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liclaalldlp2.jpgAlberto Campo Baeza es arquitecto y no pertenece a la Historia porque afortunadamente aún no ha muerto. Es uno de los pocos arquitectos contemporáneos cuya obra, enseñanzas y escritos tienen un carácter universal tanto en el espacio como en el tiempo.


Alberto Campo Baeza, catedrático de Proyectos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, mantiene un claro paralelismo entre lo que construye, lo que enseña y lo que escribe. Esta coherencia difícil se resume en unos proyectos, unas clases y unos textos [esenciales y despojados de lo que es accesorio. De esta forma aflora la idea generadora que subyace debajo de todos ellos y que viene a taladrar las formas y las palabras orales y escritas.


El libro objeto de este comentario es un buen ejemplo de todo lo anterior y, teniendo en cuenta la dificultad intrínseca que ya apuntaba Vitruvio de poner en palabras un mundo que se traduce naturalmente en formas, se ha llevado a cabo con un éxito total. Siendo la Arquitectura un hecho más indecible que su propia construcción, el profesor Campo Baeza dibuja una imagen certera de ella a través de estos Textos Dispersos, que a decir verdad no lo son tanto. La colección de textos que recoge el libro que nos ocupa es como una sucesión de pinceladas sobre un lienzo, blanco por supuesto, que vienen al final a dibujar en su conjunto la silueta de la Arquitectura.


Con palabras, el autor cincela el mundo de la Arquitectura descubierto a través de las ideas. La claridad de ideas se traduce en un índice bien estructurado: I. Sobre Arquitectura; II. Sobre Arquitectos; III. Sobre Obras; IV. Difundiendo la Arquitectura. El libro tiene una intención pedagógica tanto para los no iniciados, como para los estudiantes y los estudiosos de la Arquitectura, por lo que se trata de un libro de Arquitectura para todos los públicos.


A través de los textos, el autor se revela como arquitecto y maestro de una escuela heterodoxa y poco frecuente: la escuela del pensamiento. La verdadera escuela del autor, que la tiene, no se encuentra entre los seguidores de sus formas, sino más bien entre los conocedores de sus ideas, que este libro tan bien transmite.


Que el profesor Campo Baeza vio la luz en Cádiz no es novedad para quien lea el resumen bibliográfico que aparece en el libro; lo que añadiría es que supo de la gravedad en Castilla. Y van a ser luz y gravedad dos ideas básicas para comprender la obra construida, enseñada o escrita del autor. Estas ideas se manifiestan en sus textos más profundos, que se corresponden con la primera parte del libro. En concreto, el último capítulo de esta parte resume en su título lo ya dicho: «Idea, luz y gravedad bien temperadas (Sobre las bases de la Arquitectura)».


Las partes segunda y tercera del libro («Sobre Arquitectos» y «Sobre Obras de Arquitectura») han sido dictadas por la cabeza en muchos casos y, además, por el corazón en muchos otros. Pero querría destacar aquí el hecho de que más de la mitad de los textos que se recogen en este libro están dedicados a hablar de otros arquitectos distintos de él mismo y de otras obras distintas de las suyas, muy dispares entre sí. Esto nos lleva a una doble conclusión: primero, el demostrado interés del autor por una visión heterodoxa de las obras de Arquitectura y de los arquitectos y, segundo, que este interés es independiente de la edad y del lugar de procedencia del autor y de las obras.


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La cuarta y última parte del libro («Difundiendo la Arquitectura») es un compendio de textos dispersos que tienen un carácter más de hemeroteca que de biblioteca de la Arquitectura, al estar vinculados a la noticia. El mayor interés de esta última parte hay que encontrarlo en los temas de actualidad que suscitan la decisión de escribir por parte del autor, que son bastante significativos.


La idea construida es un libro, sin duda, para todos los públicos, pero quizá convendría aconsejar a los no iniciados en la disciplina que es la Arquitectura que comiencen su lectura por la cuarta parte y concluyan con la primera.


Alberto Campo Baeza tiene edad para vivir aún muchos años y esto es una buena noticia para la Arquitectura. La Historia y los Tratados pueden esperar.


JESÚS APARICIO GUISADO

Profesor Titular de Proyectos, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid