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 “China no tiene capacidad de influencia suficiente sobre Putin para parar la guerra de Ucrania. Si éste decide un día sentarse a la mesa a negociar es porque la guerra está siendo un fracaso, no porque se lo diga Xi Jinping” señaló Georgina Higueras, vicepresidenta de la Cátedra China, en una sesión del seminario Pensar el siglo XXI celebrada en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Explicó que China no quiere exponerse ahora a que le pase lo que le ocurrió con Corea del Norte: “Después de pasar mucho tiempo intentando que se desnuclearizara, sin conseguirlo; Pekín no va a dar un paso adelante, y salir diciendo soy la mediadora y voy a parar el conflicto de Ucrania”.

Higueras, excorresponsal de Efe en Pekín y profesora asistente en Universidad de Hubei (Wuhan), analizó el crecimiento del gigante asiático y su aspiración de jugar un papel relevante en el nuevo escenario geoestratégico, y lo hizo junto con otros dos expertos, Claudio Feijóo, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, codirector de la Sino-Spanish Campus en la Tongji University de Shangai y autor de El gran sueño de China, tecnosocialismo y capitalismo de Estado; y Juan Pablo Cardenal, excorresponsal en Pekín, y autor de La imparable conquista china.

El ciclo de conferencias está organizado por el Consejo Social de la UNIR, y dirigido por el catedrático emérito de Sociología, Emilio Lamo de Espinosa. Este recordó la idea de que “China es una civilización disfrazada de Estado”, y lanzó la pregunta de si debemos temerla, ante el nuevo escenario geoestratégico.

“Xi Jinping está obsesionado porque el modelo político de China esté lo más alejado posible de la democracia liberal”

Georgina Higueras indicó que “Xi Jinping está obsesionado por dar forma definitiva al pensamiento político de China del siglo XXI, con elementos leninistas y la tradición confuciana, y quiere que el modelo esté lo más alejado posible de la democracia liberal”. Resaltó que este planteamiento ha sido incluido en los estatutos del Partido Comunista, «lo cual coloca a Xi a la altura de Mao”, ya que son “los dos únicos líderes que estando vivos han conseguido plasmar su ideario” en el Partido.

El líder chino -añadió- considera que “su sistema es el correcto, y que el orden internacional debería ser más justo; y quiere implicarse en la gobernanza global”

En el ámbito económico, explicó, “Xi ha revitalizado el socialismo con características chinas de Deng Xiaoping, que quiso convertir al país en una potencia económica”; en el ámbito de la política interna, “ha reforzado su poder para retomar la ideologización maoísta y lograr el sueño del rejuvenecimiento de China”; y en el ámbito del liderazgo mundial pretende construir “un relato que reemplace la modernidad de Occidente, que significa el atraso de China”. 

NUEVA GUERRA FRIA Y CHOQUE DE IDEOLOGÍAS

Esto supone -indica la experta- “una nueva guerra fría en la que la ideología va a tener tanto poder como en la anterior”. Ya que “al otro lado, está Biden” y éste ha hablado de un pulso “entre las democracias y los regímenes autoritarios”. Xi considera que estamos en una etapa de transición, “con un poder establecido (Estados Unidos) y un poder emergente que le reta (China)”.

A nivel interno, “el talón de Aquiles” del país asiático es “el envejecimiento, provocado por la política del hijo único, impuesta por Deng” agregó Higueras.  Por otro lado, subsisten las desigualdades y “la imposición de la uniformidad ideológica a minorías como la de los iugures, que ha dado origen a campos de reeducación por el trabajo”.

En China, la subsistencia y el desarrollo económico tiene prioridad sobre los derechos humanos, explica. “China insiste que es una mentira que los hombres nazcan libres e iguales, porque el feto no crece de igual forma en un mujer rica que en una que no tiene para comer”

Concluyó señalando la distinta concepción del mundo y la política del gigante asiático y Occidente. Citó al politólogo Zhang Weiwei que afirma que la excepcionalidad de civilización china procede de cuatro “super”: “superpoblación, super territorio, super larga tradición y super rica cultura”. Con estos “cuatro super” no es “ningún escándalo tener un régimen de partido único” para la mentalidad china. Porque “lleva dos mil años regida por un partido único: eso era el mandarinato que gobernaba a todo lo que había bajo el cielo. Y este es el ideal meritocrático a lo que Xi aspira”.

“El caso de China nos lleva a plantearnos la pregunta de si puede un sistema autoritario generar innovaciones disruptivas”

El catedrático Claudio Feijóo, por su parte, manifestó que el caso de China plantea una serie de cuestiones  para la reflexión, como el “de la economía planificada -que Pekín nos ha traído de vuelta- versus economía de mercado; las ventajas de gestión del sistema autoritario sobre el democrático; el papel de una sociedad cohesionada con visión común y liderazgo fuerte para construir un gran país”; o la pregunta de si “puede un sistema autoritario generar innovaciones disruptivas”.

Claudio Feijóo.

“¿Qué podemos aprender de ellos?” planteó. Y mencionó la eficacia “del sistema público, la paciencia, la perseverancia, el ser capaces de planes a largo plazo”. Entre los aspectos negativos destacó Feijóo que “la sociedad civil está escondida, que los ciudadanos han sido convertidos en empleados, la deshumanización y la pérdida de dignidad”.

DOBLE ESTRATEGIA: ECONÓMICA Y DE IMAGEN

Finalmente intervino el periodista Juan Pablo Cardenal que se refirió a la doble estrategia exterior de Pekín: en primer lugar la económica, con “inversiones en países en desarrollo”, que, entre otras cosas, benefician a la industria china, y “logrando la tecnología, la pieza del puzzle que le faltaba” para crecer. El mundo “ha cometido un error estratégico al no exigirle a China lo que ésta ha exigido a los inversores extranjeros durante los 40 años de modernización”.

Y en segundo lugar, la estrategia de la influencia política y la imagen, “mediante acuerdos institucionales” o “la captación de elites de otros países, mostrándoles la cara amable del régimen, y convirtiéndolas así en embajadores de facto”.

Juan Pablo Cardenal.

El gran problema -advirtió- es que en Occidente “tenemos un profundo desconocimiento de China y del funcionamiento del Partido Comunista, en tanto que China nos conoce a nosotros mucho mejor”.

“No considero que China se vaya a democratizar, porque Xi cree que su modelo es superior al de Occidente”

«No considero que China se vaya a democratizar, -añadió Cardenal-, porque Xi cree que su modelo es superior al de Occidente”. Y también porque “Occidente perdió la oportunidad de influir políticamente cuando China ingresó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001”. Occidente exigió reformas económicas, “pero se olvidó de las políticas”. Lo cual va a hacer más difícil la cohabitación con el gigante asiático. “Con una democratización de China, las posibilidades de que el pulso con EE.UU. acabe en guerra, serían más difíciles” agregó.

Doctor en Comunicación. Periodista y escritor. Coordinador editorial de Nueva Revista.