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¡Qué hermosas son las enumeraciones cuando las enumeraciones tienen un sentido! Decía Paul Claudel: « Ainsi quand tu parles, o poete, dans une énumération délectable / Proférant de chaque chose le nom, / Comme un pere tu l’appelles mystérieusement dans son principe, et selon que jadis / Tu participas a sa création, tu cooperes a son existence!». El primer poema de esta Silva mitológica lleva por título « Virgilio» y contiene una de esas hermosas enumeraciones, llena de sentido y también de entusiasmo, que anuncia una lectura de grandes expectativas, nunca defraudadas por Vicente Cristóbal a lo largo de las treinta piezas que componen el libro. Ante el mito, el poeta puede adoptar una actitud neoclásica y entregarnos una copia insípida. Puede también disfrazarlo hasta la caricatura con los trajes del presente y utilizar de fondo los efímeros decorados de la actualidad, con el peligro de despojarlo de todo su significado. Vicente Cristóbal no ha hecho ni una cosa ni la otra; no ha optado por la línea arqueológica ni por la del aggiornamento; ha hecho algo mucho más difícil, pero también más de agradecer: devolvernos la intemporalidad del mito a través de un diálogo profundo, honesto y altamente poético con él; a veces, sirviéndose del monólogo dramático; otras, de la narración en tercera persona, y siempre acertando a la hora de elegir la perspectiva más adecuada para conducirnos no sólo al alma del personaje, sino a la suya de poeta.

Vicente Cristóbal nos transmite el sentimiento de la naturaleza, esa naturaleza que muchas veces es el trasfondo mismo del mito. No se trata de una naturaleza hecha de palabras, sino de sutiles matices vistos y vividos realmente, que otorgan un alto grado de verdad a sus poemas. Como verdadera es y rica también en matices, en la tradición de las Heroidas, la psocología de sus personajes, que son, al cabo, ellos mismos y, a la vez e inevitablemente, el poeta que les da su voz y la vida. Añadir que es un gusto para el oído la lectura de estos versos, sonoros, flexibles y sugerentes, endecasílabos blancos en su mayoría, que contagian una sensación de movimiento físico y anímico de infinitas modulaciones.

Poeta y escritor