Emilio del Río (Logroño, 1963) es profesor de Filología Clásica, diputado y portavoz popular en la Comisión de Cultura del Congreso. Pertenece además al Consejo Editorial de Nueva Revista. Desde hace años dirige la sección Verba volant del programa No es un día cualquiera (Radio Nacional), un espacio divulgativo en el que demuestra que seguimos hablando latín sin saberlo.
Ese es el origen del libro Latín lovers (Espasa) en el que Del Río evoca, de forma amena, el legado de la cultura romana y cómo somos deudores no sólo de la lengua, sino también de la forma de ver la vida. Y ahí entra la gastronomía, el calendario, la religión, el dinero, la felicidad…
Con ejemplos del flamenco, la novela o el cine, el autor traza una entretenida miscelánea de 53 capítulos, que se pueden leer sin seguir un orden, en la que demuestra que conocer la lengua de Horacio y Virgilio nos ayuda a entender el mundo contemporáneo.
-Qué aspira usted con Latín lovers, ¿demostrar que el latín puede ser divertido o despertar vocaciones humanísticas?
-Las dos cosas. Horacio dice que hay que enseñar deleitando. Este es un libro con contenido humanístico pero transmitido de manera divertida. Porque el latín es divertido, pero hay que saber hacerlo atractivo.
-Quizá ese ha sido el problema de muchos profesores…
-Es importante que los profesores sepan contagiar el entusiasmo por las humanidades (o por cualquier otra materia). Cuando uno estudia algo es porque ha tenido previamente un gran profesor que le han inducido a tener amor por esa materia, sea biología, humanidades… Lo cuenta Albert Camus cuando le conceden el Premio Nobel y le escribe esa famosa carta a su maestro, monsieur Germain, y reivindica el papel de los buenos profesores.
-Existe la percepción social de que las Humanidades son poco prácticas…
-Y eso influye en el menor interés que despiertan respecto a las ciencias. Quizá en humanidades haya que hacer un esfuerzo pedagógico mayor, porque estamos en un mundo en el que se valora mucho más lo práctico, como escribe Nuccio Ordine en ese libro delicioso, La utilidad de lo inútil.
-¿Usted tuvo un profesor que le contagió el amor por las humanidades?
-Especialmente mi maestro y mentor filológico en la Universidad, y también, en la política: Antonio Fontán, catedrático de Latín, que además fue fundador de Nueva Revista.
Sería bueno que en Secundaria, Bachillerato y F.P. se estudiara algo de Humanidades. En Alemania y Francia estudian más años de Latín que nosotros
-¿Por qué quiso estudiar Filología clásica?
-Porque me gustaba. Había hecho ciencias en el Bachiller, y en vez de hacer una ingeniería opté por Filología. Cuando se lo conté a mi padre, un hombre humilde que había sido pastor, recuerdo que me dijo “No sé ni lo que es, pero hagas lo que hagas, hazlo bien”.
-Antiguamente se decía “el que vale, vale y el que no a letras». ¿De qué le han servido a usted?
-Más allá de ganarme la vida como profesor titular de Universidad, me ha servido para entender mejor el mundo que nos rodea. Las humanidades te ayudan a entender la vida, y comprender tus raíces. Por eso sería bueno que en Secundaria, Bachillerato y FP se estudiara algo de Humanidades. En Alemania y Francia estudian más años de latín y humanidades clásicas que nosotros.
-¿Aunque luego se decanten por las STEM?
-Claro, porque las humanidades proporcionan una base formativa compatible luego con cualquier profesión. Una base para ser ciudadanos más críticos y más libres, y para evitar que nos manipulen o tomen decisiones por nosotros. ¿Es que hay algo más importante que formar ciudadanos críticos y libres?
-Dice usted que los estudiantes de Medicina deberían estudiar latín y griego ¿por qué?
-El vocabulario médico viene en su mayor parte del griego: hay cantidad de neologismos que se han ido acuñando a partir del griego para definir enfermedades o denominar órganos, y lo mismo pasa en biología, botánica etc. El griego y el latín les ayudaría a comprender mejor su propio trabajo.
En el mundo anglosajón es muy común estudiar una carrera de Humanidades y después hacer un máster y acabar en puestos de gestión
-Scott Hartley, inversor de Silicon Valley, asegura que hace falta directivos que sepan lenguas clásicas y recuerda que altos ejecutivos de Youtube, Linkedin o Paypal estudiaron Humanidades.
-Es una costumbre muy común en el mundo anglosajón estudiar una carrera de humanidades y después hacer un máster de empresa o de otro tipo y acabar en puestos de gestión, en la función pública o en empresas privadas. De hecho, en escuelas politécnicas de EEUU o en facultades de ciencias tienen algunas asignaturas de latín y griego porque eso te da otra visión del mundo, te estructura la cabeza. O sea, que para gestionar las empresas también las humanidades son necesarias.
-Pero aquí en España, las humanidades están arrinconadas…
–Precisamente, desde la comisión de Cultura, hemos conseguido que el Congreso haya aprobado por unanimidad instar al Gobierno a que el latín y el griego sean declarados patrimonio de la Humanidad en España. Es una forma de advertir que nuestra manera de ver el mundo provienen de la cultura clásica. Pero sería necesario, además, una mayor presencia del latín y el griego en la Enseñanza Media. A los dos meses de llegar al Elíseo, Macron pidió a su ministro de Educación que pusiera más latín en secundaria.
-Usted cuenta en el libro, a modo de introducción, que en La vida de Brian, los Monty Pithon se preguntan ¿Qué han hecho los romanos por nosotros? ¿Y bien?
-Aunque esa escena es una parodia resume muy bien el legado de los romanos. ¿Qué han hecho por nosotros? se preguntan los del Frente de Liberación de Judea y dicen: el regadío, las calles, el vino… y la paz. Realmente se lo debemos todo. Y algo más que no dicen los Monty Pithon: el latín, que hablamos todos sin saberlo. Las lenguas derivadas del latín están por todo el mundo.
Newton escribe en latín, Linneo que da nombre y apellido a todas las especies, lo hace en latín. Hasta el siglo XVIII no se puede comprender ni leer la ciencia sin esa lengua
-¿El inglés también?
-Aproximadamente el 60% del léxico inglés proviene del latín. Para aprender el inglés, el latín es un instrumento extraordinariamente positivo.
-Hasta el brexit viene del latín, dice usted en su libro.
-Hasta para salirse de Europa, los ingleses utilizan el latín. Porque brexit está formado por las iniciales de Britannia (Br.), que es el nombre que le dieron los romanos a las islas, y por exit que es un latinismo: salida, como nos indican los letreros de los aeropuertos, compuesto de ex (fuera) y de ire del verbo eo, is, ire: ir. Irse fuera. De hecho muchos latinismos nos vienen a través del inglés, como las palabras curriculum o snob.
-¿Qué más debemos a Roma?
-El derecho. Igual que el latín, el Derecho se ha expandido por todo el mundo y con el derecho, el concepto de ciudadano, la relación de los ciudadanos entre sí y con la res pública. Y eso lo inventan los romanos. Incluso la misma idea de Europa. Si tenemos este proyecto político y económico ilusionante de futuro es por sus raíces clásicas y por el humanismo cristiano.
-La lengua, el vino, la religión (romana), hasta la ciencia nos llega con el latín…
-Es que hasta el Renacimiento se hablaba y se escribía en latín. Y eso incluye la ciencia: Newton escribe en latín, Linneo que da nombre y apellido a todas las especies, lo hace en latín. Hasta el siglo XVIII no se puede comprender ni leer la cultura ni la ciencia sin esa lengua.
Un hispano de hace dos mil años no entendería nuestra conversación, pero identificaría muchas de las palabras
–De hecho seguimos hablando en latín: per cápita, facsímil.
-Por eso, el subtítulo de Latín lovers es “la lengua que hablamos sin darnos cuenta”: y no sólo por los latinismos (déficit, per cápita, superávit) sino también por palabras que se han mantenido igual durante tres mil años, como rosa. Un hispano de hace dos mil años no entendería nuestra conversación, pero identificaría muchas de las palabras.
-Por eso, dice usted que no es una lengua muerta
-Claro, el latín como el griego no son lenguas muertas sino inmortales. Son materiales resistentes, han sobrevivido a todo…
-Igual que conceptos de la cultura clásica…
-Por ejemplo nos pasamos la vida preguntándonos qué es la felicidad: en la cultura romana había una respuesta: es lo que siente el bebé cuando está mamando. Felicitas viene de felix, la misma raíz de thelé en griego que significa teta y el verbo “dar de mamar”. De la misma raíz viene, en latín, femina (mujer) que significa la que amamanta, A partir de ahí tenemos el derivado filius y filia, hijo e hija. Hijo en latín es, literalmente, el que mama.
Hasta la palabra italiana pizza viene del verbo ‘pinsare’ que significa aplastar o pisar un pan cocido
-Los romanos incluso tomaban pizza, como nosotros.
-Tomaban una pizza como la nuestra, aunque no con todos los ingredientes, faltaba el tomate -aún no se había descubierto América-, pero llevaban queso, pescado, salchichas… Y hasta la palabra italiana pizza viene del verbo pinsare -del que se deriva nuestro piso– que significa aplastar o pisar un pan cocido. En Pompeya, con la erupción del Vesubio, se conserva las pizzas hasta partidas en ocho porciones.
Fíjese que hasta en la Eneida se menciona la pizza, pero con otra palabra, mensa. Así lo cuenta Virgilio: Eneas, que es un refugiado de la guerra de Troya, se queda en la Península Itálica, porque come pizza y entonces recuerda una profecía de su padre Anquises, que decía “cuando te comas la mesa, allí te quedaras”. Y es que la base de harina de la pizza en latín es mensa. La misma palabra que sirve en latín para mesa, significa también la base de la harina de la pizza.
-Cuenta usted que España aportó a Roma el vino, el aceite, Séneca…
-En efecto. Todo va un poco unido. España era una potencia, en ese sentido, porque el vino y el aceite, y también el jamón hispanos eran muy valorados por todo el Imperio. Y este desarrollo económico da origen a una clase potente que hace que conquisten el poder en Roma. De ahí vendrán algunos personajes ilustres de origen hispánico, como los Trajano, los Adriano o los Séneca.
España aportó mucho a Roma y no sólo en política o en cultura, sino también en gastronomía… Dio, por ejemplo, un ingrediente universal que se tomaba en todo el mundo conocido, el garum, una salsa hecha con pescado, que se hacía en Cádiz, y que acompañaba a todos los platos. Era el ketchup de la época.
–¿Se adelantaron los romanos al lenguaje abreviado de los whatsapp con los graffiti?
-Claro, y con las abreviaturas. En realidad, esto es así desde el comienzo de la escritura. Pero desde Roma se incorpora a la cultura hasta nuestros días. Un ejemplo muy claro es el apelativo Pepe para los José. Viene de Sanctus Josephus, Pater Putativus Christi (San José, considerado padre de Cristo), pero como esto quedaba muy largo, lo escribían abreviadamente Sanctus Josephus, P.P. Christi. Y la gente leía “P.P.” (Pepe). Y como la Constitución de Cádiz, se aprobó el día de San José, se llamó la Pepa.
-La “nada” da para mucho: el latín le sirve a usted como hilo conductor para enlazar a Homero con el capitán Nemo. Podría explicarlo.
-“Nadie” es como dice Ulises que se llama cuando le clava la estaca al gigante Polifemo, de forma que cuando escapa de la cueva y los otros cíclopes le preguntan quién lo ha hecho, Polifemo responde “Nadie”.
Y Nemo (Nadie) se llama el capitán de Veinte mil leguas de viaje submarino, porque él quiere ser nadie, no quiere saber nada con el mundo que le rodea, no tiene pasado.
Curiosamente cuando en los tanatorios decimos eso tan socorrido de “no somos nadie”, no reflejamos la verdad. Porque Nadie viene del latín nati, del verbo nascor, nascere (nacer). Nati significa nacido. Nadie, por lo tanto, significa nacido. Luego todos, los nacidos, sí somos Nadie.
Los epigramas de Marcial eran el tuit de aquella época. Y Séneca y los estoicos piensan en frases cortas y sentenciosas
–A algunas expresiones latinas les demos un sentido equivocado. Carpe diem no es tanto vivir a lo loco, como aprovechar el presente ¿no es así?
-Vivir el presente y no preocuparse más allá de lo razonable del mañana. Carpe diem es aprovechar, literalmente, el fruto del día (carpus, fruto), sacando lo positivo hasta en las situaciones más complicadas. Quiere decir aprovechar la vida, no desperdiciarla.
-Dice usted que “las esculturas y relieves eran la tele de la época”… su estilo recuerda a Indro Montanelli…
-Montanelli es un referente de la divulgación y un clásico total, con su Historia de Roma. Y con esa frase pretendo hacer ver donde se educaban los ciudadanos romanos, con las pinturas, los relieves o las frases breves… mensajes gráficos. Los epigramas de Marcial eran el twitt de aquella época. Y Séneca piensa en 140 caracteres; los estoicos piensan en frases cortas y sentenciosas: eso es Twitter.
-¿Y el circo era el fútbol de los romanos?
-Claro. La famosa expresión de Juvenal, Panem et circenses, habla de circo en plural, subrayando que con un poco de pan bastaba pero era importante dar mucha diversión al pueblo. Y criticaba a este por conformarse con el espectáculo y no implicarse en la cosa pública. A la gente le daba todo igual mientras tuviera pan y diversión, pan y circo, pan y fútbol.
-¿Se podría decir que el latín era como el inglés de aquella época, el idioma mundial?
-Sin duda. El latín ha sido durante miles de años la lengua de comunicación del mundo conocido, como ahora el inglés. Primero el latín, luego el español, o el francés, y actualmente el inglés, que se ha convertido en la koiné o lengua común. Ahora bien, habrá que ver si el inglés es capaz de batir el récord del latín, más de 1.500 años o 1.600 años, como gran vehículo de comunicación.