José Antonio Ibáñez-Martín
El quehacer educativo en un mundo globalizado
Artículo que explica las cinco novedades básicas de globalización que han de tenerse en cuenta en nuestros días.
Humanismo cívico
Hace años T.S. Eliot advertía que los autores de segunda fila se caracterizaban por no darse cuenta de que los cambios de sensibilidad exigían un cambio en la expresión, «but expression is only altered by a man of genius». El libro ante el que nos encontramos responde a esa observación de Eliot: no se trata, simplemente, de otro trabajo que trate sobre temas que algunos pensadores americanos hayan puesto de moda, sino que nos encontramos ante una poderosa reflexión que aporta perspectivas originales sobre cuestiones centrales de la filosofía política contemporánea.Una recensión de un libro de denso contenido no puede pretender sustituir la reposada asimilación de las tesis en tal libro defendidas, sino, quizá, debe circunscribirse a señalar algunos de sus puntos básicos, sirviendo así de acicate al lector para que acuda directamente «a las cosas mismas», al libro que se comenta.Pues bien, pienso que la preocupación central del autor es identificar los errores básicos de la democracia occidental, que conducen a que, a pesar de vivir en países ricos y en los que se respetan los derechos humanos, por lo que somos objetos de atracción y de envidia por tantas gentes del mundo entero, hay una extendida sensación de desencanto público entre los ciudadanos. Son muchos quienes hoy observan que los políticos les piden colaborar con el voto, a la vez que en el fondo, les mandan el mensaje de que eso es todo lo que se espera de ellos, animándoles a que disfruten de las delicias de un pacífico consumo, sin que perturben a los políticos pretendiendo inmiscuirse en los avatares de la cosa pública. El asunto viene de lejos. Ya decía Paul Valéry, en 1943 que la politique est l'art d'empécher les gens de se méler de ce qui les regarde. Y aquí se alza la protesta de Llano. ¿Cómo es posible que no podamos intervenir en lo que nos concierne? ¿Cómo hemos caído, dentro de una democracia, en ese engaño? ¿Qué deberíamos hacer para salir de él? La historia comienza con la acertada decisión de la primera modernidad de soltar las amarras en la persona que la fijaban por nacimiento a una comunidad predeterminada, decisión que evolucionó, equivocadamente, hacia un individualismo contrario a la auténtica condición humana.Ante ese individualismo, fue lentamente configurándose la idea del Estado de Bienestar, cuyos hitos fundamentales quizá se encuentren en Keynes, que da un especial protagonismo económico al Estado, tomando ocasión de la necesaria lucha contra el paro, y en T.H. Marshall quien en sus famosas conferencias del 1949 introduce el concepto de derechos sociales, como necesaria ampliación de los derechos humanos de la ciudadanía. La esencia del Estado de Bienestar, por otra parte, no radicaría solamente en la hipertrofia de las funciones económicas del Estado, sino que a ello habría que sumar la hipotrofia de sus responsabilidades éticas. Si Maritain —como Cicerón— pensaba que el bien común de las personas consiste en la vida buena de la multitud, el pensamiento llamado liberal en USA —con el primer Rawls a...