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La reflexión filosófica sobre la política suele correr el peligro de quedarse en el ámbito puro de la teoría, de los modelos ideales (empezando por uno de los grandes clásicos del género: la República de Platón), y puede degenerar fácilmente en utopismo si esas ideas no son sometidas constantemente a un careo con la realidad, evitando que resulten inservibles o impracticables en su implantación real en la sociedad. El profesor José Luis González Quirós no se mantiene simplemente en el ámbito de la teoría, como filósofo de profesión, sino que a sus reflexiones filosóficas le suma una dilatada experiencia como observador inmediato y participante discreto en las organizaciones políticas desde la época de la UCD. Por eso puede comparar los modelos políticos ideales con la realidad efectiva de la política que se practica, de la política en acción, del día a día en el manejo de los asuntos públicos y de las virtudes y limitaciones que ofrece el sistema de partidos. De ahí que el propósito explícito de este ensayo, La virtud de la política, sea “presentar una imagen lo más digna posible de la política que en verdad existe” (p. 20).

José Luis González Quirós
Unión Editorial, Madrid, 2022,
438 páginas.

Defender actualmente el ejercicio de la política como una actividad virtuosa, a la vista de la realidad política española y del ínfimo nivel de la mayoría de los líderes políticos (nacionales e internacionales), puede parecer una falsa quimera, si no una empresa ilusoria y hasta temeraria. Pero, como señala González Quirós, más peligroso resulta quedarse en la constatación de la nulidad del presente y dar a entender que no hay nada que hacer, desvalorizando de manera radical el ejercicio de la política (actitud aparentemente inocua pero que puede tener peligrosas consecuencias para todos), así como exculparnos los ciudadanos de los vicios y corrupciones de los políticos achacándoles a ellos todos los males y perversiones de la actualidad. Hay una responsabilidad desde abajo del ciudadano corriente que da la espalda a los asuntos públicos o que no se exige a sí mismo la misma pulcritud moral en sus comportamientos diarios que la que le exige con grandilocuencia a los políticos.

ENTRE EL SECTARISMO Y LA PASIVIDAD

Tan dañina o peligrosa es la politización extrema de quien interpreta todo a través del filtro de la política (esa “politización del pensamiento” de baja estofa a la que estamos tan acostumbrados y que, por desgracia, domina las estrategias de los partidos y las tertulias periodísticas), como la despolitización extrema de quien se desentiende de los asuntos públicos como si fuera algo que no tiene nada que ver con él (posición absurda, pues queramos o no la política condiciona buena parte de las facetas de la vida humana). Entre el sectarismo militante y la pasividad absoluta se extiende un enorme campo de acción en el que las virtudes aristotélicas del término medio y la prudencia pueden tener su asiento, un asiento incómodo o difícil pero bastante amplio donde se sitúan tanto el pensamiento político serio como la actividad política responsable del ciudadano de a pie.

El libro de González Quirós está dividido en tres partes: “Los orígenes de la política”, “Los supuestos de la política” y “El Estado y la política”. El primero se ocupa de cómo la política se ha ido haciendo cargo históricamente de gestionar las sociedades, desde “la invención de la política” hasta el desarrollo de las democracias modernas (con sus principios rectores de la soberanía popular, las libertades políticas y de conciencia, el respeto a la ley por encima del poder, los derechos naturales de los ciudadanos, la tolerancia, etc). El segundo se ocupa de los ideales o principios que sirven para modelar y juzgar las acciones, propiciando el surgimiento de instituciones, normas y derechos que tratan de “aterrizar” o dar expresión efectiva a esos ideales morales y políticos, entre los cuales la libertad ocupa un lugar central (hay que destacar el especial interés y calidad de todas las páginas del libro dedicadas a la libertad, con sus numerosísimas referencias históricas y filosóficas, y los peligros ciertos que la acechan, expuestos en el apartado “El eclipse de la libertad política”). El tercero trata de las formas en que se desarrolla la acción política, entendida ésta como “horizonte de libertad y progreso”, que debe conjugarse siempre con las tradiciones, usos y costumbres de la sociedad, así como con los valores y creencias predominantes en ella, pues la vocación universal de los ideales morales y políticos no debe eliminar la dimensión particular y local de la política. En esta parte destacan los análisis del autor primero sobre el Estado moderno y después sobre el sistema de partidos.

Brilla en todo momento la pericia con que el autor maneja las riendas de los dos “corceles” que rigen la vida política: el más teórico e ideal, y el más pragmático y urgente.

No podemos recoger aquí la multitud de ideas, referencias filosóficas, categorías, distinciones y reflexiones de calado que va desplegando José Luis González Quirós en La virtud de la política (el análisis del poder y la conciencia en el caso “Eichmann en Jerusalén” de Hannah Arendt, la política como Estado y el Estado como botín, el monopolio de la arbitrariedad, el contraste entre tradición e innovación, entre conservadores y progresistas, y un larguísimo etcétera), pero sí queremos subrayar cómo su lectura puede resultar enormemente provechosa para entender mejor los asuntos fundamentales concernientes a la política: comprender cómo funciona, en qué consiste, de qué manera condiciona nuestras vidas y cómo podría ser su desarrollo más ejemplar, señalando como principios directores la libertad, la democracia, la inteligencia política y la moderación. Brilla en todo momento la pericia con que el autor maneja las riendas de los dos “corceles” que rigen la vida política: el más teórico e ideal, y el más pragmático y urgente.

Ciertamente la vida abarca muchas más cosas, y más importantes, que la política, pero es preciso reflexionar seriamente sobre ella y estar atento a los movimientos y fluctuaciones del presente en marcha para poder buscar soluciones a los problemas que van surgiendo. La política es necesaria, insustituible, pues de ella depende la forma de resolver los problemas sociales y de gobernar los pueblos. De hecho, que haya política (de la buena, de la virtuosa) es la mejor garantía de que la política no lo cope todo ni lo falsifique o lo utilice en su beneficio, sino que deje enormes áreas de la vida humana libres o descontaminadas de su influjo. Como indica González Quirós, hacer bien la política y gestionar adecuadamente los asuntos públicos de una sociedad no deja de ser un requisito esencial de la felicidad de los ciudadanos que forman parte de ella.

REFLEXIÓN POLÍTICA BIEN FUNDAMENTADA

Decía Ortega que el que no se ocupa de política es un inmoral pero quien sólo se ocupa de política y todo lo ve políticamente es un majadero, además de -podríamos añadir- un sectario o fanático. Pues bien: en estos tiempos que no se caracterizan precisamente por la proliferación de virtudes como la sabiduría y la prudencia, merece la pena dedicar unas horas a la buena reflexión política, informada, argumentada y fundamentada. La lectura de La virtud de la política es una ocasión perfecta para hacerlo.

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos.