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ICREA, Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados, nació para poder contratar y competir «en igualdad de condiciones con otros sistemas de investigación». Se dedica en exclusiva al fichaje del «personal científico y académico más extraordinario y de mayor talento». De su éxito habló en el seminario su director, Antonio Huerta.

«Primero, para que quede claro -dijo-: ICREA no debería existir; es una anomalía del sistema. A nadie se le ocurriría organizar un ICREA en Boston, en Grenoble o en Múnich».

Pero en España las cosas no son tan fáciles cuando se trata de ciencia, y ahí es donde entra esta institución que se fija en un investigador al que ofrece un puesto permanente (ICREA es quien contrata) y que luego trabaja en cualquier centro de investigación, en cualquier laboratorio, dentro de Cataluña. «Nosotros seleccionamos -eso que parece tan fácil, pero que aquí, en este entorno universitario, no hace falta que explique lo difícil que es-, elecciones basadas única y exclusivamente en méritos».

Las plazas, relató Huerta, no están asignadas a priori ni a áreas estratégicas, ni a centros, ni a territorio, sino única y exclusivamente a méritos. Después se necesitan universidades capaces de implicar al talento.  «Y por último todo esto no podría existir sin un esfuerzo continuado político de los gobiernos de Cataluña. Recuerden que Cataluña no tiene transferidas las competencias de investigación».

El presupuesto de ICREA es de 29 millones de euros al año. Pero «por cada euro que pone el gobierno catalán en contratar icreas, ellos generan tres competitivos. Por lo tanto, económicamente también es rentable. Por cada icrea que se contrata, ellos contratan del orden de siete personas… y también emprenden, y emprenden quiere decir que en los últimos cuatro o cinco años han atraído del orden de ochenta y pico millones al sistema para empresas que salen de sus ideas y que sin sus ideas no vendrían al sistema».

En el famoso MIT, relató Huerta, «siempre tienen las plazas abiertas: y así cada año aprecian hasta qué punto son atractivos». Si les interesa alguien, ya se encargarán de conseguir los recursos. Este procedimiento lo imita ICREA. «Cada año va sacando diez plazas. Necesitamos esos pequeños recursos continuos para que funcione, y necesitamos eso que nos cuesta tanto en las universidades: sacar la plaza y comprometer el capítulo uno de una manera ágil y flexible». Porque las ventanas de oportunidad para atraer y retener talento son pequeñas. «Cuando hay un investigador, que está en el Reino Unido, y que a lo mejor se puede permitir venir a España, o lo coges en ese momento y no le empiezas a pedir homologaciones de títulos, papeles, no sé qué… o lo hacemos de una forma flexible o no los vamos a pillar».

Casi la mitad de los icreas son extranjeros, que terminan por atraer también a estudiantes extranjeros y que terminan también por cambiar el panorama de una universidad.  Hay ya universidades que «cuentan los icreas como índice de calidad de un determinado departamento».

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.