Alberto Míguez

32 Publicaciones 0 COMENTARIOS
Periodista

El desasosiego de Mastrique

La reciente huelga del sector público en Alemania tuvo una virtualidad: sirvió para demostrar que e¡ país, hasta ahora espejo de relaciones laborales estables y orden productivo, está expuesto, como los demás, al vértigo del descontento y a la tentación de la protesta. Desde hace meses la incertidumbre y el desasosiego -son palabras de Felipe González- caracterizan la vida política de Europa occidental precisamente en un momento en que la región se vuelca en la ratificación de su futuro. Mal momento, sin duda, para proceder al estudio, discusión y ratificación populares del Tratado de Mastrique (Maastricht), telón de fondo de la construcción europea, a lo largo de los meses que restan hasta enero de 1993 cuando sea una realidad - o casi el mercado único. Italia, sin gobierno ni presidente de la República, parece haber entrado de nuevo en una etapa de turbulencias difícilmente comparable incluso con pasados episodios. En Francia la mayoría potencial -en la oposición- prepara las elecciones legislativas (dentro de 10 meses) que la llevará probablemente al gobierno mientras «giscardiarios» y «chiraquistas» se destrozan en batallas estériles sobre quién será el candidato a las presidenciales: «el país está bien, los franceses están mal» dijo hace poco Mitterrand. En Alemania el coste de la reunificación y el mar de fondo social se mezclan con las dificultades de un Canciller que parece haber agotado su proyecto mientras su más fiel aliado de otras épocas -el liberal Genscherabandona el barco. En España sindicatos y gobierno se enzarzan en la disputa de la cohesión y del «decretazo» mientras la derecha conservadora y liberal no sabe a quién ponerle una vela, si a la oposición sindical -que defiende tesis inaceptables para cualquier espíritu medianamente ilustrado- o al gobierno, cada vez más deteriorado e ineficiente. Sólo el Reino Unido, con su renovada mayoría conservadora, parece encontrarse en condiciones para enfrentar la reflexión de Mastrique. Pero será, inevitablemente, una reflexión incompleta porque, en principio. Major y sus amigos rechazan la implantación de una moneda única, espina dorsal del proyecto. El momento, en efecto, no es el mejor para que los europeos se vuelquen en la reflexión y la polémica sobre su futuro unido. Pero para éste y otros temas de similar importancia no hay momentos óptimos: siempre será demasiado temprano o, tal vez, demasiado (arde. De modo que este enorme esfuerzo de comprensión y análisis al que ahora deberíamos estar volcados (¿lo estamos?) con vistas a una ratificación generalizada en el horizonte de 1993, además de una obligación indeclinable se presenta también como una urgencia. Es difícil en estos momentos prever si parlamentarios u opinión pública de alguno de los países comunitarios se pronunciarán radicalmente en contra de los Tratados de Unión Política, Económica y Monetaria. Los casos de Irlanda y Dinamarca (donde, por cierto, el porcentaje de «sí» aumenta día a día) no parecen significativos para evaluar lo que piensan en su conjunto los europeos. El chovinismo francés de la derecha y la izquierda extremas (Le Pen. Chevenemem y Marchais del bracete) no parece capa/, de vencer...

El 92 de los franceses

Todo indica que América fue descubierta por los franceses, que Colón nació en Marsella y que la gesta del Descubrimiento fue subvencionada por el Capeto Carlos VII. Ningún estudio académico avala la hipótesis pero los hechos, que suelen ser más tercos, coinciden en que la fecha quimérica del 92 será de quien la trabaje y en esto nadie está igualando a los franceses, Seminarios, coloquios, exposiciones, números monográficos de revistas sesudas y de semanarios populares, y. sobre todo, libros, muchos libros sobre el V Centenario, el encuentro entre dos culturas o como quiera que diablos se llame a la conmemoración del viaje de Colón al Nuevo Mundo. Usted abre, por ejemplo, el diario «Le Monde» y se encuentra con un largo folletín sobre el viaje colombino. Visita una librería de cierta entidad y hay anaqueles y escaparates reservados al año mágico, a «Cristophe Colomb», a los Reyes Católicos. Ve la televisión y Pivot o Poivre de Arbor, monstruos sagrados del audiovisual culto, le dedican al Centenario emisiones, entrevistas a historiadores o literatos, celebrando en suma, la efemérides como si se tratara de una gesta propia. Algo que sería de agradecer - y se agradece- si no obligara a cierta enojosa comparación con lo que aquí, en la Península, se está haciendo en este terreno, el único en el que valdría ¡a pena volcarse para no convertir la conmemoración en lo que, desgraciadamente, lleva trazas de ser: una feria de charanga y pandereta en versión andaluza donde brillan por ausencia, como era de esperar, la reflexión, el estudio la investigación histórica. Primero fue el «1492» del inevitable Jacques Attali, consejero del presidente Mitterrand, actual presidente del Banco Europeo de Desarrollo -organismo imaginario creado con la sana intención de recuperar para la economía de mercado a rusos, uzbekos y demás familia- y pese a ello, escritor de mérito. La obra -traducida casi instantáneamente al español pero con distinto título para complicar más la cosa-, es un curioso experimento de cómo sin saber mucho de historia y algo de computación se puede escribir un texto original y hasta cierto punto, innovador, Attali utiliza un material desmenuzado por una legión de secretarios y meritorios para elaborar un fresco de lo que fue aquel año en España, en Europa y en el mundo. Al cabo de las cien páginas el lector se siente lógicamente un tanto fatigado de tanto sincronismo y tanta sabiduría computarizada, pero el ejercicio es relativamente sabroso. No hay una sola idea novedosa en el volumen, nada que pueda fascinar o trastornar al lector pero al final se termina aceptando que el ejercicio es inteligente y atractivo. El libro está todavía en las listas de éxitos y sigue vendiéndose como pan caliente. No estoy seguro de que una obra como la de Attali tuviera el mismo éxito en España donde lo que priva es la biografía garbancera de un personaje de la jet o los manuales instantáneos para ser feliz, gozar en la cama, hablar en público o curarse la paranoia. Vino después otro...

La amenaza del sur

«¿Cuándo aprenderán los árabes a votar?», se preguntaba recientemente con cierta displicencia Peter David, redactor jefe de «The Economist», Esa misma pregunta se hicieron en las últimas semanas muchos intachables demócratas tras haber conocido el resultado -nada sorprendente, por cierto de las elecciones legislativas argelinas, «las primeras en libertad» después de treinta años de independencia. «Dos de cada tres votantes, escribió Jean Daniel, han utilizado la libertad para renunciar a la libertad». Frase sin duda lapidaria y no muy exacta pero que expresa la inquietud y, desde luego, el malhumor de los medios occidentales ante una reacción tan esperada como explicable. Eso explicaría la segunda fase de esta reacción, la esperanza, cuando no la sugerencia, de que las fuerzas armadas tomasen en sus manos de nuevo - y como casi siempre- los destinos del país para impedir que los islamistas llegasen al poder o lo compartiesen, instalando finalmente un Estado Islámico, la «charía» como jurisprudencia suprema, el velo para las mujeres y la lapidación para las adúlteras. Gracias a Allah o a Yavé los militares argelinos escucharon atentamente la sugerencia y el país se encuentra de nuevo en una etapa «de receso» político para nada excepcional -aunque el «estado de excepción» esté en vigor- porque eso es precisamente lo que vino sucediendo desde la independencia. El lobo vegetariano Tal vez no valga la pena realizar ningún tipo de análisis prospectivo porque el futuro sigue siendo tan incierto en Argelia como ¡o es en casi todos los países del Magreb, con alguna excepción. La tutela militar no excluye el estallido como pudo verse en octubre de 1988 cuando miles de jóvenes «airados y ociosos», como los calificó la prensa única del entonces partido único, salieron a la calle y se enfrentaron con el ejército. Balance: varios cientos de muertos, tal vez miles porque nunca se sabrá. Tras la masacre el poder concedió reformas constitucionales y el presidente-coronel Chadli Benyedid aprovechó la oportunidad para hacerse re-elegir {con el 81.17% de los votos, no faltaría mas) por un período de cinco años. Algo más de un año después, en septiembre de 1989 el gobierno reconoce la existencia legal del FIS que con indudable coraje y oportunismo se había colocado al frente de los rebeldes urbanos meses antes. Era una forma un tanto inocente de canalizar los impulsos de la revuelta mediante el juego parlamentario y de reducir la gravedad de la fractura política producida en el país a causa principalmente del dogmatismo, la corrupción y la incompetencia del partido único, el FLN, convertido en una mafia de aprovechados. Militares y civiles de la oligarquía gobernante intentaron inventar un lobo vegetariano mediante una ramplona ingeniería genética. La ilusión intelectual concluyó cuando el 12 de junio de 1990, algunos meses apenas después de su legalización los islamistas barren en las elecciones locales. El poder no escarmentó y al me s siguiente , el coronel presidente convertid o e n el gran democratizados gran reformador, gran modernizador, siguió avanzando por la senda de la Constitución recién implantad a y convocó...

Yugoslavia. La impotencia europea

En pleno corazón de Europa una guerra civil hace estragos. Las fronteras de dos años son hoy papel mojado y lo que fue antaño Yugoslavia ha dejado de existir aunque sus embajadores sigan en la ON U y el ejército federal (¿tal vez serbio?) dispare a matar. avance, retroceda, declare el alto el fuego y lo viole cinco minutos después. Es ya una frase hecha el mínimo papel que ha jugado, está jugando y puede jugar Europa Occidental (la de los Doce, el resto es todavía una oscura e improbable nebulosa) en el conflicto. Se utiliza la frase para demostrar hasta qué punto )a quimera de una política exterior común es solamente eso y hasta qué punto también una política de seguridad compartida parece urgente. En el proceso de autoflagelación periódica al que los europeos solemos dedicarnos, la clamorosa ausencia en la guerra del Golfo y la impotencia ante la masacre yugoslava, son paradigmas inevitables. El frágil equilibrio Nadie puede afirmar sin mentir que la CE no hubiese intentado frenar la guerra civil en Yugoslavia por insensibilidad o indiferencia. Desde el primer momento los representantes de los Doce tocaron a rebato ante un incendio que se extendía. En todas las reuniones de ministros de Exteriores, de directores políticos, o de altos funcionarios, se trajo a colación el conflicto y se arbitraron métodos para reducirlo. Primero, mediante el envío de observadores que se limitaron a hacer lo que pudieron, es decir, a observar e informar a los gobiernos comunitarios y a ¡a Comisión de lo que allí pasaba. Y lo que pasaba era que el problema resultaba tan antiguo y tan profundo que aparentemente no había para él salida inmediata. Sólo la negociación entre los contendientes en el marco de una organización continental (la Comunidad) podía facilitar las cosas. La conferencia de paz presidida por una personalidad tan eficiente y prestigiosa como lord Carrington debiera haberse encargado de racionalizar los problemas de todo tipo (culturales, étnicos, religiosos, políticos y económicos) que allí se ventilaban, identificándolos primero y ubicándolos después en la comunidad de intereses que, pese a todo, sigue uniendo a los pueblos de lo que fue Yugoslavia. Se trataba de encontrar en la negociación el frágil equilibrio que hiciera callar a las armas y permitiera hablar a los pueblos o a sus representantes, que a veces no es lo mismo, Pero tampoco eso fu i posible, entre otras razones porque la burocracia asfixiante del propio proyecto de negociación —copia milimétrica de la CSCE—, las rivalidades y diferentes percepciones de los «tres grandes europeos» (Francia. Alemania y Reino Unido), los dispersos intentos de arbitraje unidos a los apoyos selectivos prestados bajo cuerda a los contendientes, impidieron que Europa hablase, como todos al parecer deseaban, con una sola voz. El ruido y la furia Pero aun sí esta voz hubiera sido única e inteligible, respetada y responsable, ¿habría servido para algo? La historia de los últimos meses en la guerra civil yugoslava está llena de treguas que nadie respeta, documentos que nadie honra, promesas que...
Nueva Revista

Africa. la hecatombe silenciosa

Cuentan que un general mexicano contemplaba el paisaje tras la batalla y alguien comentó el número de bajas. «Qué muertos ni muertos, apenas muertitos, porque ¡para cadáver el de Benito Juárez!», murmuró el milico. En los últimos meses el mundo asistió en directo a la muerte de miles de personas, servida en las noticias de la mañana o de la cena. Vimos fascinados el primer bombardeo de Bagdad como una noche de Navidad iluminada por la muerte, los cadáveres calcinados de los soldados iraquíes, los cuerpos de niños, mujeres, ancianos masacrados en refugios seguramente civiles, a los kurdos huyendo de Saddam y las fosas comunes donde los guerrilleros (también kurdos) enterraron a los supuestos sicarios del dictador. Todos, sin excepción, repetimos que nada hay peor que la guerra, porque acaba con vidas inocentes indiscriminadamente. Reflexiones de este jaez forman parte det arsenal pacifista que todo buen ciudadano debe llevar consigo. La guerra del Golfo se caracterizó precisamente porque todo se hizo limpiamente, desde sofisticados cuarteles generales, con armas «inteligentes» y sin mancharse las manos, apenas la mirada. De modo que la muerte lejana, en directo o revisada por la censuia (militar, por supuesto), ha dejado de ser escandalosa. Está ya en nuestra vida cotidiana junto con los tornados en Bangladesh, el cólera en Perú y la cocaína de Maradona. Mientras se hacía la macabra contabilidad de todas esas muertes, y, según las fuentes, no se sabía muy bien si eran cíen o ciento veinte mil los que cayeron en la guerra, si cincuenta o cien mil los que murieron en el éxodo kurdo, alguien deslizó durante un coloquio de TF-1, la cadena francesa de televisión con más audiencia, una cifra simplemente aterradora: mientras en Kuwait, Irak y el Kurdistán morían tantos inocentes en una ceremonia transmitida en directo, por diversas y horribles causas, en Sudán, Etiopía. Somalia y Mozambique habían muerto, en el mismo lapso de tiempo, más del doble, pero nadie se acordaba porque fallecieron por causas naturales, es decir, por hambre. Guerras olvidadas África subsahariana lleva trazas de convertirse en un lugar de hecatombes silenciosas sobre las que nadie habla, a las que ningún organismo internacional se refiere con la misma compasión que si se produjeran en otras latitudes, En los actuales momentos hay guerras abiertas o secretas en Sudán. Etiopía, Somalia, Angola, Mozambique, Mali, Sahara Occidental, Liberia y otros países donde coexisten fuerzas regulares e irregulares con bandidos, terroristas o guerrillas de dudosa intencionalidad política. Hay guerras terribles e ignoradas como la de Somalia, en cuya capital. Mogadiscio. ha muerto casi la mitad de sus pobladores, o Liberia, donde etnias opuestas durante siglos eliminan a otras en nombre de extraños principios políticos e ideológicos. Hay países como Etiopía en los que el remedio (el triunfo de las diferentes guerrillas, separatistas, islámicas, tribales) puede ser incomparablemente peor que la enferme dad (el régimen marxista del sargento Mengistu Haile Mariam). O enfrentamientos larvados como el que en cualquier momento puede oponer a «blancos» (moros) mauritanos contra «negros» también mauritanos aunque de origen...

Ayudar a la URSS

Recientemente se publicó en la URSS, Estados Unidos y Francia un libro significativamente titulado ¿Debemos ayudar a los rusos?, en el que varios economistas liberales soviéticos (y, por tanto, disidentes) se pronunciaban sobre la urgencia, la necesidad y la conveniencia de una ayuda directa por parte de Occidente como prueba de solidaridad con los cambios impulsados por Mijaii Gorbachov y su perestroika. La respuesta casi unánime de estos economistas era simplemente «no»: mientras la Unión Soviética y sus Repúblicas no se comprometan en una verdadera reestructuración política y económica, la ayuda occidental «ciega» servirá solamente para mantener el sistema que condujo al país a una situación crítica. De modo que el mejor modo de ayudar a los rusos puede ser, paradójicamente, no ayudarlos. La edición francesa de este libro singular se abre con una introducción del economista y escritor francés Guy Sorman, del que publicamos algunos extractos: «En diciembre de 1990, Mijail Gorbachov declaraba ante el Congreso de los Diputados: "La propiedad privada de la tierra será inmoral; estableció la dominación de los ricos sobre los pobres". La perestroika no es, pues, el abandono del socialismo, sino la creencia ilusoria de que el socialismo puede hacerse eficaz al precio de algunas reformas de detalle». «La ayuda occidental será entregada a las autoridades soviéticas y distribuida por las milicias, el KGB o el ejército, según criterios que, evidentemente, no serán morales, sino de servidumbre política. Pues —y esto es lo esencial— ¡no se muere de hambre en la URSS! ¡No se muere por falta de cuidados! Se muere por la injusticia del sistema, por la desigualdad ante el poder político. ¡Seamos más explícitos! No todos los soviéticos hacen cota ante los almacenes vacíos, no todos los soviéticos están sometidos a racionamiento, no a todos los soviéticos les faltan medicamentos. La penuria no afecta más que a algunos de entre ellos, relacionados por el sistema». «La URSS actual no es una democracia, sino un despotismo atemperado por la anarquía. No es una economía libre, sino un Estado omnímodo atemperado por el mercado negro. ¿Por qué un futuro Gobierno sería necesariamente peor que el actual, salvo para idealizar absurdamente lo que existe hoy? Se puede ser escéptico respecto del argumento según el cual el sucesor de Gorbachov sería peor que él. ¿En qué está garantizado?,^^ se puede imaginar, por el contrario, un sucesor que liberase de la tutela de Moscú a las naciones que constituyen el imperio soviético? ¿No se puede esperar de un sucesor que interrumpa la producción delirante de armas ofensivas que no han cesado de fabricar las fábricas soviéticas desde el principio de la perestroika? ¿No cabe esperar que un sucesor renuncie por las buenas al socialismo, lo considere irreformable e introduzca al país en la vía capitalista?» «Las soluciones liberales para la URSS pasan por la restitución de la propiedad al pueblo, por la libre iniciativa de los individuos; en una palabra, por el capitalismo. Los liberales en la Unión Soviética son auténticos revolucionarios, adeptos de una revolución liberal única, según ellos, que...

Portugal: el impacto europeo

Portugal parece haber entrado en una etapa de crecimiento acelerado y de estabilidad política. Tras diez y seis años de altos y bajos, una revolución militar, varios gobiernos socialdemócratas y otros de coalición, el país experimenta ahora con éxito evidente la cohabitación «desde el centro» (un presidente de la República de centro-izquierda y un primer ministro de centro-derecha) y un espectacular desarrollo económico. NUEVA REVISTA dialogó largamente sobre estos y otros temas con el jefe del Gobierno portugués, Aníbal Cavaco Silva, dirigente del PSD (Partido Social Demócrata) y economista de gran prestigio internacional. Pregunta. Portugal parece estar de moda en Europa. ¿Asistimos tal vez al comienzo de una nueva era? ¿Concluyó ya la excepcionalidad nacida en la llamada «revolución de los claveles»? Respuesta. Desde luego, la vida portuguesa ha cambiado enormemente en estos últimos cinco años, tras el ingreso en la CE. Hemos entrado en la normalidad. Pero nada de esto hubiera sido posible sin la creación previa de un clima de estabilidad política. Hoy Portugal camina hacia la modernidad, se aproxima a los niveles de desarrollo comunitario, Había quienes creían que la adhesión a la CE sería catastrófica para las empresas portuguesas, que no resistirían. Ocurrió lo contrario. Asumieron el desafío, han respondido perfectamente. La economía portuguesa ganó en competitividad y los resultados están a la vista: en los últimos años hemos alcanzado la tasa más elevada de crecimiento de la CE (4% desde 1987, 5% el año pasado), la inversión extranjera aumentó de forma imprevisible (15% de tasa anual), las exportaciones crecieron a un ritmo no inferior que las importaciones, etc. Reformas P. Pero esto, imagino, no se logró de golpe ni sin contradicciones y retrocesos… R. No, no fue fácil. Hubo que imponer ciertas medidas que exigían decisión y que eran claramente impopulares: un nuevo sistema fiscal, nuevas leyes agrarias, nuevas ordenanzas para el sistema financiero, reducción del peso del Estado mediante un plan de privatizaciones, leyes laborales remozadas, apertura de casi todos los sectores a la iniciativa privada, aceptación generalizada, en fin, de los mecanismos del mercado. Estas cosas son mucho más fáciles de anunciar como argumento electoral que de llevarlas a la práctica. P. ¿Hay, pues, más confianza ahora que antes de estas reformas? R. Sí, Ja sociedad portuguesa en el pasado confiaba poco en sus potencialidades. El punto de partida para este cambio fue, como queda dicho, la adhesión ai Mercado Común. Pero no hubiera podido alcanzarse ni siquiera este punto sin que previamente cambiaran las mentalidades... P. Es obvio que su Gobierno gozó del apoyo del presidente de la República. La cohabitación ha funcionado en Portugal... R. Claro, la estabilidad política debe mucho a la cohabitación entre un Gobierno socialdemócrata y un presidente socialista que no hizo la guerra al partido ganador de las elecciones y que cumplió estrictamente la Constitución, Nuestra Constitución no es ya un texto presidencialista como en el pasado. Establece que es el Gobierno quien gobierna. y el presidente —que representa al Estado, a la nación— tiene poderes sólo en momentos de crisis nacional, lo que no...

Para acabar de una vez con el ladron de Bagdad

Cada hora que pasa, la llamada crisis del Golfo cambia, se complica. De modo que escribir sobre ella resulta un ejercicio un tamo gratuito, casi una provocación. Lo que se dijo ayer puede ser, hoy, una majadería. Son malos tiempos para los profetas, los agentes de inteligencia, los estrategas, los pacifistas y los astrólogos. Hacen su agosto, en cambio, los vendedores de armas, tas compañías petroleras, los agentes de cambio y bolsa, los diplomáticos antaño ociosos, los fanáticos de toda laya. El apocalipsis (regional) puede ser mañana. O puede, simplemente, no ser. Al principio, apenas una invasión. En cuatro horas las hordas de Nabucodonosor redivivo se hicieron con la situación. Claro que la mitad de la población de Kuwait estaba de vacaciones en la costa Azul, en Marbella, en Londres o en California. La población «legal» (los ciudadanos), porque el resto, la real, no contaba. Ahora empieza a contar. Irak se tragó Kuwait como el caimán a la mariposa. Invasión y anexión. Un extraño gobierno militar sustituyó al emir y a su familia. Al cabo de unos días se produjo la «unificación» a la mayor gloria de Saddam Hussein que entonces era, ya, «Satán». Nadie o casi nadie fuera del mundo árabe aplaudió. Algunos la explicaron, hubo quien la justificó por la corrupción, la insultante riqueza, el despilfarro del emir y sus conciudadanos. Sólo los palestinos, los beduinos jordanos y los fundamentalistas salieron a la calle, regocijados. ¿Había nacido un nuevo «Rais»? El mundo, casi todo el mundo, también estaba de vacaciones, de modo que la expedición sin retorno agarró a todos desprevenidos. No hubo satélites espías, ni grandes agencias de espionaje, ni observadores y expertos que lo hubiesen previsto. Occidente estaba en calzoncillos. O en traje de baño, tomando el sol. Hasta para organizar un zafarrancho se necesita un plazo razonable. De modo que la respuesta militar —preventiva— y la reacción diplomática —retrospectiva— empezaron con retraso. Cuando los tanques de Saddam penetraron en ta tierra de nadie con Arabia Saudita (o Saudí: los académicos se afanan en resolver esta duda fundamental) se produjo un nuevo escalofrío. «El ladrón de Bagdad» no parará hasta llegar a la Meca, se dijo. Pero, ¿era la «Meca» de Saddam, precisamente, la Meca o era el petróleo? Súbitamente también Saddam se convirtió en protector de los santos lugares musulmanes. Saddam el laico, el revolucionario, el enemigo acérrimo de imanes y clérigos, de barbas y abluciones, helo aquí transformado en un nuevo Jomeini sunnita. Los árabes, como siempre a la greña. La guerra iba a ser un paseo militar, se decía. Como en Panamá: en tres horas, concluida, Pero Saddam no es Noriega. Ni Irak el país del canal. Saddam tiene 5.000 tanques, varios miles de misiles con carga química y radio de acción considerable, casi un millón de hombres, mejor o peor preparados, pero en pie de guerra... Saddam puede ser el «nuevo Hitler», pero no se parece a un traficante de drogas ni a un corrupto notorio. Las masas árabes (esa abstracción para uso de Arafat...) lo apoyan porque odian a Occidente, a Estados Unidos, al infiel......

Pujol se apunta a la crisis

En las Elecciones Municipales y Autonómicas de 1995 se han superpuesto dos planos políticos muy diferentes: la propia elección de alcaldes y diputados autonómicos y la consideración de que estas elecciones debían servir para resolver o enfocar la crisis política que vive el país mediante el ejercicio legítimo y democrático de una moción de censura colectiva dirigida al partido gobernante causante de la situación. El Partido Socialista y sus coaligados CIU y PNV han sido defensores de la primera tesis, y el PP e IU de la segunda. Al final, el Partido Popular ha impuesto su postura política capitalizándola en las grandes ciudades y en determinados sectores de núcleos urbanos y/o industriales importantes, y el Partido Socialista ha extendido su criterio en localidades medianas y muy especialmente en los pequeños núcleos rurales. Estos son los dos prismas que han combatido duramente durante toda la campaña. El Partido Socialista ha realizado una campaña muy selectiva reforzando sus puntos fuertes: núcleos rurales donde la perspectiva de la gestión del alcalde referencia el voto, y determinados centros de poder con fuerte contenido simbólico (p.ej.: Barcelona, La Coruña, Gijón, Comunidad Autónoma de Extremadura, Castilla-La Mancha y Asturias), o en los que se ha hecho una buena gestión (p.ej.: el cinturón industrial de Barcelona). La campaña del Partido Popular ha sido más general, con un mensaje más unitario y homogéneo, sin fisuras, dirigido a todos los españoles. Conviene recordar que el PSOE empezó la campaña intentando crear una contraposición "demócratas franquistas"; luego otra "ricos-pobres"; vulneró el pacto de las pensiones utilizándolo en campaña, decidió que el Partido Popular iba a bajar los impuestos a los ricos y asimismo denunció que ese Partido se disponía a implantar el despido libre. En la recta final de campaña, sin embargo, Felipe González pidió el voto de la izquierda real para agruparlo en torno al PSOE, y remarcó que se elegía el alcalde de la ciudad y no otra cosa. La polémica generada el día después de las elecciones, al hilo de las consideraciones voto urbano (PP) /voto rural (PSOE) no es del todo cierta, ya que en muchos núcleos rurales la gente mayoritariamente ha votado la gestión del alcalde que ya era en muchos casos del PSOE. Por contra, permanecen alcaldes como Francisco Vázquez en La Coruña y Cuerda en Vitoria, y no hay demasiadas dudas de que en unas elecciones generales -o incluso autonómicas- ganarían el Partido Popular en La Coruña y la suma del Partido Popular y de Unidad Alavesa en Vitoria, tal y como ya se ha producido en las últimas consultas. La campaña de IU, por último, no debe tomarse en consideración: se desconoce si ha existido realmente o si ha sido una contracampaña dedicada a relatarnos las excelencias de la Revolución del 17. El Partido Popular puede gobernar en 39 capitales de provincia y en 9 Comunidades Autónomas, ya que en Asturias es muy improbable. En 1979, el Partido Socialista, a través de los denominados "Pactos Municipales de la Izquierda", logró el gobierno de las grandes ciudades y...

Mexico, la insoportable levedad del peso

Alberto Míguez La crisis del peso con que se cerró el año y se abrió 1995 constituyó el fin del sueño mejicano, una quimera sabiamente alimentada durante su sexenio por Salinas de Gortari y cuyos frutos recoge ahora su hijo clónico, el novato presidente Ernesto Zedillo. Definitivamente, los fines de año no le sientan bien a México y a los mejicanos. Cuando rompía aguas 1994, en el Estado de DChiapas, uno de los más pobres del país, un grupo hasta entonces desconocido el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLNse alzó en armas pidiendo pan, tierra y libertad. Horas después entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá, que consagraba según el presidente Salinas de Gortari y sus amigos la entrada de México en la modernidad y su salida del Tercer Mundo. A lo largo de los doce meses siguientes el país vivió en el filo de la navaja: fueron asesinados el candidato presidencial del PRI (semipartido único), Luis Ronaldo Colosio, y su secretario general, José Francisco Ruiz Massieu; altos cargos del partido fueron acusados de la segunda de esas muertes, el EZLN siguió campando por sus respetos en Chiapas y se celebraron elecciones presidenciales y para gobernadores, en las que, como estaba previsto, ganaron de nuevo los oficialistas. Como escribió un conocido analista francés, el país pasó en unos meses de la envidiable estabilidad a la radical imprevisibilidad. Y eso se produjo precisamente en un ambiente de fin de reino, cuando Salinas, el reformador, hacía las maletas. Pero todos estos hechos, con ser graves, fueron incomparablemente menos trascendentes para el futuro del país que la crisis del peso con que se cerró el año y se abrió 1995. Para algunos, lo ocurrido entre el 22 y el 31 de diciembre de 1994 constituyó el fin del sueño mejicano, una quimera sabiamente alimentada durante su sexenio por Salinas de Gortari y cuyos frutos recoge ahora su hijo clónico, el novato presidente Ernesto Zedillo. Salinas intentó marchar por la senda que su antecesor, Miguel de la Madrid, había iniciado en el terreno de la liberalización económica: alineó el peso con el dólar norteamericano, abrió la economía a los mercados internacionales e inició un ambicioso programa de privatizaciones. Las consecuencias no se hicieron esperar: en menos de seis años la inflación pasó del 130% anual al 10%, el déficit público se redujo espectacularmente, la deuda externa se aligeró y afluyeron las inversiones extranjeras, sobre todo las norteamericanas. Claro que muchas de estas inversiones tenían mas que nada carácter especulativo. En 1992, la economía mejicana había adquirido una velocidad de crucero que la mayoría de los países iberoamericanos a excepción de Chile envidiaban: estabilidad monetaria, crecimiento acelerado del PIB (entre el 3 y el 4% año), baja inflación, deuda externa controlada, déficit público en descenso, etc. Claro que estaba la otra cara de la moneda: el milagro mejicano tenía altísimos costes sociales. Una parte importante de la población (40 millones sobre un total de 85) vivía y vive en...

Breve glosario del milagro chino

Un experimento decisivo Breve glosario del milagro chino Por Alberto Míguez "Enriquecerse es glorioso" - Deng Xiaoping Hubo el milagro alemán y después, dicen, el español. A finales de este siglo parece haberle llegado el turno a China. Con la diferencia de que aquí es un cuarto de la humanidad la que está comprometida en esta inmensa mutación: Halgo parecido a que Japón, Estados Unidos, la exUnión Soviética y Europa Occidental, juntos, iniciaran un cambio cualitativo y cuantitativo, económico y social de dimensiones hasta ahora inéditas. A lo largo de un reciente viaje por China (era mi quinta visita al eximperio del Centro) garabateé estas notas que ahora ofrezco en forma de glosario. Mao. El Mausoleo donde está la momia de Mao, en la plaza de Tian Anmen de Pekín, se abre irregularmente: nadie sabe cuándo ni porqué. Apenas algunos turistas curiosos y contados chinos se acercan al espantoso pegote stalinista donde se rinde culto sin entusiasmo al Gran Timonel. A la entrada de la Ciudad Prohibida sigue colgado el gran retrato del dictador, como viene sucediendo desde 1949, cuando el Ejército Rojo entró en Pekín. El discurso oficial sobre Mao es más estadístico que político: acertó en un 70% y se equivocó en un 30%. En realidad el porcentaje de sus errores supera el 90%. Mao fue un tirano sanguinario y desde 1952 sólo cometió errores que costaron millones de víctimas. Pero en China nos gusta honrar a los antepasados, me dijo el señor Huang, un alto funcionario del partido (comunista) insólitamente locuaz y sincero tras varios muchos brindis con Maotai, el contundente licor chino, parecido al orujo gallego. El tenebroso recuerdo de Mao está desapareciendo gracias a la labor incansable y paulatina de sus sucesores ya que no herederos que lo recuerdan con auténtico horror, aunque dan a entender que lo veneran. Sucesión de Deng. Desde hace varios años la sucesión de Deng Xiaoping está abierta. El viejecito espera la muerte jugando al bridge con uno de sus confidentes y con su hija, Deng Rong, cuyo poder en China es enorme. De vez en cuando protagoniza breves salidas públicas la última fué el pasado enero o hace saber qué rectificaciones deben aplicarse al plan de reforma y modernización. Pero sigue siendo el dueño absoluto de China como lo fué Mao, aunque utilice mañas diferentes. Varios son los aspirantes a la sucesión del Pequeño Timonel para diferenciarlo del Gran Timonel que era Mao, según sus turiferarios. En primera línea de salida se encuentran Jiang Zemin (Presidente de la República, secretario general del partido, presidente de la poderosísima Comisión militar del Comité Central) y Li Peng, primer ministro, más conocido como el Carnicero de Tian Anmen por ser directamente responsable de la masacre de los estudiantes. En el segundo escalón se dibujan dos personalidades diferentes y de gran relevancia: Zhu Rongji, superministro de Economía (el López Rodó chino, según un chusco) y el misterioso Qiao Shi, presidente de la Asamblea Nacional y hasta hace poco, jefe del espionaje y de la policía. Una pléyade de aspirantes de tercera...

Entrevista con el primer ministro de Argelia

Mokdad Sifi fue nombrado primer ministro por el presidente Liamín Zeroual, el pasado 11 de abril. -Alberto Míguez: Recientemente ha visitado Vd. algunos países europeos entre ellos Italia, Francia y España. ¿Con qué objetivos?. -Mokdad Sifi: Argelia ha puesto en marcha un proceso de estabilización en el campo político y económico. Nuestros importantes vínculos con estos países hace que sus dirigentes tengan una lógica curiosidad por conocer cuáles son las reformas que estamos intentando llevar a cabo. Esta es la principal razón de estas visitas: explicar la realidad de lo que nos jugamos tanto en el plano económico como en el político. Los contactos que mantuve en estos tres países han sido muy satisfactorios y estoy convencido de que esa es también la opinión de mis interlocutores. Hubo coincidencias sobre lo que estamos haciendo y solidaridad con el proyecto de reforma argelino. -A.M.: También recientemente ha visitado Vd. Arabia Saudita y Egipto. ¿Encontró en estos países idéntica solidaridad con este proyecto? ¿Cuál es la posición de los países del Golfo sobre el proceso de estabilización y reformas que están llevando a cabo? -M.S.: Tanto Arabia Saudita como Egipto y los países del Golfo, lo apoyan y son conscientes de que lo que ocurre en Argelia les concierne. Estas visitas a las que Vd. se refiere fueron muy satisfactorias. Las declaraciones de los dirigentes de los países del Golfo han reflejado este apoyo. -A.M.: ¿En qué consiste la actual reforma del régimen argelino para superar la crisis y estabilizar la situación? -M.S.: El presidente Zeroual ha convocado y sigue convocando a todos los partidos, organizaciones profesionales, personalidades o sensibilidades políticas que rechazan la violencia a un diálogo nacional que conduzca a unas elecciones democráticas tras un período de transición de tres años que podría incluso acortarse si la estabilidad política y económica se lograse antes. El diálogo no excluye a nadie y exige, como única condición, que las personas u organizaciones que intervengan en él rechacen con claridad la violencia y el terrorismo. El objetivo final son unas elecciones democráticas y libres en las que el pueblo argelino pueda expresarse claramente sobre el modelo de sociedad que desea. -A.M.: ¿Podrán participar en este diálogo los islamistas o el Frente Islámico de Salvación (FIS)? -M.S.: El diálogo no excluye a nadie con tal que quienes quieran participar dejen claro que la violencia no es el método para alcanzar el poder. Y en el Consejo Nacional de Transición instalado recientemente como Asamblea transitoria participan alrededor de 30 grupos políticos, partidos u organizaciones. Hay incluso representantes de los que en Europa se llama islamistas moderados. -A.M.: ¿Pero qué tipo de islamistas? -M.S.: Argelia es un país musulmán, todos o casi todos los argelinos somos musulmanes, respetamos nuestra religión, y constituye algo muy importante para nosotros, además de una seña de identidad. Lo que rechazamos claramente es la violencia en nombre de la religión: el Islam es un credo de paz y de perdón, de modo que negociar con los islamistas, como algunos les llaman, que rechazan la violencia ¿por qué no? Basta con...

Droga, que hacer

Un debate complejo y necesario DROGA: ¿QUÉ HACER? La producción, tráfico y consumo de drogas se han convertido en uno de los fenómenos mas preocupantes de nuestras sociedades. Tras muchos años de silencio y disimulo en España se ha iniciado una reflexión diversa, y no siempre coherente, sobre esta realidad que afecta letalmente a bastantes ciudadanos. NUEVA REVISTA inicia con este texto una primera cala en una problemática que seguramente merecerá aportaciones multidisciplinares de diferente volumen. Para ello convocó a dos profesores de reconocido prestigio, miembros del Consejo Editorial de la revista, Francisco Cabríllo y Rafael Rubio de Urquía cuyas posiciones sobre el problema difieren aunque sean también en ciertos aspectos, complementarias. El diálogo fue moderado por Alberto Míguez. - Alberto Míguez: Me gustaría empezar esta charla preguntando si a juicio de ustedes existe una economía de la droga y cuál sería su característica principal. - Francisco Cabrillo: Sí, desde luego puede hablarse de una economía de la droga porque hay una oferta, una demanda e incluso una regulación del mercado. Pero se trata de un mercado intervenido en el que la venta y, en algunos países, también el consumo, están prohibidos. Esta economía es obviamente muy distinta de otra, abierta y pública, en la que se crean empresas, se produce y vende sin cortapisas, etc. - Rafael Rubio de Urquía: Coincido, desde luego, con la existencia de esta economía aunque el producto intervenido no sea uno cualquiera. Y aquí se plantea un problema que está en la base de muchas discusiones intelectuales: el de las relaciones entre la economía, la moral y el derecho. Hay quien cree que cualquier cosa que genere demanda debe tener un estatuto aceptado. Para mí el asunto tiene mayor dimensión porque se trata de saber qué lugar ocupa este producto intervenido en el proceso de producción de la realidad social. La droga no es un producto cualquiera, como tampoco lo son las armas o la estricnina. Lo que caracteriza al mercado de la droga, aparte de su naturaleza intervenida, son los efectos letales del producto. Y desgraciadamente estos efectos no son fácilmente discernibles por parte de una serie de grupos sociales (los jóvenes, ciertas personas sometidas a especial tensión psicológica, etc.) particularmente vulnerables. - A.M.: A su juicio ¿debe haber relaciones de dependencia entre la moral privada y el derecho positivo en este asunto? - R.R.U: Sí, claramente. Para mí ése es el núcleo de la discusión porque si no es así y cada cosa que genera oferta y demanda puede aflorar al mercado sin problemas, entonces no hay más que hablar... - F.C.: Para mí, sin embargo, el tema básico está en qué se diferencia el mercado de la droga del mercado del alcohol, por ejemplo, porque hay drogas que son más perjudiciales que el alcohol (la heroína, por ejemplo) y otras no, como la marihuana. En el mercado del alcohol hay producción y venta libre (con algunas limitaciones, claro, como no vender a menores) y, sin embargo, la marihuana está perseguida. De modo que la diferencia está en...

La hemorragia argelina

La opinión pública europea empieza a acostumbrarse. Cada día y con destaque decreciente los medios de comunicación informan sobre la muerte de varias personas, civiles o militares, en Argelia. Son campesinos, funcionarios, policías, intelectuales, soldados, generales, profesores, amas de casa, cooperantes o comerciantes extranjeros. Algunos encontraron la muerte en enfrentamientos armados, otros murieron por una bala perdida, los más fueron inicuamente asesinados, degollados, dinamitados, asfixiados, fusilados. Según la condición nacionalidad o sexo, las víctimas merecen mas o menos atención. La situación es insostenible, declaró recientemente el ministro de Asuntos Exteriores francés, Alain Juppé. Pero este tipo de situaciones insostenibles suelen durar hasta límites irracionales: los ejemplos de Angola, Bosnia, Somalia, Georgia o Sri Lanka, son apenas un botón de muestra pero hay muchos más, aunque no obtengan la notoriedad internacional que se merecen. Una guerra civil permanente Argelia arde en guerra civil desde hace años. Resulta simplificador e inexacto decir que esta guerra empezó en enero de 1992 cuando el poder militar decidió suspender las elecciones que los islamistas del FIS (Frente Islámico de Salvación) se aprestaban a ganar tras haber triunfado meses antes en otras, municipales. El conflicto actual se inició en octubre de 1988 cuando las fuerzas armadas dispararon a los manifestantes que protestaban conta el coste de la vida, la falta de trabajo, la corrupción de la clase política y de la nomenklatura del Estado. Entonces se abrió una herida que sigue supurando y cuya cauterización resulta, por el momento, ilusoria. Entre 1954 y 1962 los argelinos lucharon contra el poder colonial francés y también entre sí para conseguir una independencia tan anhelada como problemática. La guerra de liberación logró, en efecto, que se sacudieran el yugo colonial pero mantuvo intactas las otras razones del conflicto. El país se emancipó sin haber resuelto sus hondos problemas de identidad, tanto en el terreno político como en el cultural y étnico. Los vencedores es decir, el ejército y su cobertura política, el Frente de Liberación Nacional impusieron muy pronto a toda la población unas pautas de conducta irreductibles. Entre 1962 y 1965, el carismático y autoritario Ahmed Ben Bella fue incapaz de unir voluntades y generar el consenso necesario para construir una nación moderna, un proyecto económico y social coherente y una cultura democrática participativa. La ruina del petróleo Tras varios años de política económica errática y represión policíaca, el pequeño Ahmed fué derrocado por el coronel Huari Bumedien, que ya controlaba el poder político desde el Estado Mayor de las fuerzas armadas. Bumedien implantó un régimen policial, reprimió con dureza cualquier veleidad cultural diferenciada (y especialmente, la lengua y la cultura kabil o bereber), acabó con la feraz agricultura, impuso una industrialización descabellada y costosísima, toleró la progresiva corrupción de la clase política y militar, rehuyó cualquier proyecto de control demográfico y quiso imponer una economía planificada al socaire de la crisis energética y el aumento de los precios del crudo y el gas natural. Argelia se convirtió pronto en un país despilfarrador y totalitario, donde las diferencias sociales eran máximas y...

El rompecabezas guinenano

Desde que en los años sesenta Guinea Ecuatorial alcanzó chapuceramente la independencia, este pobre y lejano país ha sido para España una condena además de un desafío. Condena, porque pese a lo exigüo de su población, las potenciales riquezas de su suelo y de su mar y las excelentes condiciones económicas y sociales en que se hallaba cuando el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, fue testigo de cómo se arriaba la bandera española, el país ha ido dando tumbos hasta alcanzar la situación límite en que se encuentra. Los bienintencionados y periódicos esfuerzos de la ex-metrópoli por mejorar la suerte de los guineanos, "olvidados por la Madre Patria" según se cansan todavía de repetir algunos, para poco han servido. El balance a estas alturas roza la catástrofe: nunca la situación había sido peor en todos los terrenos, nunca la dictadura había sido más arbitraria y salvaje, nunca tampoco los esfuerzos de cooperación y la ayuda humanitaria españolas habían sido peor recibidos por el clan tribal que controla el país desde la emancipación. Y nunca tampoco las relaciones entre España y su "única hija africana" se parecieron tanto a un trágico carnaval. Lo que mal empieza, mal acaba, dice el refrán. Y esta historia de Guinea empezó rematadamente mal y puede terminar peor. La independencia concedida a aquel pedazo de España en África como escribía la prensa franquista, se otorgó en las peores condiciones imaginables, tras una batalla grotesca entre el almirante Carrero Blanco (que se oponía con todas sus fuerzas a la emancipación de la colonia o de cualquier otra cosa) y el ministerio de Asuntos Exteriores que en aquellos momentos dirigía Fernando María Castiella. La batalla, finalmente, la ganaron las Naciones Unidas y el Palacio de Santa Cruz pero ¡a qué precio! Tras la huella del tigre Tras haber promovido a toda prisa un sistema de partidos y de libertades (algo a lo que los españoles no tenían derecho pero los guiñéanos sí) se arbitró un referéndum de autodeterminación y unas elecciones presidenciales tan ortodoxas como surrealistas. Como era de esperar, el ganador fue el peor enemigo que la metrópoli tenía entre los políticos improvisados de la colonia. Eso se supo pronto, antes incluso de arriar la bandera y retirar a la Guardia Civil. Lo que pocos sabían, en cambio, era que Francisco Macías Nguema estaba loco y que, además, su poder estaba sometido al consejo de ancianos del "clan essangui" de su etnia (fang). Macías hizo lo que cabía esperar de un demente semianalfabeto: asesinó a sus adversarios reales o supuestos, prohibió cosas tan pintorescas como el pan (alimento típicamente colonialista) o el teléfono, hundió la reducida flota pesquera para que nadie pudiera huir de la isla de Fernando Poo (rebautizada Isla Macías), expulsó a todos los finqueros españoles que aportaban al país las escasas divisas procedentes del cacao y el café, llamó a cubanos y norcoreanos para que cuidaran su salud política y física, construyó un inmenso y eostosísimo palacio en la entonces ya miserable ciudad de...

Francia tras las elecciones

Cohabitaciones, tientos y diferencias El centro-derecha francés tiene apenas dos años para demostrar que su proyecto es viable. Tras el contundente triunfo electoral del pasado mes de marzo la coalición UPF (Unión por Francia) formada por la UDF de Giscard d'Estaing y el RPR de Jacques Chirac deberá demostrar a los ciudadanos que es capaz de actuar unida, promover un verdadero saneamiento moral, económico y social de la vida política y colocar finalmente en el Elíseo a un presidente de la República conservador. Tal como están las cosas el candidato mejor colocado para esta prueba es el actual alcalde de París, Chirac, pero puede llover mucho incluso en esta época de pertinaz sequía hasta el momento de la verdad. Las elecciones de marzo pusieron de manifiesto entre otras cosas la crisis profunda del sistema político francés: la abstención fue alta y la caída del socialismo gobernante a profundidades inimaginadas, descarta en el futuro a medio plazo el sistema de alternancia entre dos grandes partidos o grupos, que si bien nunca fue perfecto en la V República constituía una garantía de estabilidad. Las elecciones pusieron de manifiesto, también, el carácter polémico del sistema electoral que colocó a la extrema derecha (cuya ascensión sigue siendo lenta pero imparable) y a los ecologistas fuera del Parlamento lo que, dadas las características de ambas organizaciones, tal vez no sea una buena noticia. La hegemonía rotunda del centroderecha en Francia debe ser matizada. En primer lugar, las dos grandes familias que forman la coalición gubernamental tienen diferencias de envergadura, tanto en política interna como externa: el RPR se presenta como una organización histórica populista y radical, con un líder pasional y carismático que provoca adhesiones incondicionales y rechazos instintivos. Para que Chirac logre en 1995 el apoyo indiscriminado de los sectores que se reconocen en un proyecto moderado, reformador y europeo probablemente la mayoría del país deberá a su vez reconvertirse, cambiar sus planteamientos, moderar su autoritarismo, controlar a sus barones más indómitos y, sobre todo, acreditar ante el país un temperamento de hombre de Estado que hasta ahora le falta dramáticamente. Las dos cohabitaciones Ninguna de las lúgubres profecías con que los medios de comunicación internacionales los españoles, como siempre, en primera línea del catastrofismo saludaron la formación del gobierno Balladur se han cumplido hasta ahora. Eso no significa que no puedan producirse en el futuro incidentes de recorrido, según el espantoso galicismo que utiliza tan a menudo el presidente del gobierno español. Pero la primera cohabitación con éxito parece haber sido la de las familias de la mayoría... En cuanto a la otra, la cohabitación con Mitterrand, tampoco hasta el momento la sangre ha llegado al río, por voluntad expresa de los dos protagonistas: el presidente de la República y su primer ministro. Mitterrand ha sobrevivido malamente a la herida electoral de marzo, cuando muchos franceses votaron contra el presidente que simbolizaba a sus ojos la pesadilla socialista. Pero con la coriácea capacidad de encaje que se le reconoce, ha pasado la página con la voluntad decidida de...

Las vecindades enojosas

España limita al Norte con cierta angustia colectiva, al Sur con la amenaza irracional del integrismo y la pobreza, al Oeste con la plácida y reciente prosperidad de los otros ibéricos... Estas son, hoy por hoy, sus vecindades. Durante muchos años gobiernos, funcionarios, intelectuales, políticos, diplomáticos, civiles y militares miraron hacia el Norte con cierto malhumor envidioso, vieron el Sur a través del prisma colonial o neocolonial y se olvidaron de mirar hacia el Portugal lejano del que hablaron, en solitario, Unamuno y Gaziel. Asumir la evidencia Las cosas, afortunadamente, han cambiado aunque no tanto como para declarar enfáticamente que la nación haya asumido la evidencia de sus vecindades. En eso debía estar pero ¿no constituye acaso la crisis actual, la recesión económica y social del momento, una nueva invitación para seguir contemplando fijamente nuestro borroso ombligo?. El problema estriba en que, a diferencia con otras épocas, los españoles no pueden no podemos distraerse ya con asuntos domésticos de menor calado: lo que ocurre a nuestro alrededor es hoy, más que nunca, un problema interno. Que se lo digan si no a nuestros angustiados campesinos, a nuestros metalúrgicos amenazados, a nuestros pescadores bajo sospecha, pendientes mas que nada de lo que se decide en Bruselas o en Rabat. Por si esta evidencia no resultara meridiana habría que recordar apenas algunas realidades transfronterizas como, por ejemplo, el drama de las pateras y sus infelices tripulantes en el largo del estrecho de Gibraltar o la última batida en Bidart contra el santuario etarra. ¿Nos afectan o no estas realidades?. Sí, responden unánimes los que ahora se llaman interlocutores sociales, ciudadanos, gente. Pero ¿el país, la sociedad, la opinión pública han asumido al fin estos hechos como algo cotidiano, insoslayable?. Parece, en cambio, menos evidente. Los miedos de Francia Francia ha vivido en los últimos meses la angustia o el miedo producidos por ciertas percepciones u obsesiones irracionales y desmesuradas que ofrecen las características de una depresión colectiva como escribió hace poco Alain Duhamel (Les peurs fran§aises. Flammarion. París 1993). Miedo a una crisis social (menor, si se contempla desde el prisma español) y económica, miedo al proyecto de unión europea que constituye una verdadera alternativa histórica para el país de Jean Monnet, miedo al otro (al árabe, al negro, al meteco, al ilegal, al clandestino) y a su cultura, miedo a las reformas, incluso a la democracia y a la propia historia nacional. Y sin embargo... pocos países han ofrecido en los últimos años un ejemplo más cumplido de crecimiento económico, estabilidad social, control de precios e incluso pese al avance, tal vez inevitable, del paro entre los jóvenes de promoción del empleo. La paja en el ojo galo se ha convertido en una viga. Pero sigue siendo una paja, al menos a nivel continental. ¿Servirán las elecciones legislativas de marzo para exorcizar los miedos franceses?. Tal vez, aunque la recuperación y la renovación no se producirán seguramente de forma mecánica. La cohabitación inevitable para salvar el orden constitucional vigente podría despertar la razón tolerante, hibernada en los últimos...

Nuestras operaciones de paz

El autor nos da algunas respuestas a las preguntas originadas sobre ciertas operaciones de paz, intervenciones militares o humanitarias, protagonizadas por las fuerzas armadas españolas en los últimos años.

Extraña y fiel amistad

De la extraña amistad que unía al autor con Antonio Fontán, de cómo lo conoció en el Diario Madrid y fue invitado en su boda, del exquisito respeto con el que trataba a sus allegados.

Una nueva política exterior para América Latina

Caían las estatuas en Bagdad y a la misma hora la policía política cubana iniciaba los registros y detenciones en las casas de un centenar de disidentes acusados de traición a la patria por cuenta de Estados Unidos: el fusilamiento de tres jóvenes negros -la raza de los condenados es importante- por secuestrar un barco de turismo vino después.