José Luis Álvarez

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PROFESOR DE LIDERAZGO DE INSEAD. DOCTOR EN SOCIOLOGÍA. UNIVERSIDAD DE HARVARD

El liderazgo de los presidentes de gobierno

La importancia en la práctica política española del presidente del gobierno es incluso mayor que la otorgada por la Constitución. No solo preside el ejecutivo, sino que a través de su partido domina el legislativo e influencia notablemente al poder judicial a través de los mecanismos de nombramientos de sus órganos superiores.

El Museo del Prado y Madrid 92

Madrid, cuando va a cumplir su primer milenio, va a vivir la experiencia de ser capital de la cultura de Europa. Pero como de cualquier celebración o conmemoración, a pesar de lo efímero del acontecimiento, quedará un recuerdo más o menos vivo, importante y duradero, y pueden surgir de ello iniciativas o realizaciones que enriquezcan la historia de la ciudad. Si se hubiera de elegir un símbolo o una institución cultural que de alguna manera representara a Madrid, o que casi fuera unida a ella como la sombra al cuerpo, no cabe duda que la opción por el Museo del Prado sería absolutamente mayoritaria. La riqueza de sus colecciones, la excepcionalidad de algunas de sus obras, el valor histórico de los orígenes y procedencias de muchas de esas pinturas y de las personas y artistas en él representados, hacen del Prado uno de los más grandes museos de pintura del mundo y, desde luego, la institución cultural española más famosa universa (mente. Naturalmente, el Prado está muy por encima, por trascendencia y perdurabilidad, del carácter, acontecimiento, pasajero y breve, de la capitalidad, Pero no cabe duda que, al lado de otras celebraciones necesariamente coyunturales: conciertos, exposiciones. actos culturales, representaciones o participación de artistas brillantes y Famosos, todas ellas justificadas y necesarias en un año así, es una ocasión para la realización o la toma de decisiones que mejoren la misma estructura de instituciones o introduzcan hábitos o creen nuevas iniciativas culturales. A algunos les parece que el Museo del Prado es tan importante y sobrepasa en tanto a cualquier otra institución que apenas necesita mejorar, o que es casi imposible su enriquecimiento, y que como conjunto histórico formado por las colecciones reales fundamentalmente seria casi un atentado renovarlo o modificarlo. Pero la experiencia nos demuestra que los pocos museos que en el mundo s^ le pueden comparar no se duermen en sus laureles, sino que hacen grandes esfuerzos para ser cada día más hermosos, perfectos, completos y atractivos. Y sobre todo más adaptados a las afortunadamente crecientes demandas culturales de las modernas sociedades. Está a punto de inaugurarse una espléndida ampliación de la National Gallery de Londres en el mismo Trafalgar Square. en la que no ha faltado polémica en la que ha intervenido hasta el heredero del trono británico. El Louvre se ha dotado con fa discutida pirámide y el nada discutido vestíbulo subterráneo pero luminoso y lleno de servicios para el creciente número de visitantes, y el Ministerio de Hacienda y la Administración francesa han vaciado los locales que ocupaban en los palacios del Louvre, reconociendo el superior valor de la dedicación cultural de esos espacios. Y el Metropolitan de Nueva York enriquece constantemente sus colecciones con adquisiciones o legados espectaculares, como el reciente de la colección Annenberg, y planea simultáneamente la amphaáón de su edificio y de sus salas y espacios. El Museo del Prado es magnífico, y lo seguiría siendo si se mantuviera inalterado, pero eso no significa que no deba y pueda mejorar. Y ya de hecho...

Los papeles de la sociedad y el estado en la vida cultural

Estado de cultura es aquel que alienta el funcionamiento de una sociedad en la que los valores del espíritu son los ideales de una existencia realmente humana. La vida cultural es fruto espontáneo de la capacidad creativa de los ciudadanos, de la comunidad. El artista, el escritor, el pensador, se puede decir que surge de la sociedad, pero nunca surge del Estado. La historia de todas las culturas es la historia de las mismas comunidades que colectivamente, o a través de sus miembros con más sensibilidad artística o cultural, de los que las más de las veces no se conservaron ni los nombres, fueron creando manifestaciones artísticas o culturales que van configurando la personalidad, los caracteres de esa comunidad. El Estado aparece, cuando lo hace, más tarde. Unas veces para reducir o limitar esas actividades culturales, desconfiado de la libertad o la innovación que las impregna; otras para vivir al lado de la cultura, bastante desinteresado o al margen de esos movimientos, pero respetando su libertad; y, finalmente, en ocasiones, para estimular, impulsar a la Cultura por considerarla como positiva para la comunidad, con el riesgo de que por la vía de la protección trate de utilizarla o dirigirla. Ejemplos de todo ello hay abundantes en la Historia, pero hay que reconocer que con el incremento del prestigio de la Cultura, que se puede decir que, con los naturales altibajos, es constante en el mundo occidental desde el Renacimiento, el papel del Estado ha ido creciendo en relación a la Cultura. No se trata en este breve artículo de hacer una crónica de las relaciones de la Cultura y el Estado desde el Renacimiento hasta nuestros días, pero sí queremos dejar hechas dos constataciones: el interés por la Cultura y quizá por su prestigio, de los poderes públicos a través del patrocinio de Reyes, Príncipes, Iglesia u otros magnates, y la protección de intelectuales y artistas; y la aparición de dos sistemas distintos en la época moderna en las relaciones entre Cultura y Estado, el anglosajón y el continental. En el primero, todas las actividades culturales discurren al margen del Estado y dependen de la iniciativa de la sociedad, y en el segundo el Estado toma un papel creciente en la conservación y promoción de la vida cultural, hasta llegar a crearse un departamento ministerial dedicado a la Cultura. La gran pregunta sería ¿cuál es la mejor de las dos soluciones?. Y como la discusión de la respuesta sería tema para un libro, y se han publicado varios recientemente fuera de España, como "L'Etat culturel" de Fumaroli, "Arte, Inversión y Mecenazgo" de W.D. Grampp, e incluso acabo de publicar yo mismo uno titulado "Sociedad, Estado y Patrimonio Cultural" en el que se tratan más por extenso estos temas, y al que me remito, me voy a limitar aquí a manifestar mi preferencia por la concurrencia del interés y participación de la sociedad y del Estado en la vida cultural en la forma que voy a tratar de resumir. La Cultura en las sociedades...