“Aunque ahora miremos a Ucrania, la principal amenaza para nuestra seguridad, está el Sur, en África, en el salafismo yihadista” afirmó el teniente general en la reserva Francisco Gan Pampols, en la sesión El nuevo arte de la guerra, celebrada en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Se calcula -indicó el militar, exdirector del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas- que “hay unos 60.000 efectivos salafistas yihadistas, muy radicalizados, una parte importante de ellos en la franja central africana”, con el agravante de que se trata de “actores no estatales con grandes recursos, con dominio de redes sociales, impredecibles y dinámicos”.
Esta es una de las nuevas amenazas para la seguridad, además de la desinformación o el peligro de escalada nuclear, que el experto analizó junto con el profesor de Ciencia Política, Guillem Colom Piella, y el general de brigada y máster en Estudios Estratégicos por el U.S. Army War College, Salvador Sánchez Tapia, en el ciclo de conferencias Pensar el siglo XXI , dirigido por el catedrático emérito de Sociología, Emilio Lamo de Espinosa, vicepresidente de UNIR.
Este introdujo la sesión, aludiendo al libro de Sun Tzu, El arte de la guerra, tratado de estrategia militar de hace 25 siglos, y explicando “cómo las nuevas tecnologías han dado lugar a fenómenos como la guerra híbrida, no convencional, de la que inevitablemente hemos venido aprendiendo con la guerra o de Ucrania”. Este conflicto, añadió, ha acabado con dos tabúes: que “en Europa no había guerra de conquistas -el Viejo Continente jamás había sido tan seguro-; y que el peligro nuclear parecía casi conjurado”.
“En todas las culturas y en todos los momentos ha aparecido la guerra; civilización y guerra están relacionados desde su origen”
El teniente general Gan Pampols señaló que “civilización y guerra están relacionados desde su origen”. Pero que en el “actual escenario globalizado”, se han creado “graves desigualdades”, dando lugar a los que el militar califica de “era de la ira”. Estas primera décadas del siglo XXI vienen caracterizadas por el acrónimo “VUCA: Volatilidad, Incertidumbre (uncertainty en inglés), Complejidad y Ambigüedad de condiciones y situaciones”, -definido por la Rand Corporation a petición del Ejército estadounidense-, al que Gan Pampols añade la “S” de “saturación de información”.
«La guerra, que supone el enfrentamiento directo de facciones armadas con un objetivo determinado, es la manifestación más violenta de un conflicto entre diferentes grupos armados” explicó. Cuando no se han producido de forma generalizada, ha sido “por una disuasión que hacía del cálculo de pérdidas y ganancias la mejor forma de contener la violencia”.
A los cuatro jinetes del apocalipsis, hay que sumar un quinto, “la desinformación”
A los antiguos dominios de la guerra (tierra, mar, aire, espacio, ciberespacio) “se suma ahora el dominio cognitivo, que juega a través del ciberespacio”. Apuntó que “el 60% de la población mundial vive en ciudades, que son usuarios únicos de móviles normalmente como única fuente de comunicación, y que han ido sustituyendo a los mecanismos de formación del criterio por las redes sociales”. “El elevadísimo grado de conectividad” de las sociedad supone también un alto grado de “vulnerabilidad” apostilló.
Subrayó, a este respecto, que “un factor decisivo en los conflictos actuales es el manejo de la información y la batalla del relato”, de suerte que a los cuatro jinetes del apocalipsis, hay que sumarle uno más: “la desinformación”. La guerra se “dirime en superioridad tecnológica pero el factor humano es el único resolutivo, el individuo es el punto culminante de la acción”.
Las potencias se preparan para la guerra mediante “el poder blando”. Este -indicó el experto- deviene de “la capacidad económica y la capacidad de construcción del relato (la cultura). Y «la primera factoría de producción cultural son los EE.UU. -música, imagen, contenidos, patentes etc-, la segunda es China y la Unión Europea sería la tercera, si fuera lo que debiera, porque son 27 concepciones, algunas de ellas antagónicas”.
Pero también se preparan para la guerra con “el poder duro, con inversiones en seguridad y defensa”. En este sentido, “la OTAN ha sido la experiencia más exitosa como garante de la paz”. Estados Unidos gasta en defensa lo mismo que el resto del mundo; y tiene “un competidor global, China, que ejerce el poder blando a través de la nueva ruta de la seda, con un modelo de penetración económica y neocolonialista, particularmente en África y América”. Está decidida, además, “a controlar un hinterland propio, el Sur del Mar de la China, transformando atolones en bases militares”. Y está construyendo una marina oceánica y reforzando sus capacidades nucleares: “en el 2030 dispondrá de 1000 cabezas nucleares” resaltó el militar.
El agua, motivo de conflictos en la segunda mitad del siglo
Respecto a las amenazas a las que nos enfrentamos Gan Pampols enumeró “los costes agregados del cambio climático -sequías, hambrunas, migraciones-; la demanda y competencia por los recursos” -y subrayó que “el agua será motivo de conflictos en la segunda mitad del siglo”-; “la desigualdad, la pérdida de cohesión, la fragmentación; las amenazas del crimen organizado y el cambio demográfico”. Dio el dato de que en 2100 no habrá “ni un solo país europeo entre los diez más poblados del mundo”. Para ese año, Lagos (Nigeria) tendrá 88 millones de habitantes, lo cual significa que “la diferencia de población pujante de África con una Europa en invierno demográfico se va a transformar en un conflicto, que podemos empezar a gestionar ahora o podemos dejar que nos explote”.
Las oportunidades que hay que aprovechar son: “los modelos de la seguridad compartida, la educación para la convivencia, el dominio de la información, la inteligencia artificial al servicio de la paz”. Gan Pampols se preguntó, además, si seremos capaces de lograr “un nuevo orden mundial basado en reglas”.
Guillem Colom: El mando militar y político tienen que disponer de información, “mediante la obtención y el control de los datos”
El profesor Guillem Colom, por su parte, subrayó el componente cognitivo de los conflictos bélicos en la actualidad: “Las guerras son no solo por elementos objetivos sino también por la percepción que se tiene. Por eso es clave lo que ocurra a nivel cibernético e informativo”. Se ha podido comprobar en “el uso de la desinformación como arma por parte de Rusia, que tiene una larga tradición, desde el siglo XIX”.
“Un elemento fundamental” en los choques armados es “la decisión y que esta, a su vez, se apoya en datos” afirmó. El mando militar y político tienen que disponer “de información fidedigna del teatro de operaciones, mediante la obtención y el control de los datos”.
Sánchez Tapia: “La guerra no ha cambiado en lo esencial, aunque haya evolucionado con la tecnología y el cambio social”
Por su parte, el general Salvador Sánchez Tapia indicó que la guerra, que “es un arte, una ciencia y una técnica”, “no ha cambiado en lo esencial” -citando al experto en estrategia, Colin Gray-, aunque “ha evolucionado por la tecnología y el cambio social”. Frente a quienes sostenían tras la caída del Muro y el 11-S que la guerra híbrida dejaba obsoleto el paradigma de Clausewitz, Sánchez Tapia considera que “lo que cambia es el carácter de la guerra (de guerillas, híbrida etc,) pero no su esencia”, consistente en “un duelo a gran escala entre dos contendientes, un acto de fuerza para obligar al enemigo a aceptar nuestra voluntad”.
Máquinas y humanos en el campo de batalla
Siguiendo a Clausewitz, el general afirmó que la guerra siempre tendrá “naturaleza política y trinitaria, con tres elementos: pasión o violencia, razón y azar”. La tecnología va a ser determinante, “compartirán máquinas y humanos el campo de batalla, pero el hombre seguirá tomando decisiones”. Además, “el ciclo de toma de decisiones va a ser cada vez más rápido, debido a la tecnología, y la ventaja en el campo de batalla la va a tener el que sea capaz de decidir antes que su adversario”. Por todo ello será “fundamental invertir en formación técnica y ética de los seres humanos”.
La amenaza nuclear
Respecto a la posibilidad de que la reclamación de Taiwán por China acabe en un conflicto armado con Estados Unidos, Gan Pampols manifestó, como opinión personal: “No contemplo una acción de fuerza de China, no entra en su concepto racional”. Calificó el pulso de las dos potencias de “una competición de salvas, que quiere decir que podemos hacer muchas cosas pero no tenemos intención de hacerlas”, dado que “el grado de destrucción que íbamos a provocar se saldría de control”. Y señaló que el concepto de “una sola China” está respaldado por EE. UU., y recordó que cuando Nixon firmó la paz con China, en 1972, Taiwán salió de Naciones Unidas. ¿Cómo se va a producir esa reunificación? La lógica -opinó el experto- es “que se deje que la situación se desenvuelva, que es como China habitualmente aplica la estrategia dejar que por líneas secundarias el equilibrio de poder vaya gravitando del lado chino”.
Guillem Colom consideró que lo bueno del tabú nuclear es que “no se toque”. Lo preocupante actualmente es “que ese tabú se ha reducido y que proliferan los países con armamento nuclear”. En el caso de Ucrania, hubo al comienzo “una señalización nuclear establecida por Rusia, y sin embargo las líneas rojas han ido evolucionando y en su apoyo al país invadido, EE.UU. ya está debatiendo el posible despliegue de misiles antiaéreos Patriot”.
Y Sanchez Tapia recordó que durante la posguerra ha funcionado “el paradigma de la destrucción mutua asegurada con dos superpotencias, la URSS y EE.UU.”, pero con “un tercer jugador -China- tenemos una disuasión a tres bandas” En poco años “China alcanzará las 1.500 cabezas nucleares estratégicas”, de forma, que habrá que redefinir ese paradigma. “No me sorprendería” -opinó- que, “en el medio plazo, viéramos un intento por parte de EE.UU. de simplificar la ecuación y buscar un acercamiento con Rusia, de la misma manera que en los años 70 Nixon fue a China”.