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[Este es el quinto perfil de la serie Influyentes, una selección de algunos de los pensadores que más huella están dejando en nuestra sociedad.]

El libro Alemania se autodestruye es perturbador por varias razones. La más sobresaliente se relaciona con la demografía. Thilo Sarrazin cita que las mujeres alemanas (autóctonas) apenas dan a luz, si es que dan, mientras que las musulmanas proporcionan familias numerosas. Como la tendencia se sostiene ya desde los años sesenta, el poder real alemán baja aceleradamente.

Sarrazin subraya que no defiende la eugenesia ni se considera racista. Lo que propone son políticas para promocionar el índice de fertilidad entre las mujeres «más inteligentes». Porque si las «menos inteligentes» (las musulmanas) tienen más hijos que las «más inteligentes» (las alemanas), Deutschland seguirá decayendo. Alemania ya habría ido considerablemente a menos por este y dos motivos más: los gastos sociales del Estado y la pérdida de la calidad de enseñanza. Se estaría «autodestruyendo», con sus 16 millones de inmigrantes, de los cuales unos cuatro millones son de origen islámico.

«Mujeres alemanas inteligentes». «Musulmanas no tanto». Afirmaciones como estas han provocado que muchos se preguntaran si esconden un gen nazi. Sarrazin argumenta de otra forma: la inteligencia es una cualidad del ser humano con un componente hereditario muy fuerte. «La ciencia coincide en que la inteligencia medible, entre el 50 y el 80 por ciento, se transmite de padres a hijos». Cuando se le reprocha que parece echar de menos a Hitler, responde: «Menuda bobada. Las pruebas de inteligencia fueron prohibidas por los nazis porque sus resultados refutaban el mito de la superioridad de la raza germánica». Se recurre con gran facilidad y sin argumentos, añade, al insulto personal asociando a quien sea con la simpatía por el nacionalsocialismo.

“Cuando sostengo que muchos de los inmigrantes turcos abandonan la escuela y son pocos los que terminan el bachillerato, no discrimino. La enunciación de hechos no debería herir a nadie

Sarrazin ha insistido en el carácter científico de sus afirmaciones. «Ningún investigador trabaja sin hipótesis, la investigación ha de tener una dirección. Soy una persona orientada a los números. No he construido mi opinión sobre los turcos […] paseando por aquí y exclamando: “Vaya, otro hiyab (velo islámico) y otro cochecito con un bebé”. Estudio las estadísticas […]. He tenido que reflexionar sobre cómo financiamos realmente todo esto».

Ante la sospecha de que haya difamado y herido a los musulmanes, contesta que no lo entiende. «En mi libro especifico y diferencio por todas partes. Cuando sostengo que muchos de los inmigrantes turcos abandonan la escuela y son pocos los que terminan el Bachillerato, no discrimino. La enunciación de hechos, como tales hechos, no debería herir a nadie». (Las citas textuales hasta aquí son de una larga conversación suya con el diario Die Welt, 29-08-2010).

Lo que se relata en Alemania se autodestruye no ha sido Sarrazin el primero en tratarlo, evidentemente. Pero sus formulaciones sí son novedosas, precisas y concienzudamente respaldadas. Sarrazin es, además, intransigente en la condena de la ideología islamista, como la holandesa (de origen somalí) Ayaan Hirsi. Algunos musulmanes —observan—, o si se quiere la mayoría de los musulmanes, no tienen por qué defender ni el terrorismo ni la caída de Occidente. Pero tan islamistas son los que defienden el terrorismo y la caída de Occidente como los que no, porque la doctrina musulmana permite, incluso estimula, la versión bélica y en todo caso el sometimiento de la mujer.

Sarrazin ha formulado en voz alta lo que pensaban muchos pero no se atrevían a decirlo, por el predominio de lo políticamente correcto, según sus defensores. Tras una larga batalla legal, el Partido Socialista de Alemania (SPD), al que pertenecía Sarrazin, lo ha expulsado. No solo el SPD, la clase dirigente al completo ha puesto el grito en el cielo con ocasión de «Alemania se autodestruye». La canciller, Angela Merkel, en más de una ocasión ha declarado que el islam es «parte de Alemania».

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Las políticas que nos borrarán del mapa

(Extractos de «Alemania se autodestruye»)

Deutschland schafft sich ab. Wie wir unser Land aufs Spiel setzen, (“Alemania se autodrestruye. Cómo nos estamos jugando nuestro país”. Deutsche Verlags-Anstalt, Múnich, 2010, pp. 7-13 Traducción de José Manuel Grau Navarro.
Deutschland schafft sich ab (“Alemania se autodrestruye»). Deutsche Verlags-Anstalt, Múnich, 2010, pp. 7-13.

Thilo Sarrazin

«¿Alemania se autodestruye?». Qué absurdo temor, podrían pensar muchos, si se contempla a este sólido país en el centro de Europa, con sus 80 millones de habitantes, sus ciudades, industria, automóviles, comercio y cambio, vida y bullicio… Pero un país es lo que es por sus habitantes y por sus tradiciones vivas, espirituales y culturales. Sin los seres humanos sería solo una referencia geográfica. Y, en efecto, los alemanes se están autodestruyendo gradualmente.

Una tasa de reproducción neta de 0,7 o menos, como la que hemos tenido durante 40 años, significa que la generación de los nietos será la mitad que la de los abuelos. El número de nacimientos en Alemania pasó de más de 1,3 millones anuales en la primera mitad de la década de los sesenta a 650.000 en 2009. Si esto continúa así —¿y por qué debería cambiar esta tendencia, que dura más de cuatro décadas?—, el número de nacimientos en Alemania será de entre 200.000 y 250.000 dentro de tres generaciones, es decir, en 90 años. Como máximo la mitad de ellos descenderán de la población que vivía en Alemania en 1965. (…) No hemos debatido juiciosamente sobre el desarrollo demográfico en Alemania en los últimos 45 años.

Durante décadas no se ha podido decir nada sobre las consecuencias del descenso de la tasa de natalidad, si no se quería caer bajo la sospecha de seguir la ideología nacionalista. Mientras tanto esto ha cambiado porque la generación de los sesenta y ocho ha empezado a temer por su pensión. Pero ya es demasiado tarde: 40 años de retraso. 

(…)  «Quien no estudia, no sabrá. Quien come demasiado, engorda». Decir tales verdades se considera políticamente incorrecto, insensible, incluso inmoral, o al menos imprudente si se quiere ser elegido para un cargo político. El discurso políticamente correcto tiende en gran medida a que las personas no carguen con la responsabilidad de su comportamiento, al señalar las circunstancias por las que han sido desfavorecidas o incluso han fracasado:

—Si un alumno no puede seguir las clases, se debe al poco interés de los padres por la educación.

—Si los niños con condiciones de vida modestas sufren de sobrepeso como resultado de la falta de ejercicio, eso no se debe a la negligencia de sus padres, sino a la difícil situación social de la familia.

Si los hijos en familias monoparentales experimentan dificultades pedagógicas, es responsable la sociedad, que no brinda suficiente apoyo a esas familias. Sin embargo, habría que preguntarse qué circunstancias sociales y disposiciones individuales conducen al hecho de que haya tantas familias monoparentales y cómo actuar al respecto.

Si la tercera generación de inmigrantes turcos no habla alemán correctamente, entonces el entorno es hostil a la integración. ¿Pero por qué —se pregunta uno— no se observan esas dificultades en casi todos los demás grupos de inmigrantes?

(…) Baso mis afirmaciones en datos empíricos, pero argumento directamente y sin florituras. Trato sobre todo de ser claro y preciso, por lo que el dibujo es fuerte, no difuso ni garabateado. He renunciado a edulcorar temas aparentemente delicados, pero he tratado de ser objetivo. Los resultados son suficientemente escandalosos por sí mismos.

Alemania se encuentra en la última fase de una edad de oro que comenzó alrededor de 1950 y que poco a poco está llegando a su fin

Desde el punto de vista económico, Alemania se encuentra en la última fase de una edad de oro que comenzó alrededor de 1950 y que poco a poco está llegando a su fin. El ingreso real de los asalariados no ha aumentado desde hace 20 años, caerá en 10 años a más tardar, y la caída será una tendencia sostenible debido a los cambios demográficos. Tales previsiones no parecen encajar con los éxitos actuales de exportación de la economía alemana, ni con la iniciativa de excelencia en las universidades alemanas ni con las muchas buenas noticias con que nos podemos alegrar cada día. Pero nada de eso sirve si consumimos las bases del crecimiento de la prosperidad futura, y es exactamente lo que estamos haciendo, cuantitativa y cualitativamente:

—Cuantitativamente, porque desde hace 45 años cada nueva generación ha sido alrededor de un tercio más pequeña que la anterior, mientras que la esperanza de vida aumenta al mismo tiempo.

—Cualitativamente, porque la capacidad de formación y los requisitos para la educación de los recién nacidos se deterioran continuamente, y porque parece languidecer la mentalidad que es la base de todo empuje productivo.

(Traducción del alemán: José Manuel Grau Navarro)

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Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.