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Conjeturaríase que nuestro país, antaño eje de una civilización e indiscutible nación preponderante— aun si quisiéramos hacer valer salvedades como las expuestas por Henry Kamen en su considerable Imperio. La forja de España como potencia mundial— no se debió de sentir cómodo en ese papel. Porque lo que ha venido practicando desde entonces, salvo paréntesis tan honrosos como demonizados, es una ininterrumpida recogida de velas, un viaje sin retorno a la miopía, una introspección creciente en torno a la patria chica, los objetivos inmediatos y el familismo amoral. Es como si quisiéramos tener el horizonte al alcance de la mano, tal si desdeñáramos cuanto no quepa bajo la mesa camilla, cual si buscásemos cobijo en el verano inacabable de la puerilidad. De ahí que el actual presidente organice esos encuentros de mandatarios autonómicos con atrezzo de cumbre planetaria, o que admitamos unas políticas lingüísticas susceptibles de asegurar que, en el próximo futuro, los ciudadanos se hayan desembarazado de la lengua común. De esta manera, podremos toparnos con el vértigo de lo desconocido sin salir de casa; y acometer los pleitos de vecindad como si fuesen arduas cuestiones de geopolítica internacional.

En consonancia con dicha mentalidad, hemos logrado quedar situados a la cola de Europa en el dominio de lenguas extranjeras, agravando así nuestro tradicional desinterés por saber lo que se cuece en otras sociedades. Del mismo modo, no hay en nuestro ámbito académico expertos de máximo rango en la cultura, la historia, la sociedad o la política de las principales naciones del mundo, ni se preocupan las universidades españolas— —celosas también ellas de los favores provincianos—— por buscar o formar a los profesionales que, en otras latitudes, cumplen con la útil y patriótica función de convertirse en mediadores, informantes y hasta actores influyentes en el amplísimo campo de las relaciones internacionales. ¿A qué sorprendernos, si incluso el hispanismo ha venido siendo una disciplina fuertemente acaparada por figuras y centros de investigación de otros países, ante los que a lo sumo nos hemos esforzado por conseguir algún que otro empate meritorio?

Por lo enunciado, adquiere excepcional relevancia este último libro de Cuenca Toribio, La Francia actual. Política y políticos, que nos llega en su tercera edición corregida y aumentada. Con independencia de que sería tal vez interesante, para los intereses españoles, disponer de un nutrido elenco de especialistas en lo que los anglo-norteamericanos denominan Area Studies, esto es, de filólogos, historiadores y politólogos peritos en las diferentes áreas culturales, especialistas, por tanto, cuyo nivel de excelencia fuese equiparable al de un buen profesional de ese campo y en el país en cuestión (pues no otro es el rasero que se aplica un hispanista alemán o estadounidense), es visible que Francia aparece en primera línea. Desde esta premisa, el libro de Cuenca Toribio ejerce una función singularmente aleccionadora. Pese a estar estructurada como una colección de ensayos, reseñas de libros franceses de importancia y glosas, la obra posee coherencia y peso de conjunto. Focalizado en los dirigentes políticos fundamentales, y aprovechando para una exégesis tan sintética como perspicaz textos a menudo biográficos o memorialísticos, el volumen suministra calas en la trayectoria y las vicisitudes esenciales de De Gaulle, Pompidou, Debré, Giscard, Barre, Mitterrand, Delors, Rocard, Fabius, Jospin, Balladur, Chirac, Juppé y Sarkozy, entre otros. En este sentido, el libro se lee de corrido y con fecundo efecto sumatorio, dado que nos ofrece una visión compacta y bastante completa de la política francesa en las décadas recientes. Más allá de esto, el lector disfrutará con regocijo interior de una enjundia llamémosla humanística, que es netamente cosecha del autor. Con ello aludo a una posición narrativa perceptiblemente estimulante, dúctil y contenida. Atento a postular la grandeza de la alta política sin silenciar sus miserias, Cuenca Toribio despliega con ello un ejercicio de maestría.

Poeta y ensayista