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Este libro del filósofo y pedagogo Gregorio Luri (Azagra, Navarra, 1955), Sobre el arte de leer. 10 Tesis sobre la educación y la lectura, revisa y amplía la conferencia pronunciada por el profesor en julio de 2019, en el marco del IV Forum Edita. La editorial Plataforma, con buen criterio, ha publicado la disertación en forma de breve y sustancioso libro. La ponencia original de Luri, titulada, “Sin educación no hay lectura”, apuntala una hipótesis principal: “leer es el arte de encajar un texto en un contexto”. En unas palabras de presentación del volumen, el editor, Jordi Nadal, enfatiza la importancia de abordar hoy el tema de la enseñanza de la lectura: “Porque entre tanta amenaza tecnológica y a pesar de la velocidad con la que surgen —supuestas— nuevas formas de leer, lo cierto es que sin educación no hay lectura ni lectores”.

Sobre el arte de leer. Gregorio Luri. Editorial Plataforma. 105 págs, 9’50 € (papel) / 4’27 € (digital)

Si como escribe Alberto Manguel, la lectura tiene una historia, la didáctica de la lectura tiene muchas historias y muchas ramificaciones. Creemos que Luri es el pensador y divulgador adecuado para centrar el tema sin irse por las ramas. La tarea de Gregorio Luri viene siendo, a través de muchos de sus libros, una reflexión analítica y constante sobre el aprendizaje de los estudiantes, en sus diferentes niveles escolares. Y, por tanto, también examina el lugar, en nuestra época, del maestro o profesor en la formación global de los alumnos.

El niño que crece sin libros presenta al terminar su escolaridad obligatoria un retraso de un año y medio en conocimientos con respecto al que tiene cien libros en casa

En La escuela no es un parque de atracciones (Ariel, 2020) afirmaba Luri una de las ideas centrales de su concepción sobre la educación: «el maestro consciente de su papel de magister no es el guardián celoso de la autonomía infantil, sino el amante celoso de lo mejor que un niño puede llegar a ser».  Nos encontramos, pues, ante un humanista que defiende de manera desacomplejada que la función central del profesor no puede ser sustituida por las pantallas y las tecnologías.

El pedagogo aclara al inicio de su libro que cuando habla de lectura se está refiriendo a la lectura del libro de papel, puesto que, a su entender, es didácticamente superior. Enseguida nos aclara que tenemos una predisposición biológica al habla, pero que dicha facilidad natural no existe con respecto a la lectura: “Nuestros cerebros están diseñados para el dominio del lenguaje oral, pero la lectura requiere el control del cuerpo (del aparato fonador, de la dirección de la mirada, de la postura), de la atención y, sobre todo, de conocimientos previos (…) la lectura es una destreza compleja que requiere años de ejercicio. No basta con aprender a coordinar grafemas y fonemas. Para animar a leer se necesita un maestro que conozca su oficio, y para asentar la lectura, un medio rico en conocimientos”.

Fundamental, entonces, para Luri el entorno en el que se desarrolla cada alumno: “El niño que crece sin libros presenta al terminar su escolaridad obligatoria un retraso de un año y medio en conocimientos con respecto al que tiene cien libros en casa, y de 2,2 años con respecto al que convive con más de quinientos”. El estímulo del maestro será fundamental para equilibrar esta terrible desventaja de partida.

Podríamos decir que lo que le interesa especialmente al profesor es que los alumnos aprendan no sólo a leer -existen, nos dice, muchos métodos para enseñar a leer-, lo que le importa es que los alumnos aprendan a leer literatura, y, naturalmente, se refiere a buena y exigente literatura, la que sirve para hacer que el niño alcance los estados más altos de su llegar a ser. Afirma que en España no existe una didáctica de la literatura que merezca tal nombre. “La didáctica de la literatura ha de capacitar para escuchar con los ojos —recuerden a Quevedo— la imperecedera conversación que las mentes más grandes, desde Homero a nuestros días, vienen manteniendo entre sí por medio de sus libros”.

Gregorio Luri es también el autor de El deber moral de ser inteligentes (Plataforma Editorial), por tanto hace una defensa de ese encadenamiento de mentes privilegiadas, tan borgiano, que es la literatura.  Sostiene en ese sentido que para aprender verdaderamente a leer hay que estar en disposición “de participar como oyentes en el diálogo continuamente renovado que mantienen entre sí los grandes autores de la cultura occidental”.

El fluir del pensamiento de Luri en estas páginas, es claro e inteligible, no olvidemos que se parte de una disertación oral, con comentarios coloquiales y las estadísticas necesarias para sostener su tesis, sin recargar un texto que tiene algo de manual revelador y profundo envuelto en frases sencillas. En el siglo XIII, un copista anónimo escribió en los márgenes de una crónica monástica: “Cuando leas libros deberías adoptar el hábito de fijarte más en el sentido que en las palabras, concentrarte más en el fruto que en la hojarasca”.  Leer este pequeño ensayo del pedagogo humanista Gregorio Luri es dejar de lado toda hojarasca, por interesante que esta pueda ser, y descubrir ideas como bengalas, iluminadoras y sencillas, pero con un alcance instructivo que va más allá de la transparencia de la forma.

El pedagogo no está hablando en absoluto de una visión coercitiva de la lectura.  Al revés.  Invita a que los pedagogos aprendan a comunicar a los estudiantes el placer de leer en toda su extensión. Da cuenta del descenso de la competencia lectora de los jóvenes europeos —especialmente entre los chicos— tal como muestran las estadísticas. Y puesto que dichos jóvenes son la primera generación de la historia que lee más a sus contemporáneos que a los adultos, el profesor Luri llega a la conclusión de que “la adolescencia parece vivir un proceso acelerado de independencia del mundo y de la cultura adulta”.

La conclusión del autor concuerda con la de tantos defensores de las bondades de la lectura desde la aparición de la imprenta: “Si hemos de convencer a los adolescentes de la conveniencia de la lectura, solo tenemos un medio: permitirles descubrir sus ventajas “.

Crítica, ensayista y novelista. Doctora en Literatura por la Universidad de Pau.