Raro es el día en que no aparece en los periódicos alguna noticia o artículo sobre temas científicos, y quizá sea éste uno de los factores que más ha influido en la difusión -en la vulgarización, podríamos decir-, de este tipo de vocabulario. Así, términos que hasta ahora no podían considerarse como pertenecientes al acervo lingüístico del hablante común, como "bilirrubina", "supernova", "efecto Doppler" o "péndulo de Foucault", por señalar solo algunos ejemplos, han pasado en poco tiempo a formar parte del léxico cotidiano. Y es que el léxico científico está de moda.Pero... ¿qué léxico científico? En un número reciente de NUEVA REVISTA se publicaba la reseña del libro El peso de la lengua española en el mundo, editado por el Marqués de Tamarón; en ella se resaltaba como nota negativa que el español, "lengua de primera magnitud, internacional en el sentido estricto del término", se utiliza cada vez menos para hablar y escribir sobre la ciencia y la técnica.El léxico evoluciona con enorme rapidez, especialmente en esta época de progresos tecnológicos y de desarrollo de los medios de comunicación, porque, al fin y al cabo, está obligado a avanzar al ritmo que le marca la realidad extralingüística: cada adelanto científico, igual que cada nuevo deporte y hasta cada prenda de vestir, necesita un nombre y, como en la mayoría de los casos esas nuevas realidades provienen de países con lenguas distintas a la nuestra -de la inglesa, sobre todo-, se nos presentan a través de los medios de comunicación en su idioma de origen: y antes de que tengamos tiempo para pensar y decidir una traducción o una adaptación adecuada del término ya se han asentado en nuestra lengua: en muchos casos se compenetran tanto con ella que enseguida empiezan a "procrear" nuevos términos, siguiendo los mecanismos normales de derivación, composición, etc. De esta forma, gol ha originado golear, goleada, goleador, golazo... Hablamos de la whiskería o de la yogurtera, y hasta conjugamos tranquilamente los verbos dopar o deletear, cosa que ya es más grave, teniendo como tenemos "drogar" y "borrar".Naturalmente, ni un diccionario de uso ni mucho menos el de la Academia Española pueden hacerse cargo de todas las novedades léxicas que, muchas veces de manera ocasional, irrumpen en nuestra lengua; de ahí el auge cada vez mayor de los diccionarios especializados que intentan cubrir estas lagunas. Y qué duda cabe que uno de los campos más necesitados de aclaración y normalización es el del vocabulario científico y técnico, tarea ésta que por derecho propio corresponde a la Real Academia de Ciencias.En 1983, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales publicó la 1ª edición de un Vocabulario científico y técnico que intentaba empezar a rellenar esa laguna que se advertía en nuestro léxico. En 1990 se publicó la 2ª edición, corregida y muy aumentada, que incluía unos 35.000 términos.Ahora ve la luz esta 3ª edición de la obra, que ronda ya las 60.000 acepciones e incorpora, como novedad principal, la equivalencia inglesa de cada voz...