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Cormac McCarthy (Providence, Rhode Island, 1933) está en el altar de los grandes novelistas norteamericanos del siglo XX. Allí lo han instalado su genio descomunal, el crítico Harold Bloom y varios de sus muchos premios, sobre todo el Pulitzer por La carretera (2006) y el National Book Award por Todos los hermosos caballos (1992). McCarthy, que llevaba dieciséis años sin publicar, reaparece con esta nueva novela de delirios y genialidades: El pasajero (Random House), y en el mismo volumen, Stella Maris, que en realidad es una parte desgajada y, en cierto modo, aclaratoria, del propio caos creativo que es El pasajero.

A punto de cumplir los 90 años, McCarthy el huidizo autor que apenas concedía entrevistas, se decidió a hablar largo y tendido, con motivo de esta novela, con Oprah Winfrey. Los programas de Ophrah son vistos por una audiencia de entre 20 y 90 millones de norteamericanos, más su multiplicación en las redes mundiales. Además, la editorial Random House ha lanzado todo su aparato promocional con vallas publicitarias en el metro de Madrid y de París, y un extenso lanzamiento mundial.

Cormac McCarthy, El pasajero/Stella Maris.
Random House, 2022.

Esto viene a cuento para hacernos una pregunta: ¿Se trata de una novela de masas, accesible a un lector promedio? Y la respuesta es, no. Estamos ante una abrumadora novela de doble rostro y 620 arduas páginas que pueden llegar a exasperar al público por la densidad de los asuntos tratados: el incesto, la enfermedad mental, los peligros nucleares y la creación de la bomba atómica, la persecución política, la huida, la paranoia, la incomprensión hacia ciertas inteligencias superiores, y, por último, el suicidio o el silencio. Todo ello entre largos diálogos sobre física cuántica, matemáticas o psiquiatría. Estas digresiones, cuya comprobación de coherencia la dejaremos a los físicos y a los matemáticos, no nos apartan tanto del hilo principal, como que nos sumergen más y más en la vida del héroe novelesco, Bobby Western y en la esquizofrenia de su hermana Alicia, ingresada en un psiquiátrico llamado Stella Maris, en Wisconsin.

La última novela (o novelas) de McCarthy  ha tenido una promoción publicitaria masiva, pero ¿se trata de una obra de masas, accesible a un lector promedio? La respuesta es no

La trama inicial es esta: En 1980, no lejos de Nueva Orleans, el buzo de rescate Bobby Western localiza en el mar del golfo de México un avión hundido sin signos evidentes de una catástrofe aérea. En el interior se encuentran nueve pasajeros muertos, bien trajeados y con el cinturón de seguridad abrochado. Han desaparecido la caja negra y un presunto último pasajero. La prensa no menciona el misterioso accidente. Unos hombres cuya filiación queda en el aire —¿la CIA, el FBI?— investigan a Western y empieza su persecución. Con pretextos de irregularidades fiscales, sus cuentas, su coche, su vida quedará embargada.

Un personaje, un símbolo

Bobby Western, por su nombre, Occidente, es casi el símbolo de nuestro tiempo. Fuerzas oscuras lo convierten en un proscrito. Pero, ¿quién es Robert Western? Toda la novela se centra en la personalidad, o mejor, en la conciencia moral del protagonista. Entre reflexiones y diálogos brillantes con personajes atrabiliarios —lo mejor de la novela junto con la ironía descarnada de McCarthy—, el público imagina su desencanto, su inmolación a causa del itinerario científico de su padre, su desesperación por la locura de su hermana y el peso de un amor imposible. Western ha sido un físico brillante, un corredor de carreras, un conocedor profundo de las matemáticas, un pasajero a ninguna parte. A su hermana pequeña, con la que vive un amor no consumado, le diagnosticaron esquizofrenia a los cuatro años; eso no impidió que se convirtiera en una matemática precoz y una aspirante frustrada a gran violinista. El padre de los Western fue uno de los científicos que colaboraron con Oppenheimer en el proyecto Manhattan, que produjo las primeras bombas nucleares. Cuando el psiquiatra pregunta a Alicia por su padre, ella responde: «Hacia el final él apenas estaba en casa. Pasaba la mayor parte del tiempo en el Pacífico Sur haciendo explotar cosas».  Los dos hermanos arrastran el peso de una culpa destructiva, y desde ese agujero negro, Bobby y Alicia tratan de sobrevivir. Alicia no lo consigue y el final de Bobby será la huida constante que le llevará a abandonarse del todo en la isla de Formentera.

Dos novelas y la historia entremezclada de dos hermanos, los Western. El padre colaboró en la producción de las primeras bombas nucleares. Los hijos arrastran una culpa destructiva

Pero dicha trama aparecerá licuada, tanto que no sabremos nada más del avión hundido, entre las digresiones científicas, las conversaciones en bares oscuros de Nueva Orleans, las reflexiones desesperanzadas del héroe y los fragmentos en cursiva intercalados en el texto general, dando cuenta de las visiones alucinatorias de Alicia.

La voz y la vida de Alicia Western

La historia de Alicia Western la conoceremos más extensamente en Stella Maris, la novela complementaria y para muchos críticos, simplemente, la segunda parte de El pasajero. A través de las transcripciones de las sesiones psiquiátricas de Alicia, se desvelan su voz verdadera, el dolorido amor incestuoso por su hermano Bobby, sus demonios, su inteligencia obsesiva para las matemáticas, su desesperanzado humor y su triste final.

Este es un libro visionario, terminal, lleno de genio y de alucinaciones, con el que McCarthy ha querido mostrar, en un último alarde, la descomposición del mundo en que vivimos. Si en física, la entropía es el grado de desorden molecular de un sistema, Cormac McCarthy ha organizado una novela donde la cronología está desquiciada, los niveles de realidad y de alucinación se confunden, la sociedad acosa a los ciudadanos, la ciencia es abrumadora, los protagonistas se rompen y se reconstruyen como pueden y el monumental caos va de la niebla a la claridad, y de nuevo hacia el abismo. En esta historia todo se desordena, pero no es tan pesimista como parece, lo importante en ella es lo que quiere compartir el autor: el mundo está lleno de incertidumbre y solo la recomposición del alma individual, en este caso mediante la huida, la búsqueda personal y la soledad, es capaz de encontrar un poco de sentido.

Crítica, ensayista y novelista. Doctora en Literatura por la Universidad de Pau.