[Tercera parte del trabajo de Carmen Rocamora sobre las leyendas romanas, que ayudan a ilustrar el carácter de un pueblo milenario y juvenil, clásico y moderno, mitológico y turístico].
Roma además del centro del mundo es una ciudad llena de sorpresas y ensoñaciones. En ella conviven mitos, leyendas, historias inverosímiles…. Pero no solo eso, además, en ella existen los fantasmas.
Trataremos de contar la historia del que se encuentra en la Embajada ante la Santa Sede, la más antigua del mundo, pues en el año 2022 cumplió nada menos que 400 años.
Los Reyes Católicos nombraron a Gonzalo de Beteta primer embajador permanente en 1480, quien alquiló una vivienda, para desde allí, llevar a cabo los asuntos con el Vaticano.
En 1622 el duque de Alburquerque, conocedor de que Francia deseaba dominar toda la plaza, (entonces llamada Trinitatis) alquiló el palacio ubicado en ella, de forma que adquirió la supremacía del lugar, quedando así separado del dominio francés, solo por la escalinata de Trinitá dei Monti. Encargó entonces al gran arquitecto Borromini, enemigo de Bernini (según cuento en mi libro Lo que esconde la mitología), el arreglo de la escalera de entrada y el patio central.
En 1647 Luis Vélez de Guevara, siendo embajador, compró la totalidad del palacio por la enorme suma de 22.000 escudos romanos y de esta forma siete años después, la Piazza Trinitatis pasó a llamarse la Piazza di Spagna.
El interior del palacio fue llenándose poco a poco de magníficas obras de arte, entre las que se encuentran dos esculturas de Bernini, una obra de Madrazo y otra de Vicente López.
La Embajada de España gozó del” derecho del baldaquino”, es decir, tuvo la oportunidad de recibir al pontífice bajo su techo en los años venideros
El dogma mariano por el que se reconocía que la Virgen había sido concebida sin pecado original, había sido muy defendido por España. Durante el papado de Pío IX, se llevó a cabo la columna de la Inmaculada y el papa presidió la inauguración desde el palacio. A partir de ese momento, la Embajada de España gozó del ”derecho del baldaquino”, es decir, tuvo la oportunidad de recibir al pontífice bajo su techo en los años venideros. Hay que pensar que muy pocos palacios romanos gozan de ese privilegio y desde entonces, cada 8 de Diciembre, coincidiendo con la vigilia de la Inmaculada, se invita al papa a visitarlo.
El palacio goza además de un hecho artístico interesante: durante 7 años Velázquez se instaló en la embajada y allí pintó La fragua de Vulcano y La túnica de José.
Pero vayamos con el padre Piccolo… A principios de 1700, es decir, 50 años después de la compra del Palacio por Vélez de Guevara, acudía allí un monje llamado Pietro, al que luego se le llamó Piccolo por su corta estatura. Era el director espiritual de los miembros de la embajada, así que frecuentaba el palacio sin problemas.
Siendo un gran pecador, se enamoró locamente de una dama de la embajada, mujer de un ilustre súbdito de Felipe VI, cuyo nombre no se reveló jamás.
El marido, conocedor del asunto se personó en el dormitorio de los adúlteros y mató con su espada al padre Piccolo, y más tarde emparedó su cadáver entre los muros del Palacio, de manera que el famoso fraile nunca abandonó el Palacio de España y desde entonces vaga por sus habitaciones pidiendo perdón de sus pecados, o bien, advirtiendo a sus moradores que no caigan en la tentación como hizo él.
Y así desde hace 300 años, las puertas del palacio se abren y cierran solas, se oye un murmullo de pasos en la noche, o el chirriar de la madera como si alguien abriese un cajón… ¡Es el padre Piccolo que recuerda su historia a los visitantes para hacer realidad su intangible presencia!
Y ahora dos de las muchas apariciones que se cuentan en broma o en serio en la Embajada del Vaticano:
Paloma Gómez Borrero, la gran periodista que acompañó al papa en múltiples desplazamientos, a la que se recordará siempre como la mejor cronista vaticana de todos los tiempos, (y de quien tuve el privilegio de ser amiga), contaba que, invitada a una recepción en la residencia del ministro consejero en la Embajada, se encontró con cinco puertas cerradas y no sabía por cuál de ellas entrar. Entonces, un fraile que estaba en la escalera, le indicó sin hablar, mediante gestos, la puerta que correspondía. Al comentarlo ella durante la cena a los invitados, coincidieron todos que la ayuda se la había prestado el padre Piccolo que deambulaba en aquel momento por el palacio, y, salieron todos a buscarlo, pero no había nadie….
Verdadera o no, hay otra historia que no puedo asegurar que sea cierta, pero que se cuenta en la Embajada entre risas y bromas.
Es ésta: siendo Antonio Garrigues embajador de España en Vaticano, tenía a Jackie Kennedy esos días invitada en el palacio. Durante la cena, le contó la historia del padre Piccolo, advirtiéndole a ella y a sus dos guardaespaldas que estaban de servicio ante la puerta de la primera dama, que estuvieran atentos ante la presencia del fantasma.
Jackie, divertida, se fue a la cama, ajena a toda esta historia, pero media hora después salió en pijama gritando: ”El padre Piccolo, el padre Piccolo”, acompañada de los dos policías americanos, pistola en mano… La realidad era que algún distinguido invitado había abierto un cajón y al ser tan vieja la madera había chirriado a gusto.
Los fantasmas están presentes no solo en Roma sino en muchas ciudades italianas. ”Cuando no se puede satisfacer a la razón, se acude a la fantasía” como decía Thomas Brown, y así la creatividad, echada a volar por la mente de los habitantes del Lacio, transforma la locura en razón, o más bien al contrario, la razón en una locura colectiva que llena sus almas de originalidad e ingenio.
Veamos por tanto los diversos fantasmas que ilustran esas anécdotas existentes todavía en la Italia de hoy. Se encuentran en Venecia, Turín, Ravenna y Nápoles.
1. Venecia
Cuentan que a lo largo del Gran Canal subsisten fantasmas que habitan en los palacios y se aparecen de vez en cuando a los turistas
2. Turín
Hay todavía hoy varios kilómetros de galerías subterráneas, donde sobrevivieron sociedades secretas y sectas diabólicas.
3. Rávena
Los ciudadanos creen todavía en el enigma de Dante.
4. Nápoles
Los espíritus de las personas que murieron en las erupciones del Vesubio, deambulan libremente por la ciudad aterrorizando a sus habitantes.
Historia inventadas o reales basadas en un estrés traumático del pasado o en una sobrecarga psicosocial, cuentos deslumbrantes que adornan la literatura de un país universal.
Pero en su centro está Roma, siempre fascinante y llena de cultura. Cuna de la mitología y del cristianismo. Ciudad turística por excelencia, adonde siempre se quiere volver, nos deslumbra con sus edificios, sus museos, sus esculturas ambulantes, sus parques fabulosos, sus galerías de arte….
Y en el corazón de Roma: la Piazza di Spagna, rodeada por la Barcaccia de Bernini, por la Escalinata de Trinitá dei Monti (la escalera más bella del mundo), por el Café Grecco, por la Via Margutta, por la Via Condotti.
La ciudad ocre y anaranjada, donde personajes como Mozart, Rafael, Wagner o Bernini, quisieron vivir y otros, como Goethe o Shelley, quisieron morir y quedar para siempre en el cementerio de los poetas…