Cada son más frecuentes los nativos digitales y es un hecho incontrovertible que quien no se sube a la marea tecnológica sencillamente no cuenta. La revolución de las nuevas tecnologías, sin embargo, no solo ha sido revolucionaria en el campo de las herramientas técnicas, ni han mejorado exclusivamente el rendimiento laboral: ahora las redes sociales han transformado también la manera que las personas tienen de ver el mundo. Julio Montero, catedrático de Comunicación Social en la Universidad Complutense, propone en este sencillo y divertido libro cómo enfrentarse a los nuevos cambios.
Lo que quiere evitar, sobre todo, es la postura del intolerante, es decir, la del nativo analógico que renuncia, por una cuestión de principio, a subirse al carro de las nuevas tecnologías. Cierto es que, como indica Montero, la decisión de embarcarse en el nuevo viaje que la informática propone puede ser, incluso, dolorosa, pero también explica, con acierto, que el que arrumba a esas nuevas tierras experimenta grandes ganancias que justifican el cambio.
Sería, pues, ilógico que el nativo analógico se resistiera a convertirse en emigrante digital. Sobre todo, porque en el corto plazo se encontrará vencido e inexorablemente se convertirá en el hazmerreír de sus semejantes. Es lo que ocurrió con aquellos que por prurito se negaron a dejar su bloc y aprender a escribir en un procesador de texto. La contrafigura del apocalíptico sería la del integrado, en el que hay que distinguir entre quienes usan las nuevas tecnologías con sentido común y mesura, y la de quienes se convierten pronto en fanáticos, deslumbrados por las posibilidades que ofrecen.
El libro, repleto de anécdotas y sentido del humor, contiene reflexiones interesantes. Lo es ya, de hecho, su punto de partida: revelar cómo el conflicto entre nativos digitales y analógicos es, más que nada, un conflicto generacional que terminará ganando la generación emergente por una sencilla cuestión temporal. Además, Montero mantiene un tono ecuánime que no es frecuente entre quienes escriben sobre las nuevas tecnologías.
En Adios analógicos se evita tanto la diatriba contra la tecnología como el elogio arbitrario del converso. Las nuevas tencologías tienen tantas ventajas como inconvenientes. Y por mucho que consigan reemplazar algunas acciones humanas, al menos nunca podrá reemplazar la responsabilidad por su propio uso.