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Report from the Interior(2013) es la última novela del autor galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en 2006. En ella Auster describe la sociedad americana durante su infancia y juventud. El texto biográfico está dividido en cuatro bloques: a) «Report from the Interior» (1-103), donde el autor (y narrador) relata su infancia hasta los diez años; b) «Two Blows to the Head» (105-74), que comienza cuando el narrador contaba diez años y no se especifica su edad cuando termina el bloque. Esta parte incluye, además, la narración del argumento de dos películas: The Increible Shrinking Man (106-31), dirigida por Jack Arnold en 1957, y I Am a Fugitive from a Chain Gang (136-73), dirigida por Mervyn LeRoy en 1932; c) «Time Capsule» (177-271), donde el narrador (Auster) recoge algunas cartas escritas a Lynda Davis (más tarde, su primera mujer) fechadas entre los años 1966-1969, es decir, compuestas entre los diecinueve y los veintidós años. La mayoría de ellas redactadas mientras ambos completaban su formación; ella en Londres y él en París (181). Y, finalmente, d) «Album» compendia 107 fotos de lugares y momentos estelares de la historia americana aludida en el relato, pero este bloque final no añade aspectos significativos a la totalidad de la narrativa, que se basta por sí misma.

Al igual que en Winter Journal (2012), la segunda persona es elegida por el autor para hablarse a sí mismo y dar rienda suelta a sus experiencias. Pero si al principio de la novela el narrador lo logra, a medida que fluye la escasa trama, este tiene que recurrir a otras situaciones narrativas (cartas escritas a su novia Lynda, a modo de diario) en las que la primera persona sustituye a la segunda.

En la primera parte, «Report from the Interior», asistimos a la exposición de los distintos métodos pedagógicos que el mismo Auster se imponía, como, por ejemplo, la lectura de toda clase de autores, incluso aquellos considerados impropios para su edad. Con tan solo once años, durante 1958, lee Doctor Zhivago de Boris Pasternak (93). A los catorce años ya disfrutaba de A. J. Conin (The Citadel), W. H. Hudson (Green Mansions) y Stevenson (93). Se sugiere así una propuesta didáctica: las obras no adaptadas interesan más a los jóvenes porque se sienten incluidos en el mundo adulto y, además, pueden captar sus significados connotativos (27).

También muestra la bondad del método pedagógico de John Dewey, seguido por el sistema escolar americano durante los años cincuenta, gracias al cual Auster disfrutaba de tiempo libre para pensar. La narración en segunda persona, al ser exterior al relato y, por lo tanto, atemporal, le permite comparar el método didáctico experimentado por él (Auster) con el de sus hijos que, por el contrario, crecieron abrumados por cantidad de deberes escolares. El lector, gracias a la segunda persona («when you think about»), recibe el relato como si el narrador se lo dirigiera a él (lector implícito), con lo que, por ejemplo, la crítica al sistema pedagógico americano también la puede importar al sistema español actual. Es decir, la segunda persona permite que el lector se identifique con el narrador (y también destinatario interno del relato) porque ese «you» puede dirigirse tanto al lector o como a Auster: «And when you think about your own two children […] you remember how they were subjected to grinding, unbearably tedious homework obligations night after night […], you felt sorry for them» (24).

Admiramos a la sociedad americana en la que un niño de clase media alcanza una educación esmerada aunque sus padres no la posean, ya que el sistema suple esta deficiencia con bibliotecas y otros medios (24). Llama la atención la importancia, ya a mediados de la década de los cincuenta, concedida al niño por gran parte de la sociedad americana; las estrellas del mundo del fútbol americano — como Otto Graham (37) — no dudan en responder a las cartas de un Auster de ocho años e, incluso, invitarlo a un partido —como el capitán del equipo local (37-8) —.

En la segunda parte, «Two Blows to the Head», la narración del argumento de las dos películas citadas, recuerda al recurso posmoderno de «las muñecas rusas» o de una historia dentro de otra, como en el Quijote o Las mil y una noche. En Report from the Interior el cine es un intertexto en el que se aprecia la mirada de Auster en ciertos pasajes como, por ejemplo, en el que Allen —un preso fugado— se encuentra con «a fallen woman» (158). El narrador, después de describir como estos hablan mientras que ella lo acaricia, señala la ternura de la escena de dos seres unidos en su infortunio (158-9). Así, el filme se integra en Report from the Interior de tal modo que se convierte en un elemento de su estructura porque cumple una función: revelarnos la compasión de Auster ante dos personas fracasadas. Además, la materialidad del mundo del cine se capta en aspectos que solo un aficionado como Auster puede apreciar: las escenas se describen en presente y se utilizan términos propios de ese arte: «cut [movimiento rápido de una toma a otra] to a pair of shoes», «the camera tilts upward» (156) o «cut to Allen walking» (157).

En la tercera parte, «Time capsule», se intercalan párrafos de cartas escritas por Auster a su novia en los que este expresa su repulsa hacia un mundo hipócrita que, a pesar todo, necesita (238). Afirma que la vida es más importante que el arte pero, a pesar de ello, reconoce que huye de la realidad y se refugia en su escritura (238). Los consejos —bellos y musicales— que Auster ofrece a Lynda para que continúe escribiendo, desvelan las claves del proceso creador que él mismo practica; encontrar las conexiones entre «the hidden things» (lo oculto) y la realidad (motivo recurrente en la narrativa austeriana) (189).

Pero, por otro lado, en esta tercera parte asistimos a un total destape biográfico del autor que puede aburrir. En novelas anteriores, como The Invention of Solitude (1982), la personalidad del autor (implícito) era intuida por el lector gracias a sus reflexiones —sobre la ausencia de su padre, la casualidad, la falta de dinero o la metaficción— que aparecían ligadas a una trama estructurada (aunque fuera levemente) como, por ejemplo, la historia paterna o la vida del autor en París. El lector iba descubriendo datos de su personalidad, dosificados en una trama, donde el striptease era lento, estudiado y bello. Incluso en Journal of Winter (2012) este destape estaba cubierto por el velo tupido del trayecto hacia la vejez. Ahora, por el contrario, el destape (no sexual sino anecdótico) llega a tal exhaustividad que cansa al lector. Las idas y venidas de Auster y sus amigos se antojan monótonas porque no se derivan de ningún conflicto sino que simplemente son hechos banales de su vida. La trama avanza cronológicamente pero no se detiene en nada significativo. La reiteración del pronombre «we», propia de relatos infantiles, también contribuye a ese tedio (257). El lector puede tener la sensación de que el único objetivo de Auster es legar a la posteridad su biografía bien ordenada (179); así cualquier investigador de la universidad de Columbia encontraría el trabajo realizado (180).

En Report from the Interior Auster sustituye la trama por sí mismo. Pero él no es nada si no narra. El interés del lector hacia su persona es adyacente a la trama de sus historias. Pero, al no existir trama, lo adjunto (el autor) carece de sentido. El afán posmoderno de desvelar el proceso de escritura tan austeriano tiene sentido si detrás se vislumbra a un autor que roza lo humano (es como nosotros) y, a la vez, posee la capacidad de fabular (como un dios). Pero la materialidad del proceso escritor aburre cuando se queda solo en lo humano; y esto es así en Report from the Interior porque la trama no existe. Auster en sí mismo no es trama si no narra. Su esencia es contar historias; la del lector descifrar o intuir al autor detrás de estas, no verlo desnudo. Porque, al no existir juego, la lectura es aburrida. La metaficción pura o el apogeo autorreferencial sin ficción o argumento cansan. O, quizá, aburren porque no somos ya tan posmodernos.

Pero, Auster ha narrado tanto que su «homo faber» (narrativa anterior) pesa en nuestro intertexto lector de tal modo que, todavía mantenemos el «interés» por conocer más datos del autor, aunque ya este «interés» se sostenga solamente por sus historias (novelas) pasadas. Los austerianos reconocemos en el viejo agotado los músculos tensos del joven atractivo que ha vivido —y nos ha hecho vivir— conflictos, historias de coincidencias, penalidades ante el proceso creador, desarraigo y amor. Por eso, a pesar de todo, merece la pena leer Report from the Interior. • 

DOCTORA EN FILOLOGÍA HISPÁNICA Y LICENCIADA EN FILOLOGÍA INGLESA. UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA