Avance
Ejemplos recientes en distintos países de todo el mundo muestran que los gobiernos han decidido tomar medidas drásticas contra el debate público en Internet. Y lo están haciendo. Brasil es el último de estos ejemplos y, mientras que en algunas ocasiones las medidas sí pueden ser justificadas (Francia contra Telegram o Estados Unidos contra TikTok), en este caso particular, no. Y tampoco en India, Emiratos Árabes Unidos, Malasia… The Economist advierte así sobre el hecho de que las democracias ricas también estén echando mano con más frecuencia de las tijeras del censor. Lo lamenta y recuerda su posición clara: «Sólo con la libertad de equivocarse pueden las sociedades avanzar lentamente hacia lo que es correcto». Llama la atención sobre el hecho anómalo de que las objeciones más ruidosas a la represión de la libertad de expresión «procedan de derechistas como Elon Musk, el responsable de X, mientras que muchos autodenominados liberales aplauden lo que consideran un golpe contra los multimillonarios que apoyan a Trump. A medida que la libertad de expresión se convierte en un campo de batalla de la guerra cultural, aquellos que no están de acuerdo con la política de Musk y sus aliados se han relajado ante la embestida. Deberían despertar», prosigue el artículo. ¿Las razones? «La capacidad de hablar libremente es quizás el valor liberal esencial».
Artículo
En Brasil, los jueces han bloqueado el acceso a X, una de las redes sociales más populares del país. En Francia, los fiscales han prohibido al director de Telegram salir del país mientras investigan su plataforma de mensajería. En Gran Bretaña, los jueces están condenando a prisión a usuarios de redes sociales por mensajes publicados en Internet durante los últimos disturbios. En Estados Unidos se planea prohibir TikTok, una popular aplicación de propiedad china. Las discusiones sobre la libertad de expresión están empezando a desbordarse, a medida que los gobiernos toman medidas drásticas contra el discurso online.
En algunos casos, la actuación está justificada. El caso de Francia contra Telegram, una aplicación de origen ruso que tiene un 50% más de usuarios que X en todo el mundo, se centra en su vigilancia de los contenidos ilegales. La aplicación, que solo tiene unos 50 empleados, se ha considerado durante mucho tiempo un lugar fácil para compartir material relacionado con el abuso de menores y la promoción de drogas y otros tipos de contrabando. Telegram califica de «absurdas» las acusaciones francesas y afirma que se ajusta a las normas digitales europeas. Sea cual sea la conclusión de la investigación, al menos se centran en algo que es ilegal.
El ataque draconiano de Estados Unidos contra TikTok también es defendible. Más de 1.000 millones de personas en todo el mundo disfrutan de esta aplicación, que ha sacudido un mercado sin competencia. Pero con una empresa matriz con sede en Pekín, resulta vulnerable a la manipulación del Partido Comunista Chino, lo cual es importante, dado que muchos usuarios utilizan TikTok como fuente de información. Las personas tienen derecho a la libertad de expresión, pero los gobiernos extranjeros no. Prohibir TikTok es un último recurso razonable si la empresa no puede romper sus lazos con Pekín.
Sin embargo, otros casos recientes pretenden censurar y castigar discursos que deberían estar dentro de la legalidad. Brasil ha prohibido X por su negativa a cumplir órdenes judiciales opacas de eliminar decenas de cuentas, incluidas las de miembros de su Congreso; los usuarios que intenten acceder a la plataforma se enfrentan a multas ruinosas. India, Emiratos Árabes Unidos y otros países pretenden debilitar la encriptación; Malasia ha declarado que las publicaciones sobre religión deben ser autorizadas por el Departamento de Desarrollo Islámico.
Las democracias ricas también están echando mano con más frecuencia a las tijeras del censor. La Unión Europea está investigando a X por fomentar la desinformación y el racismo: ambos son malos, pero no son objetivos apropiados para regular por ley. Gran Bretaña hace bien en encarcelar a quienes incitan claramente a la violencia y en esperar que las plataformas cumplan la ley, pero cuando condenó a un hombre por publicar un tuit considerado simplemente «gravemente ofensivo», se desvió hacia la censura injustificada. Incluso en Estados Unidos, que tiene la tradición de libertad de expresión más sólida del mundo, Facebook ha acusado a la Casa Blanca de presiones para eliminar una sátira sobre la COVID-19.
Las discusiones sobre la libertad de expresión y la ley llevan coleando desde que se inventó el libro, por no hablar de Facebook. Nuestra posición de siempre es clara: sólo con la libertad de equivocarse pueden las sociedades avanzar lentamente hacia lo que es correcto. Lo que ha cambiado es que hoy las objeciones más ruidosas a la represión de la libertad de expresión proceden de derechistas como Elon Musk, el jefe de X, mientras que muchos autodenominados liberales aplauden lo que consideran un golpe contra los multimillonarios que apoyan a Trump. A medida que la libertad de expresión se convierte en un campo de batalla de la guerra cultural, aquellos que no están de acuerdo con la política de Musk y sus aliados se han relajado ante la embestida.
Deberían despertar. El endurecimiento de las restricciones sobre lo que se dice afecta a todos los que utilizan plataformas en línea, no sólo a los multimillonarios que las poseen. Además, la libertad de expresión a duras penas está a salvo en manos de libertarios caprichosos como Musk, que demanda a aquellos con los que no está de acuerdo, prohíbe palabras que no le gustan en su plataforma y es cordial con Vladimir Putin, cuya herramienta favorita de moderación de contenidos es el Novichok. La capacidad de hablar libremente es quizás el valor liberal esencial. Ya es hora de que los verdaderos liberales hablen y la defiendan.
Este artículo se publicó originalmente en The Economist, tal y como se indica en el avance, con el título completo Mientras Brasil prohíbe X de Elon Musk, ¿quién defenderá la libertad de expresión? el pasado 3 de septiembre. La foto que lo ilustra aquí es tovovan en © Shutterstock. Se puede consultar aquí.