Tiempo de lectura: 10 min.

Ofrecemos a continuación el vídeo de la entrevista concedida por Enrique Krauze en el marco del I Congreso Internacional Hispanoamericano, celebrado en Madrid. Antes pronunció una ponencia titulada «Vigencia del mundo hispánico».

[Transcritas, y ligeramente editadas, las respuestas de Enrique Krauze son las siguientes]:

HE TRANSMITIDO dos ideas en esta conferencia inaugural del I Congreso Internacional Hispanoamericano, una relativa a la historia y otra a la lengua.

Yo no pongo en duda que nuestra historia compartida tuvo aspectos traumáticos, sobre todo en su nacimiento y en su origen. Traumáticos. Ponga usted los adjetivos que quiera. Toda conquista en la historia de la humanidad ha sido así. Pero al mismo tiempo, siempre he pensado que se trata de una historia compartida, porque a partir de esos hechos se construyó una cultura y hasta podríamos hablar de una civilización nueva. Y esta civilización o esta cultura, expresada en un haz de valores éticos, estéticos, intelectuales, culturales, literarios, religiosos, espirituales, vitales, de valores en general, es una construcción centenaria, es lo que nos ha llevado siglos.


«Nuestros pueblos han sufrido muchísimo por la incapacidad de debatir. No digo de comprenderse, de debatir» (Enrique Krauze)


Sin demeritar el aspecto dramático de ese nacimiento, de ese parto, ni tampoco sin dar valor a toda la grandeza de las civilizaciones que quedaron destruidas, yo he querido simplemente que no se olvide todo el aspecto constructivo. En primer lugar, de esa historia compartida reflejada en la lengua, pero sobre todo en el fenómeno cultural y social del mestizaje, que distingue a esta experiencia histórica de la anglosajona y que la distingue muy marcadamente de muchas maneras.

En la conferencia recordé que viniendo de una familia de inmigrantes que llegó a México de Polonia a principios de los años treinta, perseguidos ya por el régimen nazi, en México encontraron (mis abuelos, mis padres, mis bisabuelos) un espacio de libertad. Y esa libertad y esa posibilidad de integración y de convivencia es algo que también encontraron muchos otros refugiados en toda América Latina, incluidos los españoles desterrados de la guerra civil.

Esa vocación de libertad es muy antigua y tiene una raíz, una de sus raíces, en ese noble personaje que fue Francisco de Vitoria. Como historiador, he querido siempre que se recuerde también ese aspecto constructivo de nuestra historia, literatura y artes.


«Imponerle a la historia de hace 500 años la circunstancia o los valores del presente es una violencia» (Enrique Krauze)


Hemos tenido muchos problemas en el ámbito de la política, en nuestro desencuentro con la democracia, en la desigualdad social y económica en tantos aspectos. Pero hemos sido muy fuertes culturalmente en las artes y en las letras, qué duda cabe. No veo un florecimiento similar en el siglo XX. Todos estamos todavía confundidos y preocupados por esta gran irrupción, no solo en Latinoamérica sino mundial, de la polarización de las redes sociales y de los populismos, de cualquier signo, de derechas o de izquierda. Estamos en un momento como de pasmo, como que todavía no encontramos los instrumentos para poder enfrentar, por ejemplo, la fuerza de la propaganda y de la mentira. ¿Cómo utilizar las redes sociales de manera creativa y constructiva? ¿Cómo volver a valorar el debate civilizado? Estamos en un momento, repito, oscuro, difícil. Pero a toda acción corresponde una reacción.

Espero que las nuevas generaciones vuelvan a confiar y a encontrar formas de hacer valer los valores esenciales de la convivencia, la civilidad y el debate. Yo le doy una enorme importancia a la palabra y a la práctica del debate, que no supone, desde luego, por esencia, estar de acuerdo, pero sí supone admitir la humanidad del otro; eso no se puede debatir. Nuestros pueblos han sufrido muchísimo por la incapacidad de debatir. No digo de comprenderse, de debatir. Muchas guerras civiles han tenido que ver con la incapacidad de debatir. ¡Ojalá inventemos formas nuevas de respetarnos y de debatir!


«El mejor legado de España en América me sigue pareciendo el espiritual» (Enrique Krauze)


Lo fundamental de la historia o de la de la misión de la historia es conocer y ser objetivo. Sí, ante todo conocer. Imponerle a la historia de hace 500 años o 30 años la circunstancia o los valores del presente es una violencia. Para empezar, hay que pensar la circunstancia de aquel presente, con la incertidumbre que tenían aquellos protagonistas en aquel presente que no es este presente. 

Hay tres variedades de la historia, decía un maestro mío muy querido, Luis González y González. Una es la historia de bronce. Otra es la historia crítica. Y otra la llamaba la historia anticuario. La historia del bronce es la historia de los héroes y las estatuas. Es la historia preferida de los gobiernos. Vamos a levantar estatuas a los héroes. Es generalmente una historia daltónica de buenos y de malos, de villanos y galanes. ¿Quién es el malo de la película? ¿Quién es el bueno de la película? Como en Hollywood, siempre tiene que haber uno malo y uno bueno. Esa historia no ayuda mucho. No ayuda al conocimiento.


«A mí me conmueve la espiritualidad del pueblo mexicano. Me conmueve y es una espiritualidad que viene del siglo XVI» (Enrique Krauze)


Otra historia se empeña únicamente en criticar los acontecimientos del pasado. Confunde la historia con la Inquisición. Subraya sobre todo aquellos aspectos disruptivos y terribles en la historia. Es la historia favorita de los duros revolucionarios, de los guerrilleros. Tampoco ayuda al conocimiento. Esto no quiere decir que no haya que comprender la revolución francesa o la rusa.

La tercera variedad, que mi maestro modestamente llamaba anticuario, es aquella que lo que busca es entender el pasado en los términos del pasado. ¿Cómo fue? Comentaba Marc Bloch, un gran historiador francés, que le oía decir a su abuela cuando veía las querellas entre los que estaban a favor de Robespierre y en contra: «¿Por qué no me decís simplemente como era Robespierre?


«Me duele que España, por razones muy complejas, entre ellas un sentimiento de culpabilidad, ha estado muy ciega en los últimos decenios a lo que dijo y a lo que recibió de América» (Enrique Krauze)


Yo creo que el historiador tiene sobre todo que tratar de comprender cómo era. Esto es muy difícil. Requiere mucho estudio, mucha investigación. Nunca se llega a la verdad definitiva. Yo creo en ese tipo de historia y creo que nuestros gobiernos, y sobre todo los populistas, usan la historia para fines del poder. Y no me voy a referir a América Latina. Pienso que el uso de la historia que está haciendo Putin. Es una historia absolutamente mitológica. Kiev existió antes que Moscú, pero él está imponiendo una visión de la historia y transmitiéndola con el monopolio de información que tiene. ¿Y los rusos se lo creen o no? La de Putin es una combinación entre la historia de bronce y la historia disruptiva y crítica. Pero no tiene que ver con la verdad. El historiador debe perseguir la verdad.

Yo creo en la vigencia del mundo hispánico e hispanoamericano, pero no como una esencia, sino como una historia compartida. No creo en las esencias. Creo en la historia con sus vicisitudes y sus imperfecciones. Quiero decir, entonces, que nuestra historia compartida está llena de encuentros y desencuentros, de momentos traumáticos, terribles, dolorosos, que, por cierto, son además distintos en la experiencia de Colombia, de Perú y de Chile y de México. Porque tampoco es una esencia América Latina ni Hispanoamérica es una continente esencial. Pero sí creo que existen experiencias compartidas y valores compartidos.

Y subrayo mucho y he subrayado mucho, y me han criticado, el tema del mestizaje. Lo siento. Sigo creyendo en él. ¿Por qué? Porque es un dato inmediato. Cualquiera que vaya a los países iberoamericanos se da cuenta de que el mestizaje es una realidad. Y lo ha sido por siglos. Es una construcción de convivencia, no solo étnica y cultural, no solo en la comida, también en el trato.


«Yo creo que en España está todavía por descubrir todo lo que América le dio» (Enrique Krauze)


Como hijo de inmigrantes recientes, emigrantes —yo nací en 1947 y solo 16 años antes habían emigrado mis padres desde Polonia—, soy un testigo y beneficiario de esa convivencia que implica el mestizaje. No puedo estar de acuerdo con equiparar, por ejemplo, los racismos que existen en la historia de Estados Unidos con la situación cultural y social de los países hispanoamericanos. Ahí tiene usted entonces un ejemplo de lo que yo llamo una cultura común, valores comunes en nuestra historia. En la lengua es donde habita, a veces en muy buena medida, ese espíritu y esos valores de convivencia.

Lo mejor del legado de España en América me sigue pareciendo —suena romántico muchas veces a ciertos historiadores de la economía o de la política— el espiritual. Viniendo de una familia judía, nadie me va a decir: «¡Este es un hombre de extrema derecha católica!». A mí me conmueve la espiritualidad del pueblo mexicano. A mí me conmueve la espiritualidad de las mujeres mexicana, me conmueve y es una espiritualidad que viene del siglo XVI y que plantaron los franciscanos cinco siglos. Está en las nanas que educaron a mis hermanos. Todavía existe y es una forma de convivencia. Y por eso en mi ponencia recordé cómo mis abuelos y bisabuelos no podían creer que podían caminar con libertad y hablar con libertad. Nadie se metía con él, ni por su religión, ni por el color de la piel. La población que venía de África, claro que sufrió esclavitud. Pero las aristas eran muy distintas que las de los Estados Unidos. El tema de la convivencia y de la convergencia étnica y cultural es el mejor legado de España en América. Y lo voy a defender siempre. No por ningún esencialismo católico hispánico. Yo he leído a Francisco de Vitoria y he leído a los clásicos del pensamiento español. Si usted me preguntara por el aspecto negativo del legado político español, le contestaría que la reverencia al poder absoluto no es una buena herencia. Pero social y culturalmente esa convergencia existe. Yo soy beneficiario. Mi familia es beneficiaria de esa convergencia. No puedo dejar de defenderla. Ha sido muy fiel a España y al legado de América.


«A mí me conmueve la espiritualidad de las mujeres mexicana» (Enrique Krauze)


En España, decía el historiador Hugh Thomas, quien solo conoce España, no conoce España. Y lo que me duele es que España, por razones muy complejas, entre ellas un sentimiento de culpabilidad, y la culpabilidad nunca sirve para la comprensión, ha estado muy centrada en los últimos decenios en Europa y muy ciega a lo que dijo y a lo que recibió de América. Yo creo que en España está todavía por descubrir todo lo que América le dio. 

Desde la transición española comenzó a haber décadas de intercambio muy creativo y activo entre España e Iberoamérica. Para empezar, Iberoamérica despertó a la posibilidad de transición a la democracia cuando vio que España transitaba a la democracia. Pero además, hubo cada vez más presencia de empresas españolas en Iberoamérica, e iberoamericanas y mexicanas en España, y esto tenía una continuidad asombrosa. No tengo números, no soy un historiador de la economía, pero sí le puedo asegurar que era vertical el crecimiento y la presencia mutua.Y muy fecunda esto. 


«En España, decía el historiador Hugh Thomas, quien solo conoce España, no conoce España» (Enrique Krauze)


Algo ha pasado en el siglo XXI, a partir del 2004. España se concentró en Europa, se desentendió de América Latina, aunque las empresas han seguido. Ahora los populismos han hecho más difícil la convivencia y han querido incluso plantar la mala hierba de la discordia entre España y América, en particular en México. Fíjese usted que el quinto centenario del aniversario de la conquista (1521-2021), a pesar de la gran propaganda antiespañola oficial. No ocurrió gran cosa. No hubo una conmemoración como debió haberla habido, que no ocultara los aspectos duros, pero que hablara de nuestra historia compartida. Sin embargo, los pueblos seguimos visitándonos. Seguimos teniéndonos afecto y teniendo relaciones comerciales. Pero se están perdiendo años y oportunidades muy valiosas. Olvídese usted del poderío estadounidense. Los chinos están viendo muy claramente la posibilidad de ir avanzando en América Latina. Sí, España e Iberoamérica en lo económico, no pasan por un buen momento.

Mi revista cultural, Letras Libres, es un nicho, no es muy grande. Los escritores podemos muy poco. Pero los valores del pensamiento, del ensayo, de la crítica, los valores de la claridad, de la fundamentación… están ahí mes a mes.


«Recomiendo a un lector español, para acercarse a América Latina, ‘El continente olvidado’, de Michael Reid; la ‘Historia de América Latina, de Edwin Williamson; y ‘El laberinto de la soledad’, de Octavio Paz» (Enrique Krauze)


Gabriel Zaid, escritor mexicano que yo admiro muchísimo, dice que la cultura es conversación. Esto es una conversación que se remite a la revista Vuelta, que fue nuestra antecesora, en la que trabajé con Octavio Paz. ¿Es una conversación muy influyente? No lo creo. ¿Es muy importante? Tampoco lo creo. Pero ocupa un lugar. Uno no hace una revista cultural para hacerse millonario. Uno hace una revista cultural para animar la conversación y las posibilidades de la libertad frente a caudillismo, populismo, dictaduras.

La libertad es como el aire. Se suele apreciar solo cuando se pierde. Muchos pueblos optan por populismos de cualquier signo. No importa la ideología. Lo importante ahí es el autoritarismo. Y la reverencia por el líder frente a las instituciones democráticas y la libertad. No cabe duda de que estamos en un momento muy difícil. Pero confío en la supervivencia de la democracia y la libertad en Chile, en Colombia, en Uruguay, en Argentina. Desde luego en Costa Rica. Porque Colombia tiene 200 años de tradición republicana.

Hay países más complicados. La vuelta de la democracia y la libertad en Venezuela es complicada. Perú y México tienen una situación de pronóstico reservado. No es fácil la situación del Perú. México no es un país particularmente con tradición republicana, democrática, liberal. Es un país muy autoritario. Solo tenemos 25 años de elecciones libres. Brasil pienso que va a preservar la libertad y la democracia. En el orbe iberoamericano la libertad padece, pero de distinta manera, en distintos lugares. Por lo tanto, mi diagnóstico no es enteramente pesimista.


«La vuelta de la democracia y la libertad en Venezuela es complicada. Perú y México tienen una situación de pronóstico reservado» (Enrique Krauze)


Recomiendo, por último, una breve bibliografía que pudieran ser útil a un lector español para acercarse a América Latina. Hay un libro que se llama El continente olvidado, de Michael Reid, corresponsal de The Economist. Reid es observador y estudioso. Ha vivido en Brasil y en Perú. Conoce muy bien la región. Su libro es muy importante y está traducido al español. Hay otra Historia de América Latina, publicada por el Fondo de Cultura Económica, de Edwin Williamson, que es también el biógrafo de Jorge Luis Borges, el mejor biógrafo de Jorge Luis Borges. Esas son dos obras generales que yo recomiendo.

Infinito hablar de la literatura. Pero desde luego, sigo pensando que El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, es una obra esencial, escrita a mitad del siglo XX. El laberinto de la soledad sigue siendo una obra esencial.

Finalmente, un libro que seguro se conoce muy poco en España. El autor es mi maestro, el historiador Luis González y González. El libro se llama Pueblo en vilo . Es la historia de un pueblo en el occidente de México. Pero esa historia es una historia universal. Es toda la historia universal. Conociendo ese pueblo, uno conoce mucho lo que es la historia de México y creo que por extensión la historia de muchos pequeños pueblos en Hispanoamérica. Pero claro, estoy eligiendo el azar de un conjunto infinito.


[Enrique Krauze (Ciudad de México, 1947), ingeniero industrial por la UNAM (1969) y doctor en Historia por El Colegio de México (1974), ingresó en 1977 en la revista Vuelta (dirigida por el Nobel Octavio Paz) como secretario de redacción. En 1999 fundó la revista cultural Letras Libres, que recibió el Premio Nacional de Fomento de la Lectura en España en 2014. Ha sido profesor en las universidades de Oxford y Princeton. Es uno de los más importantes historiadores mexicanos de su generación.

Con el fin de presentar a las nuevas generaciones los valores, logros y aportaciones del mundo hispanoamericano, y para subrayar su extensión, importancia y proyección de futuro, la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) han organizado el I Congreso Internacional Hispanoamericano. Mundo hispánico-mundo global: memoria y futuro, que se ha celebrado los días 22-24 de junio de 2022 en Madrid].