Antonio Fontán

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Una nota sobre la «crisis» en España

Es manifiesto que España no se encuentra en el mejor momento del tercio de siglo, largo ya, que ha transcurrido desde el restablecimiento de la democracia. Pero España ha superado trances más difíciles poniéndose a trabajar políticamente, como hace más de treinta años, cuando en dieciocho meses el país pasó del «régimen» anterior a la nueva y moderna monarquía,que muy pronto sería legalmente constitucional y parlamentaria. Aquel año y medio admiró a mucha gente en nuestro entorno internacional y a la opinión pública de todo el mundo.La diferencia entre lo de entonces y lo de ahora consiste en que, en la actual crisis, gran parte de los problemas nos vienen de fuera y en no pocos casos somos sujetos pasivos que dependen de lo que ocurra en otros lugares a los que no llega nuestra voz. Pero eso se compensa con el hecho probado de que a estas alturas iniciales del siglo XXI España está en posesión de instituciones, de técnicas políticas y de una experiencia nacional e internacional de la que no disponía hace seis lustros.Nuestros problemas de ahora no se reducen a la famosa crisis económica que agobia al mundo, y que quizá afecta más a España que a otras naciones con mayores reservas y una economía más diversificada.Además, el Estado español se halla actualmente todavía en un proceso político de tanto alcance como la distribución del poder de la gestión pública en el seno de lo que se suele llamar el «estado de las autonomías», lo cual no deja de causar desconcierto y distorsiones entre los proyectos y realizaciones de unas comunidades y otras, generando enfrentamientos e insolidaridad. En no pocas de esas ocasiones el Estado, a causa del reparto de ciertas competencias con algunas comunidades se ha visto privado de los medios legales para ejercer su autoridad, aunque ésta haya de ser más de coordinación que de arbitraje.Las comunidades son las que son y se hallan dibujadas en el mapa, igual que las antiguas regiones del siglo XIX, y de ordinario coincidiendo con ellas. Pero los españoles por razones de familia, de trabajo o personales se trasladan de unas a otras según su conveniencia, sus gustos o sus intereses, y pueden encontrarse con que son distintos en algunas de ellas los currículos escolares, los impuestos y, en determinados casos, hasta la lengua.El Estado y la Administración diseñados en la Constitución se leen de una manera u otra en diversos lugares de la nación, incluso cuando se trata de establecer una industria o gestionar una empresa agrícola. Esto, unido a las rivalidades regionales que esas imprecisiones y contradicciones fomentan,complica más que en otros países la operatividad de las medidas necesarias para hacer frente a la famosa crisis.En casi todos los países de nuestro ámbito eurooccidental la crisis o recesión de ahora es, sobre todo, económica. Pero en España es también política y toca al funcionamiento de la estructura del Estado y a la mecánica del debate de los partidos. En nuestro Parlamento y en nuestras asambleas...
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El «Manifiesto de Lausanne», un precedente

A los seis lustros de la Constitución, quizá no sea inoportuno recordar un episodio de hace más de sesenta años que, a pesar del tiempo transcurrido, tiene mucho que ver con el presente y también con el futuro de España. Me remonto a 1945 y a un importante documento histórico de don Juan de Borbón, conde de Barcelona, hijo y heredero de Alfonso XIII, y padre del Rey Juan Carlos: el llamado «Manifiesto deLausanne» de 19 de marzo de ese año.Los españoles —que no nos movíamos entonces muy activamente en la política— no nos enteramos hasta unos días después, y nos enteramos mal. La censura impidió que el «Manifiesto» se diera a conocer en España y los «servicios» hicieron todo lo que estuvo en su mano para evitar que circulara reservada o clandestinamente. A los pocos días, dentro de ese mismo mes de marzo, se desató en los medios informativos oficiales una campaña de descalificación de la persona del conde de Barcelona.Yo tenía veintiún años. Había terminado en el junio anterior la licenciatura de Filología Clásica, y llevaba ya a mis espaldas más de un año en el Ejército, con un servicio militar que resultaría larguísimo—¡treinta y cuatro meses!— a causa de las movilizaciones de distintos reemplazos que se habían decretado por los posibles problemas que acarrearía para España el inminente final de la guerra mundial. Concretamente, en ese mes de marzo, estaba en el campamento de Colmenar Viejo como instructor de los reclutas de la recién incorporada quinta de 1945, la de los nacidos en 1924, un año después que yo mismo.Tardé bastante tiempo en saber algo del documento de Lausanne y en tener ocasión de leerlo. No es un texto muy extenso. Son poco más de mil palabras, bien ordenadas en un castellano cuidado y expresivo.En sus primeros párrafos, don Juan declara que ante la situación de España y del mundo, como depositario y administrador del patrimonio histórico y político que es para España la Corona, se sentía obligado a ofrecer a su patria lo que podría ser una Monarquía nacional y moderna en aquellos momentos tan difíciles del inminente final de la guerra mundial.Seguidamente, tras un sumario examen de la situación de España y de Europa y de lo que ocurriría en el orden internacional con la victoria de los aliados, don Juan ofrece a sus compatriotas un bien construido y sucinto esquema de lo que representaría para la nación una Monarquía moderna como la que era capaz de encarnar la dinastía histórica de la que en esos momentos él era el titular.«Puede ser —dice don Juan— instrumento de paz y de concordia para reconciliar a los españoles, obtener respeto en el exterior mediante un efectivo estado de derecho y realizar una armoniosa síntesis del orden y de la libertad en que se basa una concepción cristiana del Estado».En el pasaje más concreto y detallado de lo que lograría España con la instauración de la Monarquía, don Juan enumera una serie de medidas y objetivos importantes...

Adios, amigo

El pasado lunes 3 de noviembre nos decía adiós nuestro querido amigo Juan Pablo de Villanueva, ilustre periodista y empresario de la comunicación, que colaboró con Nueva Revista de Política, Cultura y Arte como miembro del Consejo Editorial y vicepresidente de la Fundación Nueva Revista desde sus comienzos allá por el año 1990.

Siempre dispuesto a ayudar y aportar su experiencia en los números de nuestra publicación, Juan Pablo era uno de los habituales en las reuniones de directores y del Consejo, además de colaborar con sus artículos, en los que siempre estuvo presente su interés por el desarrollo y modernización de España, la política nacional e internacional y la defensa de la libertad; desde su primer artículo «La lucha por la libertad» (nº 1,1990), hasta el último, «Navarra sin mayoría suficiente» (nº 111, 2007), sin olvidar su participación en la entrevista que nuestra publicación realizó al presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, a finales de 2006.

En las siguientes páginas hemos querido recoger, a modo de homenaje, testimonios de compañeros y amigos suyos de la revista y del Grupo Negocios, donde desempeñó algunas de sus últimas iniciativas y dejó una huella profesional y humana imborrable.

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Aquel verano de 1962

El pasado lunes 3 de noviembre nos decía adiós nuestro querido amigo Juan Pablo de Villanueva, ilustre periodista y empresario de la comunicación, que colaboró con Nueva Revista de Política, Cultura y Arte como miembro del Consejo Editorial y vicepresidente de la Fundación Nueva Revista desde sus comienzos allá por el año 1990.

Más y mejor consenso…y gobierno

En las naciones que disfrutan de una democracia estable y desarrollada los poderes públicos habitualmente han de ocuparse de tres clases de asuntos diferentes: las cuestiones de Estado, las cuestiones de Gobierno y las de Administración.

Después de Irlanda

Pasadas unas semanas desde que se conocieran los resultados del referéndum celebrado en Irlanda sobre el Tratado de Lisboa, el presidente de Nueva Revista, Antonio Fontán, reflexionaba en ABC —en el texto que a continuación se reproduce— sobre la situación actual que vive el proceso de construcción europea.

El Gobierno y el Parlamento

En las diez elecciones generales de los treinta años de Monarquía Parlamentaria, la inmensa mayoría de los españoles, a la hora de votar, ha optado habitualmente por una de las dos formaciones de estructura y vocación nacional que se presentaban como tales en todo el país. Al principio fueron la Unión de Centro Democrático y el PSOE.

Pactos no, acuerdos sí

Cuando se publiquen estos comentarios estará ya definitivamente cerrada la relación de los senadores de la nueva legislatura, que se habrá inaugurado a principios de abril. Oficialmente se le llamará la novena legislatura.

La España que nos queda

La octava legislatura que en estos días ha terminado su vida no ha sido ciertamente el período político más glorioso ni el más brillante de este último tercio de siglo español.En marzo de 2004, con la derrota electoral del partido que había gobernado España durante los ocho años anteriores, se constituyó en torno a los socialistas una mayoría parlamentaria prendida con alfileres que, ante determinados asuntos, resultaban punzantes.

A menos de cien días del 9 de marzo

Dentro de tres meses, por décima vez en los treinta años de la actual monarquía constitucional y parlamentaria, los ciudadanos españoles serán invitados a votar en unas elecciones generales.

La tradición y el humanismo

La idea de orden pedagógico, que es más urgente defender en nuestro país y en nuestros días, es la principal eficacia educadora del estudio de la lengua y la literatura propias.

España en 2008

En menos de seis semanas se han sucedido tres acontecimientos políticos importantes, las elecciones de mayo, el debate de este mes de julio y el nombramiento de varios nuevos ministros.

El problema de las mayorías artificiales

Artículo sobre la situación en que se encuentra el Congreso de los Diputados, los escaños de los socialistas no bastan para que el gobierno se asiente cómodamente.

Camus, entre el paganismo y el cristianismo

Albert Camus recuerda a los antiguos estoicos en la medida en que el estoicismo es también eudemonista: una filosofía para la cual el destino y la justificación de la vida humana es la misma felicidad.

Una responsabilidad de todos

Las dos Américas —anglosajona en el norte e ibérica en el centro y el sur— por un lado y Europa por el otro ciñen los espacios del océano Atlántico, del que con razón se ha dicho que fue el Mediterráneo de la Edad Moderna, como quizá se diga desde este mismo siglo XXI del Pacífico tal como vienen los tiempos.

Autonomías, Constitución y monarquía

Desde la aprobación de la Constitución de 1978 que supuso la organización territorial española, ha habido algunos cambios. La reciente aprobación del nuevo Estatuto de Cataluña ha generado consecuencias que trascienden los límites geográficos y políticos catalanes.

Por el hombre y su patria

Catedrático de Universidad desde mayo de 1932, a los veintiséis años, el doctor Juan José López Ibor ha sido una de las más destacadas personalidades de la medicina española en la segunda mitad del pasado siglo, con una proyección internacional, ampliamente reconocida, en el campo de la psiquiatría.

Del estatuto y otras cosas

Sobre la probabilidad de la aprobación del proyecto del nuevo Estatuto de Cataluña que ahora se debate en la Comisión Constitucional del Congreso.

Al inicio de un nuevo milenio

El autor hace una reflexión sobre los acontecimientos del pasado y la huella que han dejado en la historia hasta el momento presente. Desde los quinientos años de Colón hasta el gobierno actual.

Ortega, nuestro contemporáneo

Pocos españoles han marcado en la historia nacional del siglo XX una huella tan extensa como Ortega. Durante lustros su figura estuvo rodeada de un prestigio casi mítico: sólo citar a Ortega ya era un argumento. Ortega representaba la inteligencia y la cultura