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Francisco Javier Pérez. Lexicógrafo, historiador de la lingüística y ensayista de temas literarios. Secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española desde 2015.


Francisco Javier Pérez (Caracas, 1959) fue elegido en México DF en 2015, en el congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, secretario general del órgano panhispánico del idioma. Miembro de la academia venezolana, autor de diversos estudios lingüísticos, desde el Diccionario venezolano para jóvenes hasta una compilación lexicográfica de groserías, El insulto en Venezuela, Pérez trabaja en una institución que se dirige a unos 500 millones de hablantes.

Pregunta. ¿Podrá controlarlos a todos?

Respuesta. ¿Yo? ¡No seré capaz! Mira, las lenguas son fuerzas incontrolables. Nosotros a lo que aspiramos es a orientar. Pero no a controlar. Ten en cuenta que uno de los mecanismos de evolución de las lenguas es su deterioro. La lengua se desarrolla también en base a errores.

P. ¿Por ejemplo?

R. El hubieron. «Hubieron muchos que hicieron tal cosa». O «hacen años que tal cosa». Tarde o temprano quedarán instalados, como el famoso dequeísmo.

P. ¿Cuál es el español que más le gusta?

R. Pues suele repetirse que el de Bogotá es muy refinado, o que el de Valladolid es el más hermoso de España. Pero cada lengua española, en la medida en que le sirve a los hablantes de cada lugar para señalar su mundo, es correcta, es perfecta.

P. ¿Cómo es el venezolano?

R. Riquísimo, profundamente expresivo, cargado de inteligencia, de humor. Pero se ha venido empobreciendo, sobre todo en la formulación del discurso. Al venezolano de hoy le cuesta construir un discurso simple. Tiene que ver con asuntos históricos, educativos y con el mismo tiempo que vive Venezuela. Es doloroso.

P. Deme, por favor, sinónimos de esta selección de venezolanismos incluidos en el último diccionario de la RAE: Borona, chamo, emparamar, faramallero, rasca.

R. Migaja, muchacho, empaparse, hablador (demasiado hablador), borrachera.

P. ¿El español de España manda más de lo debido?

R. No, no creo que mande más de lo que debiera. Y tiene palabras estupendas, como gamberro. Gamberro es una gran palabra.

P. Fernando Vallejo dice que España es «una provincia anómala del idioma».

R. [Ríe] Esa expresión de Vallejo en el siglo XIX no hubiera podido decirse. Le hubieran dicho que ¡cómo se puede decir eso del lugar donde se gestó la lengua! Pero yo creo que el español de España es tan anómalo como el español de cualquier otra provincia particular de la lengua.

P. Todos tenemos una cruzada personal contra una palabra. ¿Cuál odia usted?

R. Ah no, yo soy lexicógrafo y los lexicógrafos por deformación profesional no odiamos a ninguna palabra. Para nosotros todas valen lo mismo.

P. Bueno. Dígame una o dos que adore. Aparte de gamberro.

R. Esta: inconmensurable. Es una palabra gigante, asombrosa. Inconmensurable. La palabra es en sí misma el propio dibujo de lo inconmensurable. También me gusta mucho que cambien de sentido algunas palabras que antes eran usadas como insultos. Por ejemplo marico, que en Venezuela ha ido perdiendo la fuerza insultante y se ha convertido en un saludo cotidiano entre los jóvenes. «Hola marico, cómo está».

P. Usted ha dicho: «Un diccionario es una cosa cargada de ideología».

R. Siempre lo he creído. No son libros asépticos. Detrás de un diccionario hay una manera de entender el mundo, una ideología. No tanto una ideología política como cultural. Esto se ve en lo que ocurrió en el siglo XIX con lo que se conoce como pudibundismo: ser vergonzoso ante las realidades que va marcando la lengua. En aquel tiempo los diccionarios no incluían voces que nombraran órganos o situaciones sexuales, y, si las incluían, los autores dejaban claro que no las compartían, que eso eran voces de lavanderas o de cocineras o de la ralea social. Los diccionarios no son ingenuos. No hay diccionario aséptico.

P. ¿El pudibundismo ha muerto?

R. No tanto. Aún en 1981, en el Diccionario de venezolanismos de la Universidad Central de Venezuela, se definía huevo como «moneda del tiempo de la colonia», sin más acepciones, cuando en el venezolano popular huevo refiere al órgano masculino, el pene.

P. ¿Cree que conquistaremos Estados Unidos con el español?

R. Absolutamente. La presencia hispana es muy poderosa y va a seguir creciendo. Se prevé que en unos 50 años Estados Unidos será oficialmente bilingüe en español e inglés.

P. ¿Nuestra lengua está en su fase histórica de mayor poder?

R. Creo que sí. Vive un momento extraordinario. Un momento de expansión, que también es un término de dominio. Es una lengua muy pujante frente a otras lenguas, europeas inclusive, que son magníficas pero solamente tienen un puñado de hablantes.


Artículo publicado originalmente en El País. Reproducido en Nueva Revista con su autorización.


Del entrevistado, Francisco Javier Pérez, Nueva Revista ha publicado un texto sobre panhispanismo que puede leer aquí


Foto de cabecera: Francisco Javier Pérez. CC Wikimedia Commons

Licenciado en Filosofía por la Universidad de Santiago de Compostela. Redactor de «El País Semanal».