Europa está a la búsqueda; sabe que tiene en sus manos su propio futuro .Quiera Dios que no deje pasar la hora de su destino, la última oportunidad de su salvación.
Robert Schumann
Sesenta años después que el estadista francés pronunciara la sentencia en los albores de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, recobra hoy su carácter admonitorio y pertinente. Y es que nunca desde su germen embrionario se había topado la construcción europea en su ambular más o menos accidentado con un crucero tan perentorio como es la disyuntiva actual. Y en la elección de la senda a seguir juégase Europa su supervivencia misma no sólo como construcción política supranacional, sino también como espacio económico viable, como polis común de ideas y creencias compartidas y, no menos importante, como territorio capaz de defenderse a sí mismo.
Por eso en estas horas vertiginosas de la Historia resulta tan importante la luz que proyecta este volumen coordinado por Víctor Pérez-Díaz en que la realidad y el futuro de Europa se presentan en escorzo, que es la manera que tenemos de aprehender una realidad en sus diferentes perspectivas si queremos dar, cabalmente, «cuenta y razón» de ella. Y pocas realidades hay más complejas e huidizas —y más dramáticas en tanto que biografía colectiva— como esa que llamamos Europa. Porque a sus graves tensiones internas le sucede al continente europeo un acontecimiento exterior inédito en la Historia: en 2011 ocurrió que por vez primera el tráfico mercantil del Pacífico superó aquel otro del Atlántico, en tendencia ya irreversible. A resultas de ello, cambia la imago mundi en la que pierde Europa su carácter central y queda esquinada en un extremo del nuevo eje pacífico, como un far corner de la nueva razón geográfica y de poder. Ahí está como simple botón de muestra el impresionante rearme militar de China, India y Japón, a la vez que el presupuesto de defensa de todos los países del Sudeste asiático haya aumentado un 33%. Quiere ello decir, como afirmará Kaplan, que una parte muy sustancial del orbe no está para nada en un estado posnacional y posmilitar, como tendemos a pensar geocéntricamente. Además, del hecho de estar asistiendo a un nuevo imperio capitalista no democrático como es el gigante chino, quien, por cierto, no posee en su armazón ideológico la noción de persona que alumbró nuestro viejo continente europeo en su genialidad creadora.
Tiene pues Europa para hallar su puesto en el nuevo mundo que hacer un ejercicio intelectual de doble movimiento: de mirada interna que se ensimisma para conocer sus fortalezas y debilidades reales y al mismo tiempo otra de visión exterior hacia ese nuevo mundo de acentos orientales y americanos para tomar conciencia de las oportunidades y amenazas que representa. La crisis de Europa es, pues, en el fondo una crisis del pensar alerta. Por eso es tan acuciante.
Y para todo ello, para tratar de desafío tan formidable, se concitan en el libro catorce académicos e intelectuales de primera fila —que fueron interviniendo en diferentes seminarios organizados por FAES durante el pasado año— divididos en cuatro partes que resultan complementarias: Economía, Geoestrategia, Sociedad civil y gobernanza, y, finalmente, Cultura. Los nombres expresan tanto excelencia como pluralidad de orígenes y puntos de vista, como haciendo honor a la naturaleza misma de esa Europa cruce de caminos que se disecciona. Así, Juergen Doges (Colonia), Peter Hall (Harvard) y Karen Lanoo (Bruselas) copan la sección económica. Robert Kaplan (Washington), Azar Gat (Tel Aviv), Josef Joffe (Hamburgo) y Pierre Hassner (París) abarcan la consideración geoestratégica, en tanto que Lucas Meijs (Rotterdam), Lars Trägardh (Estocolmo), Philipp Blond (Londres) y Michele Salvati, aquella otra de la sociedad civil y política. Finalmente, Margaret Archer (Lausanne), Richard Madsen (California) y el propio Pérez-Díaz (Madrid) abordan la cuestión cultural, sin la que los análisis previos resultarían insuficientes.
Y una consideración final para sospesar la oportunísima valía de este volumen inter nos. Anda nuestro país desde hace ya algunos años introvertido en diversas querellas, localismos e ignorancias exteriores muy peligrosas, mientras los dioses de la Historia siguen a lo suyo moliendo el curso de la misma. Como si el mundo limitase para nosotros al norte con Hendaya y al sur con Gibraltar. Por eso, no menor mérito del esfuerzo de Víctor Pérez-Díaz supone esta invitación a elevar las miradas nuestras y atalayar desde sus páginas eminentes ese mundo viejo que se va y aquel otro novísimo que se hace paso. Y preguntarse entre sus páginas qué puede hacer Europa —y por tanto España— para evitar ser raptada de nuevo y quedarse orillada del decurso, aguas abajo, de la Historia. No es poca cosa.