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Corría el mes de febrero de 1990 cuando en el hotel Villa Real de Madrid, situado en las inmediaciones del Congreso de los Diputados, se presentaba el primer número de Nueva Revista de política, cultura y arte; comenzaba así una aventura que dura ya veinte años. Recuerdo muy bien aquellos momentos, era además el primer gran acto público al que asistía después de que naciera mi segundo hijo. En las conversaciones de aquella tarde fluía una gran expectación ante el nuevo proyecto editorial, había entusiasmo entre los que iban a participar más directamente en el mismo, y también se compartía la sensación de que en la política española se avecinaban tiempos de cambio, lo que sólo acabaría por producirse algunos años después.

El núcleo de los asistentes al acto estaba constituido por quienes formaron el primer Consejo Editorial de la revista, un grupo de edades muy distintas, de procedencias profesionales también diferentes; en buena medida personas procedentes de las juventudes de UCD, del diario Madrid y del mundo universitario. El grupo compartía una concepción liberal del pensamiento, de la política o de la creación artística, tal y como se han desarrollado en nuestra civilización de origen grecolatino y de raíces cristianas. Desde entonces ese mismo grupo ha constituido la red básica de personas sobre la que ha descansado Nueva Revista.

Pero la vida de Nueva Revista no se puede explicar sin el liderazgo de su presidente y editor, don Antonio Fontán. Catedrático de Filología Clásica, periodista, fundador de la Actualidad Española, director de NuestroTiempo, miembro (hay que precisar su posición) del diario Madrid y valedor de la memoria de ese periódico hasta nuestros días. Había sido un político de influencia innegable; participó en la fundación del Partido Demócrata junto a Joaquín Garrigues, fue ministro de Administración Territorial (1977-1980), diputado y presidente del Senado y también miembro del Consejo Privado del Conde de Barcelona hasta su disolución. Don Antonio aunaba, de esta manera, un conjunto de cualidades personales, intereses intelectuales y experiencias profesionales que lo convertían en único para imaginar primero e impulsar después un nuevo proyecto editorial de la amplitud de intereses que representaba Nueva Revista.

Durante los primeros cinco años don Antonio Fontán ejerció simultáneamente como editor y director. Desde 1995, mantuvo su condición de editor pero dando muestras de su generosidad y deseo de promover a personas jóvenes, lo que es un rasgo característico de su personalidad, abrió las puertas de la dirección a distintas personas para las que esa responsabilidad ha constituido una buena oportunidad profesional.

Se puede afirmar que durante estos veinte años Nueva Revista ha constituido una publicación de referencia para el pensamiento liberal conservador en España, sus páginas han sido influyentes y de sus colaboradores han salido un buen número de altos responsables políticos en los gobiernos del centro derecha entre los años 1996 y 2004.

A lo largo de dos décadas y los 126 números que albergan las colaboraciones de más de mil autores en más de cuatro mil artículos, Nueva Revista ha respondido constantemente a la pluralidad de sus objetivos fundacionales. La política nacional e internacional, singularmente la europea, han tenido un tratamiento preferente, pero el número de artículos, entrevistas, y notas dedicados a la historia y a la sociedad, a la filosofía, al mundo de las letras, a las ciencias, a la tecnología, al medio ambiente y a las artes plásticas ha constituido, por extensión y calidad, un valor de referencia esencial en la identidad de Nueva Revista.

Hace unos pocos meses, tres de los que hemos sido directores, junto con tres históricos colaboradores de la publicación, partíamos de Madrid hacia Guadalcanal, iba a ser un viaje de un día pero un viaje largo, largo. Al objetivo no era ciertamente fácil llegar, y menos lo era hacer ida y vuelta en la misma jornada después de haber cumplido con nuestra misión que no era otra sino entrevistar al marqués de Guadalcanal en su lugar de origen, aunque no de nacimiento.

Guadalcanal, pueblo hoy sevillano pero antaño cacereño, está ubicado a casi 700 metros de altitud, rodeado por Llerena y por la sierra del Viento, situadas al norte, y al sur por la sierra del Agua y Cazalla, ese emplazamiento permite en los días de invierno, de sol y viento ligero, que la pureza del aire y la intensidad de la luz dejen en los visitantes un recuerdo permanente. Después de visitar el Ayuntamiento nos dirigimos a Villa Susana, la magnífica finca en la que don Antonio Fontán ha pasado largas estancias desde su niñez. En la casa familiar que Antonio Burgos ha descrito como «una casa de alberca al pie del silencio virgiliano de una higuera…», tras un rico y divertido almuerzo, tuvimos con don Antonio una larga conversación posteriormente publicada en Nueva Revista. Emprendimos al caer la tarde el camino de retorno, no sin habernos ganado un título antes de partir, se nos reconoció allí como los «seis de Guadalcanal». En el camino de vuelta comentamos los avatares del día y la conversación mantenida con don Antonio, muchas de sus reflexiones servían de nuevo para explicar por qué al marqués de Guadalcanal el International Press Instituelo había reconocido como uno de los «Héroes de la Libertad de Prensa».

Somos muchos los que hemos navegado juntos en el barco de Nueva Revista, la mayoría continuamos apoyando esa gran aventura que comenzó hace ahora veinte años y que siempre será deudora de la inteligencia y voluntad de su patrón. Algunos ya no están con nosotros, y a todos añoramos. He querido que el único nombre que apareciera en las líneas precedentes fuera el del presidente y editor de Nueva Revista, era difícil hacerlo de otra manera. Ahora, al final, quiero, sin embargo, añadir un nombre más, será el único, me parece indispensable, uno de los últimosque nos ha abandonado, el de Juan Pablo de Villanueva, es seguro que sin él la historia de Nueva Revista no sería la misma.

Eurodiputada