Desde el pasado sábado 15 de octubre, la República de Irak, que es un Estado federal, tiene nueva norma constituyente. La constitución no acabará por sí sola con la marea de violencia, inestabilidad socioeconómica y disputas entre sus diferentes etnias, pero su aprobación, junto con el éxito que supusieron las elecciones libres del 30 de enero de 20051, aumenta las posibilidades de instaurar una nueva democracia en el mundo musulmán y con ello de que pueda iniciarse una nueva ola democratizadora. La experiencia nos ha enseñado que la liberalización política de un país puede tener efecto dominó en la región: si en los años ochenta se expandió por América Latina y en los noventa se impuso en el este de Europa, ¿no podría en las primeras décadas del siglo XXI extenderse por el mundo musulmán?Esta utopía «libertadora» y «democratizadora» fue una de las premisas de la Administración americana para intervenir en Irak en marzo de 2003. Con ello se pretendía sentar un ejemplo de democracia en el corazón de Oriente Medio, al que los gobernantes de los Estados vecinos, presionados por ciudadanos que querrían adquirir la riqueza económica y política de la nueva democracia de Irak, no podrían resistirse. Una imparable revolución popular en favor de la democracia que recorrería el mundo musulmán desde Marruecos hasta Indonesia a través de Oriente Medio.La realidad es que la democracia está tan lejos de imponerse en el mundo musulmán como éste lo está de asimilar los parámetros de la democracia. Muchos son los obstáculos, externos e internos, a los que se enfrentan los musulmanes demócratas. Por un lado, el escepticismo en Occidente hacia la compatibilidad entre democracia e islam; por otro, los factores socioeconómicos, la debilidad del Estado y el ansia de poder de los líderes autoritarios que, escondidos tras la máscara de la religión, pretenden impedir la liberalización social de la región. Oriente Medio es el área del mundo con niveles democráticos más bajos; en los últimos años sólo han tenido lugar débiles avances hacia la liberalización política en países como Jordania, Marruecos y Egipto. De la región, en general, podemos afirmar que los requisitos mínimos de una democracia —celebración de elecciones libres y competitivas y constitución de un Estado de derecho— no se han dado.EL MITO DEL PARTICULARISMO Para los europeos, Oriente Medio es diferente al resto del mundo. Los problemas que observamos en América Latina, las antiguas repúblicas soviéticas o el África subsahariana, tales como la pobreza, el sectarismo, el autoritarismo o la corrupción, parecen pertinentes para Oriente Medio sólo de forma secundaria. En esta región tenemos que prestar atención principalmente al islam, a sus mitos y a sus diferentes vertientes; en Oriente Medio, pensamos, «los cánones de racionalidad y juicio comparado no son aplicables»2.Esta visión distinta y tan particular del Oriente, conocida como «orientalismo», se ha fomentado tanto desde Europa como desde el interior del mundo musulmán. Para los europeos del Medioevo, Oriente proporcionó aquel competidor cultural que necesitaban para definir sus raíces comunes: ese Otro, aludido por...