Ketil Bjornstad

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Nueva Revista

Charla sobre medio ambiente en la mesa de la cocina

  Conversación con Gro Harlem Brundtland y Frans Widerberg Gro Harlem Brundtland (1939) presidió el gobierno noruego durante el año 1981 y después desde 1986 a 1989. Presidió también la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que publicó en 1987 el conocido informe «Nuestro Futuro Común». Actualmente preside el Comité Permanente de Asuntos Extranjeros del Parlamento noruego.Frans Widerberg (1934) es un conocido pintor y artista gráfico noruego, considerado como un innovador. En 1991 y 1992 se llevará a cabo una exposición itinerante de sus cuadros en varias capitales europeas.     La casa de Frans Widerberg está, según sus palabras, «en el sitio más alto y más limpio del centro de Oslo». Desde allí se pueden contemplar los árboles del Parque Stens y al fondo una fila de casas que contrastan con las estatuas de su jardín. Un viejo automóvil está aparcado en medio de! césped, como si formara parte del conjunto escultórico. Inmediatamente. se advierte que la austera atmósfera de la clase media-alta del barrio de Pilestreted de Oslo no ha disminuido la inconfundible fuerza creadora de Widerberg, que te golpea aún con más ímpetu una vez traspasas la puerta principal. Allí los colores ocupan todo el espacio. Widerberg está dando los toques finales a una nueva e importante exposición en Oslo. En todas las habitaciones hay pinturas amontonadas, excepto en la cocina, de color amarillo claro, donde tendrá lugar la primera reunión entre el artista y la estadista. Gro Harlem Brundtland mira alrededor con curiosidad, con esos ojos azul claro que parecen una prolongación de la paleta de Widerberg. Se puede percibir entre ellos un mutuo respeto y un sentimiento de curiosidad por ver a dónde puede conducir esta discusión. Algunas estrellas del rock, como Stíng, han mostrado cuánto pueden alborotar los artistas cuando defienden temas de medio ambiente. A primera vista, da la impresión de que Widerberg no se inclina a desempeñar el papel de «artista famoso que ya ha sacado sus conclusiones». En lugar de hablar, escucha atentamente a Gro Harlem Brundtland, que acaba de regresar del Brasil y se muestra muy satisfecha por la preocupación sobre el medio ambiente que ha encontrado en Latinoamérica. «Bien», dice Widerberg, «bienvenida a mi casa, ¿Le importa si fumo?».    Gro Harlem Brundtland dice que no le molesta. Se fija en una pintura de color verde-seíva que hay en el salón mientras Widerberg intenía encontrar «su» ángulo de aproximación:«Verá», dice con su más irresistible sonrisa: «en esta conversación yo haré lo contrario de lo que Sting y otros eminentes ecologistas hacen. Hablaré de nuestras actitudes en el sentido más profundo y, a partir de ahí, asumiré el papel de hombre malo. Por supuesto, usted es la enterada, la mundialmente célebre presidenta de la Comisión Mundial. No debo ser para usted el pintor visionario, sino más bien el hombre de la calle que por todas partes contamina, fuma y conduce un coche con la vaga idea de que algún día se abolirá el automóvil».    Brundtland rehuye la etiqueta de buena chica con la misma vivacidad que escapa un salmón de una piscifactoría. «Fui entrevistada recientemente por un periódico de Oslo. Se me preguntó cómo me dirigía al trabajo y contesté: ¡En coche! Tenemos que admitir esas cosas. Pero ése no es el caso.»«No, usted trabaja por una organización mundial. Usted tiene conocimientos y es perseverante. Usted dirige el mundo. Pero yo soy un tipo que no mira...