Eduardo Granados. Profesor del colegio Cristo Rey, ERC, de Madrid
E
n este original ensayo Eduardo Granados, docente en un colegio madrileño y padre de familia, ha reelaborado la famosa Agenda 2030 de Naciones Unidas, trascendiéndola para ofrecer otro proyecto para la humanidad, en clave cristiana. Ha tomado pie de la idea sugerida por el teólogo José Granados, de añadir tres años más «un plus para convertirla en Agenda 2033», aludiendo a la celebración del segundo milenio de la Redención.
A lo largo de sus páginas, Eduardo Granados va recogiendo cada uno de los Diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, y les busca un nuevo sentido, trascendiendo lo meramente material. El fin de la pobreza, se convierte en Amar al pobre; Salud y bienestar, en Dolor salvífico y bien-amar; Igualdad de género, en Comunión de hombre y mujer; Energía asequible y no contaminante, en Familia: energía del amor eterno; Vida submarina en Vida oculta; Trabajo decente y crecimiento económico en Trabajo divinizante y crecimiento integral; y Ciudades y comunidades sostenibles, en Civilización del amor, por poner algunos ejemplos.
Y todo ello con reflexiones sacadas del Evangelio, de los mensajes de los pontífices Francisco, Benedicto XVI y Juan Pablo II, o de autores cristianos como la madre Teresa de Calcuta o san Francisco de Asís.
Eduardo Granados subraya que, desde la fe cristiana, es posible construir un mundo mejor, también en lo material, «un mundo de Desarrollo Sostenido». Se pueden transformar todas las realidades gracias al Amor con mayúsculas, afirma. Y quien acepta ese Amor, «es capaz de mejorar el planeta en profundidad. Sólo él es capaz de mirar todo lo creado con los ojos del Creador y de darle un sentido pleno. El santo sabe cómo cuidar el planeta, como San Francisco de Asís, enamorado de la Cruz de Cristo». Por eso, llama hermanos a todos los hombres, amigos o enemigos. Y también llamaba a la muerte, «hermana muerte» añade el autor. Porque «sabía que este mundo no es nuestro destino final, que su figura se termina y que nuestros cuerpos se desmoronan […] el santo sabe que la tierra es un lugar de paso, tal y como escucha de su Maestro: “Cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”».
La clave del libro la ofrece en el prólogo, Ignacio Munilla, obispo de Alicante, al señalar que «Dios también tiene su agenda para los hombres, agenda encarnada en Jesucristo», un proyecto para la humanidad, objetivos de desarrollo incluidos, que sintetizaba San Pablo en la carta a los efesios: «Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegara el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra».
Como un hermoso gusano que repta por la tierra —añade Munilla— en cada capítulo «el ODS 2030 se va convirtiendo en una crisálida y comienza ese proceso interno de metamorfosis». Pero al contrario de «la metamorfosis kafkiana en la cual el hombre se deshumaniza convirtiéndose en animal, en este caso se nos muestra la metamorfosis del hombre redimido».