Manuel Álvarez Tardío

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Profesor Titular de Historia del Pensamiento y los Movimientos Sociales y Políticos. Universidad Rey Juan Carlos.

El diseño institucional de la democracia republicana

Concluida la tarea de implantar la República, se optó por una transformación radical y rupturista con la historia política española. En este artículo, se trata de mostrar cómo el diseño de las instituciones republicanas —unicameralismo, semipresidencialismo y un sistema electoral de mayoría con circunscripciones provinciales, entre otros— tenía como objetivo llevar a cabo la revolución en el territorio español.

Consenso, compromiso y democracia

Ante un escenario protagonizado por la crisis social y económica, de nuevo se reabre el debate sobre la posibilidad de alcanzar un consenso en las sociedades democráticas. Frente a quienes creen que el consenso es imposible o que este se logra suprimiendo las diferencias, Manuel Álvarez Tardío explica que el consenso tiene que ver con el compromiso sobre principios fundamentales y que es compatible con el pluralismo.

El control público de la memoria histórica

Existe una opinión muy extendida entre algunos españoles -y mayoritariamente compartida por los profesores de historia- acerca de los orígenes de la dictadura de Franco, en virtud de la cual el golpe de Estado de julio de 1936 fue causa de la destrucción de la República -un régimen democrático y pluralista-. Así, el fracaso del pronunciamiento militar dio lugar a una larga y cruenta guerra civil en la que los rebeldes nacionales o franquistas, apoyados por las potencias fascistas europeas, destruyeron el gobierno legítimo de la República, bajo cuya égida luchaban todos los españoles que creían y amaban la libertad, y entre los que se encontraban desde los socialistas a los comunistas, pasando por los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, siempre incomprendidos, perseguidos y humillados.Es sabido que quienes así opinan consideran la permanencia de la dictadura franquista como algo sólo explicable por la complicidad de las democracias liberales europeas con el franquismo y muy especialmente por el apoyo político y financiero de los Estados Unidos. Y que estos mismos sostienen que, tras la muerte del dictador, las bien situadas fuerzas del régimen habrían hecho valer su posición para imponer una vía hacia la democracia, de la que se excluyera un macrojuicio por las responsabilidades políticas del régimen franquista. Para ellos, como ha resumido Charles Powell, la Transición fue una imposición sobre los vencidos disfrazada de pacto, de modo que no habrá verdadera justicia histórica mientras no se abra, otro; proceso -uno más- constituyente1.Es sabido, asimismo, que entre todos estos historiadores y publicistas existe un sector minoritario pero especialmente combativo y muy bien atrincherado entre los servidores de la Administración, que considera que en 1978 se traicionó a quienes habían luchado a favor de la democracia republicana y que, por tanto, dejó de andarse un camino institucional que está todavía por recorrer. Son los mismos que, siempre que pueden, acuden a manifestaciones, encuentros, congresos y celebraciones múltiples con el traje adecuado para representar la función de protesta y advertir a la sociedad española sobre la amenaza fascista que se cierne sobre nosotros. Cuentan además con quienes, desde puestos funcionariales o trincheras mediáticas, aprovechan esas celebraciones para denunciar el debilitamiento de la democracia española y la intolerancia de los gobiernos conservadores, intolerancia que asocian, cuando menos, con comportamientos predemocráticos. Contribuyen también algunos columnistas que, imbuidos por esas creencias generales y científicas, no desean apartarse de su función primordial, la de ser guardianes de la democracia.Es sabido además que todas estas personas menosprecian el progreso material alcanzado en nuestro país y viven no ya de espaldas a la realidad económica, sino a la misma realidad política. No importa que al concluir el siglo XX más del 80% de los españoles considerasen la Transición como un modelo del que cabe sentirse orgullosos (El País, 19.11.2000); o que hayamos logrado dos décadas largas de régimen constitucional y de democracia representativa, garantizados por la Corona; o que el sistema político haya permitido varias alternancias sin violencia en el gobierno de la nación; o que la...