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Jonathan Eig (Nueva York, 1964). Es escritor y colaborador del New York Times. Ha escrito cinco libros, entre ellos, Ali: A Life, sobre la vida de Muhammad Ali.

AVANCE

Jonathan Eig es el autor de esta exhaustiva y extensa biografía dedicada a Martin Luther King: a las 557 páginas de texto hay que añadir 122 más dedicadas a fotografías, abundantes notas a cada capítulo e índices. El libro es fruto de una investigación rigurosa, con fuentes inéditas. Estas fuentes incluyen documentos del FBI recientemente desclasificados; además de otros materiales no conocidos anteriormente, como cintas de audio grabadas por la viuda de King, Coretta Scott. En ellas registró sus pensamientos en los meses posteriores al asesinato de su marido. También podemos destacar una memoria inédita del padre de King e imágenes de televisión no emitidas antes.

Además, la experiencia que tiene Eig como narrador de biografías, le permite reconstruir los primeros 25 años de la vida de King con más riqueza que nunca, y ofrecer los retratos más completos de tres de las personas más importantes de su vida adulta: su esposa Coretta y sus compañeros de lucha más cercanos, Ralph Abernathy y Dorothy Cotton.

Aparte de la propia vida de King, su lucha, sus discursos o sus logros, el libro amplía el espectro. Sus relaciones con Kennedy, Johnson o Hoover componen un retrato de su época. Pero la influencia llega hasta la actualidad de la mano de la llamada «teoría crítica de la raza» por dos motivos, escribe el autor de la reseña, Rafael Pampillón: «Primero, porque su protagonista se encuentra en el origen de un movimiento, según el cual la raza es una categoría inventada culturalmente y usada para oprimir a las personas de color. Segundo, porque King lucha pacíficamente contra las leyes y las instituciones de los Estados Unidos, inherentemente racistas, que tienen como función crear y mantener desigualdades sociales, políticas y económicas entre las personas blancas y no blancas».

Respecto a las influencias de su pensamiento, cuyas raíces se hunden en la fe cristiana y en la filosofía de Mahatma Gandhi: «Le gustaba la idea de que las personas oprimidas podían usar la verdad o el amor como armas en su lucha por la justicia. Pero no encontró una forma de ponerlo en práctica hasta que se involucró en el boicot a los autobuses de Montgomery de 1955 y 1956», recuerda Pampillón que concluye con unas palabras en las que el autor del libro, Jonathan Eig, alienta a los lectores a «abrazar al King complicado, al King defectuoso, al King humano, al King radical» tal y como se hace en esta obra.


 ARTÍCULO 

Jonathan Eig: «King. The Life of Martin Luther King». Simon & Schuster UK Ltd; 2023; 688 pág.

«El 5 de  diciembre de 1955, un joven negro se convirtió en uno de los padres fundadores de Estados Unidos. Tenía veintiséis años y sabía que el papel que estaba asumiendo tenía una posible pena de muerte». Con esta fascinante frase inicial, el autor es capaz de retener a los lectores para continuar leyendo y llegar hasta el final de esta maravillosa historia. Se trata de una extensa biografía de Martin Luther King Jr. Rigurosa, no edulcorada, describe a un ser muy humano, con problemas emocionales, defensor de protestas pacíficas, pero que casi nunca estaba en paz consigo mismo. Baja a King del pedestal, lo muestra como una persona que lucha con sus propias debilidades humanas y estados de ánimo sombríos. Un ciudadano perseguido por su propio gobierno, y un hombre decidido a luchar por la justicia. Una lucha que le llevó hasta una prematura y violenta muerte.

King nació en 1929. Su familia pertenecía a una clase social acomodada, vivía en Auburn Avenue en Atlanta (capital de Georgia). Quizá la calle afroamericana más rica del mundo.

De pequeño, empezaron a llamarlo Little Mike, en honor a su padre, el ministro bautista Michael King. Ya en la Universidad, cambio su nombre de pila y comenzó a presentarse como Martin Luther King Jr. Su padre había visitado recientemente Alemania, y el joven Michael, impresionado por los relatos del reformista del siglo XVI Martín Lutero, decidió adoptar su nombre. King era un niño muy sensible e inteligente, y se saltó varios cursos en la escuela. Pensó que podría ser médico o abogado.

En 1944 empezó a estudiar en el Morehouse College, en Atlanta. Se trataba de uno de los colegios universitarios exclusivamente masculinos, para negros, más distinguidos de Estados Unidos. Tenía 15 años y era bajo para su edad, vestía elegantemente y poseía un bigote recortado y una sonrisa deslumbrante. Siempre fue un muy atractivo para las mujeres. Se especializó en Sociología. Leyó el ensayo de Henry David Thoreau Desobediencia civil, que le marcó para el resto de su vida. Resultó ser una influencia temprana vital. Empezó a plantearse ser ministro de su confesión religiosa, y practicaba sus sermones frente a un espejo.

Estudió en el Seminario Teológico Crozer en Upland (Pensilvania), desde 1948 a 1951, y se graduó con una licenciatura en Divinidad. Allí se enamoró y pensó en casarse con una mujer blanca. No lo hizo porque eso habría terminado con cualquier esperanza de convertirse en ministro de la Iglesia Bautista en el Sur de Estados Unidos.

Posteriormente, obtuvo un doctorado en la Boston University School of Theology (1951–1955). Se decía que era el joven negro más deseado de la ciudad. En Boston, King se enamoró de Coretta Scott, y según él mismo dijo, en el transcurso de una sola llamada telefónica. Ella había asistido a Antioch College en Ohio, y estaba estudiando canto en el Conservatorio de Nueva Inglaterra. Esperaba convertirse en cantante profesional. Se casaron en 1954.

Los King se mudaron de Boston a Montgomery (Alabama), en 1954, cuando él asumió el cargo de pastor en la Iglesia Bautista Dexter Avenue.

Los asientos de atrás

Un año después, en 1955, una costurera llamada Rosa Parks se negó a ceder su asiento a pasajeros blancos en un autobús de Montgomery. Así comenzó el boicot a los autobuses de Montgomery, una acción que convirtió a la ciudad en el epicentro del movimiento de derechos civiles. El joven pastor estaba a punto de pasar a la historia[1].

King «sabía que no hay nada más majestuoso que el coraje decidido de las personas dispuestas a sufrir y sacrificarse por su libertad y dignidad».

A lo largo de la década siguiente, King escribió, dio discursos y organizó y encabezó protestas y manifestaciones multitudinarias no violentas. Todo esto lo hacía con objeto de llamar la atención sobre la discriminación racial y exigir legislación sobre derechos civiles que protegieran los derechos de los afroamericanos.

En muchas de estas manifestaciones pacíficas, las fuerzas policiales blancas actuaron con perros policía y mangueras contra incendios, creando una polémica que generó titulares en los periódicos de todo el mundo.

En una de ellas, King consiguió reunir a más de 250.000 manifestantes en Washington, D.C. Y allí pronunció su famoso discurso «Tengo un sueño», en el que imaginaba un mundo en el que las personas ya no estuvieran divididas por su raza. Tan fuerte fue el movimiento que King inició que el Congreso promulgara la Ley de Derechos Civiles en 1964, el mismo año en que se le honró con el Premio Nobel de la Paz[2]. King, que recibió la Medalla Presidencial de la Libertad a título póstumo, es un icono del movimiento de los derechos civiles. Su vida y su trabajo simbolizan la búsqueda de la igualdad y la no discriminación, que se encuentran en la esencia del sueño americano.

Con Martin Luther King se inicia un movimiento político e intelectual que entronca con la  llamada «teoría crítica de la raza». Aunque esta biografía no trate directamente de ella, sí encaja en ese marco por dos motivos. Primero, porque su protagonista se encuentra en el origen de un movimiento, según el cual la raza es una categoría inventada culturalmente y usada para oprimir a las personas de color. Segundo, porque King lucha pacíficamente contra las leyes y las instituciones de los Estados Unidos, inherentemente racistas, que tienen como función crear y mantener desigualdades sociales, políticas y económicas entre las personas blancas y no blancas.

Tanto la teoría crítica de la raza como el libro que se reseña brindan una comprensión más realista del racismo blanco en Estados Unidos no solo como un conjunto de actitudes negativas hacia otros grupos raciales, sino también como un conjunto de prácticas legales e institucionales cuyo efecto en el mundo real es la opresión de las personas de color, especialmente los afroamericanos.

«Tengo un sueño», discurso de Martin Luther King, Jr., pronunciado el 28 de agosto de 1963, durante la Marcha sobre Washington fue una llamada a la igualdad y la libertad y se convirtió en uno de los momentos definitorios del movimiento por los derechos civiles y uno de los discursos más icónicos de la historia estadounidense.

Otro de los problemas que intentó resolver King fue conseguir una vivienda sin discriminación racial. En esta línea King escribió: «La nota que más claramente nos indica el residuo de racismo que la sociedad alberga contra nosotros es precisamente la respuesta que la Norteamérica blanca viene dando al problema de la integración de la vivienda. En este punto, la fuerza de los prejuicios, el miedo y el absurdo llegan a adquirir unas proporciones gigantescas»[3]

King no concebía que los negros estuvieran confinados en los guetos. Es decir, no concebía que a los negros los ignoraran deliberadamente, y los hicieran invisibles.

«Te encuentras demasiado lejos para que te puedan ver, para que te puedan oír, para que se sientan obligados a respetarte… El tormento del negro es sentir su pobreza en medio de un mundo que nada en la opulencia.

Algunos de los habitantes de los “guetos”, al ver diariamente la fealdad del suburbio, la castración educacional y la explotación económica de que son objeto, desbordan sus arrebatos con la violencia y los tumultos que sólo los llevan a la frustración y a la derrota. El tumulto es en principio un diálogo imposible. Equivale al grito suicida de quien, harto de la oscuridad de su prisión, prefiere que le maten antes de que le ignoren»[4]

Fruto de esta lucha el Congreso aprobó en 1968 la Ley de Vivienda Justa.

Fue nombrado Hombre del Año por la revista Time en 1963; y se convirtió no solo en el líder simbólico de los negros estadounidenses, sino también en una figura mundial.

Relaciones con Kennedy, Johnson y Hoover

El autor también dibuja similitudes interesantes entre King y John F. Kennedy, dos hombres que marcaron indeleblemente su época: Ambos fueron influidos por padres de fuerte carácter, poderosos y mujeriegos. Ambos disfrutaron de un estilo de vida privilegiado por encima de sus contemporáneos. Ambos fueron acusados de plagio. Ambos sufrieron discriminación (JFK como católico irlandés; King como hombre negro). Ambos destacaron como oradores públicos. Ambos fueron asesinados.

Lyndon B. Johnson asumió el cargo de presidente después del asesinato de John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, en el avión que trasladaba los restos mortales de éste desde Dallas. Johnson fue elegido para un nuevo mandato presidencial el 3 de noviembre de 1964. King hizo campaña a favor del presidente Johnson.

Se puede afirmar que las relaciones de King con John F. Kennedy y Robert Kennedy fueron difíciles, por la permanente lucha y manifestaciones de King en la calle en contra del racismo. Y todavía más compleja fue la relación del activista con Lyndon B. Johnson. Johnson y King se enemistaron cuando King se manifestó en contra de la guerra de Vietnam, algo que el presidente consideró una traición. Al oponerse a la guerra «inmoral» en Vietnam, King, que había recibido el Premio Nobel de la Paz en 1964, provocó la ira de Johnson. Como escribe Eig, la «conciencia de King no le permitiría cooperar con un defensor y proveedor de la guerra». Enfurecido, Johnson nunca perdonó a King. Una situación paradójica, pues estos dos hombres habían conseguido juntos, durante la presidencia de Johnson, tres grandes avances sociales: la Ley de Derechos Civiles de 1964, la Ley de Derechos Electorales de 1965 y la Ley de Vivienda Justa de 1968.

En el caso de Hoover, resultan repulsivos los detalles, que nos cuenta el libro, sobre la incesante persecución que sufrió King durante su mandato en el FBI[5]. A través de escuchas telefónicas y otros métodos de espionaje, «las fuerzas del orden» estaban más interesadas en atacar a King (desenterrando todo lo que tuviera que ver con su comportamiento privado) que en protegerlo. Hoover trató de etiquetarlo como comunista, algo totalmente incierto.

King estaba bajo vigilancia constante. Los agentes del FBI de Hoover colocaron micrófonos ocultos en sus habitaciones de hotel, e informaban constantemente de todas sus andanzas sexuales con mujeres que no eran la suya, e incluso ‌intentaron llevarlo al suicidio amenazándolo con divulgar las cintas. Las grabaciones y transcripciones completas del FBI están programadas para publicarse en 2027.

Eig retrata a King en momentos privados. Tenía problemas de salud; las tensiones de su vida en pro de los derechos civiles y en contra del racismo lo envejecieron prematuramente.

Rara vez dormía lo suficiente, pero no parecía necesitarlo. A King le encantaba la buena comida sureña, y comía como un chico de campo. Cuando la comida era especialmente deliciosa, le gustaba comer con las manos. Argumentaba, riéndose, que los utensilios solo estorbaban.

Eig argumenta que a veces hemos confundido la no violencia de King con la pasividad. No pone a King en un «trono». Considera que el sentimiento de culpa que King sintió durante toda su vida se debió a su educación privilegiada y a su impulso por competir con su padre, que también tenía comportamientos moralmente cuestionables.

Se detiene en las cadencias de los discursos de King, explicando cómo aprendió a trabajar con su audiencia, confortarla y concienciarla al mismo tiempo. Tenía el mejor material de su lado, y lo sabía. Eig lo expresa de esta manera: «Aquí estaba un hombre construyendo un movimiento de reforma sobre el más estadounidense de los pilares: la Biblia, la Declaración de Independencia, el sueño americano».

El trágico fin de una vida

En la noche del 4 de abril de 1968, King fue asesinado vilmente mientras estaba de pie en el balcón de la habitación 306 del motel Lorraine, en Memphis, Tennessee, donde iba a encabezar una marcha de protesta en solidaridad con los trabajadores de la basura en huelga en esa ciudad[6].

Cuando llegó a Memphis, para apoyar la huelga de los trabajadores del saneamiento, King estaba exhausto, preguntándose si el «arco de la justicia no se inclinaría hacia la libertad». A pesar de todo, King se negó a perder la esperanza. En el último día de su vida, tronó en su discurso: «¡Nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida!»

Y allí, en una placa, hay unas palabras: «Se dijeron uno a otro: He aquí que viene el Soñador. Vamos a matarlo y veremos qué será de sus sueños». Génesis 37:19-20. La muerte de King transformó este lugar en un santuario que ahora alberga el Museo Nacional de Derechos Civiles, donde la vida de King continúa inspirando y atrayendo a miles de visitantes cada año.

Recibió póstumamente la Medalla Presidencial de la Libertad y la Medalla de Oro del Congreso. En 1986, Ronald Reagan firmó una ley que promulgaba el Día de Martin Luther King, Jr., creando un día festivo nacional el tercer lunes de enero para recordar al Dr. King en su cumpleaños. Su legado de acción no violenta y desobediencia civil sigue vivo.

Influencia de Gandhi

King fue pastor bautista, era un ferviente cristiano. Las raíces de su pensamiento y de su práctica religiosa se hunden en la fe cristiana pero también en la filosofía de Mahatma Gandhi. Aunque los dos hombres nunca tuvieron la oportunidad de conocerse (King tenía 19 años cuando Gandhi fue asesinado), King conoció a Gandhi a través de sus escritos y de un viaje que hizo a la India en 1959. King se basó en gran medida en el principio de no violencia de Gandhi, en su propio activismo por los derechos civiles. En este sentido King escribió: «Mientras ocurría el boicot (al transporte de autobuses) de Montgomery, Gandhi era la luz que guiaba nuestra táctica de cambio social no violento».

«La no violencia» es más que aceptar que no atacarás físicamente a tu enemigo. Gandhi se refirió a su forma de no violencia como Satyagraha, término sánscrito que significa «fuerza de la verdad» o «fuerza del amor». Practicar satyagraha significa que una persona debe buscar la verdad y el amor mientras se niega, a través de la resistencia no violenta, a participar en algo que cree que está mal. Este principio guió el activismo de Gandhi contra el Imperio Británico, ayudando a la India a obtener la independencia en 1947. Como cristiano, King conectó las palabras del pensador hindú con el mandato bíblico de Jesús de «amar a vuestros enemigos y orar por los que os persiguen».

«Llegué a ver por primera vez que la doctrina cristiana del amor operando a través del método de no violencia de Gandhi era una de las armas más potentes disponibles para las personas oprimidas en su lucha por la libertad», escribió King más tarde.

King ya estaba familiarizado con la desobediencia civil pacífica, a través de escritores estadounidenses como Henry David Thoreau. Y le gustaba la idea de Gandhi de que las personas oprimidas podían usar la verdad o el amor como armas en su lucha por la justicia. Pero no encontró una forma de ponerlo en práctica hasta que se involucró en el boicot a los autobuses de Montgomery de 1955 y 1956. En su libro de 1958 Stride Toward Freedom: The Montgomery Story[7], King expuso los principios de la no violencia que había empleado durante el boicot. Afirmó que es posible resistir al mal sin recurrir a la violencia, y oponerse al mal mismo sin oponerse a las personas que cometen el mal.

También escribió que las personas que practican la no violencia deben estar dispuestas a sufrir sin represalias: «El resistente no violento no solo se niega a dispararle a su oponente, sino que también se niega a odiarlo».

«Vio (la no violencia) como una expresión de amor por todas las personas», dice Clayborne Carson, profesor de historia y director del Instituto de Investigación y Educación Martin Luther King Jr. de la Universidad de Stanford. «Es una forma de llegar a la gente y convencerlos de la rectitud de su causa».

Poco después de que la Corte Suprema dictaminara que la segregación en los autobuses de Montgomery era inconstitucional, King le dijo a una multitud en Brooklyn: «Cristo nos mostró el camino, y Gandhi en la India demostró que podía funcionar».

King hizo un viaje de un mes a la India a principios de 1959. Allí, se sorprendió gratamente al descubrir que muchas personas habían seguido el boicot no violento de autobuses que él había protagonizado. Durante el viaje, se reunió con la familia de Gandhi y colocó una ofrenda floral sobre sus cenizas sepultadas. Y se fue aún más convencido del poder de la desobediencia civil no violenta para promover el cambio social. «Fue algo maravilloso ver los sorprendentes resultados de una campaña no violenta», escribió King en la revista Ebony[8] después de su viaje. «Las secuelas de odio y amargura que generalmente siguen a una campaña violenta no se encontraron en ninguna parte de la India. Hoy existe una amistad mutua basada en la igualdad completa entre los pueblos indio y británico dentro de la Commonwealth».

Después de su regreso de la India, King fue el defensor vivo más destacado de la no violencia. King popularizó muchas de las ideas que tenía Gandhi. Y, a través de él, se extendieron por Estados Unidos y llegaron a otras partes del mundo.

En resumen, en esta biografía histórica, Eig nos brinda un Martin Luther King que está de plena actualidad: un pensador profundo, un estratega brillante y un ideólogo radical y comprometido, que lideró uno de los movimientos sociales más importantes de la historia. En efecto, sus demandas de justicia racial y económica siguen siendo tan urgentes hoy como lo fueron durante su vida. Pero también Eig es capaz de convertir al personaje, hasta ahora un mito, en un verdadero ser humano que tuvo aventuras, fumó y bebió, se enojó e incluso plagió. Cincuenta y cinco años después de su muerte, Eig alienta a sus lectores a «abrazar al King complicado, al King defectuoso, al King humano, al King radical» si queremos lograr el tipo de cambio que el mismo King predicó en América.

NOTAS

[1] El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks, una sencilla mujer negra de 42 años, regresaba de una agotadora jornada de trabajo. Para volver a su casa tomó el autobús en la avenida de Cleveland, en la ciudad en la que residía, Montgomery (Alabama). Este autobús, como todos en la ciudad, estaba dividido en dos partes: la delantera, más cuidada para los blancos; la trasera, con menos asientos y más sucia, para los negros. Las reglas eran estrictas: si un blanco subía y no quedaban asientos en la parte delantera, los negros debían cederle los suyos; por el contrario, los negros debían permanecer de pie, aunque los asientos de los blancos estuvieran libres. Además, los negros debían subir por la parte delantera del autobús para comprar el billete y volver a bajar, para subir de nuevo por la puerta trasera y acomodarse en la parte de atrás. No eran escasas las ocasiones en que semejante vaivén terminaba con el negro en el suelo y el billete en su mano, mientras el autobús se alejaba sin esperarle. Nadie podía llamarse a engaño.

Aquella práctica discriminatoria y segregacionista se basaba en una ley dictada por el Estado y refrendada por el gobierno federal de los Estados Unidos. Sin embargo, el 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks se sentó como otras veces en la primera fila del autobús destinada a los negros. Como otras veces, con el autobús ya completo, el conductor le ordenó que se levantara y cediera su asiento a un blanco que acababa de subir.

Pero, en esta ocasión, Rosa Parks se negó. El conductor detuvo el autobús y llamó a un policía que la encarceló en la comisaría de distrito. Otro viajero negro, la acompañó a distancia y pagó la fianza. Pero hizo algo más: telefoneó a King. Éste convocó a los pastores y a otras personas de prestigio de la comunidad negra (unas 50.000 personas), para proponerles un boicot de los negros a los autobuses. En ese tiempo, King era un pastor bautista relativamente desconocido, pero condujo hábilmente la protesta. Simplemente se convocó a la población afroamericana a organizarse para desplazarse por sus propios medios y no tomar los autobuses. Las protestas contra la segregación en los autobuses duraron 382 días. Los autobuses llegaron a no tener casi pasajeros negros, y comenzaron a perder dinero. Por lo que se hizo necesario suprimir la práctica de segregación racial en los autobuses. Este suceso inició más protestas contra otras prácticas de segregación todavía vigentes.

Mientras tanto, en 1956, la batalla judicial contra la ley segregacionista de Montgomery y Alabama llegó finalmente a la Corte Suprema de los Estados Unidos, que declaró inconstitucional la segregación en el transporte. Emmanuel Buch Camí, «Martin Luther King». Cfr.: Colección Sinergia, 2003. Páginas 33 a 41.

[2] A la edad de treinta y cinco años, Martin Luther King, Jr., fue el hombre más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz. Cuando se le notificó su elección, anunció que utilizaría el dinero del premio de 54.123 dólares para promover el movimiento de derechos civiles.

[3] Martin Luther King. «A dónde vamos ¿caos o comunidad?», Aymá editores, Barcelona 1968. Pág. 125

[4] Ibid. Págs.118-119.

[5] John Edgar Hoover (Washington D.C., 1 de enero de 1895-2 de mayo de 1972) fue el primer director del FBI. Tuvo un papel decisivo en el desarrollo de esta agencia, donde permaneció como su director durante 48 años, hasta su muerte en 1972, a la edad de 77 años. Después de su fallecimiento, se convirtió en una figura polémica, tras empezar a salir a la luz evidencias de algunas de sus actividades secretas. Sus críticos le acusaron de haberse extralimitado en sus funciones.  Utilizó el FBI para perseguir y acosar a disidentes y activistas políticos durante el macarthismo, las protestas contra la guerra de Vietnam o los movimientos a favor de los derechos civiles. Además, acumuló archivos secretos sobre la vida de numerosos líderes políticos y obtuvo pruebas mediante procedimientos ilegales.

[6] Habían estado en huelga desde el 12 de marzo de 1968 para lograr aumentar sus sueldos y conseguir unas mejores condiciones laborales (por ejemplo, a diferencia de los blancos, a los trabajadores afroamericanos no se les pagaba cuando eran enviados a sus casas debido al mal tiempo.)

El 3 de abril, King regresó a Memphis y se dirigió a un conjunto de personas, dando el discurso titulado I’ve been to the Mountaintop (He ido a la cima de la montaña, en español) en Mason Temple (Church of God in Christ, Inc.-World Headquarters). El avión de King se retrasó debido a que hubo amenazas de bombas en contra de él. En uno de sus últimos discursos antes de su asesinato, en referencia a la amenaza de bomba, King dijo lo siguiente:

«Entonces llegué a Memphis. Y algunos empezaron a proferir amenazas…. o a hablar sobre las amenazas que circulaban. ¿Qué me ocurriría por parte de algunos de nuestros hermanos blancos que nos persiguen? Bien, no sé lo que ocurrirá. Tenemos unos días difíciles por delante. Pero ahora no me preocupa mi situación. Porque yo he ido a la cima de la montaña [aplausos]. Y no me importa. Como cualquiera, me gustaría vivir una vida larga. La longevidad tiene su lugar. Pero no me preocupa eso ahora. Solo quiero realizar la voluntad de Dios. Y Él me ha permitido llegar a la cima de la montaña. Y he mirado desde allí. Y he visto la tierra prometida. Puede que no llegue allí con ustedes. Pero quiero que esta noche sepan, que nosotros, como pueblo, llegaremos a la tierra prometida [aplausos]. Estoy feliz esta noche. Nada me preocupa. No le temo a ningún hombre. ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!»

Martin Luther King es abatido de un tiro en la cabeza por un francotirador mientras saluda a sus seguidores desde el balcón del motel Lorraine, acompañado por sus colaboradores, entre los que se encuentra el reverendo Jesse Jackson.

[7] Traducido al castellano con el título Los viajeros de la libertad. Fontanella, 1963

[8] La revista EBONY ha puesto de relieve la vida de los negros en Estados Unidos.

Catedrático de la Universidad CEU-San Pablo y Profesor del IE Business School.