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Flynn Cratty es director asociado del Human Flourishing Program de la Universidad de Harvard. Su institución investiga sobre lo que Aristóteles llamaba «vida lograda», en griego, eudaimonía (εὐδαιμονία). Ha participado en las jornadas sobre la Educación del carácter en la universidad, celebradas en Madrid, con la ponencia How Do You Teach a University to Flourish? («¿Cómo se enseña que una universidad prospere?»).

—¿Qué es la educación del carácter?
—Parte de la educación de la persona. El objetivo de la mayoría de los alumnos que estudian en la Universidad de Harvard es conseguir un buen trabajo, pero también queremos que desarrollen sus habilidades para razonar éticamente, que piensen en problemas moralmente complejos, que muestren valentía, autocontrol, respeto y afecto. La educación del carácter es un enfoque educativo que busca integrar los estudios con la vida real. Deseamos que nuestros alumnos prosperen también como personas cuando salgan de la universidad.

—¿Cómo puede la universidad contribuir a la educación del carácter? 
—A muchas universidades les resulta difícil hablar de la educación del carácter. Puede ser porque se cuestionan que los profesores universitarios sean las personas adecuadas para llevar a cabo esa tarea. Ciertamente no lo pueden hacer solos. Hay muchos factores que contribuyen a la educación del carácter: los padres, la comunidad, las instituciones religiosas. Pero en las universidades, centros donde los eruditos investigan, existe la particular capacidad de introducir a los alumnos en la gran tradición humana de reflexionar sobre el carácter y la virtud.

—¿Es el buen ejemplo el mejor educador del carácter? 
—Yo pienso que sí. Sospecho que en algunas disciplinas más que en otras. Hay una serie de materias técnicas como las matemáticas o la física en donde las respuestas son las que son y están bastante distanciadas del carácter de la persona que imparte esas materias. No creo que todos los profesores deban ser ejemplos irrepetibles de moralidad, pero sí considero que podemos invitar a los alumnos a reflexionar sobre nuestras tradiciones éticas para que podamos llegar a vivir una vida más significativa.

—¿Se puede educar el carácter sin cercanía o sin amistad sincera?
—El papel de la amistad en la educación del carácter es fundamental. No creo que mucha gente realmente lo eduque exclusivamente a través de la lectura o escuchando ponencias. Aristóteles hablaba de amistades de virtud, en las cuales un amigo reconocía la virtud en el otro. Es algo a lo que podríamos aspirar. La mayoría de nosotros, si reflexionamos sobre las razones por las que nos hemos convertido en las personas que somos, inmediatamente pensamos en personas de nuestro círculo más cercano. Considero, no obstante, que hay algunas cosas que aprendemos mejor en comunidad. Creo que los profesores pueden intentar crear estas comunidades en sus aulas.

 

«En las universidades existe la particular capacidad de introducir a los alumnos en la gran tradición humana de reflexionar sobre el carácter y la virtud»

«Una de las mejores maneras de leer es entender el pasado como una conversación todavía en marcha»

«Hay algunos rasgos del carácter que ayudan más en ciertas profesiones, como por ejemplo en las relacionadas con las ciencias de la salud»

«El fracaso puede ser también una oportunidad»

«Los mejores lideres se reconocen como servidores»

 

—¿Cuál es el papel de la lectura en la educación del carácter?
—De los libros hemos heredamos el legado del pasado. Nadie, de forma realista, puede posicionarse desde cero hasta el conocimiento completo de la virtud o del carácter. Debemos aprovecharnos de todo aquello que fue pensado y enseñado a lo largo de los siglos. Una de las mejores maneras de leer es entender el pasado como una conversación que todavía está en marcha, darnos cuenta de que hay diferentes voces y perspectivas. A medida que vamos leyendo y enseñando estamos al mismo tiempo asimilándolas.

—¿Es necesario un carácter especial dependiendo de los estudios o las profesiones?
—Sí que considero que hay algunos rasgos del carácter que ayudan más en ciertas profesiones, como por ejemplo en las relacionadas con las ciencias de la salud, en donde el carácter compasivo o el afectivo son particularmente importantes. Pienso que hay algunos atributos base probablemente necesarios en todas las profesiones. En el ámbito universitario, la valentía, la perseverancia o la abnegación pueden ser de las virtudes más importantes.

—¿Aprendemos del fracaso? ¿Cómo debemos manejar el fracaso?
—Es importante pensar sobre cómo debemos tratar el fracaso. Es agradable considerar que tanto nuestra vida como nuestros estudios sean una cadena de éxitos, pero sabemos que no funciona así. El fracaso puede ser también una oportunidad. En muchas ocasiones nos permite reconsiderar decisiones que hemos tomado o suposiciones que hemos hecho. Puede que nos hagan reflexionar sobre nuestro propio carácter.

—Los dirigentes, ¿deberían ser humildes? 
—Es esencial que un líder sea humilde. Debe poseer un tipo especial de seguridad en sí mismo, una visión moral singular para ser capaz de gobernar a un grupo de personas. Los mejores lideres se reconocen como servidores. Son conscientes de que no tienen todas las respuestas, y siempre se rodearán de personas expertas y sabias que les ayuden en el desempeño de su tarea, para hacerla de la mejor forma posible.


[Las respuestas han sido editadas por el entrevistador para la versión de arriba en español, a partir del total de la conversación recogida en vídeo, y de la traducción de las respuestas realizada por Ana Fernández Míguez].

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.