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Giovanni Maria Vian es un sabio catedrático de Patrística que ha recalado en el oficio de director de periódico, de uno tan especial como L’Osservatore Romano. Participó el día 20 de junio en el Congreso de la Biblioteca de Occidente.

Vian conversó con Nueva Revista inmediatamente antes de pronunciar su conferencia. En ella, el autor de La Biblioteca de Dios seleccionó, para el canon de la Biblioteca de Occidente, la Biblia, la Carta de Aristeas, a todo Filón de Alejandría, todos los textos del Qumrán en la edición Du Cerf, la Historia de la Iglesia de Eusebio de Cesarea, los Evangelios Apócrifos en la versión de La Pléiade, la Hexapla de Orígenes, De Viris Illustribus de Suetonio y las Confesiones de San Agustín. No le dio tiempo a llegar a los místicos castellanos. De todas esas obras, Miguel Ángel Garrido Gallardo, presidente del Comité Científico de la UNIR y director de Congreso de la Biblioteca de Occidente, le señaló que solo dos tendrían cabida en la Biblioteca de Occidente: una buena versión de la Biblia y las Confesiones de San Agustín.

–No hay buenas biblias en castellano en formato digital. ¿Qué pasa con las biblias en castellano en versión digital?

–Pasa de todo. Como siempre ha pasado de todo. Porque  la situación ahora de la informática en este terreno es muy  parecida yo creo a la situación de la Antigüedad, sobre todo de la Antigüedad tardía, cuando hay tradición manuscrita, y también parecida a la de la Edad Media. La tradición manuscrita es una tradición abierta y una tradición viva. El hipertexto existe ya en la Antigüedad, en el sentido de que cuando los copistas transcriben un texto de un modelo, lo comparan con otro e introducen variaciones. El texto se modifica, es un texto vivo; no es un texto fosilizado. La Biblia, una expresión griega que quiere decir «los libros», es el conjunto de textos, aparte de los aspectos teológicos, o de fe, hablando sencillamente desde un punto de vista literario, fenomenológico, es el conjunto de textos más interesantes en la Historia. Por muchísimas razones. Porque es un texto que siempre se ha traducido, que siempre se ha comentado, que siempre se ha ampliado. Un ejemplo solamente. Si no se hubiese traducido este conjunto de texto del hebreo y del arameo al griego, hoy, la Biblia, la que llamamos Biblia, tendría la relevancia que tienen los textos sumerios, acadios, egipcios, o sea, muy interesantes, pero con un alcance muy, muy reducido. En cambio, la traducción en griego, y luego en latín, ha hecho de este texto el texto de referencia de Occidente. Y Occidente no quiere decir solamente Europa occidental, América; Occidente es también el mundo eslavo, por ejemplo, porque poseen el mismo ambiente cultural. ¿Qué pasa hoy con la Biblia digital? ¿Con las Biblias digitales? Hay textos excelentes por ejemplo en latín, que permiten remontar hacia el original a veces mucho más que el mismo griego. En griego es un poco más difícil, evidentemente. Pero también hay posibilidad de tener el texto en griego. Lo que no le sabría decir con precisión, porque no soy un especialista en textos semitas, es en lo que se refiere a los textos originales hebreos y arameos.

–Insisto: en castellano es muy deficiente lo que se ofrece en versiones electrónicas.

–Eso me lo dice usted, y es sorprendente.

–Por ejemplo, la que está colgada en la web del Vaticano es una versión argentina, sin anotar. Pero es que, además, no es posible comprar una buena Biblia en castellano en versión electrónica. 

–Nunca he accedido a la version que usted me dice. Pero sabiendo como sé un poco de cómo funciona la web vaticana, quizá en la fase de montaje han querido ser más eficaces que perfeccionistas, han preferido dar la posibilidad de acceder al texto que había en ese momento, quizá a la traducción latinoamericana que hubiera disponible en ese momento.

-¿Es de esperar que mejore?

–Yo creo que sí. Las fuerzas son muy pocas y cualquier aportación, yo me atrevo a decir, será bienvenida, porque va en interés de todos tener textos  cuidados. Además, es un campo donde la colaboración entre creyentes y no creyentes, entre creyentes de diferentes religiones, es muy amplia. Esto siempre ha sido así. La mejor tradición cultural cristiana nunca ha sido cerrada, siempre ha buscado confrontar sus resultados y  colaborar con otros mundos, acceder a otros puntos de vista. Eso es muy interesante.

–El medievalista Michel Zink el pasado miércoles en este congreso defendió que no hay canon en Occidente. ¿Qué le parece?

–Nuestras bibliotecas, desde luego, son inmensas. Pero hay que pensar que una persona, ante una enorme biblioteca, donde hay millones de libros, se pierde. Por lo tanto, hay que buscar criterios.  Yo creo que más bien habría que seguir la vía de los filólogos alejandrinos, de buscar un canon, el mejor, no para cerrarlo, sino para disponer de una base  fundamental.

–¿Eso lo hicieron ya los filólogos alejandrinos?

–Sí, sí. Cuando establecieron el texto de Homero, por ejemplo. Allí nace la filología occidental, nace la crítica. Y pasa inmediatamente a los filólogos cristianos, no tanto a los judíos, aunque es muy difícil separar judaísmo y cristianismo en este ámbito. Los cristianos, ya en el siglo III, con Orígenes, y luego en el siglo IV, con Pánfilo, Eusebio, Jerónimo, se atreven a «corregir a Dios». ¿En qué sentido? La Biblia está inspirada por Dios, no está escrita por Dios, a diferencia de lo que piensan los musulmanes del Corán, por lo menos, la corriente principal musulmana. Sin embargo, la escritura hebrea y cristiana está inspirada, no dictada. Eso permite proponer hipótesis, constatar y aceptar que esta escritura se puede deteriorar, porque copiando se cometen errores, y permite la corrección de errores. Esto, en el judaísmo se acepta menos. Se acepta ahora, evidentemente, pero no tanto en la historia del judaísmo, y esto es fundamental para el crecimiento de la crítica, para el crecimiento de la crítica en general, de la actitud crítica de Occidente. Queda muy claro en el siglo XV, por ejemplo, y luego, en la Edad Moderna, cuando la filología, la gran filología sobre todo del ambiente alemán, nace estableciendo el texto crítico del Nuevo Testamento en griego.

–Me parece que la literatura española aporta bastante a la mística, y de modo más amplio a la literatura religiosa digna de entrar en un canon de las grandes obras universales. ¿Está de acuerdo? ¿Es el castellano un idioma especialmente importante en la fijación de un canon de la literatura occidental, en especial de la literatura religiosa?

–Yo creo que sí. Yo creo que sí. Considere por ejemplo un libro religioso, no un autor religioso, para incluirlo en el canon: Calderón de la Barca. El gran teatro del mundo es incomprensible sin la visión bíblica del mundo. También toda la literatura de Occidente.

–Pero usted va a hablar de libros religiosos que tendrían que estar en el canon, ¿no?  Por ejemplo,  la Poesía de San Juan de la Cruz o a la Vida de Santa Teresa.

–No creo que me dé tiempo en la conferencia de llegar a ellos, o que me extienda tanto en el canon que llegue a ellos.

–Le preguntaba si no es especialmente relevante el castellano.

–Es muy relevante. Es muy relevante porque además es el idioma más hablado hoy, por número, por los cristianos. Está la Iberoamérica de habla hispana y los hispanos en los Estados Unidos, en crecimiento muy rápido. Por eso es especialmente importante que haya una nueva atención a estos textos, sin un enfoque especialmente confesional o dogmático, que quienquiera pueda profundizar en ellos. Es muy interesante también desde un punto de vista cultural: para interpretar la pintura, o para leer los espacios de cualquier ciudad, por lo menos de las europeas y de las americanas, por estar llenas de símbolos religiosos. Es interesante ver que en uno de los países que más se ha descristianizado, no secularizado, sino descristianizado, Francia, haya sido un ministro de Cultura de la izquierda el que haya lanzado el grito de alarma. Hay que recomponer los lazos rotos de esta tradición interrumpida, porque de lo contrario no nos entendemos más a nosotros mismos.

–¿Quita Internet la capacidad de leer, de leer bien, con tranquilidad?

–Internet es una oportunidad enorme, enorme. Pero existe el riesgo de que con él baje la atención crítica. Y la atención crítica es fundamental, es imprescindible. Pero las ventajas de Internet son tan evidentes. Es una ventaja que habrían aprovechado nuestros antepasados con muchísimo gusto. Por otra parte, tenemos que aprender de ellos de su capacidad de esfuerzo, la atención crítica. Esto no hay que perderlo.

La caída de formación clásica, del griego y del latín, ¿tiene que ver con la superficialidad en la que parece que se mueve gran parte de nuestra sociedad?

–No se pueden perder de vista nuestras raíces. Juan de Salisbury presentaba, a él y a su época, como enanos frente a los antepasados. Pero enanos que ven más lejos que los antepasados porque se han subido a sus hombros. Es una imagen perfecta. Si nos bajamos de esos hombros, seremos enanos y perderemos el horizonte.

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.