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Enrique Krauze es doctor en Historia por el Colegio de México. Fue subdirector de la revista Vuelta, dirigida por Octavio Paz. Fundador y director general de Editorial Clío y la revista Letras Libres, es autor de más de veinte libros, el más reciente Spinoza en el parque México (2022).


 
Tolerancia significa celebrar las diferencias para dirimirlas civilizadamente” manifestó el historiador, editor y ensayista Enrique Krauze en una sesión sobre la historia intelectual del liberalismo celebrada en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Se trata de la primera de una serie de doce conferencias de UNIR en colaboración con la revista Letras Libres sobre temas culturales y de actualidad, para entender los desafíos del mundo actual.

La catedrática Yanelis Aparicio, vicedecana de Humanidades de UNIR, presentó al ponente que comenzó definiendo conceptos sobre el significado de la palabra liberal, para ofrecer a continuación el testimonio de su “travesía liberal”

Qué significa liberal

En términos políticos, “es liberal -explicó Krauze- el que favorece y respeta los derechos y libertades individuales, quien impulsa el libre comercio y las reformas políticas y sociales que tiendan a la libertad individual y a la democracia, como indica el Diccionario de Oxford”.

En esta definición están unidas las dos palabras centrales: libertad y democracia, afirmó. “Sin libertad, la democracia es tiranía, según dijo Octavio Paz, y sin democracia la libertad es una quimera”. Matizó Krauze que se apartaba del neoliberalismo, porque “la actuación del Estado en temas de salud, educación o seguridad, es indudablemente importante”.

Pero hizo hincapié en que “el concepto liberal es más una actitud que una ideología, y esa actitud tiene varios componentes”.

-Uno es “la tolerancia, que significa celebrar las diferencias, para dirimirlas civilizadamente y no limitarse a soportar al que piensa diferente”.

-El segundo es “el debate con el diferente, sabiendo que nadie tiene la verdad absoluta -como observaba Stuart Mill- y en esa discusión civilizada cada uno va a aproximándose a la verdad”.

-El tercero, “atenerse a los hechos objetivos, como señalaba Bertrand Russell, y saber distinguirlos de las opiniones”.

-El cuarto, “ejercer la crítica y la duda metódica”.

A todo eso hay que añadir “una cualidad que se echa en falta en esta época: escuchar para ser escuchado. Escuchar respetuosamente y ejercer el derecho a ser escuchado en un debate, para dirimir las opiniones contrarias con las armas de la razón”

Travesía liberal

Contó Krauze que en su aprendizaje de la libertad, intervinieron tres maestros o figuras tutelares: su abuelo paterno, Saúl Krauze; el historiador Daniel Cosío Villegas, y el poeta y escritor Octavio Paz.

Saúl Krauze, un sastre polaco, “era un socialista que me enseñó el valor de la libertad”. En México había encontrado la libertad, porque -como confió a su nieto- “podía pensar, creer o decir lo que quisiera, transitar libremente, ser un judío secular, heterodoxo, sin que nadie lo molestara”.

Fue él quien lo introdujo a la lectura del filósofo Baruch Spinoza, “mi primera escuela intelectual de libertad”. Y le leía pensamientos como éste, sobre los que se fundó “el liberalismo radical moderno”: “Nadie puede abdicar de su libertad de juicio y sentimiento; y en tanto que todo hombre es, por derecho natural irrenunciable, dueño de sus propios pensamientos, se deduce que los hombres que piensan de formas diversas y contradictorias no pueden, sin resultados desastrosos, verse obligados a hablar solamente según los dictados del poder supremo”.

El historiador y ensayista mexicano Daniel Cosío Villegas fue para Krauze “un abuelo intelectual”.  Defensor de la libertad de expresión, Cosío Villegas “fue crítico con las tiranías, con la Cuba de Castro, con la URSS, pero también con Estados Unidos”, y tuvo como referentes a los intelectuales del liberalismo en la América Latina del siglo XIX a los que editó en el Fondo de Cultura Económica. Al final de su vida, se hizo periodista político, enfrentándose al régimen populista del presidente Luis Echeverría (PRI).

Octavio Paz, libertad bajo palabra

Y el tercer maestro fue el premio Nobel Octavio Paz, editor, ensayista, “maravilloso poeta”, autor de un libro, Libertad bajo palabra, “cuyo título es el emblema de su vida”. Había sido marxista y partidario de la Revolución rusa -señaló Krauze-, “pero se dio cuenta de la realidad del socialismo en la URSS. ‘La aurora de la libertad se había convertido en una pira sangrienta’” llegó a decir”. La lectura de Archipiélago Gulag, de Solzhenitsin, le hizo romper con la Unión Soviética. Paz descubrió la verdad del totalitarismo estalinista, que había estado “nimbada por el prestigio de la Revolución rusa; y en América Latina, por el prestigio y la promesa de la revolución cubana”.

Octavio Paz decidió entonces fundar la revista Vuelta, “su trinchera intelectual de la democracia y la libertad”, y Krauze le acompañó como secretario de redacción. La publicación -afirmó el historiador- “dio grandes batallas durante los veintidós años de su existencia, desde 1976 a 1998” contra las dictaduras militares de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil; contra la dictadura cubana; y las guerrillas en Salvador y Nicaragua; y contra el PRI mexicano. Dio voz también a los disidentes de Europa del Este.

Con Vuelta -apostilló el historiador- “propusimos la democracia para América Latina y para México”. Y en este sentido, “la transición española de 1978 fue un ejemplo fundamental para nosotros”. Sin esa “confluencia de tolerancia y civilidad entre los dos principales partidos, América Latina no habría despertado a la conciencia de que también nosotros podríamos volvernos democráticos y asumir la libertad”. Por eso, dieron voz en la revista a intelectuales españoles como Fernando Savater o Jorge Semprún.

Krauze citó, en este sentido, a Ortega y Gasset: “el liberalismo es la suprema generosidad, el derecho que las mayorías otorgan a las minorías (…) proclama la decisión de convivir con el enemigo”; pero matizó que más que con el enemigo, se trata de “convivir con quien piensa distinto a uno”. Y apostilló que “España logró ese milagro hace casi medio siglo. Es importante que no lo olvide”.

Democracia sin adjetivos para México

Personalmente -explicó el historiador- “contribuí, a través de Vuelta, para proponer una democracia sin adjetivos para México, abriendo una pluralidad de partidos, elecciones limpias, una prensa auténticamente libre y un Estado republicano en el sentido de la división de poderes”.

“El siglo XX terminó con optimismo” -añadió el historiador- “México transitaba a la democracia y no sólo México sino el mundo entero tras la caída del Muro de Berlín”. Tal era su optimismo que escribió un artículo titulado El otro milagro.

Pero advirtió que “la democracia y la libertad nunca se conquistan por entero y hay que luchar por ellos continuamente”. Y en el siglo XXI “comenzaron a triunfar los enemigos de la sociedad abierta -que decía Karl Popper-: los populismos -en América Latina y en EE.UU.- los fanatismos de la identidad nacional, religiosa, lingüística, sexual… etc.”

Letras Libres: el prisma de la cultura

A preguntas del crítico literario Christopher Domínguez, antiguo colaborador de Letras Libres, Krauze explicó que en la revista, continuadora del legado de Vuelta, pretenden ser “fieles a la literatura”, porque más que una revista de opinión, Letras Libres es una revista que “contempla el mundo a través del prisma de la cultura”.

En el caso de España, lo que más le preocupa es “el olvido trágico de lo que significó el pacto del 78”, y “el uso que hacen de la historia los políticos”. También le preocupa que se pretenda dictar “lo que uno debe pensar en identidad, lenguaje, etc. Nadie dictar el pensamiento de otro”.

México, por su parte, “se enfrenta el fantasma o la realidad del populismo”. Por eso es preciso seguir defiendo la libertad. Y seguir reivindicando la libertad y la democracia para Cuba, Nicaragua, Venezuela, y a que la sigan profundizando otros países como Chile o Colombia”.

Doctor en Comunicación, periodista y escritor.