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El día 26 de mayo del próximo año se celebrarán en toda España las IV Elecciones Municipales y Autonómicas desde la restauración de la democracia, y que significarán la configuración de un nuevo mapa de distribución del poder territorial en nuestro país. Desde hace 12 años, el Partido Socialista, de forma hegemónica, homogénea y monolítica — levemente atenuada por los pactos PP-CDS de 1989—, gobierna en los principales ayuntamientos y Diputaciones de España y en la mayoría de las CC.AA. Sin duda, esta implantación territorial ha sido básica para la propia organización del partido, no sólo en su estrategia de obtención y/o conservación del poder, sino que ha sido el más extenso instrumento político de los manejados por el Partido Socialista.

Cuando uno tiene la sensación de que los mecanismos de control del poder político —Parlamento y Justicia— se han convertido en meras organizaciones administrativas subordinadas al Ejecutivo, y cuando la mayoría política —física o psicológicamente— ha paralizado —mediante el síndrome de Estocolmo— a las organizaciones sociales con poder para vertebrar y movilizar la sociedad, es decir, cuando la democracia se ha convertido en España en un «duro y puro juego de poder», puede abrirse entre los ciudadanos la tesis —como marco político de reflexión— de que es necesario un «ajuste fino» de los centros efectivos de poder —municipios y comunidades autónomas, ya que el Gobierno de la nación no está en discusión hasta el 92—, mediante una distribución y equilibrio del poder político.

Dicho en otras palabras, si el Partido Socialista tiene el Gobierno de la nación, la oposición debe tener los principales ayuntamientos y CC.AA. como única forma de control de la mayoría estatal.

Es verdad que se puede morir de éxito, o de risa, o electrocutado por la maraña de cables de los pinchazos telefónicos, o…: pero la peor forma de morir en política es de sobredosis… de poder, claro.

La oposición intentará hacer llegar a) electorado la bonanza de esta solución, que además permitirá ejercer el poder municipal y autonómico como banco de pruebas y escaparate de cara a la consecución en un futuro del Gobierno central.

El Partido Socialista, por el contrario, defenderá la eficacia política de «los 12 años de ayuntamientos socialistas», así como la conveniencia de la unidad de gestión entre el poder central y el periférico en base a un funcionamiento homogéneo.

Las 3 plazas claves donde se va a proyectar especialmente esta lucha política son:

  • El Ayuntamiento de Madrid: la llamada «joya de la corona», no sólo por ser la capital de España y por lo tanto centro representativo y político de la máxima importancia, sino porque lo que ocurra en Madrid será objeto de análisis y especulaciones políticas con efectos en la opinión pública nacional.
  • El Ayuntamiento de Barcelona: porque la consolidación del Partido Popular como bisagra en este ayuntamiento puede repercutir en un acercamiento de CiU a este partido.
  • El Ayuntamiento de Sevilla: la concreción en este ayuntamiento de un avance de las fuerzas de oposición en las grandes ciudades andaluzas significa el empezar a tocar poder en un área donde el poder es un instrumento de dominación electoral. Sin incremento de apoyo electoral en Andalucía, nunca habrá posibilidades, para la oposición, de ganar unas elecciones generales.

A continuación nos centraremos en un análisis electoral del Ayuntamiento de Madrid, así como en una serie de comentarios sobre cada fuerza política derivada de este análisis electoral.

Las posiciones de cada fuerza política serían:

Partido Popular: Seis meses para demostrar que Sahagún no es del Partido Popular pero la gestión sí.

Extrapolando los datos de las elecciones de octubre de 1989. necesitaría para obtener mayoría absoluta del orden de 137.000 votos más, o, lo que es lo mismo, subir alrededor del 7,5%, es decir, situarse en el 4f>,5% de los votos emitidos a candidaturas. Objetivo teóricamente alcanzable si vemos el número de votos que tiene el afín CDS.

La dirección del Partido Popular. al designar a Álvarez del Manzano como candidato a la Alcaldía de Madrid, apostó por designar a la persona que representa los intereses del partido en el equipo de gobierno municipal. En definitiva, apostó por la actual gestión municipal. Álvarez del Manzano es un político honesto. con doce años de experiencia municipal en el ayuntamiento. y por lo tanto con una voluntad de servicio a Madrid y al centro-derecha innegables.

Dado el perfil del candidato del Partido Popular, parece evidente que este partido situará la campaña en el plano de la gestión técnica y política, presente y futura, del ayuntamiento. En definitiva, no a los ayuntamientos como centro de discusiones políticas. sino como centro de resolución de los problemas concretos de los ciudadanos, mejorando su calidad de vida. Para ello necesita vehiculizar esta oferta tecnocrática a través de un equipo competente y atrayente, quizá poniendo en marcha la renovación generacional anunciada en el congreso del partido, en base a profesionales jóvenes y competentes que tendría más gancho que el trasvase indiscriminado de cuadros del CDS como consecuencia del «ajuste de plantilla» producido por la quiebra de ese partido.

El Partido Popular tiene a su favor en estas elecciones el ostentar una posición de poder, una cuota de poder, ya que no-es lo mismo, sobre todo cuando se gestionan intereses muy concretos de los ciudadanos, el hacer las elecciones desde la oposición que desde el poder. El Partido Popular debe transmitir a su electorado la posibilidad de obtención de mayoría absoluta para conseguir su movilización, buscando, en cualquier caso, ser la oferta más volada por la legitimidad que da a la hora de establecer pactos de gobierno.

CDS: Cómo explicar al electorado que votar a Sahagún no es votar al CDS y que votar CDS no es votar PSOE.

Sahagún intentará «vampirizar» en provecho propio la gestión del equipo de gobierno, repitiendo lo ocurrido en el País Vasco por Ardanza y el PNV a costa del PSOE.

Tiene dos «puntos negros»; pertenece a un partido muy gastado, en riesgo de desaparecer, y además con el compromiso de pactar después de las elecciones con el PSOE.

Sin embargo, llevará como avales la representación máxima de la gestión municipal y una imagen de hombre honesto, moderado y buen gestor.

Si no hay mayoría absoluta del Partido Popular, será bisagra con posibilidades ciertas de conseguir la alcaldía con cualquiera de las fuerzas mayoritarias: pactará con el PSOE si el CDS obtiene una representación suficiente en gran parte del Estado; si, por el contrario, el CDS queda reducido a Madrid y a Canarias, y como fuerza no decisoria en Castilla y León, el partido habrá desaparecido como fuerza nacional y las decisiones de sus cargos electos serán personales, tal y como ocurrió cuando desapareció UCD.

PSOE: Guerra cocina los platos, Morán los sirve.

El recientemente concluido XXXII Congreso del PSOE ha convalidado el modelo político de organización que el PSOE tiene desde el ano 1974. Es decir. Felipe González es el líder, y, por tanto, como referencia de todas las sensibilidades socialistas, fija la dirección a seguir y da el mensaje político. Alfonso Guerra manda en el partido, entendiendo a éste como una organización o maquinaria capaz de obtener o conservar el poder. Así de fácil es el reparto, y el resto es literatura. El Partido Socialista tiene que decidir cuál va a ser su candidato a ia alcaldía en estas elecciones. Dada la relación de fuerzas izquierda-derecha en Madrid, donde el conjunto de fuerzas de centro-derecha son mayoritarias, lo lógico sería presentar un candidato que pudiera recoger el voto más progresista del centro, para ampliar el espacio de la izquierda. En este sentido, pienso que el mejor candidato {para el PSOE) sería Fernández Ordóñez, pero el candidato será seguramente Fernando Morán. que, por el contrario, sin ensanchar el espacio de la izquierda (PSOE + IU), sí es capaz de aglutinar el voto mayoritario de la izquierda, hegemonizando ese espacio político. El PSOE tratará de reavivar, si el candidato es Moran, el «modelo Tierno Galván» de 1979. Es decir, el alcalde de verdad sería el número dos, un Acosta cualquiera —con Tierno fue Barranco—, poniendo Morán la imagen de prestigio y honestidad.

El Partido Socialista no jugará en estas elecciones la carta tecnocrática, sino ¡a política, criticando a fondo la gestión política del centro-derecha en el ayuntamiento. Lo que pasa es que Tierno fue elegido alcalde hace doce años, cuando la democracia se estaba desarrollando en España y tenía atractivo la instalación de una «cultura de izquierdas» en los ayuntamientos. En los dos años de gestión municipal del centro-derecha no ha habido desmanes urbanísticos, Madrid mantiene su pulso cultural, la gestión en medio ambiente ha sido brillante y la Administración tributaria ha funcionado correctamente, sin aumentos escandalosos ni injustos. La no resolución de los problemas de tráfico —concejalía que maneja el CDS— no invalida la gestión municipal y no es un argumento de gran calado político por el escepticismo de la población en la resolución de este problema.

El Partido Socialista intentará detener la caída del voto en el núcleo urbano presentando a candidatos con prestigio personal, pero siempre controlando los centros de poder efectivos a través de políticos de segunda fila del aparato guerrista.

Esta vez —a pesar del prestigio de su posible candidato— no podrá reivindicar la exclusividad de la honestidad, ya que A. Manzano y R. Sahagún también tienen esta cualidad demostrada sobradamente

Si no obtienen mayoría absoluta, cuestión casi imposible, si pactan con el CDS, tendrán que ceder la alcaldía al CDS.

IU: La ampliación de la «casa común» les puede dejar en la calle.

En las elecciones municipales de 1987. IU obtuvo en Madrid-capital el 6,05% de los votos; el candidato era Ramón Tamames. En la actualidad, con Morán de candidato único de la izquierda, si el IU es un tal Herrera, podría dejar a IU por debajo del 5%, y por lo tanto, fuera del Ayuntamiento.

Si al «factor Moran» añadimos el retraso del proyecto organizativo de IU de vertebrar políticamente a grupos sociales autónomos —que no estará concluido hasta liquidar el PCE— y que el aparato del PSOE está por la «voladura controlada» de esta organización, el panorama no es nada bueno para IU en Madrid-capital.

Solamente un clima social conflictivo en mayo de 1991, con una crisis económica castigando, podría ser políticamente beneficioso para IU.

Aparecen en la prensa de estos días informaciones sobre la posibilidad de que Cristina Almeida sea candidata a la Alcaldía de Madrid si el candidato del PSOE es Fernando Morán.

El objetivo de esta candidatura tendería a asegurar la representación política de este partido en el Ayuntamiento de Madrid, taponando sus dos posibles pérdidas: la ocupación de su espacio político y electoral por el Partido Socialista y el desplazamiento de votos hacia el CDS —hacia Rodríguez Sahagún— de sectores anti-PSOE.

Conviene hacer sobre esto algunas precisiones:

1) Después de las elecciones municipales, en el conjunto de la izquierda no hay incógnita, es decir, PSOE e IÜ pactarán. Sólo está en discusión si esta representación es dual o no. En el centro-derecha sí hay incógnita, porque no se sabe qué va a hacer el CDS.

2) La presentación o no de Cristina Almeida sólo en el caso de que el candidato sea Fernando Moran es ridícula, porque si el candidato es Barranco, la candidatura de Almeida tendrá mayor relieve. Barranco no amplía ni hegemoniza el espacio político del PSOF. y de la izquierda; recoge, eso sí. el electorado básico del PSOE. Morán. en cambio, sí lo hace. Barranco, por otro lado, puede ser un buen candidato a la Comunidad, donde el voto urbano e informado es menor y cuenta más la organización. «En el año 79 los ayuntamientos demandaban democratización; en el 91 demandan gestión, resolución de los problemas de los ciudadanos, y menos política».

3) Izquierda Unida necesita asegurar su representación política en Madrid. Parece que la presentación de una candidatura encabezada por Cristina Almeida, Pablo Castellanos o Alonso Puerta —éste último con una sólida experiencia municipal— la asegura. Herrera, actual portavoz municipal, no parece que la garantice. Si IU no obtiene representación política en el Ayuntamiento de Madrid, su proyecto político quedaría seriamente dañado. Esto significaría, por el contrario, el avance del proyecto del PSOE de convertirse en «la Casa Común de la izquierda». quizá con la entrada de Carrillo en el «Asilo Común de la izquierda», avanzaría la integración no a través de la negociación política, sino uno a uno y con el carnet en la boca, tal como quiere Benegas. La «Casa Común de la izquierda», entre otras cosas, significa un conocimiento perfecto por parte del aparato del PSOE de la Ley D’Hom, aglutinando todas las estructuras y personas posibles.

con objeto de mantenerse en el poder. Es decir, la Ley D’Hont prima la hegemonía monolítica en la izquierda (alrededor del PSOE) y perjudica a una alternativa imperfecta de la derecha si proliferan partidos regionalistas, nacionalistas y el centrismo residual.

4) Si Almeida u otra persona con su perfil se presentan, no sería descabellado pensar que Sahagún, para disputar a IU el voto radical —el centrista moderado lo recogió en parte el 29-octubre el PP—, encabezase una candidatura independiente que no provocase el rechazo que tienen las siglas del CDS.

Bien, éste sería el plano estratégico en el que nos moveríamos si se presenta Cristina Almeida, pero, sin desmerecer la trayectoria democrática y la limpieza de muchas de las personas que integran IU, la aportación de Cristina Almeida al Ayuntamiento de Madrid es muy pequeña. En el año 79 los ayuntamientos demandaban democratización; en el 91 demandan gestión, resolución de los problemas de los ciudadanos, y menos política.

El Ayuntamiento de Madrid no es una empresa —como dice el ineficiente eurodiputado y candidato a todo José María Ruiz Mateos—; es una institución política que gestiona los servicios básicos que demandan los ciudadanos. Por lo tanto, necesita una línea política que dé contenido a la gestión. Sin embargo, el tener una línea conductora política no tiene nada que ver con la politización de los ayuntamientos, a la que es tan proclive la izquierda.

Éste es el panorama político que se atisba a seis meses de las próximas elecciones en el Ayuntamiento de Madrid.

Presidente del Consejo de Administración de Telemadrid. Del Consejo Editorial de Nueva Revista