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Juan Ramón Jiménez, uno de los poetas más admirados y reconocidos en una época dorada de la poesía española del siglo XX en la que figuran nombres tan universales como los de Federico García Lorca, los hermanos Machado, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y una extensa nómina de notables figuras, ocupa un lugar destacado por la originalidad de su estilo y los rasgos innovadores de su producción. Tuvo Juan Ramón una vida difícil, complicada todavía más por desgracias familiares que ejercieron notable influjo en su extrema sensibilidad, a veces casi enfermiza, que se deja sentir de modo perceptible en las distintas épocas que marcaron la trayectoria de su creación poética. Nacido en la localidad onubense de Moguer, próxima a los estuarios y vericuetos que fluyen entre los últimos tramos de los ríos Odiel y Tinto, lugares colombinos dominados por el monasterio franciscano de la Rábida, nunca olvidará Juan Ramón las sensaciones transmitidas a través del paisaje, que tantos recuerdos de nostalgia despertaron en su fina sensibilidad.

Tras superar con brillo y notas excelentes los estudios de bachiller, se ve obligado por imposición familiar, a cursar la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla. No fue capaz de asimilar unas materias tan alejadas de su vocación artística y abandonó pronto los complicados avatares de leyes y códigos que poco le interesaban.

Tras unos primeros escarceos literarios en medios de prensa de Huelva y Sevilla, el ambiente de la capital de España le ofrece, sin duda, un clima favorable a sus inquietudes estéticas que expresa en sus primeras obras publicadas a comienzos del nuevo siglo XX: Ninfas y Almas de violeta. Dos sucesos tristes vienen a cortar la trayectoria del incipiente poeta en Madrid. La muerte de su padre se une al embargo de los bienes familiares a favor de una entidad bancaria, que los ejecutó de modo inexorable. Juan Ramón sufrirá uno de sus numerosos estados depresivos que se van a suceder en distintas fases hasta el final de su vida, cuando tras recibir en 1956 el Premio Nobel de Literatura apenas logra superar la muerte de su mujer, Zenobia Camprubí, a la que sobrevive solo dos años. En los intervalos de la enfermedad, no cesa la creación poética de Juan Ramón, inspirada en numerosos amoríos, que hasta su definitivo matrimonio con Zenobia, verdadero amor y estabilidad de su vida emocional, quedan reflejados en versos publicados de modo disperso que aparecen sucesivamente reunidos en selectivas antologías poéticas. La última de ellas, titulada Tercera Antolojía poética, se realizó a base del original cuidadosamente revisado y seleccionado por el autor que incorporó los versos más significativos de las antologías anteriores. Los temas que le inspiran van desde la exaltación del amor sensible de su juventud y madurez a la mirada crítica en torno al mundo que le rodea, visto con ojos críticos, amargura o desilusión. En todo caso con esta Tercera Antolojía el lector dispone de la oportunidad de conocer el conjunto de la extensa y exquisita producción de un gran poeta que, curiosamente, fue galardonado con el Premio Nobel por una de sus obras en prosa: Platero y yo.

Abogado y Periodista