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Portugal parece haber entrado en una etapa de crecimiento acelerado y de estabilidad política. Tras diez y seis años de altos y bajos, una revolución militar, varios gobiernos socialdemócratas y otros de coalición, el país experimenta ahora con éxito evidente la cohabitación «desde el centro» (un presidente de la República de centro-izquierda y un primer ministro de centro-derecha) y un espectacular desarrollo económico. NUEVA REVISTA dialogó largamente sobre estos y otros temas con el jefe del Gobierno portugués, Aníbal Cavaco Silva, dirigente del PSD (Partido Social Demócrata) y economista de gran prestigio internacional.

Pregunta. Portugal parece estar de moda en Europa. ¿Asistimos tal vez al comienzo de una nueva era? ¿Concluyó ya la excepcionalidad nacida en la llamada «revolución de los claveles»?

Respuesta. Desde luego, la vida portuguesa ha cambiado enormemente en estos últimos cinco años, tras el ingreso en la CE. Hemos entrado en la normalidad. Pero nada de esto hubiera sido posible sin la creación previa de un clima de estabilidad política. Hoy Portugal camina hacia la modernidad, se aproxima a los niveles de desarrollo comunitario, Había quienes creían que la adhesión a la CE sería catastrófica para las empresas portuguesas, que no resistirían. Ocurrió lo contrario. Asumieron el desafío, han respondido perfectamente. La economía portuguesa ganó en competitividad y los resultados están a la vista: en los últimos años hemos alcanzado la tasa más elevada de crecimiento de la CE (4% desde 1987, 5% el año pasado), la inversión extranjera aumentó de forma imprevisible (15% de tasa anual), las exportaciones crecieron a un ritmo no inferior que las importaciones, etc.

Reformas

P. Pero esto, imagino, no se logró de golpe ni sin contradicciones y retrocesos…

R. No, no fue fácil. Hubo que imponer ciertas medidas que exigían decisión y que eran claramente impopulares: un nuevo sistema fiscal, nuevas leyes agrarias, nuevas ordenanzas para el sistema financiero, reducción del peso del Estado mediante un plan de privatizaciones, leyes laborales remozadas, apertura de casi todos los sectores a la iniciativa privada, aceptación generalizada, en fin, de los mecanismos del mercado. Estas cosas son mucho más fáciles de anunciar como argumento electoral que de llevarlas a la práctica.

P. ¿Hay, pues, más confianza ahora que antes de estas reformas?

R. Sí, Ja sociedad portuguesa en el pasado confiaba poco en sus potencialidades. El punto de partida para este cambio fue, como queda dicho, la adhesión ai Mercado Común. Pero no hubiera podido alcanzarse ni siquiera este punto sin que previamente cambiaran las mentalidades…

P. Es obvio que su Gobierno gozó del apoyo del presidente de la República. La cohabitación ha funcionado en Portugal…

R. Claro, la estabilidad política debe mucho a la cohabitación entre un Gobierno socialdemócrata y un presidente socialista que no hizo la guerra al partido ganador de las elecciones y que cumplió estrictamente la Constitución, Nuestra Constitución no es ya un texto presidencialista como en el pasado. Establece que es el Gobierno quien gobierna. y el presidente —que representa al Estado, a la nación— tiene poderes sólo en momentos de crisis nacional, lo que no ha sido el caso en estos años. Este Gobierno decidió asumir sus responsabilidades aun cuando éstas no eran fáciles o cuando sus decisiones eran impopulares. Incluso ahora, ante la perspectiva de las elecciones presidenciales (1991), estoy dispuesto a mantener esta forma de gobernar: no voy a hipotecar el futuro del país por conveniencias electorales ni a deshacer el trabajo de cinco años para buscar votos.

¿Qué Europa?

P. Portugal está ya en la CE y apuesta por la construcción europea. Pero ¿qué Europa? Porque los últimos acontecimientos no ayudan precisamente a aclarar las cosas…

R. Es obvio que Europa, la Europa de los Doce, debe re-examinar sus opciones ante los grandes cambios producidos tanto en el Este como en su interior. Hablo, naturalmente, de la reunificación alemana. El Pacto de Varsovia ya no es una amenaza, la URSS ya no es la superpotencia que puede atacar en cualquier momento…

P. Eso debe explicárselo al Sr. Cunhal, secretario del PC portugués, porque, al parecer, todavía no lo sabe…

R. Espero que lo vaya entendiendo poco a poco… Como le decía, todos estos cambios han influido y seguirán influyendo sobre la arquitectura europea, sobre tos mecanismos y esquemas ahora vigentes. Creo sinceramente que la Europa comunitaria está llamada a ser el «núcleo duro» de Europa y que este «núcleo» atraerá a los otros países —europeos o no— de la periferia.

P. ¿Debe alargarse la Europa de los Doce?

R. Creo que el momento actual no es el más adecuado. Estamos en una etapa de integración, de profundización. Sería un error ampliar el número de miembros, como lo sería también una «Europa a dos velocidades». Europa no puede ser sólo un espacio donde se practique la libre circulación de mercancías, ciudadanos y capitales. Debe ser también un ámbito de cohesión económica y social. De solidaridad

P. Así pues, la «fortaleza europea»…

R. Tampoco. La CE no debe estar cerrada para siempre. Tendrá que ser un «club abierto» que pueda recibir en el futuro — pero no inmediato— a otros países. No excluyo que esto pueda producirse. Pero en las actuales circunstancias representaría un paso atrás. Ha costado mucho trabajo alcanzar algunas cotas de cogestión de la soberanía y cada país que se adhiriese ahora encontraría un grado de integración muy profundo: hay o habrá muy pronto ya un mercado único, caminamos hacia la integración financiera, la cooperación política es una realidad en algunos capítulos de la vida internacional… De modo que quien llegase ahora a la CE tendría que estar preparado para recibir —y asumir— este activo elaborado a lo largo de muchos años…

P. Esta actitud podría confundirse con cierta inflexibilidad exterior e… interior.

R. No, tal vez me expliqué mal. La flexibilidad es imprescindible en la construcción europea. Si deseamos consensuar nuestras decisiones en la CE, ningún país puede imponer su modelo…

P. El Reino Unido intenta hacerlo a veces…

R. Sí, pero después cede. Recuerde lo que ocurrió con la integración de la libra en el Sistema Monetario Europeo. Primero hubo rechazo, después reflexión, y ahora la libra forma parte del sistema. Hay que dar tiempo al tiempo…

P. Pero en realidad, ¿sabemos a dónde conduce todo esto?, ¿cuál será el objetivo final de esta construcción europea?

R. No, no sabemos cómo será definitivamente Europa. El proceso en el que estamos es diferente a otros- Cuando hablamos de la unión económica y monetaria conocemos cuál es el objetivo final: una moneda única, paridades fijas. Pero el proceso europeo en su globalidad es algo dinámico, que está en marcha. Sería catastrófico que desembocara en una identidad europea única que pusiera en causa las identidades nacionales, que son la gran riqueza de Europa.

P. ¿Hasta qué punto la Alemania unificada va a jugar un papel distorsionador en este proceso?

R. Alemania seguirá teniendo un papel importante en la CE. Yo espero, incluso, que sirva de motor. Pero debe aceptar también ser una voz entre otras once voces. En ese sentido, las declaraciones del canciller Kohl han sido muy claras: la Alemania unificada va a continuar cooperando con todos, ayudará a que Europa tenga un mayor peso en la escena internacional. Hay que esperar que la reunificación en modo alguno nos conduzca a situaciones que prevalecieron en los años cuarenta…

La OTAN

P. La OTAN, ¿sirve para algo en el momento actual?

R. Sí, por supuesto. Para mucho. Es, entre otras cosas, un foro privilegiado de diálogo entre Europa y los Estados Unidos. Y esto se ha demostrado muy recientemente durante la crisis del Golfo. Quedó claro que el vínculo estratégico entre los USA y Europa es fundamental.

P. Deberá, sin embargo, asumir nuevas funciones, reformarse…

R. La OTAN debe, entre otras funciones futuras, conducir las negociaciones de desarme y fiscalizar el proceso cuando éste se produzca, La Conferencia de Segundad y Cooperación en Europa (CSCE) debe ser también relanzada y convertirse en marco de seguridad para toda Europa, sin excluir a nadie. Será un marco en donde estarán la URSS y los USA, y en ciertos capítulos como la profundización de la democracia, el respeto a los derechos humanos o la resolución de conflictos regionales puede ser de gran utilidad. Pero en modo alguno sustituir a la OTAN.

P. ¿Puede la UEO (Unión Europea Occidental) ser algún dia un instrumento de seguridad para la Comunidad Europea, integrarse en la CE?

R. Ésa es la tesis del Gobierno italiano o de su ministro de Exteriores, De Michelis, que no siempre es lo mismo. La UEO es hoy también un foro para el debate y coordinación de ciertas cuestiones de seguridad que afectan a los países comunitarios, aunque tres de ellos no pertenecen a la organización (Grecia, Irlanda y Dinamarca). Yo sugiero la posibilidad de una articulación, de un diálogo entre la CE y la UEO. En la cumbre comunitaria de Dublín se reconoció la necesidad de dar más coherencia y unidad a la acción externa de los Doce…

P. La CPE (Cooperación Política Europea) es claramente insuficiente…

R. La separación actual entre las relaciones económicas externas de la CE y la CPE dificulta la existencia de una política exterior comunitaria. Los ministros de Exteriores tratan de la CPE en reuniones informales, y esto no favorece su eficiencia. Debe, sin embargo, avanzarse con prudencia en este terreno, sin caer en la utopía. Deben extenderse las áreas de tas políticas comunes, incluida la política externa común, pero sin pretender que de golpe la CPE sustituya a las políticas exteriores de los países que, por otra parte, pueden ser muy útiles para la propia CE. Por ejemplo, Portugal tiene una presencia política, social y económica en África Austral porque varios países de la región fueron sus colonias. ¿Deberá, por ello, subordinar su presencia a la política exterior común? Creo que no. Y lo mismo puede decirse de España en América Latina.

África

P. África parece la gran olvidada de los últimos años…

R. Tanto el Magreb como el África subsahariana están sufriendo, en efecto, las consecuencias de una focalización excesiva por parte europea en otras zonas. Es urgente que esto cambie. La CE debe favorecer la creación de espacios más integrados en el Magreb, por ejemplo. Y la ayuda no debe ser sólo de carácter comercial. El establecimiento de un diálogo especial con el mundo árabe favorece también nuestros intereses vitales. Por otra parte, tenemos también un deber de solidaridad con respecto al África subsahariana. A los portugueses nos une un cordón umbilical con muchos de estos países que ahora atraviesan una crisis espantosa…

P. ¿Para cuándo la paz en África Austral?

R. Tengo la esperanza de que muy pronto sea posible. Cuando conocí al presidente De Klerk (Sudáfrica) no había sido todavía elegido para ese puesto. Dije entonces a quien me quiso oír que De Klerk era capaz de llevar a cabo una «perestroika a la sudafricana», tan importante y arriesgada como la de Gorbachov. Creo que no me equivoqué. En Mozambique la proclamación del pluripartidismo facilita una solución negociada. Y en Angola, pese a todo, se está cada día más cerca de un alto el fuego definitivo…

P. En diversas ocasiones usted dijo que una de sus mayores satisfacciones había sido el relanzamiento de las relaciones con España. Y, sin embargo, su formación es anglosajona y conocía mal o poco España y los españoles…

R. Es verdad que yo me formé en Inglaterra y que incluso fui profesor universitario allí antes de volver a Portugal. Pero nunca comprendí las relaciones ibéricas, llenas de complejos y malentendidos. En la actualidad no hay razones objetivas que justifiquen la desconfianza entre los dos países y, de hecho, esta desconfianza ha desaparecido. España y Portugal forman parte de las mismas alianzas militares, políticas y económicas. Precisamente por eso tienen interés en, por ejemplo, coordinar sus posiciones. No podemos aceptar que se nos considere «países periféricos».

P. Los resultados de esta aproximación están a la vista…

R. Sí, el esfuerzo ha valido la pena. Nuestros empresarios, por ejemplo, consideran el mercado español como algo natural, próximo. Y los españoles miran con gran atención hacia Portugal, que se ha convertido en el primer destino de sus inversiones y en un excelente mercado también. En España se reconoce la importancia de la cultura portuguesa, y hoy escritores como Pessoa, Saramago, Lidia Jorge, Jorge de Sena y otros son conocidos y apreciados. Lo mismo cabe decir de nuestros arquitectos y músicos.

P. El fenómeno es extensible a toda Europa…

R. Sí, también en Europa se reconocen nuestros valores y hay cierta admiración por el gran cambio que en estos años se ha producido en Portugal. Pero que esto suceda en España resulta nuevo y… animador, porque nos separaba una historia bastante confusa y un montón de prejuicios. Creo, sinceramente, que gracias a una voluntad compartida hemos logrado superar todas estas trabas.

Periodista