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“Es difícil empezar a pensar en la paz; el conflicto de Ucrania puede durar mucho tiempo. Los rusos tienen unos objetivos políticos y estratégicos maximalistas, que Ucrania no puede cumplir sin desaparecer como Estado soberano”, señaló Mira Milosevich, investigadora principal para Rusia, Eurasia y los Balcanes del Real Instituto Elcano, en una nueva sesión del seminario Pensar el siglo XXI, celebrada en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), en la que también participó Nicolás de Pedro, director de investigación en el Institute for Statecraft de Londres.

El ciclo de conferencias está organizado por el Consejo Social de la UNIR, y dirigido por el catedrático emérito de Sociología, Emilio Lamo de Espinosa.  Este introdujo la sesión citando a Winston Churchill, que en 1939 dijo: “No puedo predecir las acciones de Rusia, que es un acertijo envuelto en un misterio y dentro de un enigma”. Subrayó Lamo que ese pensamiento cobra singular vigencia en el contexto de la guerra de Ucrania.

Recordó otra ideas que pueden explicar la situación actual: una frase de Putin: “la caída de la URSS en 1991 fue la gran  catástrofe geopolítica del siglo XX”; y otra de Obama: “Rusia es solo una potencia regional y no una potencia global”.

Milosevich analizó la invasión de Ucrania y señaló que para “derrotar a Rusia, hay que entender muy bien cuáles son sus motivos, sus objetivos políticos y sus estrategias, porque solo de esta manera podemos saber hasta dónde está dispuesta a llegar para cumplirlos”.

La ponente definió el sistema político de Rusia como “putinismo”, un poder autocrático que desde 2014 ha ido girando hacia un modelo totalitario

Coincidió con Emilio Lamo en considerar que Rusia es “una potencia sobrevalorada; y que esto forma parte de su propaganda”. Internamente definió su sistema político actual como “putinismo”.  Se trata de “un poder autocrático, un modelo de Estado híbrido, con una democracia imitativa, donde el mismo Kremlin crea los partidos para fingir que existe un sistema pluripartidista; y en el que las instituciones en la sombra (como los servicios de inteligencia y el Ejército) son las que impiden cualquier desarrollo democrático sustancial en el país”. “Pero desde 2014 -añadió Milosevich- este modelo ha ido girando hasta un modelo totalitario”.

Mira Milosevich.

Para entender la dinámica de este viraje, la ponente destacó que obedece a “dos paradigmas históricos”: por un lado, la “estrategia de defensa imperialista de los zares, creando zonas de influencia y de control”; y por otro, la aspiración de “tener un papel decisivo en el establecimiento de un orden internacional, en el sentido de que ‘o somos una gran potencia o no somos nada’”, papel que llegó a tener la URSS durante la Guerra Fría, y al que la Rusia no quiere renunciar.

En el plano internacional, consideró que la OTAN “no representa una amenaza para la seguridad de Rusia”. “El problema es que el Kremlin y muchos rusos “perciben que es una amenaza, y en política la percepción es equivalente a la realidad”.

Añadió que Moscú tiene una actitud revanchista frente a Occidente y la Alianza Atlántica, y se remitió a la Historia. “Después de una guerra, incluir a la potencia derrotada es una inversión a la paz a largo plazo” Y si, por el contrario, “no está incluida, como  ocurrió con Alemania después de la I Guerra Mundial, cuando se recupera un poco se vuelve revisionista, y eso es lo que tenemos ahora con Rusia”.

“La invasión de Ucrania es consecuencia de dos fracasos”, señaló Milosevich, “el fracaso de Rusia de influir en Ucrania a  través de diferentes instrumentos de guerra híbrida, como campañas de desinformación, ciberataques, chantaje económico o energético, captura de sus élites; y el  segundo fracaso es de disuasión de Occidente”. Disuasión de tres tipos: la  convencional, con sanciones económicas; la disuasión por “revelación”, “una nueva estrategia de Occidente al publicar informes de inteligencia que antes eran secretos;  y la contra disuasión, al decir que no se va a intervenir en el conflicto”, indicó.

“No estamos en la Guerra Fría de antaño y es mucho más difícil aislar a Rusia económicamente”

Occidente está en una guerra económica, los rusos lo entienden así, y muchos europeos también; pero no estamos en la Guerra Fría de antaño y es mucho más difícil aislar a Rusia económicamente”, argumentó. La prueba es la abstención de otros países como China o India.

Milosevich indicó que “estamos en la segunda fase de la guerra, según el propio Kremlin; ahora se entra en la zona oriental, importante por varias razones, como sus reservas de gas; (…) si Rusia llegase a controlar Odesa convertiría a Ucrania en Estado continental, y posiblemente en un Estado fallido”.

Rusia no se va a retirar de los territorios conquistados;  esa es mi experiencia de las guerras balcánicas”, concluyó la experta, quien consideró como el escenario más posible “el de una especie de alto al fuego de tipo Minsk 2, donde Rusia controlaría territorios ya conquistados, pero sin el reconocimiento de Ucrania ni de la comunidad internacional”.

NICOLÁS DE PEDRO: EL COLAPSO TERRITORIAL

Finalmente, intervino como ponente Nicolás de Pedro que  recordó las particularidades históricas de Rusia, en especial del “colapso territorial” que significó la caída de la URSS y su derrota en la Guerra Fría.

Nicolás de Pedro.

“Quienes lideran ese proceso se quieren ver como vencedores en la medida en que ponen fin al régimen comunista, pero se lamentan del colapso territorial. Este lamento ha ido generando un relato de tipo conspirativo, en el que hay un ‘complot’  occidental urdido por quintacolumnistas dentro de la propia Unión Soviética; esto ha crecido y es el relato dominante”, subrayó.

“En este lado del mundo hemos tenido un relato también falso sobre la caída de la Unión Soviética”

“En este lado del mundo hemos tenido un relato también falso sobre la caída de la Unión Soviética”, indicó, “la idea de que el colapso soviético era inevitable; de hecho en la época ninguno de los actores trabajaba sobre ese escenario”; a esta idea, De Pedro agregó el impacto emocional para el pueblo ruso de la rapidez de dicho colapso, y las expectativas que el cambio generó, con sus posteriores frustraciones.

“Es en ese escenario donde emerge la figura de Putin”, afirmó De Pedro. El líder ruso persigue dos objetivos: “el primero, poner fin a la idea de una Ucrania independiente, cuando hablan de ‘desnazificiación’ se refiere esto… se han creído su propaganda y su mala lectura de Ucrania. Y el segundo objetivo es revertir lo que considera un ‘accidente histórico’: el colapso de la URSS”.

“Por eso es muy difícil encontrar un acuerdo mínimamente satisfactorio para Ucrania y para el resto de Europa”, concluyó el experto, en coincidencia con Milosevich, sobre las dificultades de un avance hacia cualquier acuerdo próximo.