Joseph S. Nye

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El poder mundial

La cuestión crucial para los Estados Unidos en los años 90 consiste en desarrollar un sentido realista de la fuerza y los límites de su poder. Las encuestas revelan que el 50% del público cree que la nación está en decadencia, y que quienes opinan así tienden a un mayor proteccionismo y a aconsejar el retiro de lo que consideran «compromisos internacionales excesivamente dispersos». Ahora bien, consejos así resultarían contraproducentes en el mundo actual donde va en aumento la interdependencia: provocarían la situación que se desea evitar y, si la nación más poderosa no logra colocarse a la cabeza, las consecuencias para la estabilidad internacional podrían ser desastrosas. A través de la historia, la ansiedad acerca de la decadencia y de las cambiantes relaciones de poder han llevado a épocas de tensión y desacierto. En la actualidad, cuando declina el poder soviético y surge el japonés, las teorías equivocadas sobre la decadencia de los USA van más allá de lo meramente «académico». Algunos observadores suponen que el «multipolar» es el adjetivo que mejor describe el mundo que ya despunta y varios teóricos sostienen que el cambio flexible de las alianzas relacionadas con el clásico equilibrio multipolar del poder constituirá una nueva fuente de estabilidad en la política mundial. Sin embargo, el desarrollo de una verdadera multipolaridad de los cinco centros de poder más importantes —los USA, la Unión Soviética, China, Japón y una Europa unida— no parece probable en los próximos decenios. Una buena evaluación debiera sobrepasar la geopolítica tradicional. Si se fija la atención en las transiciones del poder entre los principales Estados, las analogías históricas podrían hacer que pasásemos por alto otros cambios que están ocurriendo en la política mundial. El final del siglo será muy diferente a sus comienzos; el verdadero problema, más que en la transición hegemónica se encuentra en la difusión del poder. ¿Cómo se debería medir el poder en un mundo cambiante? A través de los siglos, los estadistas y otros observadores han cometido errores al considerar la métrica del poder. En el siglo XVIII quienes concentraron la atención en la población de Francia y en su industria rural no cayeron en la cuenta del surgimiento de Gran Bretaña, nacido de su estabilidad política y de las condiciones que favorecieron la revolución industrial. A principios del presente siglo, el escritor norteamericano Brooks Adams tomó el control de los metales y minerales como indicador de lo que en el futuro sería el poder económico y militar y predijo tanto la decadencia de Inglaterra como el encumbramiento de Rusia y China. De hecho, como señala el sociólogo Daniel Bell, a fines del presente siglo las materias primas y la industria pesada, como indicadores decisivos, están por debajo de la información y de los servicios profesionales y técnicos. Sí Bell está en lo cierto, los indicadores adecuados del poder son los relacionados con las manufacturas y los servicios dentro de las industrias de la información. En función de los recursos tradicionales, es probable que los USA conserven su rango de superpotencia,...