Tiempo de lectura: 7 min.

El Fórum Universal de las Culturas Barcelona 2004 (www.barceloEna2004.org) se presenta como el gran acontecimiento institucional, mediático, cultural y político de Barcelona para este año. A partir de su inauguración el próximo 9 de mayo y hasta su clausura el 26 de septiembre, el Fórum ha programado un denso conjunto de diálogos, exposiciones y espectáculos que dominarán y a la vez condicionarán la agenda de la ciudad. Casi todo lo que pase en Barcelona durante 2004, todo lo relevante y bueno que ocurra en la ciudad durante los 141 días del Fórum, será en lo posible un evento Fórum.

Como es inevitable en un proyecto de esta envergadura, la génesis del Fórum ha estado envuelta en una polémica, en ocasiones acre, sobre su contenido, su sentido e incluso su oportunidad. Pero a estas alturas resulta ya evidente que el Fórum es imparable y que, por tanto, sucederá. Quien visite las obras del recinto o siga de cerca los preparativos del evento por la prensa podrá permitirse pocas dudas sobre si la organización conseguirá o no tenerlo todo a punto en la fecha prevista. Además, se palpa una seguridad creciente de que el Fórum cumplirá los objetivos que se han fijado sus organizadores, tanto en el número de visitantes como en los titulares y la proyección mediática que generen los acontecimientos programados.

Un buen momento, pues, para reflexionar en voz alta sobre la herencia del Fórum, sobre si se le podrá recordar en un futuro no muy lejano como un evento verdaderamente universal. Porque es muy posible que la naturaleza y la ambición del «más allá» del Fórum acaben por depender de voluntades y actuaciones externas a la organización del evento.

EL FÓRUM COMO IDEA NOVEDOSA

El Fórum es un acontecimiento sin precedente, un proyecto innovador. Sólo comparte con otros eventos de proyección mundial, como los Juegos Olímpicos o las Exposiciones Universales, la característica de celebrarse en un espacio peculiar, que se ha construido en esta ocasión transformando un área urbana limítrofe y degradada, en un futuro nuevo polo de referencia de la ciudad. Pero el rasgo diferencial del Fórum son sus contenidos: en los Juegos Olímpicos, son los atletas en competición los que dan sentido al evento; en las Exposiciones Universales, cada uno de los países aporta su pabellón; pero el Fórum ha asumido el reto de crear su nombre, su espacio y su misión concentrándose en tres temas universales, que son el de la paz, la sostenibilidad y el diálogo entre las culturas, muy alejados, en la opinión general, de los que atraen habitualmente a grandes multitudes (por lo menos antes de la emergencia de los movimientos antiglobalización y asuntos como la guerra en Irak).

Otra diferencia clave es que en los Juegos Olímpicos, un evento consolidado y de gran proyección, los atletas pugnan por estar presentes: la organización tiene que dedicar más esfuerzos para limitar su número que esfuerzos para atraerlos. Por el contrario, el Fórum ha tenido que definir no sólo sus ejes temáticos, sino también los formatos con base en los cuales los desarrollará, además de promocionarse para atraer a Barcelona a los participantes en los diálogos, a los artistas de los espectáculos y a los productores de la amplia variedad de actividades programadas.

IDEA O INNOVACIÓN

Pero si tomamos como referencia los estudios recientes sobre la innovación, la cuestión relevante sobre el «más allá» del Fórum es dilucidar si nos encontramos realmente ante una verdadera innovación, o únicamente ante una buena idea.

Si bien es cierto que todas las innovaciones tienen su origen en una idea novedosa, lo que caracteriza a una verdadera innovación es la forma en que se integra en las prácticas sociales. Una idea, incluso una invención patentada, que no arraigue en la sociedad, no pasa de ser sólo una anécdota histórica. Las verdaderas innovaciones generan cambios sociales, o cuanto menos los «coproducen».

En el dominio de las tecnologías de la información, por ejemplo, abundan los casos de transformaciones sociales paralelas a la difusión de nuevos artefactos tecnológicos. Una de ellas, nada ajena a la temática del Fórum 2004, es el uso de Internet como plataforma tecnológica de las movilizaciones antiglobalización, que se organizan siguiendo por todo el mundo las cumbres de las instituciones que estos movimientos cuestionan.

En el análisis de los procesos de innovación tecnológica o social de este tipo, se ha subrayado que atribuir el origen de los cambios en las sociedades modernas al impacto de la tecnología es una visión sesgada e ingenua. Las personas y las organizaciones actúan en relación a los elementos de su entorno en función del «significado» que les atribuyen. En otras palabras, «es el significado el que determina la acción». Por ejemplo, aunque la existencia de Internet facilite a los movimientos antiglobalización debatir, consolidar y propagar sus idearios, a la vez que coordinar globalmente sus actuaciones, sería difícil sostener que estos movimientos son consecuencia del impacto de Internet.

En esta línea, Peter Drucker, un autor nada sospechoso de radicalismo antisistema, concluía que «la sociedad de 2030 será muy diferente a la de hoy […]. No estará dominada, ni siquiera determinada por las tecnologías de la información. Estas serán desde luego importantes, pero sólo entre varias nuevas tecnologías importantes. La característica central de la próxima sociedad, como la de sus predecesoras, serán nuevas instituciones y nuevas teorías, ideologías y problemas»1. En este lenguaje, la cuestión a debate es si el Fórum conseguirá o no catalizar cambios de suficiente relevancia en las prácticas sociales como para calificar a esta buena idea como una innovación de pleno derecho. O sea, en el lenguaje de Peter Drucker, se trata de discernir si el Fórum contribuirá de forma significativa a conformar las instituciones, teorías, ideologías y problemas de nuestras sociedades durante los próximos años.

EL SIGNIFICADO DEL FÓRUM

Plantear esta cuestión obliga a profundizar primero en la evolución del significado del Fórum desde su génesis.

Los significados no son una cualidad inherente a los objetos, sino productos colectivos que se construyen y reconstruyen con las relaciones entre los distintos agentes sociales. Y a la inversa: las sociedades, lo mismo que las comunidades o grupos sociales dentro de ellas son «fábricas de significados […], semilleros de vida con sentido»2. Lo cual implica que los significados no pueden estudiarse en el vacío, en algún tipo de laboratorio conceptual aséptico, sino que es obligado situarlos en el contexto del entorno social que los sustenta.

A este respecto, se ha observado que las innovaciones más radicales, incluyendo por ejemplo la génesis de Internet, son resultado de la interacción y el cruce entre culturas muy distintas. La especialización tiende a generar innovaciones incrementales; el mestizaje, en cambio, innovaciones revolucionarias3.

En su origen, el Fórum apareció como resultado asimismo de la hibridación de tres «comunidades de sentido» muy arraigadas en la tradición de Barcelona. De una parte, la de los urbanistas, uno de los colectivos más influyentes y atrevidos de la ciudad, que concibieron un ambicioso planteamiento para extender la transformación urbana más allá de lo que había sido posible con ocasión de la Olimpiada de 1992. En paralelo, el Ayuntamiento buscaba una bandera de impacto global que confirmara para Barcelona el prestigio y la visibilidad ganada con la organización de los Juegos Olímpicos y que, a la vez, justificara las infraestructuras que los urbanistas planteaban.

Para cuadrar la ecuación, se pidió consejo a un comité local de notables, y de esa consulta surgió la idea del Fórum. Una idea presentada en sus inicios como un evento metacultural y metapolítico sobre temas claves de la sociedad del futuro, que proyectaría al mundo la imagen de Barcelona desde un nuevo espacio de transformación de la ciudad.

Desde fuera del círculo de iniciados, este planteamiento se veía inicialmente como una idea de laboratorio, una muestra de lo que en el argot barcelonés se califica como «de diseño»: brillante, pero tal vez fuera de contexto. Se entendía que el Ayuntamiento planeaba volver a poner la ciudad en obras; se admitía también que la paz, la sostenibilidad y la diversidad cultural son asuntos que alguien tendría que abordar en serio. Pero, ¿podría hacerse eso desde Barcelona? ¿Podría contarse para ello con el compromiso de los barceloneses y de las instituciones locales?

Con estos precedentes, las primeras fases de preparación del Fórum fueran azarosas. En su consejo de administración participaban representantes de tres administraciones públicas gestionadas por partidos muchas veces antagónicos, que ponían de manifiesto en el escenario político visiones nada homogéneas sobre el significado de los conceptos clave del Fórum (universalidad, cultura, paz, sostenibilidad, diálogo, etc.). Así, las primeras propuestas sobre los contenidos del Fórum hicieron patentes las contradicciones que hacían difícil llegar a un consenso sobre el «núcleo de inteligibilidad» del proyecto. Por ejemplo, no habría público sin espectáculos, pero no podía aceptarse que el Fórum se convirtiera sólo en un festival. Se postulaba entonces que los debates tuvieran suficiente rigor académico, pero también que fueran accesibles al público, incluso en formato televisado. La temática del Fórum es afín a la de las reuniones de Porto Alegre, pero el núcleo de sus organizadores incluye también a quienes se sentirían más a gusto siendo relevantes en Davos.

MÁS ALLÁ DEL FÓRUM

A día de hoy, cuando lo que prevalecen son las urgencias de las fechas, se intuye que el Fórum provocará cambios más drásticos en la fisonomía de la ciudad que en la configuración del mundo. Será un éxito de público, pero hay dudas sobre su capacidad para movilizar realmente a una parte relevante de ese público. Tendrá ingredientes globales, pero el número de visitantes locales será mayoritario. Será relevante localmente, pero su relevancia global sigue pareciendo una incógnita.

A menos que… A menos que prevalezca el precepto zen de valorizar el proceso y no sólo sus resultados. En el origen del Fórum subyace, aparte de los significados ya mencionados, la voluntad de una ciudad, que no es ni será un centro financiero global, de adquirir relevancia en un mundo que tiende cada vez más a considerar sólo lo financiero como «lo relevante». También implícitamente, la voluntad de contribuir desde Cataluña a la innovación en instituciones, ideologías, teorías o problemas para el nuevo siglo. Deseos que son con toda seguridad compartidos por muchas gentes en muchas ciudades y regiones del mundo, y no sólo las menos desarrolladas; por muchos colectivos, y no sólo por los que se oponen de modo más radical y visible a la globalización emergente.

Poniendo en primer plano durante 141 días la causa de la paz, la sostenibilidad y el diálogo, ofreciendo un punto de encuentro para alternativas diversas, Barcelona y el Fórum se ofrecen como un crisol para el cruce de culturas que será necesario para las innovaciones sociales de este nuevo siglo. Pero quedan incógnitas sobre los ingredientes de la mezcla. Sabemos que habrá espectáculo y que los movimientos alternativos aparecerán para hacer visibles sus mensajes. Pero falta saber, empero, las alternativas al espectáculo puro y a la contestación pura. O sea, en el lenguaje al uso, cuál será la aportación real de quienes no se sientan bien representados ni en Davos ni en Porto Alegre. Porque es este colectivo mundial, más que ninguno y que la propia organización del Fórum, el que quizá tiene de verdad la clave para que el Fórum pase de ser una idea a una innovación. Veámonos en Barcelona.

NOTAS
1· «A survey of the near future», The Economist 03.11.01, p. 16.
2· Bauman, Z., La sociedad individualizada, Cátedra, Madrid 2001, p. 12.
3· Tuomi, I., Networks and Meaning in the Age of Internet, Oxford University Press, 2002.

Socio Fundador de ARQUETIP LAB S.L.