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José María de la Cuesta Rute tenía la libertad como una verdad principal, advirtiendo que la falta de libertad nos conduce a una realidad que llega a resultar terrorífica como es el totalitarismo en todas sus formas.

Pocos meses antes de su fallecimiento este pasado mes de Mayo de 2020, me decía analizando la situación española: “Aterroriza lo que nos aguarda en la falta de libertad, que es en verdad lo principal”.

En la octogenaria edad en la que ha fallecido, De la Cuesta Rute, además de su extensa y brillante carrera como profesor, doctor, catedrático y profesional del derecho mercantil, ha sido un pensador y humanista que ha dado su vida y hacienda, con lo que esto representa en términos pecunarios, en defensa del valor de la libertad del hombre.

Esa verdad principal de la libertad ha sido siempre defendida por De la Cuesta con energía y ante cualquier causa que se presentaba. En todos los ámbitos en los que participó, y soy testigo de ello en los foros que hemos compartido (consejos de administración, consejos editoriales…) y en los que no he participado, como la Fundación del Diario Madrid, o la Fundación Marqués de Guadalcanal, de las que él era patrono, y he tenido una información de primera mano sobre sus aportaciones.

La libertad y el Derecho

“No hay Estado de derecho si no hay un entendimiento previo de la libertad”, explicaba De la Cuesta en la presentación de una de sus numerosas obras publicadas titulada: ‘El Derecho configura la política del hombre’.

Es antológico –y premonitorio de lo que sucede hoy en España– su artículo publicado en ‘Nueva Revista’ en 2005, con el título “La democrática rule of law, agua de borrajas para el gobierno”, en el que De la Cuesta denuncia el desprecio del gobierno socialista de Zapatero por el imperio de la ley.

Este artículo es una lección magistral en la que De la Cuesta nos recordaba que desde Platón y ‘Las leyes’, y en sus formulaciones más modernas de nuestro tiempo (Harrington, Madison…), como principio ético-político del Estado de Derecho y para que este prevalezca, tiene que regirse por el imperio de la ley sobre el gobierno de los hombres.

Legado y lección de vida

José María de la Cuesta ha dejado un legado escrito en cientos de artículos y libros publicados, entrevistas e intervenciones que se pueden ver en YouTube, Google, Amazon y otros muchos medios, de lo que significa la verdad como hecho que conduce a la voluntad humana y sus actos en cualquier orden de la vida, y como fundamento del Estado de Derecho.

Su obra en todos los campos, universitario y académico, intelectual y editorial, y en sus trabajos profesionales, nos ha dejado un importante legado, que merece ser reconocido, y no olvidado. Y hagamos que no se olvide, no solo como reconocimiento a él, sino por la cuenta que nos trae a los que compartimos los ideales y fundamentos de la libertad del hombre como verdad principal.

“Todo lo que no sea defender la libertad individual del ser humano, es contravenir la propia naturaleza de una persona libre”, me dijo un día José María.

Desde que conocí a De la Cuesta, hace tres décadas, he gozado de su profunda y sincera amistad, y hemos debatido –y en ocasiones, no pocas–discrepado a fondo en nuestros regulares almuerzos y encuentros con otros amigos como Antonio Fontán, Dámaso Rico, Juan Pablo Villanueva, y en las reuniones del consejo de Nueva Revista. O en los años que estuvimos juntos en el consejo de administración del grupo Gaceta de los Negocios.

Y ese ha sido otro de sus grandes valores de De La Cuesta: su sentido crítico que es inherente a la defensa de la libertad sobre todas las cosas.

“¿No te parece que va siendo hora de someter a crítica rigurosa este sistema empecatado con el que se nos toma por imbéciles gracias a nuestro comportamiento de tales…y dejásemos de sentirnos paralizados por el terror de ser motejados con el terrible insulto de populistas”, me decía en una de las últimas notas que me envío sobre la situación española.

Su lección de vida ha sido su humanismo. Su sentido crítico, el saber, la historia y la razón, han sido su corpus y doctrina, siempre aplicados al ser humano, su comportamiento, pensamiento, libertad, su espiritualidad y fe en Dios.

La libertad y la virtud de la excelencia

La historia de José María de la Cuesta está llena de méritos. Como profesor, doctor, catedrático y algo que se conoce menos: su trayectoria y casos de éxito como abogado mercantilista que le dieron gran reputación. Su historial tiene una trayectoria que le ha hecho una de las figuras de referencia del derecho mercantil.

Con sus pasos académicos, profesionales e intelectuales, que cultivó en la Universidad de Navarra, la Universidad Complutense de Madrid en la que se jubiló después de cuatro décadas como catedrático emérito y honorífico, y en otras universidades de Estados Unidos, como las de Columbia, Cornell, Madison (Wisconsin) y Berkeley (California). Además de sus cursos académicos en las universidades sudamericanas. Su biografía es tan extensa como rica en sus aportaciones.

La virtud de la excelencia es otro de los aspectos que más he valorado en De la Cuesta. La exigencia con sus alumnos ha forjado una escuela en el campo del derecho mercantil, que ya como profesores hoy le rinden tributo. Algunos de los cuales estuvieron presentes en el almuerzo de despedida de la vida terrenal al que nos invitó a sus amigos y alumnos distinguidos, pocos meses antes de fallecer.

De la Cuesta, siempre valoraba mis artículos que leía y me comentaba con su sentido crítico, y yo le reconocía que eso era lo que más apreciaba. Hacía del sentido crítico la virtud de la excelencia como condición del ser humano en todos sus comportamientos. Porque la virtud de la excelencia es consustancial con el sentido crítico del ser humano, que hace de la libertad de pensamiento su mejor condición frente a la mediocridad, la superficialidad, y la dictadura de lo políticamente correcto.

Cuando fui cronista personal de De la Cuesta

Cuando mi esposa y yo vinimos a vivir al centro de San Lorenzo de El Escorial, hace un año, muy cerca de donde ‘Pepe’ –así le llamábamos sus amigos–ha tenido una casa durante muchos años, pero la que por razones de salud ya no la visitaba en los últimos tiempos, decidí convertirme en su cronista personal de los avatares de esta noble y regia villa. “Gracias por ser mi reportero de este real sitio que tanto quiero”, me decía.

Porque De la Cuesta ha dejado huella en este real sitio. Entre otras cosas fue durante años el ‘Romero Mayor’ de la Hermandad de la Virgen de Gracia de San Lorenzo de El Escorial, de gran arraigo, popular, histórico y religioso, que en Septiembre protagoniza una de las principales romerías de España.

En uno de estos correos me reveló que es en su casa de San Lorenzo de El Escorial donde tiene lo más preciado de su biblioteca, que en sí misma es un caudal histórico del saber, construida a lo largo de su historia, estudios y experiencias.

Todo ello forma parte de la huella que deja José María de la Cuesta Rute, por todo lo que ha pisado en casi un siglo de historia, y su contribución al “bien común” que era otra de sus máximas.