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Hannah Arendt (Linden-Limmer, 1906 – Nueva York, 1975). Filósofa y ensayista política alemana, de raza judía. Considerada una de las pensadoras más influyentes del siglo XX. Doctora en Filosofía por la Universidad de Heidelberg. Fue alumna de Martin Heidegger y Karl Jaspers. Huyó del nazismo, primero a París y luego a Nueva York, donde se nacionalizó estadounidense. Sus obras más importantes son Los orígenes del totalitarismo, La condición humana, Eichmann en Jerusalén, Sobre la violencia y La crisis de la república.

Avance

Agustín Serrano de Haro, el mejor conocedor español del pensamiento de la filósofa alemana, cubre una laguna al ocuparse tanto de su vivencia como transeúnte por España huyendo del nazismo como de sus lúcidas reflexiones sobre la política española e Iberoamérica. Aborda en el libro aspectos medulares de la obra arendtiana en relación a nuestro país, tales como la naturaleza del totalitarismo, su diferencia con la dictadura militar y el fascismo, el concepto de hombre masa de Ortega, su filosofía de la acción humana  y su relación con el significado del Descubrimiento de América. Se detiene en el paso de la pensadora por una España devastada, a principios de 1941, camino de Lisboa, para embarcar junto con su marido hacia Nueva York. Hace una serie de consideraciones sobre la Guerra Civil que esboza en su alusión al complejo significado de las Brigadas Internacionales en su libro «Los orígenes del totalitarismo». Y enjuicia el franquismo, matizando que es un error calificarlo de totalitario, por no cumplir con los requisitos del totalitarismo. Señala que las dos características fundamentales del franquismo, como fueron la condición militar del dictador y el apoyo de la Iglesia a la dictadura, muestran la heterogeneidad del régimen frente al movimiento totalitario. Serrano de Haro concluye con un epílogo, titulado “La promesa de la política y la democracia española”, del que se pueden extraer algunas valiosas conclusiones, basadas en el espíritu arendtiano.

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Arendt y España. Editorial Trotta, 2023. 172 págs, 19 €.

Si hay una figura señera tras Heidegger, su maestro, en el pensamiento filosófico y político desde la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros días, ella es sin duda Hannah Arendt (Linden-Limmer, 1906 – Nueva York, 1975).  Pero entre la monumental bibliografía que genera su persona y enseñanzas, y la reedición continua de sus obras se echaba en falta fijar la atención en la relación de España con Arendt tanto en su vivencia  como  transeúnte del suelo nacional  huyendo del nazismo en 1941, cuanto  de sus  contadas pero lúcidas reflexiones sobre política española e Iberoamérica.

Si además tal ensayo investigador viene de la mano de Agustín Serrano de Haro, sin duda el mejor conocedor entre nosotros del pensamiento de la filósofa judeo alemana, tenemos entonces un gran libro a  la mano en las siempre cuidadas ediciones de Trotta.  Un libro que da más de lo que promete el título debido a esa generosidad intelectual propia de Serrano de Haro tan española y que hace que no sea una mera obra investigadora sino también y sobre todo  magisterial.

El autor aborda aspectos capitales del pensamiento político y antropológico de Arendt, tales como la naturaleza exacta del totalitarismo, su diferencia con la dictadura militar y el fascismo

Así,  junto a la fijación de textos arendtianos en tal o cual libro o artículo que refieren a temáticas nacionales, va el autor  al hilo de ello enseñándonos con precisa maestría aspectos capitales del pensamiento político y antropológico de Arendt, tales como la naturaleza exacta del totalitarismo, su diferencia con la dictadura militar y fascismo,  la relación entre el concepto de hombre masa de Ortega y el de masa (mob) en la obra arendtiana , su filosofía  de la acción humana  y su relación con el significado del Descubrimiento de América,  junto con la visión que sostuvo  de la revolución cubana y de la crisis de los misiles. Sin olvidar la dirección ejecutiva que nuestra pensadora asumió en 1960 de la Spanish Refugee Aid, la organización norteamericana de ayuda a refugiados republicanos españoles.  Como se ve, un elenco de temas que hacen de la lectura de la obra algo tan atractivo como recomendable. Y sobre todo, tan nuestro.

Sobre la peripecia del paso de Arendt a principios de 1941 desde la ratonera de la Francia de Vichy  por  una  España devastada camino de Lisboa para embarcar junto con su marido también judío hacia Nueva York, Serrano de Haro ha investigado hasta donde es posible ofreciéndonos un capítulo vívido sobre su estancia  entre nosotros, en una península ibérica que  se había convertido  en un correcalles hacia la libertad para un numero amplio de judíos (no ciertamente para Benjamin cuyo celebre manuscrito de Tesis de filosofía de la Historia viajó con Arendt).  Por cierto que sobre el poco conocido papel logístico que jugó nuestro país con Portugal en esta diáspora judía hacia las Américas, se echa en falta un estudio riguroso sobre la red informal que se tejió en Madrid en torno a la cafetería Embassy de Serrano, capitaneada secretamente por algunos hombres y mujeres buenos que convendría rescatar  de su anonimato.

Pero la relación intelectual de Arendt con nuestro país comienza más tarde de su odisea ibérica con sus consideraciones sobre nuestra Guerra Civil que esboza por un lado en su alusión al complejo significado de las Brigadas Internacionales en Los orígenes del totalitarismo (1951).  Antes, en dos artículos encomiásticos, había elogiado la lucidez moral de Bernanos (católico y monárquico, con un hijo afiliado a Falange) y su amor insobornable a la verdad que significaron su denuncia del fascismo español con Los grandes cementerios bajo la luna ante el escándalo de las matanzas de campesinos que presenció en Mallorca. Arendt ve en el escritor francés el valor de la denuncia política de la escritura veraz así como la aptitud para el juicio político de cualquier miembro de una comunidad. La voluntad de comprender por encima de la ideología es señal cierta para Arendt del ciudadano lúcido dotado de buena voluntad, tan necesario para el genuino sentido de la política.

Las dos características fundamentales del franquismo, como fueron la condición militar del dictador y el apoyo de la Iglesia a la dictadura, muestran la heterogeneidad del régimen frente al movimiento totalitario

Pero es quizá la digresión de nuestra pensadora sobre la naturaleza y tipificación del régimen franquista lo que más luz puede arrojar ahora, inmersos como  estamos  en nuestra eterna discusión al respecto. Para Arendt resulta un error calificar de totalitario al régimen vencedor (y al fascismo italiano mismo)  por no cumplir con los requisitos del totalitarismo que solo se dieron, de hecho, en la Alemania nazi a partir de 1938 y en el Gran Terror de la Unión Soviética desde 1937 a 1939. Las dos características fundamentales del franquismo como fueron la condición militar del dictador y el apoyo de la Iglesia a la dictadura muestran la heterogeneidad del régimen frente al movimiento totalitario. La Iglesia como un elemento restrictivo del dictado político, representaba una presencia limitadora de aquel ya desde el primer franquismo, en una renovación peculiar de la vieja alianza de trono y altar. Lo que revela el esfuerzo renovado de Arendt de comprender la realidad en su complejidad histórica alejada de taxonomías simplificadoras y abusivas. Y muestra, como de pasada, el conocimiento y valoración que siempre tuvo la pensadora judía del catolicismo cuyos fundamentos aprehendió tempranamente en su misma tesis doctoral sobre el concepto del amor en san Agustín.

Finalmente, el clarividente epílogo que nos regala Serrano de Haro dirigido a nosotros bajo el sugerente título de “La promesa de la política y la democracia española” implica pensar la realidad de nuestra situación política actual -tan desasosegante- desde la categoría arendtiana fundamental de la mejor praxis política como promesa no utópica pero sí esperanzada.  Al respecto, creo que la respuesta sobre si misma que Arendt dio a Hans Morgenthau y que recoge el autor acerca de su filiación personal en el ámbito político contemporáneo resulta sumamente iluminadora también para nosotros en estos momentos presentes:

«Como ustedes saben, la izquierda piensa a veces que yo soy conservadora, y los conservadores piensan a veces que soy de izquierdas. O una disidente, o a saber qué. Y debo decir que el asunto me trae sin cuidado. No creo que este tipo de cosas arrojen luz ninguna sobre las cuestiones realmente importantes de nuestro tiempo (p.156)».

Una nueva política

Y creo que hay está nuestro gran reto en esta crisis española. Pasar de la política como decepción sedimentada desde un tiempo ya largo, a la promesa de la política como esperanza de un mundo más habitable. Por cierto, que para una esperanza tal, Arendt nos provee de una sorprendente razón agustiniana que conviene no olvidar: a saber, que el corazón humano es lo único en el mundo capaz de tomar sobre sí la carga que el don divino de la acción ha puesto sobre nosotros, para ser comienzo de nuevos acontecimientos. En ese sentido, como escribió Arendt en otro lugar. ese «corazón comprensivo» que el mismo rey Salomón pedía a Dios, le resulta a nuestra pensadora judía «el mayor don que un hombre puede desear y recibir». También, y sobre todo, para construir una nueva política, tan necesaria entre nosotros en estos oscuros momentos.

Profesor de Gestión Internacional de Recursos Humanos en la Universidad de Alcalá. Autor del libro “Un montón de imágenes rotas. La tierra baldía, cien años después” (Ediciones Encuentro).