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dcbyce1.jpgEl autor de este libro, Jesús Huerta de Soto, está reputado como uno de los mayores economistas austríacos de Europa. Lo cual no sé si es bueno o malo para la aceptación de sus ideas. Si cogemos dos temas de controversia teórica de este siglo, comprobaremos el alcance de mi duda: el debate sobre metodología de la ciencia económica y el debate sobre el cálculo económico en una sociedad socialista. El primer debate, iniciado por Cari Menger, fundador de la Escuela Austríaca de economía, al entrar en controversia con Gustav Schmoller, cabeza visible de la Escuela historicista, se centraba en la posibilidad de conocer leyes económicas universales. La postura de Menger afirmaba la posibilidad de conocimiento de leyes económicas aplicables a cualquier época y sociedad. Se trataba de una actitud contraria a la de la Escuela historicista, que sólo admitía un conocimiento económico particular de cada época y pueblo, sin ser posible la generalización de leyes económicas. De dicho debate nos interesa un punto en particular para el objetivo de esta recensión: mostrar en su génesis el núcleo teórico de la Escuela Austríaca, que alcanza en el libro de Huerta de Soto nuevos ámbitos de estudio. Menger estaba en desacuerdo con la forma de indagar en el origen del dinero que presidía la investigación económica de la época. En vez de dedicarse a estudios históricos particulares que determinaran el dinero en cada época y sociedad, se planteó la búsqueda de elementos comunes en la génesis histórica y social de cada moneda. Aunque ambos planteamientos parecen semejantes, hay una diferencia esencial que no se puede pasar por alto. Si partiendo de la primera postura, es decir, del estudio histórico, pasamos al análisis de los elementos comunes en las sociedades en las que ha surgido el dinero, pasamos de una comprensión histórica de distintas épocas a una teoría general de la generación del dinero. Este cambio no le podía pasar inadvertido a una persona astuta como Schmoller. Porque dicho cambio es renunciar al particularismo y relativismo del estudio histórico, y aceptar en su lugar leyes universales en los procesos sociales. En resumidas cuentas, Menger significaba un abandono del historicismo y la búsqueda de leyes universales que explicaran el surgimiento y evolución de los fenómenos sociales, destacando entre ellos los económicos.


Esta postura teórica continúa en la obra de los dos autores austríacos más conocidos del siglo XX: Ludwig von Mises y A. E Von Hayek. Dichos autores profundizan en el método iniciado por Menger e indagan en la estructura de la sociedad. Ahora bien, su postura no supedita el individuo a la sociedad, reduciéndole a mero apéndice de ella; no reducen el individuo a mera pasividad. Se fijan en el carácter activo de toda persona y se centran en el estudio de la acción humana como base de las interacciones sociales. Consideran, por lo tanto, que el marco en el que hay que abordar la economía es la acción humana. El joven Mises empieza a desarrollar las categorías presentes en la acción humana y en 1920 se plantea el siguiente problema: si los precios surgen y se explican en la interacción entre individuos, si eliminamos los precios, ¿cómo será posible el cálculo económico?, ¿cómo es posible que un organismo central pueda organizar los problemas económicos sin precios de mercado? Esta pregunta origina el segundo debate ya mencionado: la posibilidad de cálculo económico en una sociedad socialista. Debate de suma importancia y que apunta al problema esencial de los países socialistas: la falta de un criterio de racionalidad económica les ha llevado al colapso. Porque, ¿cómo calcular el número de tractores o clavos que hay que producir si no podemos expresar sus costes en moneda? Se puede contraargumentar defendiendo la posibilidad de una racionalidad económica por medidas físicas; así, los tractores y clavos tendrían que tener un determinado peso. Planteamiento que llevó a producir tractores y clavos cada vez más pesados (quede este ejemplo ilustrado en el chiste satírico aparecido en una revista soviética en la que, sobre el lema «hemos cumplido los objetivos de producción», se representa a un grupo de trabajadores portando un clavo de proporciones descomunales). La aportación seminal de Mises, desarrollada posteriormente por Hayek, se centra en analizar qué es realmente lo que se divide cuando hablamos de división de trabajo. Constatando que dicha división es, en esencia, división de información. La importancia de los precios estriba, continúa Mises, en que son el sistema de transmisión de información que cada persona utiliza para hacer sus valoraciones económicas. Por lo tanto, si una empresa se especializa en la producción de un artículo es porque espera venderlo a un precio que supere los costes en los que incurre. En otras palabras, si no existieran los precios, no habría división del trabajo. Este argumento fue desarrollado por Hayek en sus famosos artículos «El uso del conocimiento en la sociedad» y «Economía y conocimiento» en los que, por primera vez, se plantea las razones que harán fracasar a cualquier economía centralizada: la imposibilidad real que sufre todo órgano central de disponer del conocimiento necesario para organizar la economía.


Esta breve exposición de los debates permitirá comprender los pros y contras a los que me refería al principio de este artículo. Si son ciertos los argumentos de la Escuela Austríaca, como parece corroborar la desaparición de la Unión Soviética, el principal valor de dicha Escuela es disponer de una teoría económica de una riqueza antropológica superior a la usada por las otras escuelas, principalmente la Escuela Neoclásica. Esta riqueza se alimenta en un método de trabajo consistente en plantear el estudio de todo fenómeno económico desde las interacciones humanas. Ahora bien, dicha defensa del mecanismo de mercado les ha deparado todos los contras que ha de afrontar un economista heterodoxo. Si por un lado la defensa del mercado les llevó a dichos autores a una constante lucha dialéctica contra los defensores del socialismo, la utilización de argumentos basados en supuestos de difícil matematización les llevó a enfrentarse a todos los defensores del mercado de corte neoclásico. En esta  misma situación se encuentra el libro Dinero, crédito bancario y ciclos econó’ micos, de Huerta de Soto. Tal como índica el título, la comprensión de los ciclos económicos actuales, con sus crecientes oscilaciones, exige su estudio desde sus realidades originarias. Si hay crisis financieras, será necesario analizar el crédito. Crédito que evoluciona a la par que la evolución de los medios de pago. Por lo tanto, la explicación de los ciclos ha de comenzar por el estudio del dineromercancía y la incipiente actividad bancaria que originaba. Se comprueba de esta manera que la estructura del libro reúne dos elementos básicos: primero, el estudio histórico que nos introduce en los conceptos necesarios para la comprensión de las economías modernas. Segundo, la explicación con los conceptos que hemos visto formarse históricamente, de los ciclos actuales.


El valor del libro emana de este método de trabajo. Por un lado, el rigor de la investigación histórica desde lo clásicos hasta nuestros días supone una ingente fuente de información de historia económica. Por otro lado, ofrece una explicación completa de los ciclos económicos actuales. El profesor Huerta de Soto desarrolla ideas fundamentales expuestas en los trabajos seminales de Mises, Teoría del dinero y del crédito, y Hayek, Precios y producción, sobre la explicación de los ciclos económicos. Dos son las ideas que Huerta de Soto aplica metódicamente: la idea misiana de la limitación del crédito al crecimiento efectivo del ahorro; la segunda, aplicar los resultados del debate sobre la imposibilidad del cálculo en una economía socialista para criticar el creciente intervencionismo en la economía financiera. La conjunción de estas dos ideas forma un cóctel sugerente y atípico. Sugerente porque permite comprender la importancia de mantener el 100% de coeficiente de caja a partir de los principios tradicionales del derecho y las consecuencias inflacionarias que conlleva su abandono. Y atípico, porque su defensa de un orden monetario basado en 100% de coeficiente de caja y reglas estables de crecimiento monetario apunta a los bancos centrales como fuente de conflictos, más que solución de los mismos. En resumen, si los pros de este libro son manifiestos, el riesgo de esta crítica directa al ordenamiento bancario actual y la explicación detallada de las operaciones que hacen tan beneficiosa la actividad bancaria, me hacen dudar de las posibilidades que Huerta de Soto tiene de obtener un crédito del sistema crediticio actual. Lo que no dudo, y creo que se lo puedo garantizar, es que su lectura no lesdejará indiferentes.

Doctor en Ciencias Económicas. Profesor Asociado del Departamento de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid