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–          Con esta edición, y tras la exposición celebrada en la Biblioteca Nacional y la disponibilidad en España de Noli me tangere, ¿por fin podemos decir que hemos recuperado a Rizal?

            Podría decirse que el proceso de “recuperación” de Rizal, como figura política, intelectual y literaria, en el caso de España, tiene dos vertientes bien diferenciadas, una histórica y otra contemporánea. Intentaré detallar ambas. La vertiente histórica comenzó incluso un poco antes de la ejecución de Rizal, acaecida en 1896. Rizal era una figura intelectual, en lo literario, en lo político y en lo científico, tanto en su país como en Europa, donde se formó y vivió. En el caso de España, y como primer testimonio de reconocimiento, disponemos del texto de Unamuno que cierra la ingente biografía de Wenceslao E. Retana, publicada en Madrid en 1907; tras esto, y algunas aportaciones puntuales más, Rizal y el “caso Rizal” cayeron en el olvido para la cultura española hasta, por lo menos, 1946, momento en que el Archipiélago logró su segunda independencia, en este caso de los Estados Unidos. En cierta medida, la actitud de la intelectualidad española guarda relación con el sentido de pérdida, de frustración y de una cierta vergüenza, militar  política, que antecedió y sucedió a la independencia de las Filipinas. No obstante, en 1947, el segundo conde de Altea, Jaime Jorro y Beneyto, con el seudónimo de Juan Bernía, imprime un delicioso y acertado retrato de las Filipinas tras el final de la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente independencia, o emancipación, de los Estados Unidos. Y antes de dicha fecha, Vicente Blasco Ibáñez, en 1924, ya había dedicado un capítulo de La vuelta al mundo de un novelista a las Filipinas, y de importancia y gran curiosidad es también el Diario de a bordo de Gerardo Diego, crónica de su viaje cultural a Filipinas a comienzos de la década de los años treinta. Junto a estos trabajos, en los que se alude de pasada, y sólo en algunos, a Rizal, y siempre desde la perspectiva de la “recuperación” que de Rizal se hace desde España, hay que destacar los estudios de Ángel Rodríguez Bachiller, en los años cincuenta y sesenta, un cuadernillo editado por Ernesto Giménez Caballero en 1971 y el ensayo del diplomático español Luis Mariñas titulado Literatura filipina en castellano, de 1974. Hasta aquí, podría decirse, la vertiente histórica, la que va desde la muerte de Rizal hasta el final de la dictadura en España.

            La vertiente contemporánea –siempre dejando aparte la continuada reivindicación y labor de edición y estudio de los intelectuales filipinos, también de algunos norteamericanos– contempla algunos trabajos, mayormente de carácter periodístico, comentarios o recensiones (principalmente de las novelas de Rizal) en los años ochenta y noventa. La “actualidad” de Rizal, o la puesta en valor de su obra y de su pensamiento, debiera haber llegado a través de vías académicas; pero, lamentablemente, ningún programa de literatura en lengua española o de literatura comparada ha contemplado la presencia de la lengua española y, por consiguiente, de la producción literaria del Archipiélago, cosa totalmente contraria a lo ocurrido para el caso de la literatura hispanoamericana, bien estudiada e integrada en dichos marcos académicos. Por tanto, más allá de algunos trabajos dispersos, artículos y recensiones, habría que decir que no fue hasta la década de los noventa, con una iniciativa del ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericana) como fue la publicación de una “Biblioteca Literarias Iberoamericana y Filipina”, cuando realmente se produjo un reconocimiento, institucional, y una cierta difusión de una de las dos novelas de Rizal, Noli me tangere. También el Instituto Cervantes de Manila, a partir de 2001, lanzó una colección de libros, “Biblioteca Clásicos Hispanofilipinos”. Y, ya llegados al siglo actual, y siempre en el campo literario, pocas más fueron las reivindicaciones hasta 2009, fecha en la cual incluí una coda o capítulo final  titulado “Notas para una investigación en marcha: Literatura hispanofilipina. Rizal y la poesía española” en mi ensayo Dos Cuestiones de Literatura Comparada (Ed. Cátedra). Ese trabajo era el preliminar de un proyecto más ambicioso: editar la poesía de Rizal y una selección de sus principales ensayos. Se trataba (ahora ya es una realidad) de un proyecto obviamente “de recuperación”, pero, sobre todo, de estudio filológico e intelectual, sin olvidar que la plataforma de edición (la colección “Letras Hispánicas” de la editorial Cátedra) abría su catálogo, por primera vez en cuarenta años de vida, a un autor que escribía en español pero que no procedía de la Península ni de Hispanoamérica. Obviamente, el soporte de dicha colección, y el interés personal de su directora, Josune García, por el libro, nos han permitido por primera vez en España disponer de una edición anotada, acompañada de un extenso estudio a modo de prólogo y con un aparato bibliográfico extenso, lo cual no significa un “final de camino” sino una herramienta para posteriores investigaciones sobre Rizal en particular y sobre la literatura hispanofilipina en general. Entre uno y otro trabajos míos, el de 2009 y la edición actual (2014), la Biblioteca Nacional realizó en 2011 una gran Exposición sobre Rizal, conmemorativa del 150 aniversario de su nacimiento, que se acompañó de un excelente catálogo. Asimismo, las palabras y deseos del ministro García Margallo en su reciente viaje a Filipinas, son muestra del interés en recuperar, para Filipinas, la cultura y la lengua españolas y, en justa correspondencia, recordar y recuperar, en España, la cultura hispanofilipina.

–          El desinterés por la literatura “fil-hispana”, ¿síntoma de la consideración de Filipinas como “hermana pobre” del Imperio?

Como ya dije, no creo que el término sea desinterés, ni siquiera desconocimiento. Fácil es hacer el ejercicio histórico-bibliográfico de revisión de la ingente producción de libros sobre Filipinas (de todo tema y orientación, y mayormente políticos) que se escriben y se imprimen en España a lo largo de todo el siglo XIX (Sinibaldo de Mas, Vicente Barrantes, Víctor Balaguer, tantos otros…). Más que “desinterés” por la literatura hispanofilipina, u olvido, habría que tratar este episodio desde la psicología política y la historia de los pueblos: España salió de Filipinas después de una larga serie de despropósitos políticos y cuando, además, una parte de la intelectualidad filipina quería seguir vinculada a España, como provincia autónoma y con representación en las Cortes. Tal era, por ejemplo, la posición política de Rizal. Tan desenfocada estaba la posición española, que terminó haciendo mártir, y de algún modo uno de los padres de la patria filipina, a Rizal, quien nunca defendió ni la insurrección ni el levantamiento en armas. Esto, obviamente, pesa sobre la historia de un pueblo y sobre el orgullo político de un país como el nuestro. Que nos olvidáramos de la producción intelectual y literaria de las Filipinas fue, de hecho, una consecuencia, de la profunda vergüenza histórica que el episodio de su independencia (de su paradójica independencia, no obstante, pues el Archipiélago pasaría a ser protectorado de los Estados Unidos durante medio siglo más) causó en España y en los españoles. Y a esto habría que sumar el hecho de que el mundo académico y universitario y sus planes de estudio hayan sentido como alteridad literaturas escritas en español en lugares como Filipinas, o Guinea, y no en cambio la literatura escrita en Hispanoamérica.

–          Seré directo: a Rizal, ¿hay que leerlo por política o por literatura? ¿Hasta qué punto es, en sus ensayos, un intelectual moderno?

            Es obvio que la producción literaria de Rizal abarcó los tres géneros mayores (lírica, narrativa y ensayo) y que la orientación en cada uno de ellos fue distinta. Por ejemplo, las novelas de Rizal (Noli me tangere y El filibusterismo) son novelas de tesis y, como tales, con una clara función pedagógica; cosa distinta son sus poemas y sus ensayos. En el caso de la poesía de Rizal, lo que se presenta ante el lector es la propia evolución literaria de Rizal: desde los poemas que, como ejercicio escolar, realizara en Manila durante su adolescencia hasta los poemas de madurez. Los ensayos de Rizal nacen, principalmente, a partir de sus viajes por Europa (cuyo primer destino fue España), de sus colaboraciones periodísticas, de su interés por la historia de su país vista por los españoles (de ahí que se pasara meses transcribiendo en el British Museum los Sucesos de las Islas Filipinas de Antonio Morga,una obra de 1609, que editó con aparato de notas de interpretación). Rizal perfila, configura y enuncia su pensamiento político, social e intelectual sobre su país en y desde España, en primera instancia; sus colaboraciones en el quincenario La Solidaridad son prueba de ello, y en sus páginas se acogen dos de los textos más largos e importantes: “Filipinas dentro de cien años” y “Sobre la indolencia de los filipinos”, de 1889 y 1890. Estos dos textos son, sin duda, la columna vertebral del pensamiento político y de la acción intelectual de Rizal.

            Por tanto, cabría decir que si el “proceso de recuperación” de la figura literaria y, sobre todo, del intelectual que fuese Rizal debe comenzar en España, debería comenzar por la lectura y estudio de sus ensayos, pues es ahí donde lamodernidad de Rizal es más palpable, lejos ya históricamente de los hechos, las acusaciones y el resultado de todo un despropósito que culminó con un Consejo de Guerra en forma de juicio sumarísimo y atolondrado con el resultado de una débil prueba de cargo y una ejecución. Debemos pensar que Rizal, aun su corta vida, desarrolló entre 1877, pongamos, y 1896, la fecha de su muerte, es decir, en sólo dos décadas, una intensísima labor de escritura: unos cuarenta poemas, dos novelas, varias narraciones, traducciones, una cantidad considerable de textos periodísticos y ensayos breves, la edición del libro de Morga, dos largos textos de Memorias (que se recogen en mi edición), así como textos dispares sobre etnografía, botánica, zoología, lingüística, pintura, viajes, medicina, psicología, educación e instrucción públicas, ¡hasta un texto sobre el champagne y otro sobre parapetos militares! Cuando la “Comisión Nacional del Centenario de José Rizal” imprimió sus obras, en Manila y en 1961, éstas ocuparon un total de 13 gruesos volúmenes, de los cuales ocho son obra de Rizal; y a esto cabría añadir que su epistolario, reunido entre 1930 y 1938, son seis volúmenes más.

–          Su poesía, sin embargo, sigue un rumbo distante de las corrientes de la lírica modernista de la época…

            La poesía de Rizal es, como he dicho, un ejercicio humanístico y escolar, en sus comienzos. Una forma de imitación de los líricos que leía y sobre los que estudiaba en el Ateneo de Manila, en primera instancia; y un espacio más para la reflexión personal –o para la expresión de sus sentimientos– en la etapa de sus viajes y sus regresos a Filipinas, esto es, desde 1880 en adelante. Y aunque en algunas de sus composiciones, como “A la juventud filipina”, se sienta tentado a hacer de su poesía, también, parte de su proceso intelectual y político, lo cierto es que sus versos siempre fueron deudores de las lecturas de poesía castellana clásica que había hecho en Manila, desde Fray Luis o Cervantes hasta algunos poetas ilustrados o prerrománticos españoles, como Espronceda, o Larra. Su poesía, pues, no “sintoniza” con las corrientes de renovación de la lírica en lengua castellana que comienzan a apuntar en España y en Hispanoamérica hacia 1880, con el Modernismo, de ahí que, dejando a un lado otras consideraciones o similitudes, no crea, ni siquiera, muy acertado emparentar la poesía de Rizal con la del cubano José Martí.

            De hecho, durante su estancia en España, nunca trataría con poetas españoles e incluso encontraría cosas mejor que hacer en Madrid que asistir a un recital de Campoamor, cuando Campoamor era entonces, en 1884, un poeta de consideración. Rizal no prestó atención a los rumbos de la poesía moderna en español, de ahí que ahora nos resulte, al leerlo, un poeta arcaico para su tiempo. De algún modo, él había aprendido la retórica y la poética clásicas y había adoptado, a través del estudio y de sus ejercicios escolares para concursos, la poética moral del horacianismo clásico español y, sin duda, rasgos de una poética neoclásica e ilustrada que tomaba el poema por discurso sobre la moral, el amor, la amistad, la educación, la bondad humana, etc. como asuntos principales sobre los que cantar. Aun así, como contrapunto en su obra, y como una de las partes de la misma menos difundidas en España (sobre todo se conocían sus novelas), he creído de interés que mi edición reuniera toda la poesía de Rizal como preámbulo a una selección de sus ensayos, sin duda la parte de mayor fuste de su obra literaria.

Habitual como firma de periodismo literario, opinión política y dos áreas de su especial interés, la literatura y la cocina, ha publicado sus trabajos en los grandes medios españoles. Ha sido director de la edición digital de Nueva Revista, jefe del proyecto de opinión online de The Objective y articulista en diversos medios. En julio de 2017 fue nombrado director del Instituto Cervantes de Londres. Ha publicado "Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa" (2014) y "La vista desde aquí. Una conversación con Valentí Puig" (2017). Traductor y prologuista de obras de Evelyn Waugh, Louis Auchincloss, J. K. Huysmans, Rudyard Kipling, Valle-Inclán o Augusto Assía, entre otros. Su último libro es "Ya sentarás cabeza".