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La frase italiana se non é vero é ben trovato viene a cuento para ilustrar las leyendas de Roma, que vamos a repasar. Significa que con una pequeña vuelta de timón, se convierte  en verídico lo que antes no lo era, consiguiendo que sean aceptadas por todos, las ideas escondidas bajo un lenguaje mistérico.

El Campidoglio

La plaza del Campidoglio se encuentra en el centro mismo de Roma, cercano a la Piazza Venezia, al Foro y al monumento a Vittorio Emanuele (también llamado La Tarta). Reúne todos los requisitos para ser admirado por los turistas y por los curiosos del arte. En el centro, se encuentra una figura ecuestre que en principio se creía representaba a Constantino, primer emperador cristiano, pero que más adelante, se consideró que era la representación de Marco Aurelio montado sobre un caballo de bronce.

Decía la leyenda que “cuando el caballo de Marco Aurelio se volviese de oro, ése día sería el momento del Juicio Universal”.

Plaza del Campidoglio (Roma). Foto: © Wikimedia Commons.

Han pasado los años, las décadas y los siglos, y el bronce continúa con el verdín del tiempo y del propio metal, con alguna huella dorada.

El augurio no se ha producido todavía y quizá nunca se haga realidad, pero los romanos miran con sospecha y angustia si entre el moho del caballo, crece la mancha dorada, como queriendo perpetuar en la materia, su propio deseo de inmortalidad…

La Bocca della Veritá

¿Quien no ha introducido su mano en la Bocca della Veritá?  Turistas, niños, parejas, multitudes, se acercan a la cabeza del Tritón para probar su suerte y comprobar qué sucede… Sin embargo, pocos conocen el origen de esta historia tan original.

En el Medioevo, se sometía al Juicio de Dios a los posibles culpables de delitos, haciéndoles meter la mano en la boca del bajorrelieve, al tiempo que repetían en alta voz, sus afirmaciones y defensas. Si mentían, la mano quedaba cortada, pero si decían la verdad, quedaba intacta. Sin embargo los jueces de los tribunales ayudaban un poco al oráculo como elemento ejemplarizante, o para no perder su veracidad ante el pueblo. Ponían detrás de la figura, un esbirro con una espada afilada, para segar la mano de los delincuentes en los casos en los que la opinión del tribunal estaba fijada previamente. De esa manera, se hacía justicia con los condenados y se salvaba el renombre de los jueces…

Hoy en día nadie cree en los oráculos y mucho menos en éste mito. Sin embargo los niños que han sido cogidos en flagrante mentira por sus padres, son obligados a confesar su culpa, bajo la amenaza de introducir su mano en La Bocca della Veritá

La “Bocca della Veritá” (Roma). Foto: © Wikimedia Commons.

Nieve el 5 de agosto

También los milagros son frecuentes en Roma. Han sucedido, suceden  y sucederán. Es cuestión de interpretarlos.

Así, la Basílica de Santa María la Mayor, debe su realización a un precioso milagro. Hacia el año 350 vivía en Roma un patricio muy devoto y millonario. No teniendo descendientes, deseaba que a su muerte, toda su riqueza se emplease en una obra de Dios. Pidió a la Virgen que le ayudase, dándole una señal para guiarse. Aquella noche, la del 5 de Agosto, se le apareció la Virgen en sueños y le dijo que debía construir una iglesia en el lugar donde encontrase nieve fresca en la madrugada siguiente.

Debo decir que la nieve en Roma es algo casi imposible, incluso en los meses de invierno, así que en agosto, cuando el calor y la humedad ahogan a sus ciudadanos, el anuncio de la nieve, puede considerarse un milagro en sí mismo… De hecho, los romanos llaman a ése mes ferragosto, como significando que un hierro (ferro) candente, cae sobre las calles de Roma haciendo enloquecer a sus moradores.

Incluso se decía que hace unos milenios, los ciudadanos de Roma, presos de la angustia que les producía el calor, tiraban sus muebles por la ventana en ésas fechas como prueba de su desesperación. Esto último no lo puedo afirmar con certeza ya que lo considero una exageración no muy comprobada, fruto de la intrepidez e inventiva de sus habitantes… Pero volvamos a la historia.

El patricio, dudoso de la veracidad de su sueño, fue a consultar al papa Liberio, quien para su asombro había tenido la misma visión aquella noche. La Virgen le había pedido que se acercase al Esquilino,  donde encontraría la nieve caída en el mismo lugar y que allí era donde tenía que edificar la Iglesia.

Basílica de Santa María la Mayor (Roma). Foto: © Wikimedia Commons.

Por si fuera poco y para profundizar en el milagro, empezó a correr la voz por toda Roma de que había nevado en el Esquilino. El patricio y el papa se acercaron al lugar y admiraron el blanco tapete de nieve, señalando el lugar deseado por la Virgen.

La basílica de Santa María Maggiore fue edificada inmediatamente, aunque ha sido sometida a varias restauraciones a lo largo de los siglos (en el año 432, el 1.750 etc…), sin embargo, cada 5 de Agosto se dice una misa conmemorativa del precioso milagro, durante la cual, caen desde la cúpula central, una serie de pétalos de flores blancos,  asemejando copos de nieve, en recuerdo del misterioso suceso acontecido aquel 5 de agosto…

El obelisco de San Pedro

La colocación del obelisco en medio de la Plaza de San Pedro en el Vaticano es producto de esta leyenda conocida y aceptada por el pueblo romano.

Se dice que había sido erigida en otro lugar diferente al que ahora se encuentra y que varios papas desearon cambiarle de sitio para embellecer la plaza, pero no  llevaron a cabo la obra por su gran dificultad y trabajo. Nicolás V (1447-1455), Pablo III (1.534-1549), Gregorio XIII (1572—1585) lo intentaron, pero fue Sixto V (1585- 1590) quien tuvo el valor de llevar a término la empresa.

Siendo la altura del obelisco de 25 metros y el peso de 350 toneladas, se necesitaba la fuerza de 800 hombres y de 75 caballos para movilizarla.

La plaza de San Pedro con el obelisco en el centro (Roma). Foto: © Wikimedia Commons.

Su realización fue encargada a Doménico Fontana, quien, ante la dificultad y el peligro que se avecinaba, oyó la misa con todos sus trabajadores para pedir ayuda a Dios y luego dio una orden incomprensible a sus ayudantes: solo ellos podían estar presentes en la plaza, mientras duraba el trabajo y debían permanecer en silencio absoluto bajo pena de muerte para quien desobedeciera la orden.

El 10 de septiembre debía ser alzado el obelisco, levantándolo de la base y depositándolo verticalmente, cuando sucedió lo inesperado: las cuerdas que lo ataban cedieron y la mole empezó a caer verticalmente… Cuando la situación parecía sin esperanza y el silencio mortal rodeaba la plaza se oyó un grito que decía: ¡Agua a las cuerdas!… Un marinero genovés, con larga práctica y familiaridad en el uso de las ataduras de las naves, había encontrado, él solo, la solución a esta terrible catástrofe. Las cuerdas bajo la acción del agua, se tensaron y el obelisco quedó perfectamente colocado….

Faltaba sin embargo el cumplimiento de la ley, y ésta decía que el marinero de nombre Brescia no la había respetado y por consiguiente debía ser condenado a la pena de muerte. Sin embargo fue llamado ante el papa y perdonado de su castigo, al tiempo que se le animó a pedir una gracia al sumo pontífice  por su gran decisión y hazaña. Habiendo nacido en Liguria, donde crecen palmas y flores en los jardines, pidió al papa el privilegio para él y sus descendientes de abastecer al Vaticano las palmas del Domingo de Ramos, y así le fue concedido.

El monopolio fue acordado y la familia y descendientes del pobre marinero Brescia consiguieron de este modo unos ingresos jugosos que les condujo a un bienestar económico de por vida.

La Piazza Navona

Es bien conocido que los dos arquitectos más famosos del Seiscientos, Bernini y Borromini se odiaban a muerte debido a sus celos artísticos y al deseo de cada uno de ser el mejor. Su envidia se materializó cuando,  Borromini llevó a cabo la Iglesia de Santa Agnes en la Plaza Navona, y Bernini, fue encargado de realizar una fuente monumental en el centro de la Plaza, es decir enfrente de la Iglesia de Borromini…

Llevó a cabo La fuente de los cuatro ríos: El Danubio (Europa), el Ganges ( Asia), El Río de la Plata (América) y el Nilo (Egipto). Pero como expliqué en mi libro Lo que esconde la Mitología, las figuras representativas se tapaban la cara o se ponían de espaldas hacia la iglesia de Santa Agnes, para demostrar su horror y su desprecio ante la obra de su enemigo.

Podía terminar aquí esta leyenda, sin embargo tiene una justificación y un final, que no conté en aquella ocasión y que sin embargo endulza y justifica la historia.

La Piazza Navona (Roma). Foto: © Wikimedia Commons.

Según avanzaba la construcción de la Fuente, Borromini se dio cuenta de que Bernini había hecho mal los cálculos de entrada del agua, de forma que una vez construido, el reservorio del acuífero era insuficiente, y por tanto no podría correr ésta durante mucho tiempo. Su técnica constructiva era superior a la de Bernini y en consecuencia encontró su venganza a sabiendas de que la inauguración de la fuente, sería un verdadero fracaso…

Borromini esperaba con impaciencia la solemne inauguración, pero pasaba el tiempo y ésta no llegaba y, mientras tanto, Roma se reía de él a la vista de las esculturas de la Fontana.

Una noche, desesperado, se fue de juerga con sus amigos y , en medio de su embriaguez gritó: ”Reíros de mí, pero reirá mejor el que ría el último. La fontana ha sido construida con cálculos erróneos…».

No tardó mucho un compañero de Bernini que se encontraba en la fiesta, en ir a decirle a su amigo lo que había oído de Borromini… En absoluto secreto y de noche,  acudió Bernini a buscar la causa del error pero no encontró la solución por ninguna parte, así que comprendió que tenía que recurrir a su enemigo Borromini para conseguir averiguarla. Sin embargo prefería morir antes de humillarse ante su contrincante.

¿Qué hizo? Como tantas veces en la historia de la Humanidad,  lo más fácil era recurrir al sexo débil, y así lo hizo. Borromini  tenía una sirvienta, bastante fea y vieja para ayudarle en los trabajos de la casa. Bernini mandó a uno de sus discípulos, el más joven y atractivo, que acudiese a la casa y conquistase el corazón de la desgraciada mujer, hasta el punto de permitirle echar una ojeada a los famosos cálculos de la fontana.

El resultado de tan ingeniosa idea, fue que el día de la inauguración, Borromini comprendió con desesperación que no había problema alguno en el correr del agua de la fuente y que el triunfo de Bernini había sido total.

Verídica o no, esta leyenda trasciende los límites de la realidad, y al tiempo nos sumerge en el alma romana tan llena de ingenio, de espejismos y de gracia.

San Pedro y San Pablo en el recuerdo

San Pablo llegó  Roma en el año 61 para ser juzgado y condenado a muerte. Pero antes fue encerrado en un lugar que ahora se nos muestra como un mundo tranquilo inmerso en el sueño y rodeado de flores y árboles. Me refiero a Le tre Fontane, donde el santo fue objeto de suplicio.

Cuenta la leyenda que al ser decapitado, la cabeza sangrante del santo rebotó tres veces en el pavimento y, en esos tres puntos surgieron tres inesperadas fuentes. De ahí el nombre de Tre Fontane.

Abadía de Tre Fontane (Roma). Foto: © Wikimedia Commons.

En el lugar del martirio, los cistercienses fundaron una Iglesia, que pasó más adelante a los franciscanos, quienes tuvieron que abandonarla debido a la malaria que infectaba la zona. Solamente hacia 1868 los trapenses franceses consiguieron el modo de superar la maldición y erradicar la enfermedad.

Era conocido que los eucaliptus tenían la propiedad de absorber mucha agua y la experiencia había demostrado que en las zonas donde estaban estos árboles, disminuía el número de anofeles, el mosquito transmisor de la malaria. Los monjes plantaron unos cuantos eucaliptus de forma que mejoraron las condiciones sanitarias del lugar. Los fieles lo atribuyeron a causas milagrosas,  hasta el punto de que hoy en día acuden a beber agua o se lavan en ella como remedio contra cualquier enfermedad.

San Pedro es recordado en la Iglesia de San Pietro in Vincoli  donde se guardan las cadenas con las que fue apresado. Los dos apóstoles sufrieron nueve meses de prisión en la carcel mamertina que se ubica a los pies del Campidoglio y donde se cuenta que tuvo lugar la siguiente leyenda:

En un sótano oscuro y húmedo en el que parece imposible la supervivencia humana, san Pedro, mediante la palabra, consiguió convertir al cristianismo a dos de sus carceleros y a cuarenta presos encerrados con él. Quiso bautizarles, pero le faltaba el agua, de forma que pidió ayuda a Dios y al momento brotó una fuente, gracias a la cual pudo llevar a cabo los bautizos de los antes mencionados… Los romanos, una vez más, creyentes y devotos, acuden hoy en día a la Cárcel Mamertina para beber el agua de la fuente y así curar todos sus males.

Los medallones de los papas en San Pablo de Extramuros

He contado al principio que a veces las leyendas parecen no encontrar salida a un final ejemplarizante. Pero los romanos con esa intuición cargada de inteligencia, encuentran siempre la solución retorciendo un poco, solo un poco, la realidad.

Voy a demostrarlo con la explicación de este mito. San Pablo es Extramuros es una de las cuatro fabulosas basílicas romanas. Construida después de la promulgación del Edicto de Milán por el emperador Constantino (en virtud del cual se terminaron las persecuciones a los cristianos), fue construida  en un primer momento como una pequeña iglesia para que los fieles honrasen a san Pablo. Enseguida se vio que  era necesario ampliarla. Se derribó la primera, manteniendo solo el ábside principal y se construyó la más grande basílica papal después de San Pedro del Vaticano. Consta de cinco naves, la central y cuatro naves laterales, sostenidas por 80 columnas de granito.

Interior de San Pablo de Extramuros. Foto: © Wikimedia Commons.
Detalle de los medallones papales. Foto: © Wikimedia Commons.

León el Grande (440-461), ordenó la realización de una serie de retratos de todos los papas desde San Pedro hasta el actual papa Francisco. En la noche del 15 al 16 de Julio de 1823, un terrible incendio destruyó la Basílica. Se hundieron las naves y solo permaneció erguido el transepto que por milagro soportó la caída.

El papa León XII fue quien abordó la reconstrucción. No teniendo suficiente dinero para cubrir los costes, pidió ayuda económica al mundo católico mediante una encíclica, y de hecho la recibió con creces, no solo por los fieles sino incluso por el Zar Nicolás I, que regaló varios bloques de malaquita y lapislázuli que sirvieron para los dos altares laterales. Fue reconstruida de forma idéntica a la anterior, con piezas rescatadas del incendio y enriquecida con columnas de alabastro regaladas por el Rey Fhad I de Egipto.

…Y hasta aquí la historia de la Basílica, pero ¿donde está la leyenda? Tenía yo 14 años y vivíamos en Roma. Mi padre era entonces consejero cultural de la Embajada de España ante el Quirinal  y yo visitaba con frecuencia las basílicas, los barrios y los museos romanos para enseñarlos a los españoles que venían a hacer turismo.

Se contaba entonces, que el día que se cubriese el último hueco donde estaban los retratos papales, ése sería el momento del Juicio Final. El gran problema era que quedaba solo un hueco, y el pontífice que se asentaba en aquel momento en la Silla Papal era Pío XII y según el oráculo, el instante de su muerte acarraría el final de la Humanidad.

Cada vez que visitaba Santa María Maggiore sentía un cierto escalofrío, como si todos nosotros estuviéramos emplazados por el efímero paso el tiempo… ese  Tiempo que como he dicho alguna vez es el gran enemigo del hombre, porque aunque estemos en “perpetua guerra” por vencerle, éste acaba siempre consumiendo a los seres humanos.

Meses más tarde nos fuimos de Roma y francamente olvidé el oráculo y el misterio. Pasaron más de 25 años y ya casada y con hijas, volví a la Ciudad Santa con mi marido en virtud de que él había sido nombrado presidente de la  conferencia general de la FAO de 1979.

Entonces me acordé de la amenaza mistérica y acudí a la basílica a ver cómo lo habían resuelto los romanos. Y fue asombroso comprobar su sentido del humor y su ingenio: habían colocado otra hilera de retratos papales debajo de la existente y de esa forma cabían muchos papas más…

Allí estaban Pío XII llamado Eugenio Pacelli (1939-1958), Juan XXIII llamado Giuseppe Roncali (1959-1963), Pablo VI  llamado Giovani Montini(1963-1978), Juan Pablo I que solo permaneció en la silla papal un mes y dos días, llamado Albino Luciani; y finalmente Juan Pablo II (1978-2005.) llamado Karol Woytyla  (1978-2005.)

Años más tarde colocaron también el retrato de Benedicto XVI y del actual papa Francisco, siendo éste, el número 265 desde el Obispado de San Pedro…

Los romanos habían vencido a Saturno, es decir al Tiempo en la mitología clásica, cosa que, ni las Pitonisas ni las Sibilas ni los Augures habían conseguido en la Antigüedad. Para ellos, el deseo de lo imposible era el  triunfo de la inteligencia. Pero en Roma todo es posible: contraer el tiempo y alargarlo, vencer la dificultad de lo insuperable con su pensamiento y con su fe, hacer que en el mar gris del mundo todo sea perpetuamente posible.

Y así lo real y lo irreal se confunden y se mezclan, desde el punto de vista que cada cual ocupa, permitiéndonos ver, que no siempre lo más verdadero es lo que parece más verosímil,  o recordando a Maurois, podríamos decir, que “las leyendas renacen a menudo de ellas mismas y están muy cerca de ser y de convertirse  en realidad…”.

Escritora y crítico de arte.