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Los editores del libro que se presenta en este texto son:
Laura D’Olimpio, profesora asociada de Filosofía de la Educación en la Universidad de Birmingham, Reino Unido.
Panos Paris, profesor de Filosofía en la Universidad de Cardiff, Reino Unido.
Aidan P. Thompson, Director de Iniciativas Estratégicas del Jubilee Centre for Character and Virtues de la Universidad de Birmingham, Reino Unido.


AVANCE

En este libro, «Educating character through the arts», que firman diversos autores, se defiende el potencial de las artes a la hora de cultivar el carácter: música, literatura, películas, series televisivas, videojuegos, poesía y jardinería juegan un papel destacado en el florecimiento de los jóvenes. Se trata de una obra académica, que busca una aplicación práctica por caminos más o menos explorados. A los primeros corresponden la literatura –por posibilitar la comprensión de lo que otros miembros de la comunidad sienten, enfatizando su relación con las virtudes sociales (en una línea próxima a la de la filósofa Martha Nussbaum)– o la poesía con los cinco poderes que se detallan. También videojuegos y series se valoran en los últimos años como oportunidades para el desarrollo de la brújula moral: tienen una dimensión más cognitiva y e interactiva, ya que los videojuegos piden un rol activo del individuo. 

En el campo de las artes no narrativas, se apuntan la música y la jardinería –en relación directa con el florecimiento–, pero también otras artes como la pintura, la escultura o la arquitectura pueden ser exploradas en este ámbito. El conjunto pone de manifiesto el auge del interés, de las publicaciones y de las iniciativas educativas en torno al carácter y las artes. Lo que empezó la Literatura lo están continuando todas las demás.


ARTÍCULO

Hace 3000 años los jóvenes griegos aprendían sobre la condición humana, sobre las relaciones de amistad o sobre la excelencia del alma a través de los cánticos de la Ilíada y de la Odisea. Aprendían contemplando, escuchando y haciendo suyas las acciones virtuosas que se suceden en las narraciones épicas, acciones que siguen hoy inspirando a cientos de lectores. Aprendían, por ejemplo, lo que es la valentía viendo cómo Héctor vence sus miedos y enfrenta a Aquiles hasta recibir la muerte.

Virtudes como la honestidad, la hospitalidad, la responsabilidad, el honor o el sacrificio siguen estando en la base de la condición y de la acción humana. La educación del joven griego se encaminaba hacia la areté, excelencia que implicaba el desarrollo armónico de las distintas dimensiones del ser humano. Autores como Platón, Aristóteles o Cicerón nos dejaron valiosas reflexiones sobre cómo las artes se vinculan a la educación moral del individuo –en definitiva, sobre la relación entre estética y pedagogía–. Esa conversación ha seguido una línea ininterrumpida que ha llegado hasta algunos de los pensadores más relevantes de la modernidad (Hume, Kant, Schiller, entre otros) y que sigue todavía hoy.

Laura D’Olimpio, Panos Paris y Aidan P. Thompson: Educating character through the arts. Routledge, 2023

La obra que nos atañe, Educating character through arts, aborda precisamente esta cuestión: nueve capítulos en los que se explora qué pueden aportar distintas artes –música, literatura, películas, series televisivas, videojuegos, poesía y jardinería– a la educación del carácter de los jóvenes. Es una obra colaborativa, fruto de un congreso académico, con un lenguaje técnico que hace su lectura poco divulgativa para aquellos ajenos a la disciplina. Las tesis que los autores exponen aúnan el conocimiento de áreas como la filosofía, la estética o la pedagogía, y su punto de partida da por sentado un cierto background del lector. Estar al día de la conversación académica que se está desarrollando ayudará sobremanera a no perder el hilo y a seguir los discursos de los distintos autores.

Artes no narrativas: música y jardinería

La educación musical encontró un lugar destacado en la Grecia Clásica. Hablamos no solo de música instrumental, sino también de danza y canto.

El profesor James O. Young abre el libro precisamente reflexionando sobre si la música puede tener efectos positivos o negativos en el carácter del individuo. Es la conocida como teoría del Ethos. Muchos educadores de diversas épocas y tradiciones, entre los que encontramos a Confucio, San Agustín o Roger Scruton, han desarrollado el tema. En su capítulo, Young centra su atención en tres corrientes de la Antigua Grecia: la pitagórica, la platónica y la aristotélica.

Detalle de ánfora griega de cerámica con figuras negras sobre fondo rojo. 500 a.C.-480 a.C.
British Museum. Londres, Reino Unido.

Junto a la música, la jardinería es el único arte de todo el libro que no es narrativo. I. J. Kidd presenta de manera original cómo la jardinería es medio de educación. Aunque el autor desarrolla toda una teoría vinculando los jardines con varias tradiciones orientales, probablemente los profanos en este tema lo que más apreciamos es la metáfora entre jardín y carácter, en base al cultivo y el florecimiento. Un jardín, en efecto, no surge de la nada: se crea y se mantiene, requiere de un compromiso de acción para con él que va más allá de la mera observación. El buen jardinero conoce las plantas y las flores, y las cuida de manera atenta y particular. En toda esta actividad tan precisa emerge todo un ramo de virtudes y habilidades: la atención y el cuidado, por supuesto, pero también la humildad, la imaginación, el pensamiento profundo y la sensibilidad.

Literatura: narraciones y poesía para una educación del carácter

La literatura es, de entre todas las artes, la que probablemente esté siendo más explorada en su vinculación con la educación del carácter. Educating character through arts nos presenta cinco capítulos que abordan esta cuestión desde distintos ángulos. El primero de ellos lo firma el profesor David Carr, acérrimo defensor de la idea de que muchas obras de ficción, a través de la imaginación, educan más que los tratados ciencias de la educación. Carr defiende que la Literatura contribuye tanto al desarrollo moral como al emocional. Por un lado, las grandes obras nos ofrecen la posibilidad de crecer en carácter y en virtud gracias a la mímesis, en este caso imitando modelos literarios. Pero, además, la literatura supera las fronteras de la mera racionalidad, porque va acompañada de respuestas emocionales y afectivas que nos acercan a la comprensión del bien y la verdad.

El profesor David Carr defiende en uno de los capítulos del libro que la literatura contribuye tanto al desarrollo moral como al emocional de las personas

Al hilo del campo de la educación emocional Noël Carroll defiende que «la literatura, al vincularse con nuestras emociones, contribuye a fomentar la inteligencia emocional» (p. 36). Pone sobre la mesa lo que tantos profesores ven en sus aulas: que razón y emoción están estrechamente vinculadas, y que esa vinculación no siempre se tiene lo suficientemente presente a la hora de educar. Remarca la función social que pueden tener las historias literarias: la literatura contribuye en la comprensión de lo que otros miembros de tu comunidad sienten, enfatizando su relación con las virtudes sociales (en una línea próxima a la dibujada por la filósofa Martha Nussbaum). La aportación más singular es su teoría sobre el «criterial prefocusing». Esta tesis defiende que el autor de una obra literaria utiliza deliberadamente un vocabulario e imprime unos énfasis dirigidos a provocar la emoción que él quiere. Parece innegable que tiene parte de acierto, pero hay un elemento de condicionamiento sociológico en toda esta teoría. Manteniendo la idea de que la literatura puede ampliar nuestra mirada hacia ciertas realidades y recalibrar nuestros vínculos emocionales, no podemos olvidar que el lector tiene una capacidad de pensamiento crítico que le permitirá distinguir la verdad en realidades que pueden estar maquilladas por el lenguaje y por el «criterial prefocusing». De la misma manera que apuntábamos el error de un desmedido racionalismo, también un emotivismo sin razón conduce a sendas alejadas de la verdad y de la virtud.

Jeremy Page, en el capítulo cuarto, recupera el componente cognitivo, defendiendo que el conocimiento que se desgrana de la lectura es intelectual y profundo, más que un conocimiento situacional. La comprensión que nos otorga la buena Literatura es la del conocimiento total y coherente, no fragmentado. En definitiva, aportaría una dosis de rigor a la hora de acceder, tratar y procesar cualquier información. A esa comprensión total Page la denomina «marco»: el marco es una tela de araña con sentido, que nos hace entender cómo los elementos están conectados. Lo comprendido en las grandes obras conlleva una reconfiguración en el universo del lector que afecta de lleno en su propia vida.

D’Olimpo pone sobre la mesa dos artes a un tiempo: la novela y el cine. Nos recuerda que las representaciones artísticas y culturales están conectadas a ciertos paradigmas y a nuestra visión sociocultural. En toda sociedad existen estereotipos, que cumplen una función social, pero esos estereotipos son reduccionistas y se basan en criterios simplistas de exclusión e inclusión. La autora recuerda cómo históricamente el estereotipo femenino ha sido limitado y reclama para las jóvenes más modelos ejemplares de feminidad en los que poder reconocerse. Contrapone a dos protagonistas que la mayoría de adolescentes reconocen: Bella, de la saga Crepúsculo, y Katniss Everdeen, protagonista de Los juegos del hambre. La primera representa una feminidad débil, siempre ligada al varón; la segunda es autosuficiente y ambiciosa. El único peligro aquí es la tendencia constructivista, que nos llevaría a no reconocer la naturaleza humana y a provocar, de manera artificial, unos modelos que puedan tener un efecto pernicioso en nuestras alumnas. Parece que la identidad en nuestros días se debe construir en su totalidad, pero vale la pena recordar que la identidad tiene un gran componente de descubrimiento y de coraje que nos ayuda a enfrentar lo hallado.

Los poderes de la poesía

Probablemente, el capítulo mejor armado sea el de la profesora Karen Bohlin. Bohlin tiene una reputada trayectoria universitaria en el ámbito de la Educación, pero además ha sido directora del Colegio femenino Montrose en Boston, donde consiguió implantar un fructífero programa de Educación del Carácter desde la base, insertándolo en la cultura escolar. Combina como pocos la investigación y la transferencia en colegios. Se percibe cómo Bohlin entiende que las alumnas son un todo integrado, y que la educación no puede ser parcelada. En el libro presenta un programa de educación moral a través de la poesía que se dirigirá de manera conjunta al carácter, a las emociones, al deseo y al intelecto.

A juicio de Bohlin, la poesía es una herramienta con cinco poderes que pueden colaborar en la educación del carácter:

  • tiene poder de encantar, de hechizar como una melodía;
  • lleva al lector a vivir un momento atenta y totalmente, poniendo un foco que favorece la observación y el examen riguroso;
  • hace emerger las emociones de una manera impactante, que deja huella;
  • acrecienta la empatía hacia los otros;
  • poder para facilitar el diálogo y la reflexión.

Tras años de experiencia, la profesora Bohlin ha sido capaz de destilar un marco pedagógico muy concreto para educar a través de la poesía, estructurado en cuatro pasos: lectura del poema en voz alta; observación individual de lo más llamativo; iniciar un diálogo, guiado de forma precisa por el profesor, para que se vincule de manera efectiva a la vida de las niñas; y adquirir el «heart knowledge», es decir, lo nuevo que esa obra ha dejado en mí, para presenciar la experiencia propia bajo otra mirada. Si nos fijamos, el esquema seguido es el de encantamiento, encuentro, diálogo y experiencia renovada. Además, no toda poesía sirve, la selección es importante: el poema escogido debe gustar, instruir y conmover (p. 143).

Educación del carácter en el arte audiovisual

Hay dos capítulos centrados en las artes audiovisuales, uno en las series televisivas y otro en los videojuegos. Las series son el arte del momento: en 2022, entre las tres principales plataformas de series en streaming sumaban más de 600 millones de suscripciones[1]. El formato ha colonizado nuestros hogares, y el espectador ha pasado de tener un rol puramente pasivo (ver la serie cuando el canal en cuestión se la ofrecía) a ser el protagonista: elige qué, cuándo y cuánto. Las series están a medio camino entre la narración literaria y la película. Panos Paris pone de relieve que en una serie uno va simpatizando de forma paulatina y gradual con el protagonista. Ir viendo un capítulo tras otro da espacio y tiempo para desarrollar «una amistad» con el personaje. En palabras del autor: «the more invested we are in them, the higher the threshold for such breaches of trust is» (p. 90). El héroe muchas veces presenta caídas morales y los actos malos son parte de su personalidad. Pensemos en Walter White (Breaking Bad) o en Tony Soprano (Los Soprano). Son héroes corruptos, pero nos caen simpáticos, e incluso admiramos. Hasta que se dan ciertos «reality checks» (p. 91): recordatorios sobre las consecuencias reales de nuestra vinculación con esos personajes. Se propicia la reflexión ética, aunque muchas veces estemos tan dentro de ellos que seamos indulgentes con sus reprobables conductas. Son oportunidades para un desarrollo nuestra brújula moral, particularmente en su dimensión más cognitiva.

Las series y las caídas de sus personajes propician la reflexión ética, aunque muchas veces seamos indulgentes con sus reprobables conductas

Por otro lado, los videojuegos son ficciones interactivas: implican un rol activo del individuo, que toma decisiones y lleva el timón de la aventura. A juicio de los autores, este formato permite al jugador experimentar escenarios en los que no podemos estar, por ejemplo, en un conflicto bélico. Todos hemos visto Salvar al soldado Ryan (1998) o Hermanos de Sangre (2001), pero no hemos estado allí, fusil al hombro, en una situación de vida o muerte. Los videojuegos te arrojan a la situación, ya no dependes del contenido del escritor o del director, sino que tú tienes un control directo sobre el mismo. A la teoría de Kohlberg y sus famosos dilemas morales se le ha reprochado que solamente trabajaba el elemento intelectual, y que los alumnos difícilmente se identificaban con los escenarios planteados. Aquí se está dando una vuelta de tuerca adicional: añadimos el elemento experiencial, de manera que ya no es un escenario hipotético, sino que de algún modo estamos viviendo la situación. Se puede levantar alguna objeción, similar a la que podríamos levantar contra las narraciones literarias, pero ciertamente da que pensar que el ejército de los EE. UU. gastara durante entre 2010 y 2019 de 6 mil millones de dólares al año en la producción y distribución de videojuegos[2].

Un campo inexplorado

En la introducción del volumen, los editores afirman que el libro puede ser provechoso para profesores, especialmente profesores de arte. La realidad es que estamos ante una obra puramente académica, que intenta mostrar la aplicación práctica con éxito limitado (sobre todo si nos centramos en la aplicación en escuelas). Tiene vocación de transferencia, y se pone a la cola de las obras que se están publicando ante un interés creciente en el campo, pero son los investigadores universitarios quienes más aprovecharán el volumen. Tal vez lo más útil será leer el capítulo del arte en concreto en el que estemos interesados.

El campo más inexplorado es el de las artes no narrativas, por la falta de estudios y por las dificultades que entraña trabajar fuera del marco narrativo, en el que el ser humano se comprende. Se apuntan la música y la jardinería, pero también otras artes como la pintura, la escultura o la arquitectura pueden ser exploradas en este ámbito. Se ha escrito bastante sobre cómo la arquitectura afecta al que la habita; por ejemplo, cómo la arquitectura de un colegio impacta en el desarrollo moral y en la sensibilidad del niño (a este respecto, vale la pena releer a Scruton y su Estética de la arquitectura).

En relación con la educación del carácter el campo más inexplorado es el de las artes no narrativas: música, jardinería, pero también pintura, escultura o arquitectura

Es indudable que estamos presenciando un auge del interés, de las publicaciones y de las iniciativas educativas en torno al carácter y las artes. Lo que empezó la Literatura lo están continuando todas las demás. El arte, al ponernos en conexión con el otro y con lo Otro, nos lleva a vivir otras vidas, a ensayar posibilidades y a escarmentar en cabeza ajena. Es un pozo de oro para los educadores que crean en la misión de armar a sus alumnos para conducirse en esta vida. Las artes narrativas ya gozan de recorrido, las no narrativas tienen mucho por delante.

Creo que la iniciativa de Karen Bohlin abre una puerta novedosa y anima a pensar acciones similares. Las alumnas que vivieron esa experiencia educativa conducida por Bohlin han seguido celebrando sesiones jam de poesía, han realizado iniciativas de voluntariado con poesía, y vuelven al colegio como egresadas a dar talleres de poesía y carácter. Son algunas de las muestras que nos permiten determinar la iniciativa ya no solo como novedosa y singular, sino como exitosa. Es, de entre todos, el ejemplo más patente de cómo las artes contribuyen a la forja del carácter del educando.

NOTAS

[1] https://es.statista.com/estadisticas/1287910/suscriptores-de-los-principales-servicios-de-streaming-de-video-del-mundo/

[2] Singer, P. W. (2010). Meet the Sims… and Shoot them.

Consultor educativo. Profesor de ESO y Bachillerato. Máster en Crítica de la Cultura por la Universidad Carlos III y en Educación del Carácter en UNIR.