaceleración de la actividad o si llegaremos o no a tasas de crecimiento negativas. Pero todo el mundo parece estar de acuerdo en que los resultados económicos de, por lo menos, el próximo año no van a ser buenos. No resulta sorprendente, por tanto, que la preocupación fundamental de los gestores de la política económica sea hoy la adopción de medidas concretas para hacer frente a la situación. Y la elección de unas u otras políticas ha reabierto un debate que pensábamos que había quedado resuelto hace ya tiempo, el referido a la conveniencia o no de aplicar políticas de demanda como instrumento para combatir las fluctuaciones cíclicas.Como las ideas cambian deprisa y nos olvidamos pronto de lo que pensábamos en el pasado, no está de más recordar los que fueron, hasta la década de 1980, los principios que inspiraron la política macroeconómica de nuestro mundo occidental. Uno de los efectos del triunfo absoluto de las ideas keynesianas, en el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial, fue la aceptación casi general de la idea de que los Estados no sólo tenían la obligación de garantizar el crecimiento estable de sus economías nacionales, sino que también disponían de los medios adecuados para conseguirlo. Instrumento importante para ello eran las políticas dirigidas al control de la demanda agregada, que debería ser estimulada por el Estado en la fase baja del ciclo y restringida cuando el crecimiento se acelerara en exceso.En una primera versión ingenua del modelo, se llegó a considerar que los desequilibrios macroeconómicos se debían siempre a desajustes al alza o la baja de la demanda agregada. Así, la depresión y el desempleo que la acompañaba se debían —de acuerdo con esta teoría— a una insuficiencia de demanda. La inflación, en cambio, se entendía motivada por un crecimiento excesivo de aquella variable. La conclusión era que el problema podía arreglarse, en todo caso, manipulando la demanda agregada. La posibilidad de que se produjeran simultáneamente paro e inflación no era contemplada en este modelo tan simple.Sin embargo, una vez que se comprobó que, en la realidad, ambos fenómenos ocurrían simultáneamente, fue preciso complicar la argumentación. En una segunda versión de la teoría, se aceptaba ya la existencia simultánea de paro e inflación, pero se consideraba que la política dirigida a reducir una de estas variables tendría, normalmente, efectos negativos sobre la otra. Lo que se ofrecía, a los gobiernos era la opción de reducir el paro o la tasa de crecimiento de los precios, pero sabiendo cuál sería el coste a pagar. Si el desequilibrio de una de las variables —el paro, por ejemplo— era muy acentuado, merecería la pena aceptar un poco más de inflación para crear empleo. De forma muy simplificada, éste es el modelo que los economistas conocen con el nombre de curva de Phillips.Este modelo fue también objeto de serias críticas....