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[Segunda parte del trabajo de Carmen Rocamora sobre las leyendas romanas, que ayudan a ilustrar el carácter de un pueblo milenario y juvenil, clásico y moderno, mitológico y turístico].

La tumba de Nerón

Decía Plutarco que: “los malvados no necesitan del castigo de dios ni de los hombres, porque su vida atormentada es para ellos un continuo castigo”.

Nerón es considerado por los historiadores como un tirano y  un asesino y como el más terrible de los Emperadores, si bien, el pueblo romano califica a Calígula (el hermano menor de Nerón), como el más cruel y desalmado de los dos, hasta el punto de que su propia guardia pretoriana le dio muerte por sus excesos y crueldades.

Nerón fue hijo de Agripina y Cneo Domicio, que murió cuando el hijo contaba solo tres años de edad.  Vino al mundo rodeado de un mal augurio ya que su padre dijo de él: ”Cualquier cosa nacida de Agripina y de mí será desagradable y desastrosa”. Asumió el trono a los 16 años y gobernó durante 13 años.

Al principio, su reinado fue esperanzador. Se comportó como un buen  gobernante. Sin embargo, ésta edad de oro duró poco y enseguida surgió su crueldad y malignidad. Plinio dijo de él: ”Si Nerón hubiera muerto en los primero años de su reinado, no sería recordado como un veneno para el mundo”.

Sea como fuere, Nerón mandó matar a sus dos mujeres y a su madre y también condenó a muerte a san Pedro y san Pablo, así como a gran multitud de cristianos. Pero su más terrible epopeya fue “el incendio de Roma”, la noche del 18 de Julio del 64 d. C. Tácito nos cuenta que duró 7 días y 6 noches y en él murieron cientos de personas, otros quedaron sin vivienda y los saqueadores devastaron la ciudad. Naturalmente se culpó a los cristianos del suceso y se cuenta que Nerón  contempló el incendio desde el Palatino tocando alegremente la lira.

Su intención era construirse un enorme palacio entre el Coloseo y el Foro Romano  donde disfrutar de sus maldades Y así lo hizo hasta que el Senado le declaró “Enemigo Público número uno” y él, desesperado se quitó la vida ayudado por su sirviente Epaprodito quien le hundió el cuchillo en la garganta. Tenía solo 31 años y corría el 68 de la Era Cristiana.

Al enterarse los ciudadanos del suceso, salieron a  la calle alborozados, cubiertos por el gorro de los esclavos y cantando y bailando por su liberación. Toda esta historia sirve para comprender por qué el pueblo romano odiaba el recuerdo de Nerón  y dar paso a la leyenda que me propongo describir relacionada con su tumba.

Cuenta la historia que en el lugar donde se alza la Iglesia de Santa María del Popolo, en la plaza del mismo nombre se encontraba la tumba de Nerón. Fue el propio emperador quien mandó plantar en ese lugar un gran bosque de álamos y chopos. Empezó a correr la voz de que ese era un “luogo maledeto”, es decir un lugar maldito, donde ocurrían toda suerte de catástrofes pues los espíritus malignos se habían apoderado del lugar causando múltiples estragos.

Hacia el año 1.099 el pueblo consideró que la situación era intolerable y se dirigió al papa para pedir su ayuda. Pascual II, que así se llamaba, decretó tres días de ayuno y se retiró a rezar. Durante las  tres noches que pasó en soledad se le apareció la Virgen y le dijo que el único medio de liberar el lugar de los malos espíritus era derribar los árboles que había mandado plantar el emperador, extraer sus huesos de la sepultura y quemarlos junto con los árboles, a continuación tirar las cenizas al Tiber. El papa obedeció el mandato de la Virgen y el tercer domingo, posterior al periodo de ayuno, llevó a cabo la empresa. Nunca más hubo sucesos desagradables o terribles en aquel lugar.

Iglesia de Santa María del Popolo

Con el tiempo se construyó una pequeña Capilla y no fue hasta el papado de Sixto V cuando se construyó  la actual Iglesia de Santa María del Popolo en 1492.

Verdadera o no, la leyenda o el milagro están llenos de belleza. Los romanos extraen de cada predicción o augurio una conclusión positiva que dulcifica el mito al tiempo que consigue atraer al turismo.  Muchos pasan por la Piazza del Popolo sin profundizar en detalles… Quizá si conocieran la  historia que se oculta detrás, gozarían más de su visita.

Basílica Santa María del Popolo. Foto:©Wikimedia Commons

El puente de las cuatro cabezas

El nombre verdadero es el Puente Fabrizio, considerado como el más antiguo de Roma que unifica la ciudad  con la Isla Tiberina.

Durante el papado de Sixto V se llevó a cabo una restauración necesaria. Participaron en ella los cuatro mejores arquitectos de la época,  pero como decía Nietszche:”No se odia mientras se menosprecia. Solo se odia al igual o al superior “. Y la enemistad entre los cuatro, degeneró en un odio espantoso que llegó incluso a los oídos del papa, pero éste fingió no saber nada al respecto.

Cuando acabaron la obra,  se congratuló del éxito que  habían alcanzado. Sin embargo debido a su conducta envidiosa y malvada, los  mandó decapitar sobre el puente que habían restaurado. Pero dada la perfección a la que habían llegado, quiso construir un monumento en el mismo lugar con las  cabezas de los cuatro arquitectos colocándolos sobre un solo soporte.

 

Puente Fabrizio. Foto:©Wikimedia Commons

De esta manera, los cuatro que en esta vida no habían hecho otra cosa que litigar y enfadarse fueron obligados a permanecer juntos y unidos por toda la eternidad.

Como decía Unamuno: ”Todo se perpetúa de una u otra manera y todo, luego de pasar por el tiempo, vuelve a la eternidad”.

La puerta mágica

En una de las plazas más famosas de Roma se encuentra un jeroglífico que quien lo descubra será el hombre más rico del mundo. Se trata, nada menos que la fórmula para fabricar oro.

Se encontraba en esta plaza, hace muchos años el Palacio de los Marqueses de Palombara y se decía que el marqués había encontrado entre varios libros antiquísimos uno que descubría el procedimiento alquimista para fabricar oro.

Llamó entonces a astrólogos y cabalistas para que le ayudasen a descifrar la tan ansiada fórmula, pero todo fue inútil. Desesperado e impotente, decidió escribir en el mármol la maldita fórmula y la pegó en la puerta de ingreso del parque que circundaba el palacio, con la esperanza de que alguien que pasara por allí, descubriera lo que significaba el jeroglífico. Nunca nadie lo ha conseguido.

Sin embargo, la puerta mágica sigue existiendo en el muro del jardín de la Plaza de Vittorio Emanuele por si todavía alguien quiere dirigirse al enigmático jeroglífico. Si es así, los romanos le desearán : ”Buona fortuna”

Puerta mágica. Foto:©Wikimedia Commons

El Niño Jesús del Ara Coeli

Cuenta la leyenda que la escultura del Bambino Jesú fue esculpida utilizando un tronco de olivo del Huerto de Getsemaní,  mientras que otras gentes más devotas consideraban que fue llevado a cabo por un santo. De cualquier manera se atribuyen al Niño poderes de curar a los enfermos y resucitar a los muertos y de esta idea nace la leyenda que voy a contar a continuación.

Había una mujer gravemente enferma que ante la imposibilidad de moverse para acudir al convento donde se encontraba el Niño, rogó a los frailes que le custodiaban que le dejaran llevar a su casa al Bambino Jesú y que pudiera permanecer allí, aunque fuera una sola noche. De esta manera pensaba que se curarían todos sus males.

Los padres accedieron de buen grado, pero ella tenía otros pensamientos más malvados en su cabeza. Iba a conservar para ella la imagen, cambiándola por otra que había mandado hacer a un gran escultor. Fue tan perfecta la realización que nadie se dio cuenta de que la escultura no era la auténtica, sino una vil copia. La noche siguiente, al sonar la medianoche, se oyeron en la puerta del convento unos golpes enormes propios de un gigante.

Cual fue la sorpresa de todos al comprobar que era el propio Niño Jesús que con sus pequeños pies había hecho todo el camino para volver al convento de los padres… Desde  aquel momento se creyó en el carácter milagroso de la imagen y fue el propio príncipe de Torlonia quien regaló una carroza para que el Niño pudiera desplazarse a visitar enfermos y moribundos con total seguridad.

Hoy en día, desde la Navidad a la Epifanía tienen lugar en la Iglesia de Ara Coeli los famosos “sermones del Niño Jesús” en honor a la sagrada imagen.

Santo Bambino de Ara Coeli. Foto:©Wikimedia Commons

Y algo muy especial: Cuando acude un enfermo a rogar por su salud ante el Niño, los labios de la escultura se tiñen de púrpura si hay esperanza de curación, mientas empalidecen si no hay salvación para el enfermo.

La fuente de las tortugas

Podría también llamarse La inteligencia frente a la astucia, ya que como demostraremos a continuación ambas se ven implicadas en la narración de esta leyenda.

Decía Iturrino que “La inteligencia es el espejo del mundo y la calidad del espejo depende de la imagen” .Y paralelamente Maret nos enseñaba que  “la gran astucia de unos consiste a menudo de la estupidez de otros “.

Dicho todo esto, procedamos a narrar la historia. Se cuenta que hace muchos años vivía en Roma el duque de Mattei, un empedernido jugador que llegó a jugarse en una noche todo su patrimonio, incluso su palacio. Su futuro suegro enterado del suceso, le aseguró que jamás concedería la mano de su hija a un fanfarrón arruinado, irresponsable y mezquino.

El duque, indignado ante tal insulto, convocó al padre de la novia para decirle que a pesar de las pérdidas del juego y de la maledicencia del pueblo sobre él, un Mattei, siempre sería un gran señor. Al día siguiente invitó a la novia y al padre a ir a su palacio. Les recibió en una sala  donde, abriendo de improviso la ventana, apareció como por encanto, una cosa fantástica: había hecho surgir en una noche delante de su casa la magnífica Fuente de las tortugas, diciéndoles: ”Ved qué es capaz de hacer en pocas horas, un fanfarrón arruinado como yo”.

El futuro suegro y la hija quedaron asombrados ante el suceso y el padre se apresuró a excusarse ante el duque y a prometerle a su hija como futura esposa.

Como siempre en las leyendas, hay que ver más allá y profundizar en su moraleja. Probablemente La fuente de las tortugas se encontraba en otro lugar y fue llevada allí en 24 horas, o bien estaba escondida por otro edificio antiguo y  fue demolido en una sola noche para hacer aparecer la famosa fuente.

Fontana de las tortugas. Foto:©Wikimedia Commons

Sea como fuere, la astucia y la inteligencia se dieron cita en aquella ocasión y el duque demostró que era poseedor de las dos.  Así que, una vez más, se nos muestra como decía Papini que “Las leyendas se exageran, se hinchan y se deforman, pero algunas veces, las más, se inventan”. Creo, con Papini, que ésta es una de las que se crearon y se transformaron para alcanzar la eterna verdad poética más cierta y verdadera que la auténtica verdad histórica.

Santa María del Pianto

En una recoleta plaza de la Roma medieval, se encontraba una pequeña iglesia en cuyo altar mayor estaba un cuadro de la Virgen. Un buen día, dos ciudadanos llegaron a las manos delante de la Virgen, y uno de ellos, fue golpeado hasta morir mientras que el contrincante se dio a la fuga.

Los feligreses se pusieron de rodillas y empezaron a rezar a la Virgen hasta que uno de ellos gritó: ”Fijaos, la Virgen está llorando!”. Efectivamente de los ojos de la Virgen brotaban lágrimas de sangre.

Poco tiempo después, el cuadro de la Virgen fue llevado a la vecina Iglesia de San Salvador, que  a  partir de ese momento pasó a llamarse Santa María del llanto y  se le atribuyeron poderes milagrosos

Pero las leyendas a veces tienen varias interpretaciones y en este caso  hay otra versión. Es aquella que dice que la Iglesia se encontraba en un gheto y que el nombre se debía al llanto y a las lamentaciones de los hebreos.

Santa María del Pianto. Foto:©Wikimedia Commons

La leyenda  es la historia hecha carne en el pensar de los pueblos, porque la honda vida de éstos, su vida íntima, hay que buscarla antes, en las leyendas que en la propia historia verdadera.

La leyenda del Drago

En pleno Foro Romano, cerca de las tres columnas del templo de Rómulo y Remo, se encontraba la guarida de un enorme dragón que según los romanos, con su pestífero hálito envenenaba a todos los que vivían alrededor o se acercaban a él.

Fue tal el horror de los habitantes, que el papa Silvestre I se vio en la necesidad de actuar para medir su fuerza con el monstruo, basándose exclusivamente en su fe y en sus creencias. No permitiendo a nadie que le acompañase, se acercó al dragón armado únicamente con un hilo de seda y un crucifijo en la otra mano. La fuerza de su fe y la profundidad de su oración  paralizó al monstruo y de ésta manera fue atado con el débil hilo de seda, hasta el punto de que no era no siendo capaz de moverse ni un solo paso.

Convencido el papa de que no había peligro alguno, mandó llamar a sus feligreses que lo ataron fuertemente y le dieron el golpe de gracia… El cuerpo del dragón fue sepultado bajo las tres columnas a las que he hecho referencia al principio.

Poco después, mandó construir en ese lugar una iglesia a la que llamó Santa María Liberadora en agradecimiento por la ayuda que le había prestado la Virgen.

Foro Romano. Leyenda del Drago. Foto:©Wikimedia Commons

Pero como las leyendas son pura invención del hombre  que con el paso del tiempo se propagan y algunas veces se mejoran, hay otra interpretación de ésta leyenda, quizá más científica  y sobre todo más creíble para nuestros conocimientos actuales. Es la siguiente: En las proximidades del Templo de Castor y Polux, había un pequeño lago con agua estancada, que con el devenir del tiempo se llenó de anafeles, el mosquito portador de la malaria.

Los romanos ignorantes de la causa de la enfermedad atribuyeron al “mal aire” la causa de su desgracia, cuando en realidad la culpa no era del aire putrefacto ni de ningún monstruo sino simplemente de un mosquito portador de dicha enfermedad.

Como hemos visto a lo largo de estas líneas, los hombres interpretan los bienes o los males que les suceden, en algo superior a sus creencias, sean estas mistéricas, fetichistas o legendarias. Con el paso del tiempo la idea, a fuerza de repetirse se considera realidad y así persiste en la memoria de los hombres haciéndose fábula o mitología. Sin embargo no hay nada que no proceda de la mente del hombre. Todo aquello que se atribuye a lo esotérico ha sido pensado por la humanidad.

Pero también la escritura, la pintura, la escultura, la música, las ciencias,  la tecnología, la realidad virtual, la inteligencia artificial, los robots, los cohetes que llegan a la Luna, todo ello, todo,  ha surgido de la mente del hombre.

Por ello, a pesar de  los enfrentamientos que ha habido y habrá desde que se conoce el paso del ser humano en la tierra, sus guerras de conquista, sus venganzas y sus maldades, ha existido una contraposición fabulosa: el conocimiento y la cultura que nos deben enorgullecer para siempre. Porque como decía Pitágoras: ”El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos”.

Por tanto consigamos algo tan imposible como la inmortalidad a través de la perpetuidad del conocimiento para dejar si es posible, una huella indeleble de nuestro paso por la vida.

Escritora y crítico de arte.