Javier Paredes

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Nueva Revista

Las clientelas universitarias

No son pocos los problemas que tiene planteados la Universidad española, y tendrá que resolverlos si es que no está dispuesta a perder su identidad en los próximos años. Y además de no ser pocos, resulta que además también son graves. Ahora bien, con voluntad y decisión de solucionarlos, todos tienen arreglo. Y estoy bien seguro de que cuando se superen las dificultades actuales surgirán otras nuevas. Así ha sido siempre y así será; de lo contrario, la Universidad no sería un organismo vivo y dinámico, como exige su propia naturaleza. No me atrevo a asegurar si el problema más grave que tiene la Universidad es la propia composición de su claustro docente, pero de lo que no tengo ninguna duda es que salir del atolladero en el que nos han metido va a suponer un esfuerzo de muchos años. El actual sistema de oposiciones, si es que se le puede llamar así, ha hecho posible que una auténtica invasión de bárbaros indocumentados, intrusos e ignorantes enciclopédicos pueblen los departamentos e impongan su ley. Y es que entre que éstos son muchos y abundan los silencios resignados o forzados por el miedo, la mediocridad ensancha su territorio precisamente donde debía estar desterrada. «Catedrático de gestión» Hace unos meses, un conocido catedrático escribía un lúcido artículo en el que analizaba la evolución de la profesión de historiador a lo largo de los dos últimos siglos. El desarrollo de su estudio era brillante y concluía con un descubrimiento estremecedor. Dicho autor desvelaba la existencia de una nueva figura en los claustros universitarios, a la que denominaba el «catedrático de gestión». Semejante personaje se caracteriza por carecer de conocimientos de su disciplina, y por lo tanto ser incapaz de dar unas clases aceptables; por otra parte, tampoco sabe investigar, por la sencilla razón de que no lo ha hecho nunca. Pero todas estas deficiencias las suple y las supera con su extraordinaria habilidad para «moverse» por los rectorados. No hay nada más que darse una vuelta por cualquier Facultad para ver cómo ha proliferado la especie. Y como no podía ser menos, hay elementos cuyas hazañas les han hecho destacar del pelotón. Pero eso es lo mismo: el catedrático de gestión puede aspirar indistintamente a dirigir un departamento de anatomía patológica o de resistencia de materiales. Tiene habilidad para eso y mucho más, naturalmente porque el sistema lo permite y no pocos colegas, que han perdido la vergüenza, lo toleran. Una cosa es bien cierta, y es que si el Ministerio es responsable en gran medida de lo que está sucediendo, todos estos acontecimientos han ocurrido con la complicidad de los que ya estaban dentro. Y es en este punto donde se detecta la gran mentira de eso que se da en llamar autonomía universitaria, un auténtico eufemismo que sirve para aupar los clanes locales. que han inoculado en nuestras Universidades el aldeanismo más ramplón, que con extremada delicadeza algunos llaman endogamia. Todo el busilis radica en el retorcimiento que se haga de la ley, que permite a...